
Guernica de Picasso en Milán. Fotografía de Mario Perotti | Museo Picasso de París
La curadora española de la muestra Picasso. Metamorfosis de la figura, Melén Gual, justificaba la escogencia del MUDEC (Museo de la Cultura) de Milán para cerrar los actos conmemorativos de los 150 años del nacimiento del maestro español, recordando que la capital lombarda había sido la primera ciudad europea en la cual se exhibió el Guernica después de su traslado al MoMA de Nueva York en 1937. Aquella memorable ocasión fue favorecida por dos circunstancias que estimularon la aprobación de Picasso. La primera fue la seguridad de que en la gran muestra dedicada al artista en 1953 se permitiría la exhibición de Masacre en Corea, la goyesca tela que había sido omitida en Roma debido a las presiones de la Embajada de los Estados Unidos. Y, la segunda, la garantía de que la autoridades de la ciudad no consentirían la extradición de la pintura a la España de Franco, el gran temor del artista. Después de la exposición, la enorme tela de Picasso retornó a Nueva York, donde estuvo en custodia hasta su traslado definitivo a España. Fueron, pues, los milaneses los únicos europeos favorecidos con esta singular muestra de simpatía por parte de Picasso. La muestra del MUDEC han querido organizar una muestra de póstumo agradecimiento. Metamorfosis de la figura es el nombre que han pensado los organizadores de esta exposición antológica, cuyo propósito es el de recordar la insistencia de Picasso en representar el rostro humano de modo no convencional. Por lo menos desde la Grecia arcaica, los rasgos faciales habían sido los mismos en el arte occidental. El encuentro con la cultura proveniente de regiones no europeas animó al artista a emular el ejemplo de aquellos artesanos y artistas que representaban el rostro de las maneras más diversas sin que por eso dejara de ser reconocible. El caso más revelador es el de las máscaras africanas, como los estupendos ejemplos incluidos en la exposición.

Ex voto ibérico. Colección Félix Cervera

Izq: figura Dogon. Der: figura Tellem
La muestra ha sido dispuesta en seis secciones temáticas. La primera es «Una mirada hacia otras culturas», y se detiene en los trabajos de Picasso hacia 1906, después de superar el «período azul» bajo la influencia de la iconografía egipcia, la ibérica recién descubierta y el arte tribal africano y del Pacífico. En ellos se evidencia la necesidad de proponer una superación de la belleza canónica del arte occidental proponiendo nuevas formas de representación. A esa época se refirió Picasso cuarenta años después:
Cuando descubrí el «arte negro» y terminado las obras de lo que llaman mi período de «arte negro» lo hice para oponerme a lo que llamaban «belleza» en los museos. En ese momento, para la mayoría de las personas, una máscara negra era solo un objeto etnográfico. Cuando visité con André Derain el Museo de Trocadero, entendí el verdadero significado de la pintura. No se trata de un proceso estético; es una forma de magia que se interpone entre el universo hostil y nosotros, una manera de capturar el poder, imponiendo una forma a nuestros miedos y deseos. El día que descubrí esto, sabía que había encontrado mi camino. (Françoise Gilot)

Izq: máscara Suruku. Der: relicario Kota
El MUDEC en esta sección presenta algunas obras del período así como una magnífica escultura HEMBA y algunas figuras ibérica de la colección del artista. De aquí, la exposición nos lleva a lo que es el centro del proyecto con obras relacionadas con Les Demoiselle d’Avignon. En especial, el revelador, y no tan conocido Cuaderno No. 7, con la cantidad de esbozos preparatorios para la gran tela. El cuaderno está acompañado por el magnífico Desnudo (1907), de la colección del Museo del 900, de Milán. Además de una máscara Suruku, un relicario Kota y dos estupendas esculturas Dogon y Tellem. De los 189 cuadernos de dibujos y bocetos que se consevan en la colección Casa Natal, de Málaga, el #7 es el más elocuente. Nos muestra la seriedad del maestro español, su extraordinaria disciplina y capacidad de trabajo. Una entrega obsesiva que recuerda a Flaubert cuando escribía Madame Bovary. La tercera etapa del recorrido no podía ser otro que el dedicado al cubismo, cuando con Braque y Gris, Picasso se empeñaba en la búsqueda de un arte «paradójico», una contradicción en términos, que fuera representativo pero no imitativo, y tampoco abstracto. Un proyecto que había sido iniciado por el Cézanne de las formas básicas y de la aproximación a la inquietante frontera del abstraccionismo con el proyecto Mont Saint Victoire. También Picasso conoció las arenas movedizas de una pintura no representativa, las cuales evitó con su inesperado regreso a la iconografía clásica. De esto se ocupa el cuarto sector de la exposición MUDEC. No sin dejar claro que, incluso, en este sector transitorio del arte picassiano el arte primitivo no estuvo lejos de sus consideraciones. Es lo que se recuerda con la inclusión de una bella escultura IGBO Alusi. Metamorfosis de la figura es el nombre que los curadores le dieron a la «última» sección que incluye obras (muchas de ellas en colecciones privadas y pocas veces expuestas al público) realizadas entre 1930-1970. Se trata de una síntesis conceptual del proyecto expositivo. Se reiteran en esta etapa de una exposición de museística admirable y gratísimo recorrido, los dos objetivos centrales de la empresa. Insistir en la afanosa búsqueda por parte de Picasso de un arte representativo, no tradicional, pero tampoco fotográfico, que superara el concepto de belleza del canon occidental, recordando el componente ritualístico que tuvo el arte en sus mismos orígenes. El segundo objetivo de los organizadores ha sido el de insistir en que no hay etapas «negras», «africanas» o «primitivas» en Picasso. Desde 1906 hasta su muerte, el arte del maestro malagueño fue «negro», «africano» y «primitivo». Dos planteamientos desarrollados por la curaduría de la manera más crítica y, al mismo tiempo, grata y reveladora. No otro debería ser el sentido de toda muestra que, como la del MUDEC, se proponga acercar al espectador, en lugar de alejarlo, a la esencia del arte, que no es otra que la de revelar el verdadero sentido de lo que vemos. No es una mera actividad retiniana el arte. O es una experiencia existencial, o no es arte sino ornamento. La exposición termina con una pequeña selección de pintura africana contemporánea donde se ponen en evidencia los vasos comunicantes que existen entre la obra de Picasso y la de muchos artistas africanos contemporáneos. Con esta actividad en la picassiana Milán se cierra la celebración del 50º aniversario de la muerte del visionario maestro español que comenzara en 2023 con diversas actividades en España y en todo el mundo. El proyecto del MUDEC resalta la situación de Picasso como el artista más universal de los tiempos modernos.
Alejandro Oliveros
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