Béisbol

Joao Teixeira, otro “Muchacho de Chapellín”

02/08/2020

Joao Teixeira (centro) junto a los beisbolistas Carlos González y Miguel Cabrera

—¿Tú vas a ser un grandeliga? —le preguntó su papá.

—No creo —le dijo el joven.

—¡Entonces sigue estudiando! —le aconsejó.

Joao creció en el mismo barrio caraqueño que hizo tan popular Andrés Galarraga, uno de los beisbolistas venezolanos más queridos, también reconocido como “El Muchacho de Chapellín”, para recordar las calles donde comenzó su historia.

La de Joao Teixeira también comenzó ahí, bateando chapitas y en partidas de pelotica de goma.

Aunque Andrés Galarraga le lleva unos años a Joao y sus vidas tuvieron rutas distintas, los dos muchachos de Chapellín se encontraron más adelante, gracias al béisbol.

Joao siguió el consejo de su papá, abogado y contador, quien le insistió siempre en el camino académico para lograr sus metas. Jugaba pelota desde niño, y recuerda especialmente su experiencia como batboy de la selección de Estados Unidos en los Juegos Panamericanos de 1983, donde estuvo Mark McGwire.

Estaba claro, con tanto béisbol que veía y escuchaba por radio, que no tenía todo lo necesario para llegar al más alto nivel, así que no fue un drama seguir en la escuela de Comunicación Social de Universidad Católica Andrés Bello, donde ya había iniciado sus estudios.

Cuando era niño, se dormía escuchando los juegos narrados por Juan Vené, se imaginaba el Yankee Stadium. Le fascinaba la idea de que aquel estadio fuese su oficina. Trabajar en el béisbol. Por eso decidió estudiar Comunicación Social, quería prepararse como periodista y ser narrador.

El papá de Joao era magallanero, como muchos inmigrantes de origen portugués, se interesó por el béisbol venezolano y se hizo fanático de la Nave y de aquellos Piratas de Pittsburgh de Dave Parker. El béisbol se instaló en el hogar de los Teixeira Delgado. Joao recuerda la Serie Mundial de 1977, Yankees contra Dodgers, por algo especial. Entró al cuarto de sus padres a decir algo y fue interrumpido: “Ya va Joao, que este tipo va a dar otro jonrón”.

Estaba al turno Reggie Jackson. A los segundos despachó el tercer cuadrangular del juego.  Le impresionó que su papa había adivinado el batazo, por Jackson se hizo fanático de los Bombarderos del Bronx.

Cuando comenzó a jugar pelota (era tercera base), en Chapellín se iba haciendo leyenda un jovencito que vivía cerca de la cancha y jugaba para el equipo “Ray Ran” de la Organización Criollitos de Venezuela, porque daba unos jonrones inmensos, era Andrés Galarraga.

Él jugaba béisbol y estudiaba en el colegio católico San Antonio de La Florida, que recuerda por la calidad de sus docentes y alguna que otra broma por llamarse Joao, “El Portu”.

Hizo el examen de admisión en la UCAB y entró a estudiar lo que tenía planificado desde que se dormía con la voz de Juan Vené transmitiendo desde el Yankee Stadium. Entre sus valores de casa estaba el trabajo como el mejor vehículo para conseguir las metas, para trabajar en lo que quería, sabía que había que estudiar.

En la escuela, de las ramas de la comunicación, contrario a lo que motivó su decisión de estudiar para ser periodista, fue la publicidad lo que lo entusiasmó. Estudiaba con Luis Manuel Fernández, Tinedo Guía, Mónica Montañez, Ramón Pasquier, Ignacio Serrano, José Tomás Angola, Nelson Bustamante. Recuerda con orgullo a sus compañeros, a quienes admira por sus trayectorias. “Era un All Star”. Lo dice con sincera humildad, porque él es parte de esa promoción de tantos talentos.

Consiguió trabajo en una importante agencia. Su pasión por el béisbol seguía intacta, como fanático, en especial de los peloteros venezolanos.

Ese gusto por el béisbol, hizo que pasara de la agencia a trabajar en Empresas Polar, en CEDESA, gracias a los ejecutivos Ramón Novelli e Ivana de Guerrero. La relación de Polar con el béisbol siempre ha existido. Su trabajo tenía que ver con la publicidad de todos los productos. A él le asignaron ser gerente de la marca Maltín.

En 1993, Andrés Galarraga emprendió aquella temporada que culminó con el título de bateo. Fue idea de Joao y el ejecutivo Ramón Gallardo, amigo de Andrés, la inolvidable campaña “Sigue la huella del Gato”, que entusiasmó a toda Venezuela. Se llevaron un grupo de niños a Colorado y el impacto fue súper positivo.

Joao vio todas las virtudes que tenía identificar el producto con las estrellas de Grandes Ligas: Andrés Galarraga y Omar Vizquel, los más brillantes del momento. Más tarde añadió a Luis Sojo a lo que hasta hoy se conoce como “Líderes Maltín”, una exitosa alianza publicitaria entre una gran empresa y figuras deportiva. Este proyecto lo continuó su sucesor, el gerente de mercadeo deportivo, Carlos Martínez y se ha expandido a otros deportes. Recientemente Deyna Castellanos se sumó al equipo que se inició con “La huella del Gato”.

En aquella época Joao conoció a Ramón David Rodríguez, empresario del mundo de las ventas de publicidad, con quien estableció una relación de amistad en la que aprendió detalles del mercadeo deportivo que desconocía.

Estando en Polar, consiguió una pasantía con los Azulejos de Toronto, donde estuvo en el área del mercadeo y el béisbol. La experiencia fue valiosísima. Llevó la teoría y la práctica de cómo conectar la marca con la gente. El grandeliga Carlos Delgado, apunta agradecido, fue siempre un gran apoyo ese año en el que le tocó esa responsabilidad. Al regreso montó su propia compañía.

En Venezuela en 2000 y 2001, la organización de las series de juegos de exhibición de las Grandes Ligas (Atlanta-Tampa Bay y Astros e Indios), le dio una responsabilidad gerencial, debía atender a los ejecutivos de MLB, garantizar que todo el canal de comunicación funcionara cómo funcionó, perfectamente.

Joao Teixeira junto a Carlos Mendoza, coach de banca de los New York Yankees

Su desempeño llamó la atención de Jim Small, ahora vicepresidente de MLB Internacional.

“Estuve trabajando en mi compañía hasta que MLB me pidió ser su agente de negocios. Debía identificar las posibilidades de patrocinio. Tuvimos muchas marcas. Pero la situación del país empezó a disminuir las posibilidades de ese negocio y por eso quise explorar, trabajando con MLB, el mercado de Panamá. En esos días, un amigo me pide que lo contacte con Miguel Cabrera para una campaña de una marca telefónica. Lo ayudo con eso, cerramos el acuerdo y a la hora de pagarle, Miguel no aparecía, lo perseguí para pagarle, eso le creó una confianza muy grande y luego me quedé asistiéndolo en esa aérea de publicidad”.

Joao define a Cabrera como un “muchacho grande, hombre de familia y con gran sentido del humor, le debo mucho a Miguel”.

Joao Teixeira estuvo con Cabrera en el momento de crear la fundación que en Venezuela lleva ayuda a familias y niños de bajos recursos.

“Ese trabajo me permitió vivir en los Estados Unidos y ya estando aquí, me salió la oportunidad en MLB de ser el Gerente de Ventas Corporativas en Latinoamérica”.

Está en el área Internacional del Departamento de Sponsorships. En estos tiempos en los que MLB busca el mercado internacional y es parte primordial de la organización del Clásico Mundial, Joao tiene mucho qué hacer y es un trabajo que no para.

Joao “más venezolano que una arepa”, es otra historia que nos permite comprobar que los sueños hay que trabajarlos. Vive feliz con su familia, su esposa Ana María y sus tres hijos, dos varones que se llaman Juan y la niña, Mariana.

En las Grandes Ligas nadie está “por suerte”, hay que tenerla, por supuesto, pero la suerte siempre llega acompañando al que hace bien las cosas y trabaja sin descanso.


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