Fotografía de Alfredo Lasry | RMTF
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“Tenemos que vacunar antes de que llegue el problema, porque si no estamos haciendo medicina de bomberos. Preparamos el camión, vemos si tiene agua para ir a apagar el fuego cuando aparezca, mientras que toda la medicina moderna está enfocada en evitar que se produzca el fuego”, advierte Luis Echezuría, médico pediatra, epidemiólogo y profesor de la Universidad Central de Venezuela.
La vigilancia epidemiológica es fundamental para monitorear las enfermedades, llevar el pulso y tener mayor capacidad de maniobra ante posibles brotes. “Lo que tenemos ahorita es que todos los indicadores están en rojo, alertando que tenemos las coberturas muy bajas”, explica Echezuría.
Conversamos con el médico Echezuría sobre los retos que enfrenta Venezuela para atender, mejorar y sistematizar las coberturas vacunales.
Las vacunaciones vienen arrastrando problemas hace más de una década, ¿en qué situación nos encontramos ahora?
Vemos con preocupación como en toda América Latina las cifras de vacunación con base demográfica (la cobertura nacional) han estado muy por debajo de lo que se esperaba. Un daño colateral de la epidemia de covid-19, es lo más evidente. La Unicef ha llamado esto una “tormenta perfecta” si se presenta el agente causal de alguna enfermedad, de los más temibles: sarampión y polio.
Es decir, con esas coberturas tan bajas si se presenta el agente se va a producir una epidemia. No hay que ser un estudioso para entender esa relación. Hay que considerar los elementos que integran la cadena de transmisión: el agente causal, virus, bacterias que están en distintas condiciones en la naturaleza, poco podemos hacer sobre ellos. Después tenemos el ambiente, y después tenemos el huésped susceptible. Ahí podemos actuar, y ahí es donde entra el enfoque de la vacuna: inmunizando al individuo evitas la enfermedad.
Hay que cumplir ese objetivo tan difícil. La vacuna ya de por sí requiere un gran trabajo, esfuerzo y dedicación para encontrar un producto, una molécula capaz de producir defensas. Superado eso, el reto mayor está en que esa vacuna llegue al brazo del individuo.
¿Cuáles son los principales problemas o preocupaciones principales que enfrenta la vacunación en Venezuela en la actualidad?
El aspecto que tal vez se toca menos es el enfoque no solamente demográfico de la cobertura nacional, de cuántas vacunas aplicaste a cuántos niños de los que tienes que llegarles; sino el abordaje de cuáles municipios están en el orden de una cobertura adecuada.
Tenemos 335 municipios y en gran parte de ellos no tenemos la cobertura ideal. No te puedo decir la cifra exacta porque no las publican, pero las que se disponen internacionalmente indican que en unos municipios estamos más graves: los indígenas, los de difícil acceso, hay muchas aristas y variables a considerar. No tenemos combustible, la luz eléctrica falla, la limitación para la movilización del equipo de salud, el riesgo de preservación de la vacuna sin electricidad. Todas hacen particularmente grave el problema.
La Organización Panamericana de Salud, como organismo de salud para las Américas, nos dice que la realidad de la vacunación está muy por debajo de lo ideal. Tenemos que hacer un esfuerzo conjunto, mancomunado, para que en el menor tiempo posible las vacunas lleguen a los brazos de los niños.
¿Cuáles son los principales problemas que ya presentaba la vacunación en Venezuela antes de la pandemia, que la diferencia del resto de la región?
En salud pública, cuando uno trata de buscar las variables se cae en el terreno de los abordajes de políticas de salud.
En relación a esas políticas de salud, vimos caer con mucha preocupación la atención directa de pacientes, es decir, la atención inclusiva de los hospitales. Todas las unidades de atención médica estaban en un letargo, cayeron en niveles que no habíamos visto nunca.
Los más optimistas pensábamos y creíamos que la salud pública era distinta a la medicina preventiva. Pensamos que sí se iba a preservar, que además era para los niños. Pero la medicina preventiva se vio seriamente afectada y cayeron todos sus programas de atención. No sólo las vacunas, también la prevención de malaria, que estamos en una epidemia franca desde 2010.
Si tienes buenos niveles vacunales, no ves la enfermedad en la población. Es un indicador negativo. Pero hace seis años tuvimos una epidemia de sarampión que empezó en el estado Bolívar y después recorrió todo el territorio nacional, afectó varios grupos de edades. ¿Qué pasó aquí? Obviamente, visto desde el cristal con que se vea, es que no teníamos buenas coberturas. También tuvimos una epidemia de difteria, que arrancó en el mismo sitio geográfico, recorrió todo el país, causó más de 3 mil casos y un número considerable de defunciones.
¿Por qué a estas alturas del siglo tenemos una epidemia de enfermedades prevenibles por vacuna? Sobre todo el sarampión, que estuvimos muy cerca de controlarlo hasta el punto de la eliminación. Retrocedimos todos los países, porque incluso años antes se nos había dado el certificado de eliminación por OPS. Nosotros exportamos casos con la migración.
La realidad a gritos está diciendo que las coberturas vacunales no han sido buenas, que esta gente estaba expuesta, aumentó el riesgo y tuvo como resultado esas dos epidemias, que costaron mucho esfuerzo, mucho trabajo y tiempo para controlarlas.
¿Cuáles son las deudas pendientes con la vacunación en Venezuela?
Quisiera ser bien optimista, dar un mensaje de que por fin vamos a salir de estas condiciones, de que los niños donde estén merecen un estatus vacunal mejor, tanto en número de dosis aplicadas.
Se involucra un aspecto ético. Si tienes cómo controlar una enfermedad, cómo evitarla, cuando no lo haces entran discusiones. Venezuela tiene varios años que no paga al Fondo Rotatorio de la OPS. Entonces otras instituciones han asumido la condición de ofrecernos vacunas, como Unicef.
Más allá del número de niños cubiertos, está la calidad de los productos. Si analizas las vacunas que está administrando el Estado al niño venezolano y lo comparas con otros niños latinoamericanos, estamos en minusvalía.
Es decir, países como Chile, Uruguay, Canadá, también Colombia que es vecina, tienen un esquema de vacunas mucho más amplio que nuestra vacunación.
Tenemos una deuda de varios inmunógenos muy buenos, como la vacuna contra hepatitis A, por ejemplo, que no está en el esquema nacional; varicela no está en el esquema nacional; tampoco la vacuna contra el virus del VPH, que ha evitado el cáncer de cuello uterino, su secuela más terrible. Otros países lo tienen, ¿por qué Venezuela no?
Antes éramos cabeza de león y los países latinoamericanos nos seguían, pero ya no estamos a la cabeza en los aspectos sanitarios. Hemos caído a estos niveles.
Si Venezuela tiene un nivel de riesgo por sus bajas coberturas, pero además toda la región está disminuyendo sus coberturas, entonces el riesgo de Venezuela aumenta.
Sí, de hecho lo que está pasando y es lo que a gritos están diciendo todas las instituciones internacionales. Con esas coberturas vamos por todo el camino de la autopista, por el canal rápido, a una epidemia. Tenemos que buscar los mecanismos de vacunar a los niños para evitarlo porque hay formas de hacerlo.
Tristemente, cuando llegó la vacuna contra covid-19, desde el sector médico se trabajó, orientamos, nos pusimos a la orden para contribuir a la vacunación. La respuesta fueron esas colas interminables, horribles, en los centros de vacunación. Debió transcurrir un tiempo importante para más o menos entrar a una etapa donde se hizo la vacunación como debía ser.
Se hizo un documento de más de 100 páginas donde orientamos vacunaciones masivas en sitios religiosos, instituciones deportivas, farmacias, en cadenas, en todas esas cosas, asociaciones de medicina. Había que hacer una campaña. Tantas emisoras y canales de televisión, ¿cómo es posible que no se haya dedicado tiempo a aspectos importantes, como vacunas o lactancia materna?
Yo quisiera ver una campaña que le diga ‘Vaya ahorita a su unidad más cercana de salud y exija que a su niño le vean sus cartillas de vacunación y que se lo pongan al día’. La educación cuesta un poco en el tiempo, pero si no empezamos a hacerlo ahora, nunca lo vamos a lograr.
El Ministerio de Salud anunció una mega jornada de vacunación que se va a extender por un mes en todo el país. ¿Cree que es un tiempo suficiente para atender las brechas vacunales que tenemos en el país?
La orientación de las instituciones internacionales de las cuales formamos parte es que por la Semana de Vacunación de las Américas se tomen al menos 7 días. Hay países que necesitan más tiempo y se alarga el esfuerzo.
Venezuela tomó un mes, bien bueno. Que tomen el tiempo que sea necesario. Pero hemos visto que no todas las inmunizaciones del Programa Ampliado de Inmunizaciones están disponibles. No está la vacuna antigripal por ejemplo.
No sé si es que viene en el avión, sería preguntarle a alguien en el Ministerio.
La vacuna de rotavirus por ejemplo, hace 6 años que no la ofrecemos. La vacuna de neumococo tampoco. Son importantes, porque producen daño severo en los niños.
Hay que ayudar y apoyar al Ministerio para que se logren esas vacunaciones, porque nadie quiere ver un niño enfermo. Sería interesante preguntar por qué no están todas las vacunas que ellos mismos tienen en el PAI. ¿Por qué si tuvieron cuatro meses para prepararse, la planificación, la organización, no están todas?
Hace poco fui a cargar gasolina y no había, en Caracas. Así están todos, con fallas en los servicios. Problemas de electricidad en el interior, en los Andes es una situación terrible. Es una condición terrible además para las vacunas, que deben tener una temperatura para garantizar su óptima respuesta.
Tenemos que llamar a la reflexión con el mensaje claro, científico, académico, en la forma más sana, sin buscar peleas ni querellas, ni mucho menos. Se tiene que vacunar a este número de muchachos en estos municipios: ¿cómo lo van a hacer? ¿Podemos ayudar en algo?
Pero hemos ido, hemos tocado la puerta, pero no se dejan ayudar tampoco. No pareciera una buena respuesta a las sociedades científicas, a los gremios que no tendremos la capacidad logística que tiene el Estado, pero sí apreciamos una sumatoria de todos esos esfuerzos.
Suponiendo que esta apertura existiera y hubiese esta comunicación entre las academias, las sociedades médicas y las autoridades, ¿qué medidas se deberían priorizar para ayudar no solamente a aumentar las coberturas en el país sino a cerrar las brechas nacionales?
Cuando empezó la vacunación contra covid-19, en un webinar internacional, yo advertí: ‘No quiero ser portador de un mal mensaje, pero una cosa es tener la vacuna y otra cosa es vacunar’.
¿Qué haces con vacunas en la nevera? Eso lo que hace es estorbar. Ocupa espacio. La vacuna va en el brazo del individuo. Llevarlo de la nevera al brazo, ahí está el reto.
Lo que tenemos ahorita es eso: vacunas en neveras con fallas. Necesitas toda la estructura del mundo que te ayude para llegar al tope de la montaña y poner la banderita: la vacuna en los brazos de los niños.
¿Por qué en las iglesias los domingos no se está dando un mensaje? Yo me imagino que si le dices al obispo que baje mensajes y te ayude en la eucaristía lo hacen, con mucho gusto además.
Son políticas sencillas, baratas, de masa. Yo creo que todas esas emisoras deberían estar abocadas a dar un mensaje cada cierto tiempo. Hasta que ya no haya capacidad, que ya vacuné a todos los muchachos y no quedan vacunas en las neveras porque están todas en los brazos.
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Lea también las otras secciones de este reportaje:
Mapa de riesgo: las brechas vacunales de Venezuela; por Luisa Salomón y Salvador Benasayag
María Viki Zabaleta: “Las coberturas de vacunación no deberían depender de una campaña sino del trabajo diario”; por Luisa Salomón
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