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Movimiento San Isidro en Cuba: ¿la UE mira y calla?

09/12/2020

Artistas «plantados» en protesta de más de 12 horas frente al Ministerio de Cultura de Cuba, el pasado 27 de noviembre. Fotografía de Ismael Francisco | AP Photo | picture alliance

Sobre cómo se percibe, desde Europa, el acontecer político en Cuba; sobre la política de la UE hacia la isla, y lo que la diferencia de la que el bloque sigue hacia Venezuela; así como sobre los paralelos que pueden trazarse (o no) entre la crisis de los regímenes socialistas en la Europa del este de hace 30 años y la Cuba de hoy, DW conversó con la politóloga alemana Susanne Gratius. La profesora de la Universidad Autónoma de Madrid e investigadora senior asociada del Barcelona Centre for International Affairs (CIDOB), es además exinvestigadora de la Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior (FRIDE), en Madrid.

¿Cómo se ve desde Europa, lo que está sucediendo en Cuba, a la raíz de la protesta de más de 200 artistas e intelectuales cubanos, el pasado 27 de noviembre (27N), contra la gestión que el gobierno de la isla ha hecho de la crisis con el Movimiento San Isidro (MSI)?

Recientemente, ha habido bastantes cambios en Cuba, aunque pequeños, sobre todo en el liderazgo. Con [el hoy presidente] Miguel Díaz-Canel tiene lugar un cambio generacional, que es relativo, porque sería como mi generación, que tengo 56 años. Este traspaso de poder ha tenido bastantes consecuencias en cuanto a la legitimidad del régimen actual. Díaz-Canel necesita legitimarse a través de las reformas y no, como los hermanos Fidel y Raúl Castro, a través del carisma o la historia de la revolución.

El Partido Comunista de Cuba y las Fuerzas Armadas son las dos instituciones centrales. En eso no ha habido mucho cambio. Pero el liderazgo es más débil y debe legitimarse por la vía de reformas o cambios. Uno de ellos ha sido la aprobación de una nueva Constitución por referendo, en 2019. Pero luego vino la pandemia de COVID, y se estancó una agenda que ahora se quiere retomar, y justo ahora quieren hacer una reforma monetaria. Yo no sé cómo va a terminar esto en medio de esta crisis tan terrible que está sufriendo Cuba también económicamente.

En el ámbito de la cultura, siempre ha habido mucho más espacio de libertad, tanto con Fidel Castro, como con Raúl Castro. Por eso ahora sorprende que estén limitando y controlando más -con leyes como el decreto ley 349– justo este único espacio que siempre ha tenido, no oficial pero sí inoficialmente, un mayor margen de maniobra, con obras de teatro críticas, cantantes críticos… Un espacio donde no ha habido una persecución tan sistemática como a los activistas de derechos humanos (como las Damas de Blanco), que siempre han sido tachados de ser mercenarios de Estados Unidos. Esto es un cambio. Y creo que es una gran equivocación, y por eso también ha habido esta reacción.

Siempre hubo censura y un dogma: «dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, ningún derecho». Pero quizás estas nuevas medidas tengan que ver con el desarrollo en el país de un fenómeno internacional que también está presente en Cuba: artistas que se consideran «artivistas», con un compromiso y mensaje también político; como el mismo líder del Movimiento San Isidro, Luis Manuel Otero Alcántara; o como Tania Bruguera, una artista internacionalmente reconocida que ha fundado en La Habana el Instituto de Artivismo Hannah Arendt (INSTAR)…

Es aún poca gente. Habría que ver si esto se expande hacia otros sectores o si va a ser una protesta más que el régimen puede controlar. Es muy difícil predecir en política. Si esto no se extiende a otros sectores y se queda como un evento pequeño y controlado, quizá en dos meses ya no estemos hablando de esto, que ha ocurrido muchas veces y al final no se ha expandido, porque la disidencia y los activistas están muy controlados en la isla. Aunque hay gente, como Tania Bruguera, que vive fuera y dentro, o gente que ha tenido más facilidades para salir y entrar en el país desde la reforma migratoria de Raúl Castro.

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Pero sí, esta movilización es nueva. Trasladar la protesta a la calle es un fenómeno relativamente nuevo (fuera de los círculos de activistas opositores organizados). Aunque sea un grupo relativamente pequeño. Y no sabemos si esto va a provocar el apoyo de otros grupos y si puede terminar en algo más. Normalmente, intentan controlar, como hemos visto: han sacado de la calle a la gente que estaba protestando (con promesas de diálogo, arrestos, arrestos domiciliarios). Quizás es solo otro episodio de tantos que hemos visto de enfrentamiento entre oposición y gobierno. O es algo nuevo, pero de momento es relativamente pequeño este movimiento.

¿Cómo evalúa la reacción de la comunidad internacional, especialmente de la Unión Europea (UE)?

La comunidad internacional en el fondo no existe. La Unión Europea firmó en 2016 un Acuerdo de Cooperación con Cuba, y de Diálogo Político. Y tiene un diálogo sobre derechos humanos. Ahí seguramente se va hablar de esto. Pero esas negociaciones son secretas, yo no he visto ninguna declaración de condena de la UE, que tiene una política muy diferente hacia Cuba, si la comparamos con Venezuela.

El Consejo de la Unión Europea se reúne para decidir qué hacer en el caso de Venezuela, donde ha habido elecciones fraudulentas y con muy altas abstenciones. No pasa con Cuba, que depende mucho económicamente de Venezuela, o dependía. Se les ha ido, por la gran crisis que hay en Venezuela, este socio económico tan importante para Cuba, y se encuentran en general en una situación mucho más frágil.

Hoy hay una sociedad mucho más plural en Cuba, pero para la Unión Europea su principal interlocutor es el gobierno de Miguel Díaz-Canel. Tiene también contactos con la sociedad civil, pero es más a nivel del Parlamento Europeo, que tiene allí más contactos y más interlocución con la disidencia. No es el Consejo ni la Comisión. Y eso es muy diferente en el caso de Venezuela, donde la Unión Europea reconoció a Juan Guaidó (que ahora está en un limbo).

Estados Unidos, por su parte, es ya un gobierno de transición; creo que no tiene mucho impacto lo que hace o no, porque ya están terminando los cuatro años de Donald Trump. En enero, tendremos un nuevo gobierno, quizá con una política distinta.

¿Hay alguna explicación pragmática, para esa diferenciación en el trato de la UE con el gobierno venezolano y el cubano?

Yo creo que han sido dos carriles muy diferentes. He escrito sobre eso, con Anna Ayuso, en el Anuario Latinoamericano de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales. Son dos tipos de regímenes autoritarios muy diferentes. En Cuba tenemos un Estado que funciona, un sistema de salud que funciona mucho mejor que en otros países, un sistema de educación. Es un autoritarismo con Estado. Pero en Venezuela tenemos una fragilidad del Estado, con órdenes de captura internacional por narcotráfico.

La Unión Europea estuvo mucho tiempo con su Posición Común sobre Cuba, 20 años, desde 1996 hasta 2016. Y la eliminó porque no avanzaba en su relación con Cuba, que ahora es más pragmática: firmaron un acuerdo para tener más interlocución. En el caso de Venezuela, optaron por las sanciones, que tampoco sirven. Son políticas muy diferentes, según los interlocutores que han tenido. En Venezuela, ha sido más la oposición. En Cuba, desde 2016, al tener este acuerdo, el principal interlocutor de la Unión Europea es el régimen.

Supongo que quizás hagan alguna declaración criticando esto, pero no lo van a publicar mucho en los medios. Quizás lo hagan algunos países más críticos con el gobierno cubano, o el Parlamento Europeo. España seguro que no. Y quizá no en su conjunto la Unión Europea o el Consejo Europeo, más centrados en el tema venezolano.

Con Cuba siempre han tenido esta idea de que iba hacia una transición, desde las reformas de 2011, que luego quedaron bastante estancadas. La Unión Europea pensó que allí se iría hacia una apertura democrática y económica, porque ha habido varios momentos, pero al final siempre cerraron otra vez. Sigue siendo lo mismo. Si escuchamos el discurso de Miguel Díaz-Canel, recuerda un poco al último presidente de la República Democrática Alemana (RDA), Egon Krenz…

¿Se puede establecer algún paralelo en la Cuba de hoy con alguna de las chispas que encendió aquella revolución pacífica que desembocó en el fin de la RDA?

Yo creo que no. La situación es muy distinta. El contexto es completamente diferente, tanto geográfico como político. Puede pasar de todo. Pero no hay de fondo una ola de apertura en todos los países de Europa del Este. Cuba está bastante sola en esto. Y es una isla, donde es mucho más fácil mantener todo bajo control.

Además, con Estados Unidos hostigando, no hay mucho incentivo para la apertura democrática, menos en este momento tan deprimente con la pandemia de COVID. La gente tiende a ser más conservadora en tiempos de pandemia. Casi toda la sociedad cubana quiere cambios. Pero quizá no sea el momento. Soy escéptica en cuanto a que esto sea el inicio de una transición democrática.

Y además hay que seguir pensando que también Cuba tiene bastantes apoyos: los apoyan China, Rusia. Eso también hay que tenerlo en cuenta. Al final, quizás lleguen a un acuerdo con este grupo, les hacen algunas concesiones y, de momento, se terminó. No soy tan optimista. Quizá sea este año tan pesimista, pero yo no creo que vaya a ser el comienzo de una cosa tan distinta, tan histórica.


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