Testimonio

Guillermo Rodríguez: “Tengo una historia que contar”

Guillermo Rodríguez retratado por Julian Schauffler | RMTF

03/12/2020

No me imaginaba escribiendo un testimonio, pero tengo una historia que contar. Escribir es revivir y explorar lo que significó esto en mi vida. Él lo hizo ver todo como normal y no lo era. Nunca me hizo sentir que estaba en una posición de desventaja. Fue muy hábil.

Yo trabajaba en un campamento vacacional. Era subguía. Él era coordinador. En el medio estaban los guías, dos eslabones de diferencia en la jerarquía de mando. Por encima de él solo estaba el director. Yo 16, él 27. Once años de diferencia. Yo no entendía lo que estaba pasando, no sabía que esta relación que estaba creando conmigo era un patrón, que la estaba creando al mismo tiempo con otros menores de edad. Me hacía creer que pedirme fotos por WhatsApp era normal. Ninguno de los dos había salido del clóset por el tabú caraqueño. Por lo tanto, era  algo entre nosotros, no había problema. 

Se metió en todos mis círculos sociales. No había uno en el que él no estuviera. Llegó a ser paciente de mi papá y me mandaba selfies desde el consultorio. 

–¿Tú crees que “tal” campista es gay?

Me sacaba información de otros niños en el campamento que yo pudiera considerar fueran homosexuales. No era para ayudar u orientar a los niños. Era por morbo. Quería saber sobre niños de 11 y 12 años. Me preguntaba si me gustaban niños 4 años menores que yo. No lo hacía para saber la respuesta, lo hacía por él mismo.

Trabajé como subguía en la segunda temporada del campamento vacacional del año 2014. Dos meses antes había cumplido 16 y ya podía trabajar. Cuando comenzó la tercera temporada donde él era coordinador, la corta, yo me fui a Curazao con mi familia de vacaciones. Estando en la playa, me empezó a escribir. Sabíamos quién era cada quién, pero no nos conocíamos realmente. En el ambiente de mis compañeros de campamento yo me había declarado abiertamente homosexual. Los mensajes de WhatsApp apuntaban a eso. Me insinuaba que él también pero que lo mantenía bajo perfil. Así empezó todo.

En uno de sus apartamentos se hacían reuniones del campamento. Quedaba cerca de mi casa. Entonces era fácil, “él me da la cola, mamá; él me trae”. Si me pasaba buscando en la Toyota Hilux dorada, en mi casa yo decía que iba a un plan del campamento. Las actividades al aire libre, la cuota de poder y el gusto por los niños justificaba su desempeño como coordinador durante la temporada vacacional. Ponía especial empeño en la mejor producción de las actividades que requerían algún tipo de ambientación, con dinero propio. Más show, más mírenme, soy el líder.  

Yo nunca pagué por nada mientras andaba con él, ni ninguno de mis amigos; cine, pizza, sushi, estadio. Siempre nos pagaba todo a todos, necesitaba demostrar que tenía dinero. Si se te acababa el dinero por este mes que te daban tus padres, él estaba allí para pagar. 

Se compró un perro, un boston terrier, lo nombró Tibu. Durante la pandemia, hizo fiestas, varios menores se quedaron a dormir. Jugaban PlayStation. Contrajo covid. 

El día que José Godoy hizo público su testimonio, entendí mejor lo que había vivido. Que lo que yo creí era una amistad no lo era. Pensaba que habíamos confiado el uno en el otro sin entender las consecuencias en el mundo real de lo que él estaba haciendo conmigo. Llegué a pensar que la diferencia de edad no significaba nada. Para mí era una relación, luego se convirtió en un caso y yo en una víctima. 

Él nunca me nombró a José Godoy, pero sí a otros niños. A ellos también les daba clases de matemáticas en sus casas. Muchos lo veían como un ídolo. Engatusar a un grupo de padres para ser el chaperón en un viaje de graduación le resultaba muy fácil, ya tenía engatusado a todo un campamento. 

Para el momento en que salió el testimonio de José Godoy, yo llevaba 8 días aislado en una habitación especial en la universidad por sospecha de covid-19. No había visto a nadie durante esos 8 días. Tomé la decisión y escribí mi testimonio. Lo hice público cuando me permitieron volver a mi dormitorio. Eso fue el final del aislamiento, el día 10. Ese día comenzaron las vacaciones por Acción de Gracias, el campus universitario se quedó vacío y yo solo de nuevo. Mis manos temblaron después de publicarlo, tenía frío y la ventana estaba cerrada. 

Mi papá, mi mamá, mi hermana, mi tía y mi abuela me apoyan. Sin titubeo. 

Mi abuelo me hizo llorar con su mensaje por WhatsApp. Se tomó un día para pensarlo y escribir la respuesta desde Maracay, estado Aragua.  

521 palabras. 

“Mi siempre querido nieto mayor, estoy llegando a casa y digiriendo la información generada. 

Te escribo con el alma y con la mayor sinceridad. Para un viejo machista como yo, que como dice el tango «nací empacao para querer», me toma unas horas reflexionar con prudencia y amor sobre la situación que con mucha valentía planteas…” 

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Guillermo Rodríguez Medina, 22, estudiante de Matemáticas y Ciencias Políticas en Amherst College, Amherst, Massachusetts. Cuenta con beca completa. Habla español, inglés, y mandarín.

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El abuso sexual infantil es una forma de maltrato que priva a los niños y niñas de sus derechos y bienestar. Afecta su salud física y emocional y su desempeño escolar. El agresor utiliza su poder, dado por la diferencia de edad, su autoridad, fuerza física, o recursos intelectuales y psicológicos, para someter a un niño y satisfacerse sexualmente. En Venezuela no hay datos oficiales actualizados sobre este delito. Sin embargo, el fiscal general Tarek William Saab informó en enero, en una rueda de prensa, que ha recibido en dos años de gestión 8.966 casos de abusos sexuales infantiles. 

¿A quién acudir?

1. Consejos de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes

Estos órganos administrativos pueden dictar medidas de protección e intervenir en casos de maltrato y de abuso sexual. Consulte en el siguiente enlace el directorio nacional de los consejeros de protección de cada municipio del país: Directorio de los Consejos de Protección.  

2. Ministerio Público

Teléfono: 0212-5098684

3. Defensoría del Pueblo

Teléfono: 0212-5077071

Correo electrónico: atencionddp@defensoria.gov.ve

4. Servicio de atención psicológica de Cecodap

Teléfonos: 0424-1804002 (mensaje de texto) | 0414-2696823 / 0424-2842359 (WhatsApp)

Correo electrónico: cecodap.sap@gmail.com

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