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La industria cárnica se ha convertido por estos días en el foco del rebrote de coronavirus en Alemania. A la empresa Tönnies, que ya suma más de 1.500 contagios entre sus operarios, se suma ahora el de Öztas, una compañía dedicada a la comercialización de carne y a la producción de döner. Cerca de 80 de sus 275 trabajadores han dado positivo en los tests, y la cifra podría aumentar, dado que la evaluación todavía no se ha completado.
El problema no se presenta solo en Alemania. En Estados Unidos, decenas de plantas cárnicas tuvieron que cerrar temporalmente. Según el Sindicato Internacional de Trabajadores de Alimentos y Comercio (UFCW), al menos 65 trabajadores de la industria procesadora de carne han muerto y más de 14 mil han sufrido contagios o se han visto expuestos a la infección. En América Latina, Brasil, el país de la región más afectado por la pandemia, también reportó casos en varias plantas del estado Rio Grande do Sul . Y la lista podría continuar.
Carne «sin pecado”
¿Qué pasa con la industria de la carne? ¿Cuáles son sus «pecados” en los tiempos del COVID-19? «Yo creo que no hay un pecado de la industria cárnica”, afirma en entrevista con DW Juan Carlos Pettengill, director de Frigorífico Guaraní. Explica que, por su naturaleza, esta es vulnerable al coronavirus, refiriéndose a factores como la aglomeración de trabajadores y al ambiente frío que debe mantenerse durante el proceso.
En Paraguay no se ha producido ningún caso de contagio hasta ahora en las plantas de procesamiento de carne. «El único caso positivo que hubo en un frigorífico fue en la parte de oficina, no en la de producción”, cuenta Pettengill, ex presidente de la Cámara Paraguaya de Carnes (CPC). En ese país se elaboró al comienzo de la pandemia un amplio protocolo con las autoridades de salud. En virtud del mismo, en Frigorífico Guaraní «se le toma la temperatura a todos los trabajadores al ingreso, están prohibidas estrictamente las visitas, los operarios pasan por una desinfección, no hay aglomeración en los vestuarios, donde hacemos turnos. Lo mismo en los comedores, donde la gente está separada por acrílico”, explica su director.
También en Argentina se han tomado medidas similares. «Los protocolos que se utilizan son protocolos internacionales”, señala Miguel Schiriati, presidente de la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (CICCRA). A su jucio, «la incidencia de coronavirus en la industria argentina ha sido muy menor. Hemos tenido algún par de empleados enfermos, que rápidamente fueron puestos en cuarentena con toda la gente que tenían alrededor; la fábrica estuvo cerrada cerca de una semana y después empezaron a trabajar normalmente”.
Impacto económico
El impacto sí ha sido indiscutiblemente fuerte en el terreno de las exportaciones. «El comercio externo se vio influido por el cierre de los mercados”, dice Schiriati, recordando que las ventas a China se vieron prácticamente paralizadas por las medidas de cuarentena. «Después, cuando China estaba empezando nuevamente a comprar, se cerraron los mercados de Europa, lo que fue uno de los golpes más fuertes”.
El otro golpe lo propinó la baja de precios, sobre todo en China. «Los precios cayeron alrededor del 30 por ciento con respecto a noviembre del año pasado. Se han recuperado, pero muy poco, a partir de mayo; pero seguimos vendiendo un 20 por ciento más barato”, apunta Schiriati.
Paraguay, que exporta el 70 por ciento de su producción de carne, se vio igualmente afectado por la reducción de la demanda externa, que Pettengill atribuye, en gran parte, al cierre de hoteles, restaurantes y empresas de catering debido a las cuarentenas. La demanda se ha recuperado un tanto, pero los precios no lo han hecho al mismo ritmo. Esto afecta por partida doble a los productores, según hace notar el director de Frigorífico Guaraní. Aplicar las medidas de prevención, como reducir la cantidad de gente en los turnos para que sea factible mantener las distancia, por ejemplo, ha dismunido la capacidad de producción. «Esa menor eficiencia debería repercutir en un precio más alto al consumidor, pero eso no se ha podido lograr por la baja de la demanda”, indica.
¿Consumidores inseguros?
Tanto Pettengil como Schiriati descartan tajantemente que esa menor demanda esté ligada a la inseguridad de los consumidores. «El producto no tiene ningún riesgo, y aparte de eso, se cocina”, enfatiza el empresario paraguayo. En el portal de la FAO se indica que «no existen pruebas, hasta la fecha, de que los virus que causan enfermedades respiratorias se transmitan por medio de los alimentos o de su envase”.
No obstante, en China se han realizado pruebas de hisopado a partidas de carne importada, para detectar la eventual presencia de coronavirus, ya que había trascendido que la causa del rebrote en Pekín estaba en tablas de cortar salmón. Pero, según aseguran científicos chinos, no hay pruebas de que el contagio se haya producido por la ingestión de alimentos contaminados.
Ante eso, Schiriati apunta que «no hay ningún otro país que haya tomado medidas similares a las chinas. Yo creo que China lo ha hecho para no hacerse cargo de un problema de coronavirus en Pekín», refiriéndose a «la tabla donde se cortaba salmón importado de Europa». A su juicio, el virus no provenía del salmón, sino seguramente del operario, y el asunto no tendrá efectos en las exportaciones argentinas.
De todas formas, la prevención en la industria cárnica sigue siendo un imperativo, tanto en Latinoamérica como en Alemania. Porque, como afirma Pettengill, «lo que nos enseñó esta pandemia es que todos estamos igualmente expuestos al virus, seamos un país chico, seamos países pobres, seamos países cosmopolitas. Nosotros estamos tomando todas las precauciones, pero nadie es inmune a esta pandemia”.
(cp)
Emilia Rojas Sasse
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