Nuestro ensayo fue cancelado // Diario de la peste

Puesta de sol en la isla de Santorini, en Grecia, en tiempos de pandemia. Fotografía de Aris Messinis | AFP

15/06/2020

Mensaje de mi amiga griega, el domingo:

«Primera excursión fuera de Atenas con mi coro.

Primera reunión del grupo después del confinamiento.

Fuimos a acampar el fin de semana a una playa linda, a tocar y a cantar.

Todo perfecto, la alegría y la energía de reivindicar la alegría.

Y hoy en la mañana, hacia la hora de nuestra reunión, corrió el rumor de que un joven se había ahogado…

Algunos corrieron a ayudar, fue demasiado tarde, el muchacho del pueblo murió.

Los aullidos de una ambulancia en el sitio menos probable.

Nuestro ensayo fue cancelado, nos fuimos del sitio más temprano.»

Sensación de culpa. Un coro y un hombre ahogado.

Tarde, sol. Final de la tarde, sol; Günter Anders, primer marido de Hannah Arendt.

Libro sobre Kafka.

Anders habla del «hambre moral» en Kafka.

Observar la expresión bajo el microscopio.

El hambre nunca se sacia en definitiva.

Poco después, más hambre. Mañana también. Más hambre moral.

Expresión que hace temblar. Brasil, manifestaciones en la Avenida Paulista.

Muchas personas lado a lado, separadas por más de un metro.

Cada una con la fotografía de un muerto por la pandemia.

Parece un ejército bien alineado, pero con una imagen en la mano.

La vida es un «proceso de autoacumulación de culpa», dice Anders sobre Kafka.

Un contador de kilómetros sustituido por un contador de culpas en la cabeza.

Marcar con un trazo en la pared cada culpa nueva.

«La consciencia se mueve en círculos», escribe Anders.

Un círculo es una especie de prisión.

Hicimos una parada en el camino, en la fuente de un pueblo, para cantar 4 canciones, dice mi amiga.

Un día vi ese coro en Atenas: canciones tradicionales griegas.

Instrumentos que casi ríen y pies que casi imponen seriedad y ritmo.

Déjà-vu, pero auditivo: nunca había oído esto y siempre he oído esto.

Un retorno a la música en todas partes. Se escucha en América.

Say it Loud — I’m Black and I’m Proud, de James Brown.

Raves ilegales en Mánchester. Un muerto.

Se habla de personas delirantes en muchos sitios del mundo.

Fiestas escondidas.

Unas veces violentas, otras veces no.

Muchos salieron a la calle esta semana y no para sentarse.

Delirio, etimología probable. Del latín delirium.

Significaba: acto de salirse el arado del surco.

Lira: «surco del arado». Fuera de la lira, delirio: el arado se sale de su camino, de su línea.

Ya no organiza el terreno, no hace lo que es útil.

Hace simplemente aquello que no se entiende: lo torcido y lo imprevisible.

La historia de las palabras. Preguntarle a una palabra: ¿en qué estás pensando? Y ella responde.

Estudio las características de varios animales.

Quiero hacer zooliteratura, eso para mí es claro.

Los buenos escuchas y los ojos más desorbitados no están entre los humanos.

Leo que algunas hormigas pueden comer y guardar algo en su estómago sin digerirlo.

Cuando la comunidad lo requiere, regurgitan el alimento intacto para que todos lo consuman.

Es un «estómago social», dicen.

Estómago individual, estómago social.

«Inclúyanme desde fuera», dice alguien.

A veces, es eso.

Exigir la inclusión muy afuera del círculo trazado con tu nombre con tanto cuidado.

En las Américas y en las Europas, en movimiento, un hambre moral colectiva.

Pero no todos van por las mismas calles.

Una niña baila en espera de su padre; un perro está en la puerta moviendo la cola; un hombre acaba de romper una vitrina y huye.

Y a veces hay disparos por la espalda.

«No se puede errar en lo obvio. Los errores tienen que ser nobles», dice una cantante.

Me imagino a alguien que se devora el alimento moral, pero no lo digiere, lo guarda.

Más tarde, cuando el grupo lo requiere, ese alguien regurgita el alimento moral.

Pero en ese momento tal vez los otros le agradecerán y le dirán que no.

Ya están saciados.

***

Este texto fue publicado originalmente en portugués en el diario Expresso de Portugal, el 14 de junio de 2020. La traducción al español es de Paula Abramo.


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