Entrevista
Las organizaciones que sobreviven en adversidad: entrevista a Cristina Alvarado, psicóloga experta en resiliencia organizacional
por Manuel Llorens
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A pesar de la debacle venezolana, que califica como Emergencia Humanitaria Compleja, algunas organizaciones, empresas, universidades y ONG no han bajado los brazos, ofreciendo servicios a la población y enfrentado los enormes retos del presente bajo el signo de la adversidad. Sin ellas, el desastre hubiese sido mucho peor. Paralelo al gran fracaso político y económico que enfrentamos, también hay historias que recuperaremos en algún momento propicio: historias de honestidad, creatividad y resistencia. No se han podido contar bien las historias de las ONG, universidades, portales de noticias o empresas privadas que han persistido y que sostienen los frágiles puentes que siguen atendiendo a la población en medio del abandono. No se han podido contar del todo porque podría exponer esas organizaciones a la persecución de los que no les conviene que se vea ese contraste. Pero esas iniciativas existen y ejemplos históricos aseguran que esa resistencia permitirá la reconstrucción del país cuando las condiciones vuelvan a ser propicias.
Cristina Alvarado, venezolana, es psicóloga de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), con posgrado en el Hospital de San Pau de Barcelona en terapia familiar. Se desarrolló en el intersticio entre la atención de familias y el mundo organizacional, trabajando durante muchos años como asesora de empresas familiares. Esa experiencia en España le ha permitido revisar muchas iniciativas que sufrieron los estragos de la Guerra Civil Española y su posguerra, pero que lograron, no solo sobrevivir, sino utilizar esas experiencias para construir empresas sólidas que crecieron con el pasar del siglo. La pandemia volvió a poner sobre el tapete la manera en que las organizaciones sobreviven en tiempos adversos. Cristina se ha dedicado a estudiar y a asesorar procesos colectivos que logran resistir y desarrollarse en la adversidad. Sus reflexiones pertenecen a una perspectiva de la psicología que plantea que las fortalezas residen en los procesos colectivos más que en características individuales. Conversé con ella, ahora que está por compartir su experiencia en un curso del Centro Internacional de Actualización Profesional de la UCAB.
Cuéntanos un poco de tu trayectoria y qué te llevó a profundizar en el tema de la resiliencia organizacional.
He tenido una trayectoria no muy convencional para una psicóloga. Como sabes, hice psicología en la UCAB y vine a estudiar un máster en Terapia Familiar en Barcelona, España. Hasta aquí más o menos algo convencional para una psicóloga que quería trabajar en el ámbito de la psicoterapia familiar y la psicología clínica. El giro vino cuando, estando en España, surgió la oportunidad de aplicar lo que estudiaba en mi formación como terapeuta familiar en el campo de la empresa familiar, pero dentro de un bufete de abogados. Esto ocurre en el año 2003 y desde ese momento hasta ahora he tenido el privilegio de poder trabajar como psicóloga con familias empresarias.
Este contexto bastante peculiar me exigía aprender a manejarme en equipos multidisciplinarios y trabajar en un ámbito de aplicación bastante específico. Desde el año 2016 decidí compaginar con mi práctica profesional mis estudios de Doctorado en Psicología en la Universidad Autónoma de Barcelona y uno de los temas que he abordado en mi investigación es la resiliencia de las empresas familiares. Mi interés por la resiliencia nació cuando tomé contacto con los sistemas familiares y descubrí una autora, Froma Walsh, cuyo trabajo me pareció tan útil y tan clave para entender cómo salimos adelante ante las dificultades y desarrollamos nuevos recursos y posibilidades. En la historia de muchas de estas familias empresarias, el desarrollo de resiliencia ha sido clave para poder crear un negocio y sostenerlo a largo plazo.
Háblanos del concepto y por qué resulta útil para pensar en las circunstancias que ha atravesado Venezuela.
El concepto de resiliencia familiar tiene que ver con los procesos que permiten que una familia pueda afrontar dificultades, crisis, eventos traumáticos para no sólo responder ante ellos sino también poder transformarse en ese tránsito y desarrollar nuevos recursos y fortalezas. Diferentes autores se han sentido intrigados y han intentado explicar cómo, en situaciones muy adversas, hay personas y grupos que son capaces de seguir adelante y florecer en medio de una crisis como la que ha atravesado Venezuela en los últimos años.
Me viene una anécdota que escuché a Valentina Quintero y que me pareció de una gran belleza y fuerza. Explicaba cómo había ido a ver florecer a los Curarires en el Jardín Botánico de Maracaibo. Los Curarires son unos árboles que florecen en cuanto aparecen las primeras lluvias y resisten temperaturas muy extremas. Sus flores no duran muchos días, así que hay que estar muy atento cuando se dan las condiciones, y si no florecen pueden morir. Algo así es lo que pasa en algunos grupos familiares en medio de las crisis. A pesar de hacer frente a eventos muy traumáticos, sus integrantes comparten algunas creencias que les permiten mantener la esperanza, tienen una orientación al futuro que les permite perseverar, fortalecen sus relaciones a través de la comunicación, se hacen más flexibles. Es decir, tal vez en la situación difícil a la persona que había sido más valiente le invade el miedo, pero otra es capaz de relevarla, por ejemplo. En medio de la crisis, se enfocan en encontrar soluciones a través de cooperar como grupo. Esto lo he observado en mi trabajo con las familias empresarias. Cuando escuchas su historia como familia empresaria te das cuenta de estos momentos en los que han pasado por experiencias muy áridas y extremas, y cómo han podido transformarse y ser sostenibles a largo plazo.
Aquí en España, por ejemplo, en tiempos de pandemia, se vieron varios casos que transformaron sus líneas de producción para poder producir suministros que se necesitaban. Aquí la pandemia fue una crisis muy aguda cuando apareció en marzo de 2020 y, en cuestión de semanas, una empresa familiar de perfumes muy conocida se dedicó a producir gel hidroalcohólico, y una empresa de joyas facilitó sus instalaciones para poder fabricar respiradores. La cooperación de las empresas privadas fue de un valor inestimable. Incluso se unieron para comunicar todos estos testimonios a través de un movimiento denominado “Damos la cara”.
Un aspecto clave de lo que te he escuchado es que esta propuesta no piensa la resiliencia en términos individuales sino relacionales. ¿Cuál es la diferencia en pensar que estos son procesos de interacción y no de individuos fuertes?
Como te comentaba, veo la realidad desde este marco de los sistemas, es decir, lo que somos en gran parte tiene que ver con los sistemas a los que pertenecemos, la familia, nuestro trabajo, nuestra comunidad, nuestra cultura, nuestros países. Como estamos totalmente interconectados como integrantes de estos sistemas, son las relaciones las que nos sostienen, nos forman, nos explican como individuos. Estas relaciones son las que nos ayudan en medio de la adversidad. Las empresas organizan gabinetes de emergencia para pensar en soluciones. Difícilmente, estas iniciativas pueden hacerse desde la soledad.
Parece que tu experiencia en España te ha ayudado a pensar en la historia reciente venezolana con la perspectiva de lo que pasaron muchas organizaciones españolas que tuvieron que enfrentar la guerra civil, la Segunda Guerra Mundial y la dictadura franquista. Cuéntanos un poco de esos aprendizajes. ¿Es posible sobreponerse a una debacle económica de las dimensiones de las que ha sobrevivido Venezuela, sin traicionar la esencia de la organización?
Qué es la esencia, la esencia es tener una cultura arraigada, una misión compartida, tener unas raíces fuertes que te sostienen cuando hay temporales de lluvia o cuando hay vientos huracanados. La crisis compleja que vive Venezuela es una gran prueba para estas raíces, no lo niego, pero también ha creado esta necesidad de que las organizaciones miren su esencia, sus orígenes, de dónde vienen. Para muchas, esta crisis ha sido casi como volver a empezar, tener que volver a crear negocios, cerrar negocios tradicionales, manejarse con una dimensión más reducida en un entorno social muy complejo. Volver a emigrar. Las investigaciones sobre el tejido empresarial en Venezuela señalan la importancia que tuvo la inmigración en las décadas de los 50 y los 60 y que fueron el germen de muchas familias emprendedoras. La esencia para estas familias es el poder sobreponerse a las dificultades, a pesar de que los vientos no son favorables. En muchas de estas familias la responsabilidad social y el compromiso por devolver lo que se ha recibido también les llevar a persistir y buscar alternativas de supervivencia del negocio.
¿Cuáles son entonces las claves de las organizaciones resilientes, es algo que se puede tratar de fomentar?
Las organizaciones resilientes se sostienen en tres pilares, desde mi punto de vista. Primero, en tener propósitos fuertes. Segundo, en unas relaciones de confianza y un clima favorable a la colaboración. Tercero, en un liderazgo y modelo de gobernanza que toma las decisiones a través de un diálogo abierto entre las distintas instancias de la organización. En momentos de crisis, la transparencia construye la confianza y nos permite aceptar nuestra vulnerabilidad. Esta vulnerabilidad nos permite construir estas redes de colaboración internas que nos sostienen en tiempo de dificultad. En este espacio de vulnerabilidad, el construir soluciones dentro de un grupo como los Comités Directivos o las Juntas Directivas, es una fuente de recursos para las personas que ejercen el liderazgo, así como de soporte. Cuando estudias algunos de los discursos de estas personas líderes, siempre hacen referencia a que están ahí por el respaldo de un grupo sin el que el proyecto familiar empresarial no sería posible.
¿En España hay ejemplos de organizaciones, grupos perseguidos que lograron sobreponerse a la persecución para volver a reinventarse?
Las familias empresarias que son longevas te explican distintas historias sobre cómo han tenido que volver a empezar después de la guerra civil o de un atentado terrorista. Después de la guerra, por ejemplo, algunas empresas fueron confiscadas, algunas familias tuvieron que huir y trabajar desde el exilio y, en cuanto se volvieron a dar las condiciones, regresaron y perseveraron en sus propósitos de seguir creando valor para la sociedad. En otros casos, por ejemplo, fueron las duras condiciones de la posguerra las que hicieron de detonante para la actividad emprendedora. Por ejemplo, una empresa que hacía mantas en las postguerra se ha ido transformando a lo largo de toda su historia para convertirse en un fabricante de muebles de éxito. Lo que se inicia como una actividad económica de supervivencia luego va transformándose a lo largo de los años en un proyecto empresarial a largo plazo por la contribución de varias generaciones. Lo bonito de estas historias es que muchas veces no es el éxito empresarial el principal motivo, sino el poder trabajar en familia y continuar con un legado que viene de generaciones anteriores. Para mí esto es muy poderoso. El grupo familiar emprende para sobrevivir a un entorno (en algunos casos, para no caer en la pobreza) y a través de un legado que va construyendo es capaz de mantenerse a largo plazo con la participación de varias generaciones. Para algunas mujeres, la actividad emprendedora es una forma de poder salir adelante económicamente como madres solteras o porque han sido excluidas de su familia como sucesoras. El emprendimiento es un lugar para al crecimiento personal y el desarrollo de recursos y fortalezas.
Lo que vemos a través de la práctica y la investigación es que la familia trasciende a los negocios y se convierte en una familia emprendedora que es capaz de transformar sus negocios en respuesta al entorno, pero mantiene su esencia de valores, compromiso, de espíritu emprendedor, responsabilidad social.
Los procesos de resiliencia se observan en el largo plazo, lo cual es esperanzador porque significa que los tiempos de crisis también son el origen de emprendimientos, transformación y desarrollo en el futuro. De crisis pasadas, a partir de las cuales se obtienen aprendizajes, se desarrollan recursos y se alimenta el propósito que da sentido en medio de la adversidad.
¿Qué le recomendarías a las organizaciones venezolanas que han tenido que reducir, paralizar o hasta desaparecer ante la crisis económica y política, para reimaginarse hacia el futuro?
Cuando las veo trabajando a pesar de tantas dificultades, creando productos, reabriendo empresas, me admira su capacidad para persistir en medio de las dificultades, apostando por un país que florecerá en cuanto lleguen las primeras lluvias. Creo que muchas de estas organizaciones son unos grandes exponentes de resiliencia.
Si puedo aportar algo pues les recomendaría que sigan trabajando en crear espacios de confianza, de diálogo social dentro de sus organizaciones, de debate constructivo sobre cómo salir adelante, cómo se imaginan su futuro y cómo pueden hacerlo realidad. Seguir invirtiendo en la educación y formación de sus colaboradores y los miembros de la familia empresaria para que puedan crear el máximo de valor en sus negocios.
Es esperanzador pensar que estas empresas familiares son la semilla del cambio social que se necesita para salir a flote como país.
Manuel Llorens
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