Entrevista

Lorenzo González Casas: Para la reconstrucción deberíamos ver las cosas con un poco de modestia

18/11/2021

El profesor e investigador Lorenzo González Casas coordinó el volumen dedicado a la revisión de la arquitectura dentro del proyecto El Siglo XX Venezolano, impulsado por la Fundación para la Cultura Urbana. El libro reúne los trabajos de un grupo de experimentados profesionales que proponen una lectura inédita, panorámica y comprensiva sobre la arquitectura de nuestro país en la pasada centuria.

Retrato de Lorenzo González Casas por Lisa Blackmore

Para Lorenzo González Casas, el llamado para coordinar la investigación sobre La arquitectura en el siglo XX venezolano representó una oportunidad de, por un lado, convocar a un grupo de destacados especialistas en distintas áreas de la arquitectura, el urbanismo, el paisajismo o la ingeniería; y, por otro, de emprender una empresa inédita en nuestro país en el ámbito de la disciplina arquitectónica. Una publicación de esta naturaleza no existía para el siglo XX, explica González Casas. “Hubo algunos intentos por escribir sobre arquitectura y construcción en el siglo XIX, pero del siglo XX no había ningún intento comprensivo, de hablar sobre la arquitectura en todo el siglo, en todo el país”.

Hay, como antecedentes, trabajos sobre ciudades y su arquitectura, por ejemplo, los textos escritos para la conmemoración del Cuatricentenario de Caracas, los que abordan el art déco en Maracaibo y la arquitectura petrolera, o los producidos en torno a Ciudad Bolívar y Barquisimeto, entre otros. También hay investigaciones organizadas por grandes temas, que desglosan los grandes programas arquitectónicos de una ciudad, y otras referidas a momentos históricos, a nuestra arquitectura en determinadas épocas, como los años 50. Otra parte de la bibliografía, quizás el grueso, es de corte biográfico, tiene el foco en los arquitectos y su obra. A partir de este escenario, se planteó el propósito del cuarto volumen de la serie de publicaciones del proyecto El Siglo XX Venezolano, que auspicia la Fundación para la Cultura Urbana.

González Casas es arquitecto, urbanista, investigador y profesor que ha llevado a cabo más de 200 proyectos de investigación y publicaciones con diversos reconocimientos. Para articular el volumen de La arquitectura, no solo convocó a ese grupo especial de colegas, pensó en una metodología para su desarrollo: estableció tres pares dialécticos o tres grandes pares de temas en tensión para ver qué sucedió con nuestra arquitectura en el pasado siglo. Así, la publicación reúne las firmas de Azier Calvo, Henry Vicente, Nancy Dembo, María Elena Hobaica, José Enrique Blondet, Orlando Marín, Nelly del Castillo y el propio González Casas organizadas en esa clave dialéctica, que él explica.

“El primer par dialéctico, conformado por Azier Calvo y de Henry Vicente, trata qué es lo nuestro y qué es lo importado, la búsqueda de un lenguaje propio a la importación de ideas y personalidades. Es decir, una arquitectura que mira hacia las tradiciones, mira hacia la identidad, que lo aborda Azier; mientras que Henry Vicente aborda el tema de las migraciones, los aportes de los distintos grupos, arquitectos y empresas que han trabajado en el país, trayendo una arquitectura, que se llama estilo internacional.

Un segundo aspecto es lo que está construido y la naturaleza. Ver el desarrollo de las técnicas, por una parte, y eso que se llamó la visión seriada de la arquitectura, arquitectura que se puede reproducir o las técnicas constructivas que permiten la reproducción, como diría Walter Benjamín, de la obra de arte en la época de la reproducibilidad técnica. Y, por otro lado, observar el ideal, la metáfora orgánica, es decir, el mundo de la naturaleza, poniendo dos figuras claves de la arquitectura mundial: Le Corbusier como representante de esa idea de la técnica de la máquina, él hablaba de la casa como una máquina para habitar, la máquina para vivir; y a Frank Lloyd Wright, que es el apóstol de la vida en el campo, de la casa en la pradera, del contacto con el mundo de lo natural. De esta manera, el trabajo de Nancy Dembo y de María Elena Hobaica van sobre esos aspectos de la técnica, desde la perspectiva, por ejemplo, de la ingeniería, del hecho de eso que llamaba Vitrubio firmitas, o sea, la construcción de la solidez de la edificación, no solamente en términos de la estructura, sino de todos sus equipamientos. En el otro lado está el trabajo de José Enrique Blondet que ve el paisajismo que va acompañado a esa arquitectura y deja unas obras extraordinarias, pero que tratan no del hecho construido o del hecho tecnológico, sino más bien la búsqueda de ese espacio natural, de ese espacio orgánico que ha sido muy importante en términos ambientales en Venezuela.

El tercer par tiene que ver con la arquitectura moderna como tabla rasa y la conservación patrimonial. La tabla rasa es vamos a hacerlo todo desde cero, la forma de hacer las cosas sin preocuparnos mucho por el pasado, sino empezar a pasar esa máquina que nos permitía ponernos en cero para poder construir una nueva sociedad, un nuevo ser humano desde esa base, los comienzos absolutos. Eso era una actitud del moderno. Frente a esto, tenemos la otra condición que es qué pasa cuando lo moderno se vuelve tradición, o qué pasa cuando la arquitectura moderna está allí y hay que preservarla, es decir, hay un enorme inventario y la gente se da cuenta de que eso representaba, además, una cantidad de ideales, de condiciones y de deseos de los seres humanos están allí. Ahí aparece el trabajo que hicimos Orlando Marin y yo sobre ese siglo XX y esa modernidad en el cual, entre otras cosas, se establece la arquitectura como una disciplina académica, es decir, no existía un proceso de formación de profesionales y en el siglo XX aparece esto de una manera sistemática en todo el país, aparecen todas las escuelas de arquitectura en universidades, se establece una disciplina académica y profesional que es distinta de la ingeniería y busca incluso diferenciarse de la ingeniería. En ese momento, se tomaba lo que existía previamente como algo decadente, como algo que pertenecía a otro momento y que había que hacer nacer o resurgir otra cosa en términos disciplinar y en términos profesionales. El trabajo de Nelly del Castillo, que es arquitecto y restauradora, nos habla de los intentos por conservar, no solamente lo antiguo, sino lo que se hizo relativamente reciente y aparecen enormes esfuerzos como el de la Ciudad Universitaria de Caracas, que es uno de nuestras tres piezas dentro de la lista del Patrimonio Mundial. Ella apunta a la restauración, a la profesión de la restauración o la recuperación, a la reutilización de las de las edificaciones y de los lugares que empiezan a ser un componente importante, es decir, mirar lo que se ha hecho, no solamente en términos de ponerlo allí como en un museo, sino de ver cómo lo reutilizamos, cómo aprovechamos ese enorme inventario inmobiliario que nos legó el siglo XX”.

¿Qué síntesis produjeron esos procesos dialécticos que establecieron como método de trabajo para este libro?

Bueno, no son mutuamente excluyentes. ¿Qué pasa cuando se habla de la identidad, de lo propio y de lo que es ajeno? ¿Qué ocurre cuando la modernidad se vuelve tradición? Se vuelve identidad.  De la tabla rasa, del deseo de hacer desde cero, empieza a tomar lugar la idea de conservar aquello y reutilizarlo.

Cuando ves grandes obras de la arquitectura moderna venezolana empieza a plantearse la necesidad de aprovecharla, en algunos casos con mucho éxito. La reutilización de ese inventario empieza a ser como una tarea de síntesis de acomodo de las nuevas necesidades en estructuras existentes, cuyas funciones ya desaparecieron. Esa creo que es una de las situaciones más interesantes y el primero de los retos que nos tocan a los venezolanos en cualquier proceso de reconstrucción, que es pensar que podemos hacer cosas sobre lo que ya existe, sobre un enorme inventario, buena parte del cual está desocupado.

Tienes una perspectiva benjaminiana en el planteamiento del libro sobre el abordaje del pasado, ver lo que está y lo que no. Detenerse en el escombro, el vacío, el residuo. ¿Qué lecturas haces desde esa perspectiva que nos puedan ser útiles para eso que señalas del proceso de reconstrucción? 

Es un futuro que parte de la premisa de ver las cosas con un poco de modestia, con un cierto grado de realismo que, probablemente, el periodo moderno no tenía. Es decir, nuestros recursos parecían ilimitados. Un país que, por ejemplo, en una época, de un año a otro, multiplicó sus ingresos por tres, tenía unas nociones del límite muy escasas, prácticamente todo se podía hacer. Era la época de las grandes obras, que llamaban faraónica, pero también de una cantidad de obras muy valiosas y muy importantes que se realizaron, por ejemplo en materia educacional.

Un historiador austriaco, Paul Frankl, decía que en el fondo ciertas arquitecturas, él se refería a los Palacios, los Palacios renacentistas en particular, establecen monumentos, monumentos al poder, a la riqueza, bueno, al gusto de cada momento, a la habilidad del proyecto, a la habilidad constructiva o la habilidad de los seres humanos y a una forma de vida. En nuestro caso, una forma de vida moderna detrás de la cual estábamos buena parte de los venezolanos, los que tenían y los que tenían menos, la arquitectura fue acompañando todos esos procesos. Es decir, está haciendo como decía, esos monumentos a formas de vida. La arquitectura lo que hace es dejar en evidencia, materializa esas ambiciones de los seres humanos o de grupos de seres humanos asociados, por supuesto, muchas veces al poder político. La arquitectura le da lugar, le da espacio, le da un sentido material o institucionalidad a esos deseos o a esos ideales de los seres humanos. En el fondo es convertir en algo concreto, en algo específico, algo que es espiritual, algo que está ya, que puede ser lo que se llama como el zeitgeist del espíritu de la época, para utilizar esa terminología un poco ya dejada atrás, pero en el fondo, sí había un deseo y, de hecho, en algunos de los textos se hablaba de espíritu moderno, de eso que se transforma.

Hay que tener cuidado con esa nostalgia de finales del siglo XX, que había como una nostalgia sobre lo que se había construido en términos de espectacularidad. O de hablar de eso como fracaso, creo que es restarle muchos de sus atributos. Y hay que tener cuidado con las rimas, por ejemplo, rimar arquitectura y dictadura puede ser peligroso, los mejores ejemplos que podemos encontrar en buena parte del mundo de arquitectura de muy buena calidad proviene de sistemas democráticos.

El hospital Vargas de Caracas © Archivo Fotografía Urbana

Arturo Almandoz señala que el periodo guzmancista es una puerta de entrada a una nueva idea de lo urbano, que es el antecedente del siglo XX en arquitectura y urbanismo. ¿En qué momento cruzamos esa puerta y empezamos a habitar esa casa de la arquitectura del siglo XX? 

Datar es una cosa fantástica, o sea, buscar cuándo ocurren las cosas emociona y al propio tiempo confunde. Dónde ubicamos la modernidad si pensamos que nuestro siglo XX es el siglo de la modernidad, en su doble condición, como diría Marshall Berman, que era el modernismo en el arte y en la cultura, por una parte, y la modernización en términos técnicos, económicos, industriales, etcétera; es decir, esa combinación, esos dos componentes empiezan a actuar y generan un estado de conciencia que es lo que se llama la modernidad. Esto ocurre gradualmente, por eso aparece en todos los textos la discusión de los inicios.

Se pueden marcar momentos. Los trabajos más importantes que se van a realizar en materia urbana, y creo que Arturo ya lo había mencionado, pues evidentemente es toda esa influencia francesa que viene de las obras del París de Haussmann y Napoleón III. Esas ideas parisinas empiezan a surgir con esas administraciones de Guzmán y con una arquitectura, pero esa arquitectura de finales del siglo XIX está condicionada por la escala. Por ejemplo, había muchas ideas, pero usted no va a haber un bulevar parisino en Caracas. De hecho, Rotival que va a venir unos cuantos años después con esas ideas se va a tropezar con una cosa que es que la ciudad no es medieval, esto no es una villa orgánica medieval de callecitas, no, sino que ya tienes la retícula, cómo puedo tener un bulevar en medio de esta retícula. Pues tumbando, así hicieron la avenida monumental, después avenida Bolívar.

La obra arquitectónica de finales del siglo XIX es una obra bastante modesta si bien, por supuesto, no existía desde el período colonial un esfuerzo como fue el edificio del Palacio Federal que es una toma del espacio de una manzana completa, era una cosa enorme para la época. ¿En qué momento ocurre algo distinto? Bueno, allí, a finales de ese siglo Crespo hace Miraflores. Pero es un palacio particular, privado. Sin embargo, el 1° de enero de 1901, es decir, el primer día del siglo XX, se hace la recepción del nuevo año en Miraflores, el año empieza en este edificio, que era de los edificios más grandes que existían en la ciudad, y dos meses más tarde pasa al dominio público, la Asamblea Constituyente le permite a Castro comprar ese edificio como sede del Poder Ejecutivo. O sea que diríamos que hay una transferencia importante en términos arquitectónicos de un edificio hecho para fines privados, para su transformación en un hecho público.

Pocos años después, se va a hacer el Museo Histórico Militar de la Planicie, eso creo que es 1907. En 1912 se va a hacer el Archivo General de la Nación, que es la primera edificación en concreto armado, o sea, tenemos como una serie de hitos en esas primeras décadas del siglo, en la cual se va instrumentando una nueva forma de entender el arte y la arquitectura y la construcción en general, con la aparición, por supuesto masiva, del cemento. La empresa de cemento venezolana es anterior al petróleo, es decir, tenemos una industria venezolana previa a la explotación petrolera, unos cuantos años antes, que adquiere una enorme importancia en el desarrollo de la conciencia de los venezolanos, y aparecerá en su combinación con el acero. Prácticamente hicimos un país en concreto armado y en bloques, bloques industrializados, bien sea de concreto, bien sea de arcilla, que se convertirán en una tecnología no solamente de los arquitectos y de los proyectistas de grandes obras, sino del día a día de los venezolanos.

Los campamentos petroleros que empiezan a surgir desde 1913, aparecen los primeros asentamientos y se hacen más de 250 asentamientos petroleros en el país. Eso es una importación, con sistemas constructivos distintos. Otros grandes hitos son la aparición del Banco Obrero y la construcción de San Agustín del Sur, pues ya no sólo eran los desarrollos de los particulares, de Arismendi, de Roche, en las urbanizaciones.

Sabemos que en esos primeros años del siglo XX podemos datar una serie de hitos y podemos decir que hay unos cambios, pero si nos movemos un poquito más acá, hacia los años 30, 40 allí ocurren cambios fundamentales, todavía no estamos en el periodo de los 50 y, sin embargo, Carlos Raúl Villanueva está haciendo casas quintas, que es otra cosa interesantísima.

Si queremos poner un hito de cuándo se usa en la vivienda el lenguaje moderno, la casa estudio de Manuel Mujica es uno. La sede de Malariología en Maracay marca un interés social sumamente importante. Todas las salas de cine en Maracaibo en las décadas de los años 30. La transformación de la antigua cárcel de La Rotunda de Gómez en la plaza La Concordia. La Escuela Gran Colombia de Villanueva es un nuevo prototipo de la educación moderna. El Silencio marca un hito fundamental en el desarrollo de eso que hablaba del multifamiliar y de la nueva escala de la ciudad, es decir, poder tener un conjunto de edificios que no son cada uno dedicado a una casa o un edificio a una función, sino que empieza a haber multitud. Arranca la Ciudad Universitaria. Y, desde el punto de vista gremial, apenas terminada la guerra en el año 45 se crea la Sociedad Venezolana de Arquitectos y empiezan a generar el perfil de algo que es importante desde el punto de vista académico, desde el punto de vista profesional y, sobre todo, de mercadeo de una profesión.

Fíjate que no hemos llegado a los años 50 y ya han ocurrido en Venezuela una enorme cantidad de cosas. Ahora, por supuesto, en los años 50 se va a producir el mayor despegue con, por ejemplo, la Ciudad Universitaria, las nuevas urbanizaciones en todo el país. Van a graduarse las primeras egresadas de Arquitectura en el año 51, que se llamaban Carmen Méndez Arocha y Alicia Álamo de Bartolomé.  Son las dos primeras arquitectas egresadas de la Escuela de Arquitectura y van a trabajar en una escuela fundamental que venía desde el siglo pasado, que es el Ministerio de Obras Públicas. Este grupo de funcionarios que va a estar en el Ministerio y en el Banco Obrero, va a dejar un legado en todo el país tanto en planes urbanísticos, llamados los planes reguladores, como en materia de las nuevas edificaciones para los más distintos usos, y van a aparecer las grandes empresas constructoras.

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Bibliografía esencial

Para quien esté interesado en hacer una aproximación a la arquitectura del siglo XX en Venezuela, González Casas propone esta lista de lecturas:

-Azier Calvo Albizu. Venezuela y el problema de su identidad arquitectónica. Caracas: Ediciones FAU UCV/CDCH, 2007.

-Nancy Dembo. Industrializar en la abundancia. Tecnología y construcción en la Venezuela petrolera de la segunda mitad del siglo XX. Berlín: Editorial Académica Española, 2012.

-Graziano Gasparini y Juan Pedro Posani. Caracas a través de su arquitectura. Caracas: Fundación Fina Gómez, 1969.

-Beatriz Meza Suinaga, “La primera modernidad de la arquitectura venezolana”, en: Boletín del CIHE, nº 30, enero, 1996.

-Luis Enrique Pérez-Oramas, “La voluntad moderna”, en: William Niño Araque (ed.). Carlos Raúl Villanueva. Un moderno en Sudamérica. Caracas: Galería de Arte Nacional, 1999.

-Pedro Romero. Imagen del paisaje petrolero venezolano. Cien años de presencia y trascendencia. Caracas: Shell de Venezuela, 2011.

-Leszek Zawisza. Breve historia de los jardines en Venezuela. Caracas: Oscar Todtmann Editores, 1990.

En conjunto con Prodavinci y el Archivo Fotografía Urbana se ha publicado una serie de artículos sobre distintos programas arquitectónicos en la ciudad de Caracas, preparada por Lorenzo González Casas, Orlando Marín Castañeda, Henry Vicente Garrido y Jorge Villota Peña:

-“Arquitecturas itinerantes en CCS: entre los Estados Unidos y Venezuela”.

-“Distritos petroleros en CCS”.

-“Autopía: modernismo motorizado en CCS”.

-“Ocio, recreación y turismo: estructura, circunstancias y conexiones entre los EEUU y Venezuela”.

-“Compraventas en CCS: de la bodega esquinera al mall”.

-“Cuerpo sano en arquitectura sana: hospitales y clínicas caraqueñas”.

-“La arquitectura en el “medio”: comunicación y poder en la Venezuela del siglo XX”.

-“Edificios de oficinas en Caracas: eslabones perdidos en la historia de la arquitectura corporativa norteamericana”.

-“Encuentro de saberes en CCS: transferencia de ideas y de arquitecturas para la educación, la capacitación y la cultura”.


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