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La historia de cómo Enlace Arquitectura, el Barrio La Palomera y La Ciudad Completa llegaron a La Biennale di Venezia

Fotografía de Elisa Silva

20/07/2021

La Biennale di Venezia es una de las instituciones culturales más prestigiosas del mundo. Data desde 1895, cuando se organiza la primera muestra internacional de arte. La Exposición Internacional de Arquitectura se incorpora en el año 1980 y, al igual que la de arte, posiblemente representa el escenario más importante de la disciplina. Hoy, la Biennale di Venezia contempla muestras y festivales de arte, música, cine, teatro, arquitectura y danza. 

Ser parte de la XVII edición de la exposición de arquitectura es un acontecimiento tan especial que aún cuesta creer que, en efecto, ahí estamos. Cuesta creerlo por el honor y privilegio que representa, pero también por las condiciones tan excepcionales que coincidieron con este esfuerzo, en pleno desarrollo de la pandemia del coronavirus.

Fotografía de Elisa Silva

Cada 2 años un curador es seleccionado por la dirección de la Biennale. Luego la conformación del tema, el enfoque y los participantes invitados quedan a cargo de esa persona. Hashim Sarkis, arquitecto libanés y decano de la Facultad de Arquitectura de MIT, es el curador de la muestra actual que examina la pregunta “¿Cómo viviremos juntos?”

Desde 1980, La Biennale de Arquitectura siempre se celebra en un año par. Originalmente, debió haber ocurrido entre mayo y noviembre del 2020 y, por consecuencia, toda la preparación del evento comenzaría a tomar forma desde mucho antes, en el 2019. Recibí un email de parte del equipo curatorial en septiembre de 2019, invitando a Enlace Arquitectura a presentar una propuesta. Ya veníamos trabajando desde hace casi un año en un programa muy especial que construimos, Enlace Arquitectura y Ciudad Laboratorio, los vecinos de La Palomera y un gran equipo de artistas, paisajistas, periodistas y educadores y entes como la Fundación Bigott, La Hacienda La Trinidad Parque Cultural y la Alcaldía Baruta. Llamamos a este programa “Integración en Proceso Caracas” y se enfocó en abrir espacios para reflexionar sobre la naturaleza de Caracas como una ciudad fragmentada. Apoyados en la cultura y el arte como estrategias para superar limitaciones y prejuicios que persisten con respecto al barrio, hicimos una invitación amplia a participar en toda clase de eventos incluyendo caminatas, manifiestos, juegos de bolas criollas, celebraciones, danza, sancochos y música en La Palomera. Teníamos ya previsto hacer una exposición síntesis de ese esfuerzo en La Hacienda La Trinidad, que ocurrió en febrero de 2020, con lo cual parecía lógico proponer otra versión de ese trabajo como respuesta a la solicitud que recibimos.

Fotografía de Rafael Peña

“Ciudad Completa: La Palomera, reconocimiento y celebración” introduce el contenido de la muestra con  el siguiente texto: 

En su afán de ser moderna, Caracas no supo cómo darles la bienvenida a cientos de miles de personas que acudieron a ella, llamados justamente por la promesa de la modernidad. Los barrios sí supieron recibirlos. Es más, los barrios los construyeron ellos mismos y hoy representan el hogar de la mitad de los caraqueños.

La Palomera inició su desarrollo en 1936. Como vecindad, es más antigua que las tres cuartas partes de Caracas. Tiene 995 viviendas, 6 mil habitantes, y una inversión de 63 millones USD en su construcción, así como 1,75 hectáreas de espacio público entre veredas, escaleras y plazas. En este sentido, La Palomera es tan urbana como Las Delicias, Prados del Este o La California. Toca sincerarnos. La muestra en la Hacienda La Trinidad, organizada por Enlace Fundación, Ciudad Laboratorio, Fundación Bigott, Laboratorio Ciudadano, Tradición 360, Ensayo Colectivo, Taller Verde y el apoyo de la comunidad de La Palomera y la Alcaldía Baruta, es una oportunidad para expandir nuestro mapa mental de Caracas y completarla, mirar el barrio con otros ojos, comprenderla y reconocerla como un lugar activo, vivo y vital para la ciudad.

Nuestra propuesta fue aceptada por el comité curatorial de la Bienal y se incorporó a la exposición principal en el segmento que corresponde a comunidades emergentes, ya que las aproximaciones a la pregunta, “¿cómo viviremos juntos?”, se materializan desde distintas escalas, comenzando por el cuerpo, el hogar, la comunidad, las fronteras y el planeta. El próximo paso sería ajustar la idea al espacio y, en nuestro caso, fuimos asignados al largo galpón del Arsenale conocido como Le Corderie. Se trata de una nave que mide 250 metros de largo, dividida en segmentos, con un corte transversal muy particular de tres segmentos donde el del medio sube hasta 12 metros, en comparación con los 6 metros de los segmentos laterales. Estos tres espacios están divididos por filas de columnas espaciadas cada 6,5 metros con un diámetro de 1 metro. Las dimensiones son tan grandes y tan imponentes que cualquier intervención se convierte simultáneamente en una competencia por figurar en el espacio y un diálogo con sus características. La pieza principal que propusimos es una maqueta suspendida de las caminerías, escalinatas, plazas y jardines, que mide 8 metros de largo por 4,5 metros de ancho.

Fotografía de Rafael Peña

A medida que se aproximaba la fecha, y el mundo entero seguía paralizado por los cierres de fronteras, limitaciones de viajes y aeropuertos cerrados para mitigar el contagio del coronavirus, el comité de la Biennale propuso en primer lugar mover la fecha hacia finales de agosto reduciendo el periodo de la bienal a 3 meses, en vez de los usuales 6. Pero, finalmente, se vieron obligados a cancelar el evento para ese año y programarlo nuevamente en el 2021, algo que no había sucedido desde la segunda guerra mundial. 

El año adicional de preparación nos benefició muchísimo. De hecho, no hubiéramos logrado afinar los detalles de la maqueta, incluyendo el registro y modelaje de la vegetación que corresponde a esos espacios, ni lo hubiéramos podido recopilar y reproducir en la página web www.lapalomera.org, que acompaña la muestra y a la cual se puede acceder desde una tecnología llamada NFC, que accede a la página correspondiente a un determinado jardín o espacio público desde el celular. También nos permitió completar el registro de la vegetación que llamamos el Diccionario Etnobotánico de las Plantas de los Jardines de La Palomera, llegando a un total de 260 especies con sus correspondientes usos, ya sea medicinal, culinario u ornamental, una descripción y el proceso de reproducción y cultivo. También aprovechamos la reubicación que nos propusieron al espacio central de La Corderie para usar el lado inverso de los paneles del diccionario e incluir isometrías de 18 jardines y 3 espacios públicos que detallan todas las plantas, objetos y parafernalia que componen estos lugares.

Aun así, a comienzos de este año, las posibilidades de viajar a Venecia no lucían nada bien. Apenas comenzaban los procesos de vacunación en los Estados Unidos para personas mayores de 70 años y, sin embargo, la Biennale insistió en mantener la fecha de inauguración pautada para el 22 de mayo. Ante un panorama tan incierto, decidimos producir las piezas de la maqueta y aprovechar un contenedor de la Biennale que partía desde Boston a Venecia a mediados de febrero junto con piezas de otros participantes. Temíamos que el ensamblaje de la maqueta, que fácilmente supera las 6.000 piezas, tendría que ser armado por un tercero, con lo cual preparamos un manual detallando cada paso.

Fotografía de Elisa Silva

En abril 2021, el gobierno italiano previó una opción para viajar por razones de trabajo, respaldado con una carta, que en este caso la prepararía la misma Biennale di Venezia. Al menos con ello valía la pena hacer el intento. Terminamos de imprimir los paneles del diccionario, las isometrías de los jardines y espacios públicos y de cocer los libros del diccionario que elaboramos en español, inglés e italiano, y, con todo en una caja, salí rumbo a la Biennale vía Miami, Londres, Madrid y, finalmente, Venecia. Londres fue el único país al cual podía llegar al otro lado del Atlántico según las reglas de American Airlines y de ahí había que pasar por Madrid, dado los escasos vuelos viajando a Venecia. De hecho, cuando llegué al aeropuerto Marco Polo, un día y medio más tarde, aquello parecía Maiquetía, íngrimo y solo.  Esa noche, una vez superado el viaje en bus, vaporetto y a pie, y ya instalada en un apartamento en la misma zona del Arsenale, salí por primera vez a la Vía Garibaldi, que terminaría siendo un lugar muy especial de encuentros, cenas y aperol spritz compartidos con amigos y colegas del mundo entero.

El montaje me tomó 5 días. Fue la culminación de un enorme esfuerzo en equipo que nos propusimos emprender 20 meses antes. El cuento de la maqueta se los reservo para una próxima publicación, así como la respuesta que recibimos de nuestra muestra en la bienal y cómo el trabajo de IPC ha seguido evolucionando luego de esa experiencia. Por ahora los dejo con la enorme alegría que nos ha dado compartir un pedacito tan especial de Venezuela en un lugar tan mágico e importante como la Biennale di Venezia. Hay también otros pedacitos de Venezuela en la Biennale, notablemente el Pabellón de Venezuela de Carlo Scarpa en los Giardini della Biennale que, aún cerrado, cubierto en hiedra y volando desde su mástil una bandera de Venezuela deshecha, representa uno de los pabellones más hermosos del conjunto della Biennale. 

La XVII Bienal de Arquitectura abrió sus puertas al público el 22 de mayo de 2021 y permanecerá abierta hasta el 21 de noviembre de 2021. Lo más importante de todo esto es agradecer amplia y profundamente al maravilloso equipo que permitió que todo esto fuera posible: Sergio Dos Santos, María Virginia Millán, Carol Arellano, Gabriela Álvarez, Jaeson Montilla, Emily Yánez, Miguel Salas, Sofía Paz, Valeria de Jongh, Cheo Carvajal, Gabriel Nass, Ámbar Armas, Enrique Blanco y Gerardo Zavarce.


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