“Me gritaron: a este país lo jodieron los extranjeros”

15/03/2022

Pierre Dumont retratado por Roberto Mata

“Fui con mi esposa al CCCT a solucionar un problema del celular, para luego ir al plantón del 5 de junio. Paré mi moto en las afueras del centro comercial, frente a la Carlota. Caminamos hacia la autopista para ver qué pasaba. Eran las once de la mañana. Había poca gente. No había plantón, tampoco GNB.

De la nada llegaron por lo menos 20 motos de la GNB con parrilleros. La gente comenzó a correr y bum bum bum. Traté de irme y le quité el candado a la moto, pero me di cuenta de que si me iba, me dispararían. Corrimos para protegernos, y en medio del humo vi como le dieron una patada a la moto, con rabia, pero sin fuerza. La moto no se cayó. Luego uno se montó y entre cinco o seis guardias la empujaron y la metieron en La Carlota. Yo estaba a unos cuarenta metros de ellos cuando se la llevaron.

Cuando bajó el humo, decidí ir a buscarla en la garita de La Carlota, solo y con las manos en alto. Los manifestantes estaban escondidos y les pedí que dejaran de lanzar piedras después de que me pegaron una en el casco.

-Buenos días, vengo a recuperar mi moto. La moto que se llevaron es mía.

-¡Guarimbero! ¿Qué hacía usted allí?

-Yo estaba allí, así como usted está aquí. ¿Acaso no puedo estar allí?

-¡Guarimbero! Váyase, acá lo que va a recibir es piedra.

Me golpearon con el escudo y me quitaron el casco y los lentes de natación que cargo cuando creo que va a haber gas. Decidí convertirme en un saco de arena, sin levantar los brazos ni protegerme la cara. Esa es la actitud corporal en la lucha no violenta. Funciona hasta con los perros.

-¿Por qué me pegas? ¿Acaso yo te pegué?, le pregunté.

Me pidieron la llave de la moto. Les dije que no se las iba a dar.

Pasaron otros GNB en moto disparando gases lacrimógenos y mi esposa comenzó a desesperarse. El mismo GNB que me ofrecía piedras me dijo:

-Tranquilos, quédense aquí, que acá no les va a pasar nada.

Él adentro, nosotros afuera.

Decidí irme y conseguí dos PoliChacao en bicicleta. Les informé que me habían robado la moto. Tomaron la denuncia y me dijeron:

-Ciudadano, lo mejor que usted puede hacer es volver y reclamar su moto, porque está allí adentro.

Volví.

-Buenos días… Hola… Hola… Epa…

Los guardias se escondían y no se dejaban ver.

-¡Váyase, guarimbero, acá no hay ninguna moto!

De repente llegó otro y dijo:

-Yo soy Guardia Nacional, y le informo que este no es un lugar de retención. Su moto está en la zona 43, en Tazón.

-Es imposible, no han pasado ni diez minutos de que metieron mi moto aquí.

Me fui sin saber qué hacer. Sin embargo, intenté una tercera vez.

-Mi moto está aquí, ustedes la tienen y están filmados. Todo el mundo los vio, yo los vi. Además, me quitaron el casco. Tengo los documentos y sé que está aquí. Es propiedad privada y me la tienen que devolver. Quiero mi moto.

-¡Guarimbero! ¡Guarimbero! ¡Guarimbero! Lo que quieren es mandar en este país.

-¿Saben qué? Soy extranjero, y en treinta y un años en Venezuela nunca he visto tanta violencia. Jamás había estado en una situación como esta, ni había visto un comportamiento de la GNB así. Me voy a quejar a mi embajada.

Haber dicho eso fue como haber lanzado una bomba lacrimógena en esa garita. Se produjo una explosión de ira. Del fondo apareció otro GNB, que había estado escuchando pero que no se dejaba ver.

-¡Extranjero de mierda, hijo de puta, vete a tu país. A este país lo jodieron los extranjeros!

Lo dijo muchas veces. Sentí que me odiaban. Me fui de allí en un taxi a la Fiscalía por recomendación de un grupo de periodistas.

A mí esto me duele mucho. Mi vida está volcada a este país. Mi esposa y mis hijos son venezolanos. Amo la gente, los paisajes, la música, las artes. Yo voy a Bélgica y no pertenezco a ese mundo. No los entiendo y no me entienden. La afectividad del venezolano está más cerca de la piel, más cerca de ti, no tiene intermediario. Es un sentimiento más profundo. Tengo una misión en Venezuela: montar una fundación para el monitoreo del desove de tortugas marinas en Paria y educar a los niños y pescadores de la zona en ese tema.

Ya he aguantado muchos gases. La gente se asfixia pero yo camino a mi paso. No corro ni me tiro al Guaire. Si me van a matar, me matarán. Practico natación, por eso aguanto. Hay que seguir.”

***

Pierre Dumont, 58, Psicólogo, empresario, casado con venezolana y dos hijos venezolanos. Llegó a Venezuela el 29 de abril de 1986, sin ningún plan.

***

Este texto fue publicado originalmente en Prodavinci el 10 de junio de 2017.


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