Perspectivas

La importancia de la democracia: releyendo a Amartya Sen

29/03/2020

Amartya Sen. Fotografía de Fronteiras do Pensamento | Flickr

Entre octubre de 2007 y febrero de 2008, dicté un seminario de “temas especiales” en la Maestría de Comunicación para el Desarrollo. Por recomendación de Marcelino Bisbal, para entonces director de los postgrados de comunicación social en la Universidad Católica Andrés Bello, decidí centrar el seminario en un libro. Me leí de forma detenida “Desarrollo y Libertad”, del economista indio y Premio Nóbel de Economía, Amartya Sen, en su edición de 2000, con editorial Planeta.

En aquel momento, eso era un ejercicio académico. Debo confesar que -siendo crítico abierto de Hugo Chávez- no preveía la posibilidad de que la democracia venezolana terminara destruida del todo por el proyecto político. Tampoco imaginaba que la sociedad del país inmensamente rico por los petrodólares terminara en situación de crisis humanitaria generalizada.

La tesis más conocida de Sen, la cual le valió el reconocimiento mundial, fue demostrar que en países con democracia e información libre no habían ocurrido hambrunas. Ergo, la ausencia de libertades políticas, incluyendo en éstas de forma significativa a la libertad de expresión, era caldo de cultivo no sólo para el autoritarismo sino para la hambruna del pueblo.

A continuación voy a volver sobre aspectos que hace 13 años me llamaron la atención de la obra de Sen y que compartí con los estudiantes. Básicamente, reproduzco y gloso el capítulo 6, que justamente se titula “La importancia de la democracia”. El capítulo 7, “Hambrunas y otras crisis”, también resulta capital en este libro.

Un punto de partida para Sen fue cuestionar la tesis de muchos países democráticos e incluso organizaciones de derechos humanos, los cuales colocan en situación de primacía a los derechos económicos y sociales -por encima de los derechos políticos- cuando se discute sobre los países más pobres. Para el autor, tal planteamiento constituye una trampa. Para acabar con la pobreza, el punto de partida son las libertades políticas de las que disfruta una sociedad.

Sintetizo lo planteado por Sen: las acuciantes necesidades económicas se suman a  –no se restan de- la urgente necesidad de reconocer las libertades políticas. El autor presenta tres consideraciones para resaltar la necesaria primacía de los derechos políticos y liberales básicos: 1) su importancia directa en la vida humana relacionada con las capacidades básicas (incluida la de la participación política-social); 2) su papel instrumental en la mejora de las posibilidades de los individuos para expresar y defender sus demandas de atención política (incluidas sus exigencias de que se satisfagan sus necesidades económicas); 3) su papel constructivo en la conceptualización de las “necesidades”, eso incluye el debate social sobre qué son las “necesidades económicas” de la población.

Sen, a lo largo de su obra, que justamente le ayuda a obtener el Premio Nóbel en 1998, echa por tierra la manida tesis de que los pobres puestos a escoger, entre libertades políticas y satisfacción de necesidades económicas, terminan optando más por lo segundo. De esa manera, habría una suerte de condición predeterminada (eso lo digo yo) a que los pobres no vivan en democracia. Para Sen, el no disfrute pleno de los derechos políticos es precisamente el caldo de cultivo para la pobreza y la respuesta debe ser más democracia.

Por otra parte, Sen revisa el propio concepto de desarrollo económico y asevera que no basta con observar el crecimiento del producto interno bruto o algunos otros indicadores de la expansión económica general. Para él constituye un desafío conectar el desarrollo con una observación sobre la influencia de la existencia de libertades políticas en la vida de las personas y lo que comúnmente llamamos el empoderamiento ciudadano.

Los derechos políticos y humanos brindan a los individuos la oportunidad de llamar con energía la atención sobre sus necesidades generales y de demandar la adopción de las debidas medidas. La respuesta de los gobiernos suelen depender de las presiones que se ejerzan sobre ellos, apunta Sen, y es allí donde el ejercicio de los derechos políticos (votar, criticar, protestar, etc.) puede ser realmente importante. Para el autor es éste el papel “instrumental” de la democracia y de las libertades políticas en aras de garantizar el disfrute de derechos económicos y sociales.

Cuando pasamos de la importancia directa de la libertad política a su papel instrumental, tenemos que considerar los incentivos políticos de los gobiernos y de las personas y grupos que ocupan el poder. Los gobernantes tienen incentivos para escuchar lo que quieren los individuos si tienen que hacer frente a sus críticas y buscar apoyo en las elecciones. Esto, obviamente, si existe un modelo de alternancia en el poder. En el autoritarismo no existe preocupación por el clamor popular, a menos de que el descontento por algún problema ponga en riesgo el ejercicio del poder.

Sen remata con su reflexión que ha trascendido en el tiempo: “Nunca ha habido hambrunas en ningún país independiente, que celebrara elecciones con regularidad, que tuviera partidos de oposición para expresar las críticas y que permitiera que la prensa informara libremente y pusiera en cuestión el acierto de las medidas de los gobiernos sin una censura general”.

En esa misma dirección subraya que los derechos políticos, incluida la libertad de expresión y de debate, no sólo son fundamentales para provocar una respuesta social a las necesidades económicas, sino también para conceptualizar las propias necesidades económicas. Poder pensar libremente y expresarnos nos da la posibilidad de reflexionar y profundizar intelectualmente en los derechos humanos.

Para Sen los derechos humanos en general, pero particularmente los derechos políticos, terminan teniendo un impacto permisivo en las sociedades, ya que fomentan la discusión y el debate públicos, la política basada en la participación y la libre oposición en áreas muy amplias. A su juicio, tras revisar datos históricos, le hace concluir que esa existencia de derechos políticos ha sido útil para prevenir los desastres económicos.

“Cuando las cosas van bien y todo el mundo se encuentra habitualmente bien, es posible que no se eche mucho de menos este papel de la democracia, pero cuando las cosas se complican por una u otra razón nos damos cuenta de lo que vale”, sentencia Sen al cierre de ese capítulo que hemos abordado de su obra, “Desarrollo y Libertad”.


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