Béisbol

Jimmie Foxx y Miguel Cabrera están por encontrarse

De izquierda a derecha: Miguel Cabrera y Jimmie Foxx. Créditos fotográficos: Rob Carr | Getty Images North America | Getty Images vía AFP. Harris & Ewing | Library of Congress

05/09/2021

No permitió que el dolor lo detuviera. Hizo lo imposible por jugar hasta que le fue posible.

Nunca se quejó por una lesión, no usaba el dolor como excusa; tampoco tenía que darlas. Fue uno de los mejores bateadores de su época. Compartió con varios de los mejores de todos los tiempos.

Coincidió con Babe Ruth y también con Ted Williams. Valorado por sus compañeros y rivales, perteneció a la élite de los bateadores de poder. Es miembro de varios clubes de récords ofensivos.

Cuando vemos sus números, hallamos a una especie de nómada en las posiciones defensivas. No sería un error decir que fue primera base, pero también defendió tercera, los jardines y guio a los lanzadores desde el plato. Ganó una triple corona y tres Premios Jugador Más Valioso. Fue invitado nueve veces al Juego de las Estrellas, desde que se inventó el evento hasta un año antes de su retiro, en 1942.

Se llamaba Jimmie Foxx, con dos x. Cuando Miguel Cabrera llegue a 1.117 extrabases, lo alcanzará a él y a Ted Williams. Iremos en orden de aparición. Fue un toletero impactante desde antes de llegar a las Grandes Ligas. Vamos a acercarnos a su historia.

Las de ambos (Jimmie y Miguel) son historias de hombres resistentes, de no serlo no llegarían a esas cifras. Apasionados por el juego, convirtieron su trabajo sobresaliente en una diversión.

A Jimmie Foxx le decían “La Bestia”; también “Doble X”. Nació en Sudlersville, Maryland, el 22 de octubre de 1907. Creció en una granja; la combinación de sus genes, aptitud para el deporte y el trabajo que debía desempeñar como agricultor, le hicieron tallar un cuerpo que, de acuerdo con las lecturas para escribir esta semblanza, era como Hércules. Un físico prodigioso, disciplina férrea y lo que disfrutaba jugar le dieron ‘‘fama” antes de convertirse en un profesional, cuando tan solo tenía 16 años de edad. Hizo su debut en las Mayores antes del final de su tercer año en la escuela secundaria. Dell, su padre, jugaba béisbol para la ciudad y enseñó a su hijo, cuando este era un niño. Se hablaba de Foxx como una creación de los dioses del juego.

En una descripción publicada en The National Pastime, titulada “From Swampoodle to South Philly” (Filadelfia, 2013), Bill Jenkinson dice: “Jimmy Foxx tenía la constitución de un dios griego, con bíceps abultados y un físico esculpido. Su rostro redondeado estaba marcado por hermosos rasgos resaltados por su cabello castaño y ojos azules brillantes. Su alegría era contagiosa, entraba en el campo con una sonrisa espontánea y un entusiasmo ilimitado. Jugó el juego con una combinación de velocidad y potencia, que una generación posterior vería en Mickey Mantle. Foxx corrió como un guepardo, lanzó como un campeón olímpico de jabalina y golpeó la pelota como Babe Ruth”.

Por su parte, Will DeBoer y Eric Day cuentan en MLB.com: “En 1922, cuando Foxx cumplió 15 años, la Class-D Eastern Shore League jugó su temporada inaugural. Dos años más tarde, un nuevo equipo comenzó a jugar en Easton; su mánager era Frank ‘Home Run’ Baker, un nativo de Trappe que había regresado a casa para dirigir a los Farmers, después de una carrera que terminó  en el Salón de la Fama de las Grandes Ligas. Baker había escuchado rumores sobre la destreza de Foxx y lo contrató de inmediato. Incluso con solo 16 años, Foxx fue uno de los mejores bateadores de toda la liga: en 76 juegos bateó .296 con 10 jonrones, empatado en el quinto lugar en la ESL”.

A partir de su llegada a las Grandes Ligas, el panorama del poder, que era relativamente reciente, contó con una figura que, si bien no competía con Babe Ruth, contribuyó a la fascinación por los batazos de largo metraje. Era de esos sluggers por quien la gente siempre ha pagado por ver batear.

Las citas de los lanzadores rivales y de sus compañeros para describir su poder nos da una idea de lo que hizo con un bate en sus manos. En el obituario de Foxx que publica Baseball Almanac se lee: “Una vez golpeó una pelota lanzada por Vernon ‘Lefty’ Gómez, a las gradas superiores del jardín izquierdo del estadio de los Yankees. La pelota rompió un asiento en la penúltima fila, justo a la izquierda del área del bullpen”.

De ese batazo, diría más tarde el pitcher de los Yankees: “Cuando Neil Armstrong pisó la luna por primera vez, él y todos los científicos espaciales estaban desconcertados por un objeto blanco no identificable. Supe de inmediato lo que era. Ese fue un jonrón que me pegó en 1937 Jimmie Foxx”.  Foxx murió dos años antes de eso, el 21 de julio de 1967.

En la ficha biográfica que publica la página oficial del Salón de la Fama de Cooperstown, destaca esta descripción del inmortal Bill Dickey: “Si estuviera atrapando con los ojos vendados, siempre sabría cuándo fue Jimmie Foxx quien conectó. Bateó la pelota con más fuerza que cualquier otra persona”.

Bill Jenkinson publicó en su artículo reproducido por la SABR: “‘No puedes imaginar lo lejos que podría golpear una pelota de béisbol’. Ted Williams me dijo esas palabras en una entrevista que le hice en 1986 en Winter Haven, Florida. Hablaba de su antiguo amigo y compañero de equipo, Jimmie Foxx. El reflejo de Ted me creó una imagen inolvidable. Sin embargo, no fue lo que dijo Williams lo que lo hizo así. Fue como lo dijo… casi como una oración susurrada en una iglesia. Teddy ‘Ballgame era un hombre con los pies en la tierra, no dado a la hipérbole ni al sentimentalismo casual. Pero sobre el tema de Jimmie Foxx, era como un niño que recuerda las hazañas de un querido hermano mayor”.

Jimmie Foxx debió lidiar con mucho más que los lanzadores que lo querían dejar fuera. Su carrera se vio afectada por lesiones y problemas de alcoholismo. Sufrió de una sinusitis crónica que hizo mermar sus facultadas antes de tiempo, luego de un bolazo.

Jenkinson describe así la situación generada por un bolazo en la cabeza ocurrido en 1934. Las consecuencias del golpe pasaron desapercibidas, inicialmente: “A pesar de su velocidad aún encendida, su virtuosismo en el campo y sus jonrones titánicos, Jimmie Foxx mostraba signos físicos que no eran tan benignos. A principios de mes, Jimmie se había quejado de problemas de visión asociados con una afección de los senos paranasales. Dado que estaba jugando de manera productiva, se le prestó poca atención al asunto”.

No es imaginable que un ser humano pueda pasar por encima del dolor y de un padecimiento tan incómodo y extenuante como la sinusitis, mientras se dan extrabases y se atrapan pelotas. Es un dolor en toda la cara, a veces se refleja en los ojos y son como unas puyas, como agujas y se siente un latido que asusta. La dificultad para respirar, más en el caso de un deportista, genera cansancio, agobia. Hay noches en las que no es posible dormir porque se produce una sensación de asfixia que interrumpe el sueño violentamente. Es como cuando tragamos agua de mar por la nariz, duele. En aquellos días no existían los tratamientos ni los procedimientos médicos que se conocen hoy.

Cuenta Jenkinson que “cuando Foxx sufrió un largo período de gripe durante el entrenamiento de primavera del año siguiente, poco a poco se dio cuenta de que algo andaba mal. Los Medias Rojas debían abrir la temporada de 1937 en Filadelfia, el 20 de abril. Aún sin sentirse bien, Foxx decidió ver a su médico personal unos días antes de ese primer juego. Una vez más, sufriendo problemas de visión y dolor en ambos ojos, Jimmie fue admitido rápidamente en el hospital, donde permaneció más de una semana. A pesar de la gravedad de la dolencia, no se ofrecieron soluciones a largo plazo. No hubo un vínculo aparente entre el traumatismo craneoencefálico de Foxx en 1934 y el desarrollo de estos síntomas alarmantes. De acuerdo con las normas de comportamiento de su época, Jimmie Foxx rara vez dijo algo sobre su batalla casi constante contra el  dolor que produce la sinusitis crónica. En 1939, Ted Williams llegó a los Medias Rojas e inmediatamente se unió a Foxx. Los dos hombres hablaron sobre su raro pero mutuo don para batear con poder,  junto con otros temas. Cuando Jimmie se desvió a Filadelfia para seguir tratando su problema durante un viaje de Chicago a Washington, el 12 de mayo de 1939, Ted Williams lo sabía todo. Para el registro, a Foxx se le administró el nuevo ‘tratamiento de rayos de radio’ sin ningún resultado aparente. A los pocos días de regresar a Boston, sufrió una recaída. Eso llevó al médico del equipo de los Medias Rojas,  James Conway, a afirmar que Foxx debería haber estado en el hospital en 1937, en lugar de jugar béisbol”.

Para alcanzar números históricos en las Grandes Ligas hay que aguantar, y no solo se trata de dolor. En todas las épocas han existido dificultades. Les tocó viajar en trenes y autobuses, antes de hacerlo en aviones, y no había las facilidades de las que disponen hoy en día los jugadores. Pensemos nada más lo distintas que hubiesen sido las cosas si en 1934 hubieran existido los cascos que protegen la cabeza.

El 2 de agosto de 1940, el Washington Times-Herald publicó estas emotivas líneas del escritor Frank “Buck” O’Neil: “Algunos de estos días, cuando los historiadores del béisbol se reúnan para otorgar el premio capital del pasatiempo nacional a su mejor jugador de todos los tiempos, no le van a dar el título y la placa a Tyrus Raymond Cobb, ni a George Herman Ruth… El día de hoy el candidato para ser el más grande de todos los peloteros,  es James Emory Foxx de los Boston Red Sox”.

Agrega Bill Jenkinson: “Durante esos años, a pesar de sus problemas de salud, Jimmie Foxx seguía siendo uno de los deportistas más exitosos de Estados Unidos. Desde 1936 hasta 1940, sus primeras cinco temporadas con los Medias Rojas, promedió alrededor de 40 jonrones por año. En 1938, cuando ganó su tercer premio al Jugador Más Valioso de la Liga Americana, conectó 50 jonrones, bateó para .349 e impulsó 175 carreras (todavía un récord de la franquicia). Pero en 1941, con solo 33 años, Jimmie Foxx decayó repentinamente. Ted Williams fue una de las pocas personas que entendió lo que realmente estaba sucediendo (…) Ted recordaba que Jimmie era solo un ‘bebedor social’ cuando se unió a los  Red Sox en 1939. De hecho, creía que Foxx hacía algunas de sus fiestas debido a su deseo de emular a Babe Ruth. Sin embargo, Ted no recordaba ninguna embriaguez manifiesta por parte de Double X. Luego, a medida que aumentaba el dolor de Jimmie, también lo hacía su forma de beber. Williams recordó un vuelo al final de la temporada del 41, cuando la altitud agravó la condición de Jimmie, como remedio para el dolor, Foxx tragó ‘alrededor de una docena’ de botellas de whisky miniatura”.

Foxx sumó 12 temporadas de 30 jonrones y 13 temporadas de 100 carreras impulsadas. Capturó tres premios al Jugador Más Valioso de la Liga Americana. Cuando se retiró en 1945, los 534 jonrones de su carrera fueron superados solo por Babe Ruth y era la mayor cantidad de cualquier bateador diestro en la historia de las Grandes Ligas.

Foxx fue elegido para el Salón de la Fama en 1951. En 1952, se convirtió en uno de los tres miembros del Salón de la Fama que dirigió en la Liga de Béisbol Profesional Femenina All-American, junto con Dave Bancroft y Max Carey. Fue el mánager de las Fort Wayne Daisies, a quienes guio hasta el primer lugar en su única temporada en la AAGPBL.

Murió asfixiado mientras cenaba con su hermano. Un bocado se atoró en su garganta y falleció camino al hospital, en Miami, Florida. Su cuerpo yace en el cementerio Flagler Memorial Park de Miami.

Esta frase es muestra de la humildad que lo caracterizó siempre: “Si hubiera batido el récord de Babe Ruth, no habría hecho ninguna diferencia. Podría haber puesto unos dólares más en mi bolsillo, pero solo hubo un Babe Ruth”.

Bill Jenkinson, quien es autor de El año en que Babe Ruth bateó 104 jonrones y El poder supremo del béisbol: Clasificación de los mejores bateadores de jonrones de todos los tiempos, y ha sido el consultor del Salón de la Fama del Béisbol, las Grandes Ligas, el Museo Babe Ruth y la cadena ESPN, culmina su trabajo así:

“En el siglo XXI, a menudo se caricaturiza a Jimmie Foxx como un borracho fracasado. Eso está mal. Jimmie bebió mucho hacia el final de su carrera, pero no hay evidencia de que fuera un bebedor moderado hasta alrededor de 1940, cuando la adversidad extrema lo empujó en la dirección equivocada. También es cierto que la vida a menudo era desagradable para Foxx después de sus días como jugador, pero, hasta cerca del final de su carrera, fue una de las historias de mayor éxito del béisbol. Jimmie siempre hizo todo lo posible, y lo hizo con gracia y encanto. Debe ser recordado principalmente por su comportamiento alegre y su talento olímpico”.

Cualquier parecido con Miguel Cabrera no es coincidencia. Las leyendas de este juego suelen tener cosas en común, más allá de lo lejos que llevaron las pelotas. Pienso en eso que dice la biografía de Miguel en sus redes: “Humano”.

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Fuentes:

https://sabr.org/journal/article/the-real-jimmie-foxx/

https://www.mlb.com/player/jimmie-foxx-114367

https://baseballhall.org/hall-of-famers/foxx-jimmie

https://www.baseball-almanac.com/players/player.php?p=foxxji01

https://www.baseball-reference.com/players/f/foxxji01.shtml

https://baseballhistorydaily.com/tag/jimmy-foxx/

https://www.aagpbl.org › profiles › j…James E. Foxx («Jimmie» & «Double X», & «Beast») AAGPBL


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