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El pasado 14 de noviembre, como todos los años, los atenienses recordaron lo que ocurrió ese mismo día cuarenta y ocho años atrás. Ese miércoles 14 de noviembre de 1973, los estudiantes de la Universidad Politécnica de Atenas decidieron declararse en huelga e iniciar una serie de manifestaciones contra el régimen militar, la llamada Dictadura de los Coroneles, en el poder desde 1967. Unos 1.500 estudiantes se habían atrincherado en la sede de la Universidad y habían comenzado a transmitir desde las instalaciones de la radio universitaria. Ya sabemos cómo son los muchachos, uno de ellos, Yorgos Kiraklis, había conseguido ensamblar en pocas horas un transmisor con los materiales del laboratorio de la Facultad de Ingeniería Electrónica.
Las manifestaciones y, sobre todo, las transmisiones, que habían conseguido llamar la atención y movilizar a buena parte de los atenienses, se extendieron por tres días. Miles de ciudadanos se concentraron en las calles aledañas a la Universidad. Finalmente, hacia la una y media de la madrugada del sábado 17, después de una noche de disturbios, el gobierno dio al ejército la orden de intervenir, y uno de los veinticinco tanques AMX 30 que estaban apostados en el exterior de la Universidad atravesó la puerta principal y penetró en el recinto universitario, arrollando a los estudiantes que se encontraban en el lugar. De inmediato se desató la represión por los pasillos de la Universidad, mientras en la radio una chica de 21 años, María Damanaki, hacía llamamientos a “sus hermanos” los soldados para que desobedecieran las órdenes de sus superiores. Los estudiantes, al ver la cantidad de fuerzas policiales y militares entrando a la Universidad, trataron de huir por una puerta lateral, donde los esperaban más piquetes policiales y las balas de los francotiradores que se habían apostado en las terrazas de los edificios vecinos. Igual que en Tlatelolco cinco años antes.
El fuego de la represión se mantuvo durante todo ese día, no solo en los alrededores de la Universidad (que por cierto queda al lado del Museo Arqueológico), sino por buena parte de la ciudad. Las investigaciones, que se mantuvieron hasta 2003, hablan de entre 59 y 79 muertos y miles de ciudadanos heridos. Claro que, como suceden los hechos en la historia, los acontecimientos de noviembre del 73 no se habían originado solos ni espontáneamente, sino que eran el corolario de una serie de demostraciones que hacía meses venían desarrollando los estudiantes en contra de la dictadura. Ya desde el comienzo, la Junta había impuesto una serie de restricciones al movimiento estudiantil, prohibiendo las manifestaciones y las elecciones, deteniendo a sus líderes e imponiendo falsos dirigentes. El 5 de enero los estudiantes de la Universidad Politécnica iniciaron una huelga. Una semana después, el día 13, tuvo lugar una concentración en el interior del recinto universitario. La policía intervino, violando el espacio académico y deteniendo a once estudiantes. El día 23, entre 3.000 y 4.000 estudiantes de la Facultad de Leyes de la Universidad de Atenas tomaron el edificio de la Facultad en el centro de Atenas, justo detrás del rectorado, en solidaridad con los estudiantes de la Politécnica. Los tomistas exigían el retiro de todas las leyes y ordenanzas represivas y el fin de la dictadura.
Si bien la masacre de los estudiantes de la Politécnica no causó directamente el derrocamiento del gobierno militar, sí marcó el comienzo de su fin. A partir de ella, los hechos no hicieron más que precipitarse: agobiada por el desprestigio y el repudio en Grecia y Europa, la Junta pensó que lo mejor para recuperar su prestigio era una victoria militar, un poco a la manera de Galtieri y las Malvinas en 1982. Entonces se abocó a impulsar un golpe de estado en Chipre con el fin de imponer un gobierno que llevara a cabo la unión con Grecia, la llamada énosis. El golpe de estado tuvo lugar el 15 de julio de 1974, pero lo único que consiguió fue dar una estupenda excusa a Turquía para invadir Chipre, con el pretexto de proteger a las minorías turcas que allí residían. El día 20 de julio el ejército turco desembarcó y proclamó la República Turca del Norte de Chipre, que hasta hoy controla un tercio de la isla prácticamente sin reconocimiento internacional. Ese mismo día Konstantinos Karamanlis, líder de la oposición en el exilio, aterrizaba en Atenas a bordo del avión presidencia del Francia, facilitado por su amigo personal, Valéry Giscard d’Estaing, un gesto que significaba el retiro del apoyo de Europa a los Coroneles. Cuatro días después, el 24 de julio, la Junta era depuesta y, cosa excepcional en la historia, sus miembros juzgados y condenados al poco tiempo.
La rebelión y masacre de los estudiantes de Atenas no deja de guardar paralelismos con la huelga de los estudiantes venezolanos ocurrida dieciséis años antes, el 21 de noviembre de 1957, y que también contribuyó a la caída del dictador Pérez Jiménez. Ese día los estudiantes de la Universidad Central de Venezuela y Andrés Bello de Caracas se declararon en huelga, repartieron volantes y realizaron manifestaciones en contra de la dictadura, desatando también una violenta represión que terminó con la toma de la Universidad Central, la detención de numerosos estudiantes y el cierre de numerosos centros de educación superior. Recordar estos hechos nos hace pensar en lo poco que han cambiado los métodos y los procedimientos a la hora de reprimir estudiantes.
Mariano Nava Contreras
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