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A 60 años de la crisis de los misiles, vuelve el peligro de escalada nuclear

24/10/2022

El Consejo de Seguridad de la ONU debate sobre la crisis de los misiles, en 1962. Fotografía de picture-alliance | Photoshot

Desde el término de la II Guerra Mundial, nunca había sido tan perceptible el peligro del uso de armas atómicas como en aquellos días de lo que los cubanos llaman la «crisis de octubre”. Hasta ahora. Lo ha advertido el propio presidente estadounidense. «Por primera vez desde la crisis de los misiles de Cuba, tenemos la amenaza de un arma nuclear», dijo días atrás Joe Biden, refiriéndose a que Vladimir Putin se reserva la posibilidad de usar todos los recursos a su alcance en el conflicto de Ucrania.

¿Está el mundo nuevamente al borde de desastre, como hace seis décadas? «La amenaza es real”, dice a DW Juan Luis Manfredi, catedrático Príncipe de Asturias en la universidad de Georgetown. El especialista en política internacional y diplomacia afirma que, quien crea que se trata de una bravata, «no ha entendido el momento político en que estamos”.

Pablo Pérez López, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Navarra, cree incluso que «el peligro actual es más elevado y la tensión más dura, porque los precedentes recientes son peores que en la crisis anterior”. Explica a DW que «en los años 60, hubo un desafío por parte de Kruschev a Estados Unidos, instalando misiles en Cuba como elemento defensivo, con el fin de evitar la tentación de una invasión por parte de los Estados Unidos, que habían apoyado un intento de invasión en Bahía de Cochinos”. Pero «ahora estamos no ante la amenaza de una agresión, sino ante la realidad de una agresión por parte de una potencia que tiene armas nucleares a las que podría recurrir”.

También Peter Kornbluh, director del proyecto de Documentación de Cuba del Archivo Nacional de Seguridad, una ONG estadounidense con sede en la Universidad George Washington, destaca que «el actual derramamiento de sangre en Ucrania es una guerra de agresión”, mientras que «la crisis de los misiles no fue una guerra, aunque el peligro era que generara la Tercera Guerra Mundial si Estados Unidos atacaba Cuba y los soviéticos tomaban represalias atacando Berlín”.

El peligro de romper el tabú

Hoy la situación tiene otro cariz. «Lo que Putin tiene en su cabeza, probablemente no es un escenario nuclear a gran escala, no es una guerra nuclear como las que hemos visto en películas, sino más bien el manejo de misiles balísticos contra infraestructura, contra fuentes de energía, pero no una bomba nuclear como las de Hiroshima y Nagasaki”, estima Manfredi. Pero la paradoja es que, al haber más misiles pequeños, de corto alcance, que pueden destrozar infraestructuras civiles, «hay más inestabilidad, no menos”, acota.

Las consecuencias del uso de una de estas armas por parte de Rusia podrían ser, de todos modos, devastadoras. «El problema con estos misiles tácticos es que se rompería el tabú. Una vez que han mandado el primero, por qué no el segundo o el tercero. Por eso pienso que la escalada sería muy rápida”, subraya Manfredi. Además, cabría esperar una respuesta similar. «Sería la primera vez que se tiene una experiencia de ese tipo. Porque hasta ahora solo fueron utilizadas una vez armas nucleares y lo hicieron los Estados Unidos contra Japón, que no tenía capacidad de respuesta nuclear”, recuerda Pérez.

El profesor de historia contemporánea subraya que «la espiral de insensatez en la que se entra cuando comienza una guerra, nunca sabemos hasta dónde puede alcanzar. Y, por tanto, la utilización, aunque fuera inicialmente moderada, de armas nucleares, estaría comenzando un nuevo proceso que no sabemos hasta dónde podría llegar, pero podría ser desastroso».

Diálogo imprescindible

El escenario actual inquieta sobremanera, también por la ausencia de un diálogo que pudiera reducir la tensión.

En 1962, John K. Kennedy y Nikita Kruschev negociaron. «La clave fue que ambos líderes buscaron una salida para evitar el armagedón nuclear”, dice Peter Kornbluh. «El presidente Kennedy tuvo la sabiduría de neutralizar a sus asesores militares de línea dura, que estaban ansiosos por ir a la guerra, y ofrecer en secreto a Kruschev una salida: un acuerdo para desmantelar los emplazamientos de misiles estadounidenses en Turquía a cambio de que Kruschev retirara los misiles que acababa de instalar en la isla de Cuba”, indica el analista del Archivo Nacional de Seguridad estadounidense.

La lección de lo ocurrido en Cuba, según Manfredi, es que «la crisis de los misiles la pararon las personas y en este caso, sin interlocución, es imposible”. Por eso se muestra pesimista: «Creo que sí veremos algún disparo teatral a la infraestructura, para recordarle al mundo que la amenaza es real”. Pero recuerda que poner a punto esos misiles toma tiempo. «Digamos que nos daría bastante tiempo para identificar la amenaza de forma muy clara”.(ms)

 


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