Perspectivas

Nela Ochoa y las formas de una ciencia imaginaria

16/12/2020

Nela Ochoa

Desde la orilla del gesto hasta la hondura del mapa genético, el cuerpo ha sido la lengua materna que Nela Ochoa ha traducido al idioma de las artes visuales. Tras décadas de inmersión en este tema que se sospecha infinito, la obra de esta artista conceptual ha recibido importantes premios a los cuales se suma ahora el de la Fundación Pollock – Krasner. La beca que acaba de otorgarle esta prestigiosa organización defensora del arte contemporáneo, es un reconocimiento al conjunto de su trayectoria.

“En mi trabajo hay una mezcla de investigación, intuición, sensibilidad por lo que veo y necesidad de expresarlo”, explica.  Y si bien no se percibe a sí misma como una artista puramente intelectual, resulta imposible no observar en su obra una singular solidez discursiva, en la cual cada hallazgo convertido en materia artística afirma su suficiencia a la vez que da continuidad a un torrente de nuevas interrogantes. La realidad (la ciencia, el cuerpo, la sociedad), ejercicio permanente de interpelación, habla aquí la lengua de su reinvención y produce una respuesta tan inflamable como introspectiva, integradora y volátil, concreta e imaginativa, con la fuerza invencible de lo sutil.

Desde Santa Cruz de Tenerife, donde fijó residencia en 2017, Nela Ochoa comparte algunas de las ideas que han orientado sus búsquedas.

Cromo Y, 2020.Pintura acrílica sobre tela

Desde la aparición del tema de la genética en tu obra hasta hoy: ¿cuáles han sido las ideas más significativas en tu desarrollo artístico? ¿Cuáles son los hitos?

Desde hace años vengo trabajando el tema de la violencia. He pasado de las radiografías de baleados a los genes relacionados con la violencia. En esa investigación he encontrado genes que vinculan lo masculino y la violencia, algo que es obvio en el día a día, pero que resulta asombroso cuando se ve a nivel molecular. La defensa de la perspectiva y la voz femenina es, también, parte de esta investigación.

Si la violencia es genéticamente inherente a lo masculino, ¿cuán lejos pueden llegar la cultura, el arte, la educación, la legislación, en la lucha contra la violencia de género? ¿En qué forma tu obra se inserta en ese discurso?

En el pasado, el hombre tuvo que proteger a la madre y a su descendencia de los depredadores naturales. Creo que esa pulsión, que fue vital para la supervivencia de la especie, hoy en día, además de innecesaria, puede ser perjudicial. La cultura y las leyes, en pocas palabras, la civilidad, nos ha permitido llegar muy lejos, afortunadamente. Hasta hace pocos siglos, según el catolicismo, las mujeres no teníamos alma. Aún están vivas las mujeres que aquí en España no tenían derecho al voto y aún hay muchas culturas, como la islámica, que consideran que la mujer es poco más que un animal que existe para el placer masculino y la reproducción. Aún falta mucho camino por recorrer para borrar toda esa tendencia milenaria que considera a la mujer una especie inferior al hombre. Pero estamos trabajando. Obras como Baños de Sangre (1993) o Una obra de gran envergadura (1998), por nombrar solo dos, se centran en el problema de la violencia y en la representación masculina. La historia del arte ha sido en gran medida una historia de la representación de la mujer desde la perspectiva masculina, creo que yo he puesto mi granito de arena con obras que giran en torno a la representación masculina desde la perspectiva femenina.

Tonna Galea, 2019. Impresión giclee sobre papel. Edición de 10

La violencia contra el planeta ha sido otro de tus temas de reflexión. ¿Cómo dialogan la violencia machista y esta otra manifestación de la violencia ventajista? ¿Estamos frente a una misma esencia agresora?

Creo que no vienen de la misma pulsión. La violencia contra el ambiente se produce por un consumismo excesivo, la inconsciencia de pretender que el mar es infinito y que la basura desaparece cuando la botamos.

Nuestra visión antropocéntrica (surgida de las tres principales religiones monoteístas) nos hizo creer que éramos seres supremos en el mundo. La ciencia ha ido señalando que hay muchas similitudes genéticas incluso entre los reinos vegetal y animal. Esta sorpresa que se ha llevado la humanidad ha sido también parte de tu temática artística. ¿Puedes comentar cómo has desarrollado la representación de lo que tenemos en común los animales y los vegetales?

No soy genetista, he llegado a entrar en ese universo por curiosidad y gracias a la época en que nos ha tocado vivir. Buscando genes humanos me he topado con genes que expresan lo mismo, o que funcionan para lo mismo, en distintos reinos. Las instrucciones (o genes) para hacer pelo varían en unas pocas letras si el pelo es de cochino, o de caballo, o humano. Me he topado con la información de que los cerdos y los humanos compartimos el 95% de nuestros genes. Sobre ese tema hice el video 95% iguales (2002). La naturaleza ha evolucionado a partir de patrones que varían para adecuarse al medio y sobrevivir. El ADN es un sistema común a todo ser viviente, por eso nos une. Si nos comparamos con otras especies podemos ver que hay seres vivos que poseen una inteligencia genética superior a la nuestra, en lo que se refiere a la capacidad para sobrevivir. Sin embargo, los humanos tenemos la mayor capacidad destructiva. La inteligencia genética es algo asombroso, ojalá esa misma inteligencia evolucione para cambiar el impulso destructivo de los humanos.

Mar de Fondo – Homenaje a Hokusai

Mar de fondo (2019), el proyecto con el cual ganaste la Residencia de Artista en el CAAM (Centro Atlántico de Arte Moderno) en Gran Canaria, ¿es parte del mismo relato de inmersión en la materia vital? ¿La misma exploración, pero en otro cuerpo?

Mar de fondo tiene varios temas que se basan en la destrucción, violencia y mutación de los mares y sus ecosistemas. La obra principal de la exposición resultante de esa residencia fue Mar de Fondo – Homenaje a Hokusai, una instalación realizada íntegramente con plásticos recuperados de playas y basureros. Otra de las obras de ese proyecto: Exponja, es un tapiz escultórico basado en la secuencia genética de una esponja marina en peligro de extinción en estas islas. Y también está la serie de gráficas Millenium, donde intervengo con productos de desecho (anillos de abrelatas, pitillos plásticos y tapas de aluminio) integrándolos a los cuerpos de varios animales marinos.

En el texto de sala que acompañó a esta muestra, la artista explica: “Desde hace años integro en mi trabajo arte y ciencia y en las últimas décadas específicamente la genética, que unifica todo lo viviente.  Soy caraqueña, aunque he vivido en muchas partes, pero la última década la he pasado en islas. Esa frontera acuática de la isla, lejos de separarnos nos integra al mundo, pues, aunque los mares tengan distintos nombres, se funden unos en otros y lo que depositamos en una orilla viaja sin pasaporte hasta otra. La especie humana no solo está destruyendo el planeta, sino alterando con su incesante intervención, todo lo viviente hasta niveles moleculares. Como artista solo trato de replicar lo que veo y quizás dejar una huella de lo que ya no será”.

Nela Ochoa retratada por Lucía Pizzani

¿Qué cambios han surgido en tu obra desde que saliste de Venezuela?

He tenido que adaptarme a trabajar sin mis materiales e instrumentos, que quedaron allá. Por eso me he volcado mucho al trabajo digital y a los pequeños formatos en general. Los temas no han variado, aunque todo lo relativo a genética de especies en peligro de extinción, que he trabajado antes, se ha ampliado con la enorme cantidad de especies endémicas fascinantes que hay en las islas Canarias.

La Facultad de Ciencias del Mar de la universidad de las Palmas, acaba de recibir la instalación Mar de Fondo- Homenaje a Hokusai.  Ahí permanecerá la obra en adelante. Un grito de pavor respira la sal del archipiélago.


ARTÍCULOS MÁS RECIENTES DEL AUTOR

Suscríbete al boletín

No te pierdas la información más importante de PRODAVINCI en tu buzón de correo