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La FVF, Peseiro y los espejitos

Fotografía de SERGEI SUPINSKY | AFP

05/02/2020

Olvide los nombres de José Pékerman o Jorge Sampaoli. Retroceda en el tiempo. Ubíquese en la renuncia de Rafael Dudamel. Imagine que inmediatamente le dicen que será relevado por un técnico con más de 20 años de experiencia en Europa, que dirigió, entre otros, a un campeón de la Champions League, que posee un título en Portugal y que además tiene experiencia en el Real Madrid. Con la mano en el corazón, ¿no se habría ilusionado?

Como podemos ver, no se trata de lo que vendes sino cómo lo vendes. De eso depende la percepción del comprador, ya sea que hablemos de fútbol o tequeños. Philip Kotler, el Pep Guardiola del marketing, es el autor del decálogo que hoy siguen las empresas más exitosas del mundo. A saber:

  1. Ama a tus clientes y respeta a tus competidores.
  2. Sensibilízate ante el cambio y muéstrate dispuesto a la transformación.
  3. Cuida tu nombre y sé claro respecto a quién eres.
  4. Los clientes son diferentes; dirígete primero a aquellos a los que más puedas beneficiar.
  5. Ofrece siempre un buen envase a un precio justo.
  6. Muéstrate siempre localizable y lleva la buena nueva.
  7. Consigue clientes, consérvalos y haz que crezcan.
  8. Sea cual sea tu negocio, es una empresa de servicios.
  9. Perfecciona continuamente tu proceso de negocio en términos de calidad, coste y entrega.
  10. Recaba información relevante, pero utiliza tu sensatez para tomar la decisión final.

Resalté en negritas todo lo que es aplicable a la Federación Venezolana de Fútbol (FVF). Con la sabiduría de dirigir la Cátedra de Marketing Internacional de la Universidad de Northwestern desde 1988, Kotler sentencia: “La mejor publicidad es la que hacen los clientes satisfechos”. Ahora le vuelvo a preguntar, después de conocer todo lo que ha sucedido con la designación del técnico de Venezuela, ¿usted se siente satisfecho con el nombre de José Peseiro?

El nombre al menos empieza por J, dirán los más optimistas. Pero es obvio que el portugués arranca con un gran handicap. Tiene el primer partido de la eliminatoria a la vuelta de la esquina (Colombia, en marzo), sin conocer el grupo ni tener tiempo de un amistoso con, al menos, la selección de la Asamblea Nacional Constituyente.

Pásese por Twitter, resalta la predisposición de la hinchada, porque que le vendieron espejitos. Que Sampaoli no haya llegado a la Vinotinto no es una derrota para su principal promotor: Jesús Beradinelli. Por el contrario. Alimentada la falsa esperanza, todas las miradas se centran en Laureano González, quien aparece como el principal responsable del bloqueo a la operación “estratega top”. Con las derrotas, que sucederán, esto tomará otra dimensión.

Sin embargo, hay algo en este juego que no se ha explicado bien. La FVF es una organización presidencialista. Así lo edificó Rafael Esquivel. Perdón por la anécdota, pero cuando fui coordinador de la sección de fútbol en el diario Líder, el corrupto dirigente detenido por el Fifagate, siempre se refería con orgullo a las contrataciones en primera persona: “Llamé a Richard para que me arreglara esto”. Así se refería al regreso de Páez tras terminar la Copa América de 2007, cuando se discutía si Sanvicente debía ser el encargado, a pesar de su animosidad con el directivo. La posterior firma de un novel César Farías, entre gallos y medianoche, fue también su capricho, una decisión inconsulta que había demorado a regañadientes.

Rescato una afirmación de alguien que conoce mejor que nadie el sistema y al fútbol venezolano: Juan José Vidal Noya, mejor conocido como “Cheché”: “Hay que entender que Esquivel armó la infraestructura para él, para que solo él pudiera ganar y perpetuarse. Hoy hay gente que quiere aprovecharse de ese mismo sistema. Si la comunidad de fútbol no exige una transformación para que la gente preparada pueda optar para esos cargos, no habrá reforma alguna”.

González, pues, solo ha continuado esa filosofía de trabajo. Sin la firma de Laureano, nada puede suceder. O, por decir lo menos, sin su aprobación. Dicho de otra forma, Berardinelli ocupó su tiempo y viáticos en la búqueda del Dorado, y en ese recorrido se llevó a sus Pizarros, Almagros y Luques.

Y por supuesto que aquí debemos hacer el inciso del periodismo que, tal vez en su buena fe, arrastró esta expedición. Hoy, como ha quedado en evidencia, cuando se habla de “La Federación Venezolana de Fútbol”, se dice una verdad a medias. Porque hay tantos intereses como dirigentes. Existe una FVF que, por ejemplo, actúa en sintonía con el Ministerio de Deporte y tiene la prensa deportiva del país como aliada y también un departamento de finanzas que, al asociarse con televisoras y representantes de la Liga, maneja sus propios intereses.

La intromisión en la cancha de Berardinelli, durante el periplo de Noel Sanvicente, fue la mecha que prendió aquella etapa gris de la Vinotinto, etapa que no quisiéramos volver a ver, aunque podría repetirse en esta eliminatoria. Fue la misma intromisión de este directivo lo que determinó la renuncia de Dudamel. Esto no se trata entonces de una pelea entre el Lado Oscuro y La Fuerza. Esto es el condado de de Henri Fiol, donde perro come perro.

En esta historia, Peseiro queda como un muñeco-vudú. Le tocará crear el círculo protector del Dr. Strange para evitar tantos alfileres. Sí, el portugués tuvo una breve pasantía por el Real Madrid, cuando Carlos Queiroz fue DT. Sí, dirigió al campeón de la Champions, Porto, y también al Sporting Lisbora y Braga. De hecho estuvo al mando de clubes que podrían darle currículum para una selección venezolana, que no tiene éxitos en su historia como para reclamar un estratega top a cualquier precio: Panathinaikos de Grecia y Rapid Bucarest de Rumania.

No obstante, a pesar de su extensa trayectoria, Peseiro solo puede presumir una Copa de la Liga de Portugal. Parece poco para una carrera de 28 años. Al respecto, debemos repetir algo: la victoria, en el fútbol, es una anomalía. Lo común es la derrota. Obviamente, si tomas las peores decisiones en el camino, es poco probable que consigas el éxito. Y eso es lo que sucede con la FVF desde hace más de 40 años: los dirigentes no  se han esforzado por armar procesos continuos e identidades, de manera que los técnicos no sean percibidos como mesías. Porque lo más curioso es eso, que con toda la bulla que se creó, pareciera que el fanático cree a ciencia cierta que Sampaoli podría llevar a Venezuela al Mundial. Una certeza que sí es obra de una gran estrategia de Marketing.


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