Arte

Lihie Talmor: Abriendo la sala de “La imagen herida”

EMEK_3, 2015 | Fotograbado, aguafuerte y aguatinta | Fotografía de Ran Erde

02/06/2023

Hasta el 2 de julio, en Casa de Hacienda, Hacienda La Trinidad Parque Cultural, se presenta la exposición La imagen herida. Revisión de la obra de Lihie Talmor 2001-2023, curada por Lorena González.

Espero que estarán de acuerdo conmigo en que una ceremonia de presentación debe ser breve y sencilla, un amistoso y sobrio gesto de homenaje al artista que sirva de complemento a la tarjeta de invitación. Tratándose de Lihie Talmor, el título de la exposición puede considerarse como el nombre del territorio donde vamos a estar (no digo solamente entrar): La imagen herida. El nombre de cada exposición la singulariza, la vincula y la diferencia de las anteriores: como Rastro de sitio, Cartografías inquietas, Neither Inside nor Outside, La creatividad del mal. Más que temáticas o fechas, el nombre es la señal de un destino común. Debajo, veo que la tarjeta añade Revisión de la obra de Lihie Talmor 2001/2023 y juego con esa palabra que parece invitar a que se vea de nuevo lo ya visto en ese lapso. Y le imprimo un énfasis literal, en re mayor: una «revisión» es una tremenda Re visión que me está diciendo: “¡Asómate! ¡Mira en esa herida!”. Y como ya sé de lo que se trata, ahora les digo: Sobre todo no la pongan en plural, porque no se trata de un conjunto de imágenes heridas. Absténganse de asociaciones con Fontana y otros cuchilleros. Los cortes aquí no están en la superficie. También debo advertir que no asistirán a un remake. Esto no es un «vale la pena volver a ver». Los 22 años están conjugados en gerundio para contemplarse en presente, con temple y sin contemplaciones.

Se nos invita a estar como inquilinos, un rato en ese lugar… juntos y cada uno solo.

Esta frase es de un poeta israelita que ha marcado desde el inicio y para siempre mi amistad con Lihie —Yehuda Amijai—: y él aclara en una nota que la frase es la fórmula hebrea de un contrato de alquiler de vivienda.

Los columpios continúan moviéndose
los dos juntos. Cada uno solo.

soy atraído hacia ti despacio y caigo
Acógeme. No tenemos ángel guardián.
Porque estamos los dos juntos. Cada uno solo.

Pensé que era la fórmula adecuada para permanecer en estas salas mientras dure la exposición.

En la invitación, la imagen herida aparece rodeada, como acosada y amparada al mismo tiempo por tres palabras en hebreo

néfesh
rúaj
neshamah

Cada una tiene resonancias y sutilezas ancestrales y cotidianas, religiosas, filológicas y filosóficas; yo sólo puedo intuir y escuchar cómo circula, a través de las tres, un eco de espiritualidad básica donde se conjugan sin fundirse, donde aletean y forcejean, nuestra vida emocional e intelectual y las fuentes de nuestra irreversible mortalidad y de una no menos insaciable sed de redención. Es algo así como los bordes de la herida.

Falla Inducida_5, 2021 | Fotograbado, aguafuerte y aguatinta | Fotografía de Tal Bedrak

Alguien que no ha visto las obras de la exposición me pregunta por la imagen herida. Trato de responderle y el nombre de la exposición me recuerda aquel joven enfermo, que muestra su herida al médico rural y dice: con una hermosa herida vine al mundo, era todo lo que tenía.

Es como su dote o su destino, dirían los antiguos. Aquel médico no la había visto…

La imagen, cuando brota como una verdad, es así…  aparece y desaparece, pero está… y no cicatriza…  es nuestra dote… todo lo que traemos al mundo.

Así que el título, insisto, la imagen herida, es un nombre que incluye y abarca al evento mismo de la exposición, conformada como está por dos estratos o bloques subyacentes, latentes, invisibles, uno que impulsa desde siempre y se exterioriza ahora en el presente montaje y otro, el curso que sobrevendrá luego del cierre. Me estoy refiriendo con esto a la trayectoria de un artista, al sentido que ahora, sin jugar, hablando en serio, le doy a esta revisión que apunta la tarjeta. Hablo de su irradiación en el tiempo: una vida que escapa fuera del hecho noticioso y a los registros biográficos e institucionales; una actualidad que pertenece a la entraña y los cauces ancestrales de la cultura humana. La fuerza expresiva, la verdad emocional y la dura belleza del arte de Lihie Talmor vienen de esa fuente. Ella tiene el temple necesario para reconocerlo y vivirlo, columpiándose… juntos y cada uno solo… la falla inducida, sus confines y eso inconcebible que simplemente es… son sus metáforas

Lihie Talmor escribe en un texto de la serie Confines

A lo lejos alguien pregunta por mí,
y en el eco familiar de aquella voz

las capas del tiempo se superponen.

La primera impresión se advierte en claroscuro:

A veces estoy, aunque nadie me pueda ver.

Los paisajes son lugares, los lugares también son retratos. Alguien me preguntó una vez si las series de Makom, las Contraseñas, eran paisajes. Le dije: sí… pero sin paisaje. Son imágenes. El punto de partida son lugares, en esta tierra, y están ahí. El lugar está ahí. Pero, observa cómo aparece… allí. No inventes. Observa lo extraño o asombroso de esa desolación antes de interpretarla, observa cómo y dónde reinan la oscuridad, los yerbajos secos, el lago, la grieta culebreando en una blancura helada, ese brazo de tierra negra penetrando el valle, sí, allí está… esa silla, terriblemente sola y quieta frente al valle. Y en aquella otra… un líquido espeso, una roca impetuosa como una quilla contra las cuerdas… No digas paisaje todavía y sigue usando el ojo como un remo para navegar entre las manchas de luz, en el dentro del grabado. Y allí te desorienta la yuxtaposición de elementos, la falta de estabilidad, sobre todo porque puedes reconocer fragmentos e intuyes allí algo extraño, malo y quieres saber qué está pasando allí. Como diría un médico, quieres saber dónde está el gatillo que origina el dolor, lo engatillado que irradia incertidumbre o desorden. Y allí donde el ojo se demora surge una señal que lo desvía en otra dirección, como si recibiera un eco que llegara de una profundidad agazapada en la materia misma, expuesta tal como podría haber estado a otra luz. Y no es cosa o no es hora, mientras contemplas, de adjudicar intención alguna, sino de acertar con el destino que han sufrido esos elementos y acogerlo. Son imágenes.  Déjalas que vayan apareciendo en el horizonte, ya se acerquen o se alejen, ellas están ahí, semovientes; colgadas parece que estuvieran fijas… pero no es verdad. Se mueven como las «encantadas» aquellas islas… de las que un día, al escuchar eso,

«…dijo el barquero

Eso no puede ser… Pero allí estaban, «las encantadas».

El viajero que lo dice y las describe se llama Herman, Herman Melville. Él dijo:

 «Son islas que surgen de vez en cuando que no son tierra firme, que no tienen punto fijo, sino que flotan de aquí para allá, por el ancho mar; por eso son llamadas las errantes; por eso evítalas…»

Confines_1, 2006 | Fotograbado, aguafuerte y aguatinta | Fotografía de Ran Erde

Y llamó su libro «Las encantadas». Es el que le sigue a Moby Dick.

Contemplar es asistir a ese drama silencioso y reconocer lo que no se ve, observar lo que se queda suelto, sin encajar o desplegarse del todo, algo que podría estar apagándose aquí en esta impresión y comenzando a formarse en otro sitio, de otro modo, más allá, originando otra serie.

Lihie Talmor trabaja en el filo de un pensamiento y de una lengua de frontera. Es inevitable que los bordes sean indecisos, que las fracturas sean frecuentes, que las fallas inducidas la atraigan. Las imágenes primeras, la fotografías, subsisten dentro de un flujo constante de interrupciones, de cortes y espasmos, de metamorfosis parciales y la arbitraria inclusión de elementos desubicados. En algunos de esos escenarios se intuye la presencia de una belleza que es y no está… en otros, ella está y no es.

Dije una lengua de frontera, y, por supuesto, allí se explica la confluencia de los diferentes procedimientos, técnicas, medios y campos expresivos dentro de los cuales las distintas lenguas acompañan y tienen un papel determinante. Pero también se explica que ella afirme: Mi trabajo es político, no interesado en la política por sí misma, sino en cómo la política moldea los destinos de los individuos y de los grupos humanos.

El pasado sólo se borra en apariencia, pero en verdad éste se transforma imperceptiblemente, sin que nos demos cuenta. El poeta polaco, Czesław Milosz, observaba la irresponsabilidad con que un optimismo universalista tiende a asumirse engañosamente como garantía contra la seducción de lo inhumano, mientras renunciamos a estudiar «la misteriosa trama del devenir en donde hay que atar todos los hilos, aunque se trate de sectas olvidadas». Allí, en esa misteriosa trama que dice Milosz, es donde se mueven y desplazan las peligrosas islas encantadas de Melville. Y es allí donde Lihie Talmor en su escrito «Cuánto tiempo dura el presente», afirma: «El miedo es parte de la responsabilidad». Allí está su consciente inmersión en la fluidez y fragmentación de este mundo que absorbe con profunda claridad la oscura serie que se llama:  Lo inconcebible simplemente es.

Cuando entren a ver la exposición recuerden que los nombres son parte de la obra.

Como en el castillo que «el fatalista» Jacques y su amo visitaban: todas podrían tener aquel letrero: ya estabas aquí antes de entrar y seguirás dentro cuando te vayas.

Contraseña_8, 2002 | Fotograbado, aguafuerte y aguatinta | Fotografía de Ran Erde

En la imagen herida es donde late la tensión y la conjunción indispensable, absoluta y mínima con la que comienza y termina la obra que está por hacerse, la que estás viendo, la que todavía no has comenzado ni a ver ni a rehacer, y en la que siempre habrá como una nota de piedad y de pasión… esa nada de misterio que queda expresado un poco.

parecido a una antorcha, hacia la negra oscuridad,

iluminando unos parajes que hasta entonces

nadie, con semejante luz, logró encender

Al paso del anciano se ensanchaba el sendero.

Estos versos son de Mallarmé, son de un poema de Brodsky, en uno de estos confines los ensartó mi memoria. Ahora, para terminar, que sea Yehuda Amijai quien abra la puerta de la Sala de esta vivienda con el poema que al comienzo cité:

Si con amarga boca dijeras
palabras dulces, no se endulzaría el mundo
ni se volvería amargo.
Y está escrito en el libro que no temamos.
Y está escrito, que también nosotros habremos de cambiar,
como las palabras,
en futuro y en pasado,
en plural y en soledad.

Y pronto, en las noches que vendrán,
apareceremos como juglares errantes,
el uno en el sueño del otro,
y en el sueño de personas extrañas que no conocimos juntos.

***

Texto leído en la inauguración de la exposición en Caracas, mayo de 2023.  


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