Entrevista

Igor Barreto: “La imagen no es solo lo que aparenta ser”

13/09/2019

Igor Barreto (1952), poeta, y Alejandro Sebastiani Verlezza (1982), también poeta, conversan sobre la postal, una forma de comunicación afectiva que inspira al autor de El muro de Mandelshtam para una nueva serie de entregas en alianza con al Archivo Fotografía Urbana

Igor Barreto retratado por Vasco Szinetar

Recuerdo una conversación, tiempo atrás, con Igor Barreto. Estábamos en el cafetín de Ingeniería, cerca de la Facultad de Humanidades, en la Universidad Central de Venezuela, cuando formaba parte de su taller de poesía en la Escuela de Letras.

Entonces me habló de sus años en Rumania y de un ejercicio que uno de sus profesores de Teoría del Arte en el Instituto Caragiale de Bucarest –un rumano que a veces prefería suspender las clases para hablar de revistas italianas– le solía poner a él y a sus compañeros de estudio: acostumbraba repartir pequeñas series de reproducciones de paisajes y pinturas modernas (Cézanne, van Gogh), con las que debían improvisar –o inventar, mejor– la escena de lo que más tarde podría ser una película.

Lo curioso es que en un ejercicio bastante similar –muchos años más tarde– se adentra Barreto, el mismo de Soul of Apure y Annapurna (siempre los paisajes, se sabe). Esta vez no fue un profesor el que marcó la pauta y el reto, sino un amigo de larga data, el fotógrafo y poeta Vasco Szinetar, quien le propuso a Barreto ejercitar y desplegar esa misma vocación imaginativa y sensible –presente a lo largo y ancho de su obra poética, desde Crónicas llanas hasta El muro de Mandelshtam y un nuevo libro sobre los gallos, ya casi en su punto final– que ahora mismo le permite reflexionar sobre una serie de postales venezolanas, provenientes del Archivo de Fotografía Urbana, comentadas por Barreto, una a una, hasta completar una serie de cien.

ASV: Igor, te propongo este tema: la postal como forma moderna de la comunicación afectiva, la cual permite decir “aquí estoy”. O: “estoy lejos y recuerdo a X”. Para mí, esto ocurre en el formato de la postal y en el actual post. ¿Cómo lo ves tú?

IB: En cierta ocasión le escuché decir a la curadora de arte Lorena González que para ella el formato que se le asemejaba más a la postal en los tiempos que corren estaba simbolizado por el Instagram. Lo poco que he visto del Instagram tiene imágenes marcadas por una gran diversidad e inmediatez. Este último aspecto sería el que podríamos asosciar más a la postal que conocemos tradicionalmente. Las postales son las noticias o los reportes cotidianos de un viajero. Es decir, alguien que emprendía un camino reportando cada cierto tiempo imágenes de su trayecto. Los aventureros poco envían postales, las envían a veces, como si estas fueran los vínculos que restan para asumir su desarraigo, que cada vez se apodera con fuerza de su vida. Personalmente, creo que los aventureros podrán seguir vinculados al Instagram, y a su inmediatez, pero su auditorio se irá renovando, desapareciendo figuras del pasado y seguramente tomando relevancia las que van apareciendo en su presente.

ASV: En cambio, la antigua postal, la impresa…

IB: Para la postal tradicional, la imagen impresa era la imagen de un «lugar» con toda la trascendencia que solemos adjudicarle al término. Mientras que las imagenes de las redes se ha vaciado un tanto de su trascendencia, no sé si por el afán de acercar al auditorio a la posibilidad de «vivenciar» los espacios por donde transcurre el viajero. Hoy día la gobalización es tan brusca, que tal vez esta pérdida de trascendencia tiene que ver con la velocidad con que cambiamos de espacios. Somos verdaderos emisarios de la “continuidad”, la vida se vacía de sentido y la muerte pierde importancia como acontecimiento que cierra y organiza de manera rotunda la existencia. Hoy día los caracteres no se acentúan tanto y los seres humanos nos parecemos cada vez más unos con otros. Así que las imágenes de los distintos viajes que encontramos en Instagram tienden a parecerse más (entre ellas) en algún sentido. De ahí la idea de la “continuidad” como categoría de la vida contemporánea.

ASV: Pero, para cumplirse el gesto del envío de la postal, hace falta una distancia que produce el juego entre el remitente y el destinatario. Incluso, hay muchas postales que reproducen la fotografía de un lugar, pero al mismo tiempo aparecen las huellas de la escritura, una firma, un saludo. Este ejercicio tuyo, bajo la intención poética, está en esa misma sintonía, la de la imagen y la palabra cuando van acompañadas.

IB: Es muy interesante la mención que haces de la distancia, lo digo porque hoy esa distancia casi podríamos decir que ha desaparecido y en su lugar aparece como relevante lo temporal: me refiero a la “inmediatez” propia de las comunicaciones electrónicas por donde circulan las noticias del viaje. Ahora bien, la escritura como colofón de la imagen ha permanecido. La escritura siempre personaliza, y esta individualización propia de la palabra se hace necesaria como si se tratara del cuerpo virtual de la persona que envía la imagen.

ASV: Bien, Igor, hablemos del trabajo que ahora mismo haces con un grupo de postales, venezolanas, para mayores señas.

IB: El modesto ejercicio que realizo plantea una relación distinta con la imagen. Se trata de una relación de contrapunto, que permite por momentos ciertas apariciones de lo poético. Basicamente he elegido postales venezolanas anteriores a los años sesenta. Para mí son fantasmas del pasado que al ser tratados y comentados desde el presente crean un juego paracrónico. El hablante de cada párrafo toma la imagen como pretexto para elaborar una reflexión desde la circunstancia del presente. Así que tenemos frente a nosotros dos artefactos distintos: un texto que nos habla desde el presente como desarraigo y una imagen que se mantiene vigente, aún hablándonos de un pasado remoto, o casi remoto. Este juego paracrónico es característico de la cultura venezolana. Nuestro presente siempre es invadido o tomado por un pasado que se resiste a dejarnos vivir un orden cronológico normal. Creo que esto nos ocurre en distintos ámbitos sociales: tanto culturales como políticos, por solo nombrar dos aspectos. Así que en esto consiste la estrategia del proyecto. Hay un choque implícito, un contrapunto de sentidos en la relación entre la imagen y el texto.

ASV: Los medios masivos, las redes sociales, las comunicaciones digitales en general, masifican indeteniblemente estos fenómenos que estamos describiendo. Ahora, en tu caso, al observar cada postal, propones una mirada alternativa, a partir de tu experiencia. ¿Puedes contarme cómo asumes este ejercicio de conexiones constantes? ¿Qué es lo que buscas en cada postal? ¿Prolongarla en tu escritura?

IB: Ya lo explicaba en mi respuesta anterior. Debo advertir que se trata de un proyecto que tiene esta premisa de escenificar lo paracrónico de nuestra cultura; pero, como todo proyecto, la escritura irá evolucionando y organizándose como un proceso de conocimiento. Lo importante, también, sería decir que este proyecto tiene como motor interno un conflicto de significados entre la palabra y la imagen. Los conflictos llaman a una dinámica impredecible. Me resulta un poco aventurado adelantarme tanto, quisiera esperar las sorpresas que podrían develarse aportando nuevos angulos para mirar este problema. No me interesa tanto la perspectiva propiamente personal, o confesional, o el registro de la escritura del Yo. Quisiera plantearme el desarrollo de un proyecto que comienza como algo que tiene como motivación el conocimiento. De igual manera me ocurre con la poesía. Esta es mi experiencia que no pretende aleccionar, sino aprender.

ASV: Podría decirse que aquí te mueve un ejercicio de imaginación poética. Pero, además de ser una escritura por encargo, dime, ¿en qué se diferencia este trabajo de lo que ya has hecho, por ejemplo, en El muro de Mandelshtam, El duelo, Carreteras nocturnas, Annapurna?

IB: Toda escritura es por encargo. Sino se trata de una tercera persona, al evolucionar la creación de un libro, este comienza a exigirte que hagas ciertas cosas. Cuando construí la casa donde vivo, el Maestro de Obra, me repetía con obstinación para acallar mi apuro: Vayamos poco a poco, la casa va diciendo. Y es así, el libro o el poema va reclamando aportes y alteraciones. La “escucha” es la actitud y el sentido fundamental en estos procesos. Mis libros obedecen a esta dinámica que trato de respetar y no traicionar.

ASV: En este caso, bajo la curaduría de Vasco Szinetar a partir del Archivo de Fotografía Urbana, repito, tú estás comentando cien imágenes de Venezuela en tarjetas postales. ¿Qué has descubierto del país, su actualidad, su historia, sus dramas inminentes, en este ejercicio?

IB: Este es un país que evoluciona y retrocede a saltos. No contamos con un futuro que se presente como estable. Es el país de la ligereza y del inmediatismo, un país iluso, víctima de los espejismos, de una virtualidad que no permite vivir al margen de las contingencias. Por otro lado también es un país que te sorprende, capaz de obras y personalidades de gran calidad. No deberíamos nunca perder de vista la tradición de pensamiento que tenemos, y en esto incluiría no solo a personalidades como Picón Salas o Ramos Sucre, sino la obra de nuestros artistas y arquitectos y médicos, etcétera. Tenemos grandes dones y hemos realizado grandes logros para construir una democracia con fortaleza. Debemos ocuparnos más de la participación política y ciudadana, y de las instituciones civiles, blindar su autonomía. El venezolano es un ser que puede ser generoso y muy inteligente. De gran espíritu democrático.

ASV: Pero el pasado…

IB: El pasado se nos entromete en la vida cotidiana y nos deja la mesa revuelta. Chávez fue un fantasma que irrumpió con un extraordinario don escénico. Nos envolvió con su ficción de animador. Habrá que anteponerle nuevos modos y nuevos ejemplos, y esto no será fácil. Las postales con las que trabajo no hablan de este presente, y ni siquiera del pasado, críticamente. Yo trato de descubrir las trazas de mi presente en imágenes muchas veces demasiado extrañas. Hay que aguzar el sentido de observación y adentrarse hasta donde sea posible en el desciframiento de los gestos culturales.

ASV: Además de su publicación en Prodavinci, tal y como está previsto, ¿ves de otra forma este conjunto de textos dentro de tu obra? ¿Has pensado que pueden convertirse, acompañados de las postales, en un fotolibro?

IB: Eso sería una gran aventura. Yo espero que así sea. En todo caso, ya tener este privilegio de escribir y de interrogarse es de una enorme suerte. La vida me ha dado ocasiones extraordinarias en medio de las emergencias de una crisis como la que vivimos. Acercarme a las actividades del Archivo Fotografía Urbana, a la personalidad de Herman Sifontes y Diana López, su presidenta, pero también la presencia de un gran artista como Vasco Szinetar, o una curadora como Lorena González, me ha traído satisfaccciones. Es una institución ejemplar en muchos sentidos. Yo estoy ganado para el formato libro, pero también para otros formatos, ya veremos. Los emprendimientos apasionados, como este de la escritura, me permiten planificar mi vida: ¿cuántos libros seré capaz de escribir y cuáles? Es una pregunta que me hago con seriedad. No escribiría un libro si no siento que corresponde a un tema pendiente, que verdaderamente me atañe y me ayude a comprenderme como persona. Esto me permite hacer con honestidad lo que me propongo. Yo creo que en este desciframiento, en este contrapunto con estas imágenes, en el dejarme interrogar por ellas. Allí hay una ocasión importante y espero llevarla a buen término. Me empeño en realizar esta promesa.

ASV: Volvamos por un momento al ejercicio que estás haciendo con las postales y los paisajes que ellas anuncian, ¿podría decirse que buscar avistar varios planos de la imagen?

IB: La imagen, ella trae sus estratos, no es solamente la superficie de la imagen, hay algo más y de lo que se trata, si tú estás en una condición contemporánea, como lo dice Agamben, es de mirar al pasado de manera crítica, desde el presente, así ves esos estratos que anuncia la imagen, la postal, e incluso, la letra, la escritura que ella trae, que es una forma de caracterización, porque la letra es la persona, cómo haces tú la o; yo imito las letras de las máquinas de escribir, porque no tuve nunca una buena caligrafía, a pesar de que llené muchos cuadernos Palmer.

ASV: Entonces hablamos también de una imagen como testimonio.

IB: Pero la imagen no es solo lo que aparenta ser, por ejemplo, pensemos en la postal sobre el río Orinoco, que muestra una pequeña ensenada, además, tan pobre, queda un poco cubierta, ahí, por la orilla, donde el río hace una curva. ¿Pero por qué esa pequeña ensenada? Porque es un río donde los vientos son un problema para los navegantes. De hecho, si sopla mucho viento, no puedes navegar en el Orinoco, porque el río hace olas de dos metros y la ola de río no camina, la de mar sí, la ola de río sube y baja, es una onda que sube y baja; si esa onda te agarra de lado, cuando suba, te golpea la lancha, y por eso es que retratan ese pedazo de ensenada, ese es el resguardo que la gente de río ha erigido, ahí están protegidos.

ASV: ¿Y de qué se protegen?

IB: El Orinoco no tiene una velocidad tan notable como el Arauca, pero la gente del río se protege del viento y la ensenada tiene como sentido el viento, entonces yo trabajo este tema del viento y una nube que llaman El tizón, eso es un ejemplo; en el caso del restaurante Miramar, yo comienzo hablando del instante como ese momento donde tomamos decisiones, constantemente estamos tomando decisiones cruciales para nuestra vida, porque la vida está sumida en peligros, siempre está en riesgo, siempre, convivimos con el riesgo y el peligro, somos sobrevivientes de los avatares que la vida nos propone a cada momento y debemos responder, decir o no; entonces Kierkegaard habla del instante, todo eso ocurre en un instante, imagínate, en ese Miramar, el restaurante, cuando vas a comer, el instante está presente en el menú, en la fantasía que ha podido acompañarte, con una venezolana espectacular, ustedes comen, hay una conversación grata, sensual.

ASV: Y ahí, en esa escena, entra la imaginación poética.

IB: Entonces uno ve desde el presente esos intersticios de la imagen, ahí se abre a un espectro de lecturas, se dilata y habla a una temporalidad mucho más amplia, que incluso abarca el presente, pero también el presente-pasado, como decía San Agustín. Entonces estos son comentarios sobre el presente-pasado, porque el tiempo nunca se presenta solo, va acompañado de otros tiempos.

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Haga click acá para leer la primera entrega de Postales de Igor Barreto.


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