COVID-19

Gracias, Doctor Chang

20/08/2020

No sabíamos cuántos días más iba a vivir mi hermana, pero estaba claro que su padecimiento se la llevaba con prisa. La muerte burlona y esa enfermedad insaciable que no quiero nombrar se habían aliado para ganarle a Marisela. Los médicos que la habían acompañado durante once años de luchas y victorias ya no podían hacer nada por ella. Fue entonces cuando el doctor Alexander Chang llegó a su casa, un día entre septiembre y octubre de 2015. Fue una llamada de emergencia a Salud Chacao la que lo trajo y desde esa vez, no hubo un día en que estuviera ausente. 

Él tenía muy claro que no había ninguna esperanza para ella. No podría curarla. Ni él ni nadie. Pero ahí estuvo sin tregua. Marisela lo sabía y eso parecía ser lo único importante: que ella sintiera que estaba siendo cuidada, atendida con la misma entrega que merece cualquier paciente que sí puede salvarse. Él no hizo esa diferencia. 

Desde aquella llamada de emergencia hasta el día en que mi hermana falleció, fueron muchas las veces en que mi hermano lo vio llegar en su carro particular a visitarla, al salir de su trabajo. Cansado, seguramente. Ella no era una paciente asignada a Salud Chacao y, sin embargo, él iba a verla. Quizás porque, si no podía devolverle la salud, al menos podía restituir un poco el significado verdadero de la palabra vida. Arrebatárselo un rato al eufemismo. 

Otra hermana cuenta que Marisela lo llamaba por teléfono y que hablar con él le daba tranquilidad. El doctor Chang fue, así, la última experiencia de afecto que conoció.  

Casualmente, era vecino de otro de mis hermanos. Ellos guardan de él su imagen siempre sonriente, afable, atento. Dicen que le encantaba reunirse con amigos en el jardín del edificio. Era hijo único. 

Alexander Chang era egresado de la UCV, especialista en Radioterapia oncológica. Cursaba el segundo año de una especialización en Radiodiagnóstico en el Hospital Vargas, donde falleció el 18 de agosto víctima del Covid-19. 

“El chino”, como lo llaman sus compañeros, trabajó en Salud Chacao durante diez años. La Dra. Laura Aponte Zapata fue su compañera y amiga desde mediados de la carrera y luego compartió con él en Salud Chacao durante ocho años, hasta que emigró a Chile. “Era imposible encontrar a una persona que no quisiera al chino”, dice Laura al recordarlo. 

El periodista Álvaro Algarra estudió con Chang en el colegio La Salle, en Caracas: “Alexander siempre fue la mente más brillante de nuestra promoción. No había problema de matemáticas, física, química u otra materia que no pudiese resolver. Siempre fue una excelente persona, cordial, humilde, muy tranquilo, dispuesto a ayudar al prójimo y a explicar a los otros. Era un ejemplo para todos”. 

El miércoles 12 de agosto, a las once y dieciocho minutos de la noche Laura Aponte recibió, en el grupo WhatsApp de Salud Chacao (conformado por antiguos y actuales trabajadores de todas las áreas) un mensaje donde se informaba que Alexander Chang se encontraba en la sede de Emergencias con dificultad respiratoria. Posteriormente, en las entrevistas médicas, el Dr. Chang comentaría que llevaba unos cinco días con malestares, pero no se había alarmado. 

A su llegada a Salud Chacao se hizo evidente la urgencia de internarlo. Chang pidió a sus colegas que no lo llevaran a un hospital. Él sabía de qué hablaba. “En el hospital no hay ni agua”, explica otro de los profesionales que pidió no ser identificado. 

Intentaron su ingreso en varias clínicas, pero todas las unidades privadas de terapia intensiva de Caracas estaban copadas la noche del 12 de agosto. En muchas de las clínicas les informaron que incluso tenían pacientes hospitalizados en las emergencias, haciendo cola para entrar a terapia intensiva. 

El Dr. Chang pasó varias horas dando vueltas por Caracas en una ambulancia hasta que finalmente ingresó al hospital Vargas, donde lo recibieron sus compañeros de trabajo. No pudo entrar a cuidados intensivos desde ese momento. Hubo que esperar hasta las siete de la noche del día siguiente. Una vez allí –relata otro de los médicos que pide reservar su nombre, quienes se hicieron cargo de él fueron “los muchachos de medicina interna, sus amigos, que hacían guardia junto a él, lo tenían atendido y lo manejaron hasta el final”, pues el hospital Vargas no cuenta en modo permanente con un médico intensivista.  

En paralelo, sus amigos y colegas organizaban una colecta de materiales, medicamentos e insumos, iniciativa sin la cual su tratamiento hubiera sido inviable. Lograron un enorme apoyo. Como el que siempre habían recibido de él: “Para nosotros, sus compañeros de trabajo, él siempre fue incondicional. Todos sabíamos que contábamos con él, que siempre nos iba a ofrecer su mano. Para él todos éramos iguales y teníamos el mismo valor: enfermeros, paramédicos, médicos rurales, médicos generales, las operarias de limpieza, los técnicos de radiología, a todos nos trababa con amor, nos atendía, nos consentía. Él era la persona a quien podías llamar si se te presentaba alguna emergencia que te impidiese llegar a tu guardia. A la hora que fuera él te cubría, no importaba fecha ni hora. Siempre estaba donde alguien lo necesitara”, asegura Laura Aponte. 

La Asociación Médicos Unidos por Venezuela ha lanzado su campaña Protégelos contra COVID-19”, cuyo objetivo es proveer materiales de protección a los médicos venezolanos que, como Chang y como tantos más, entregan su vida para cuidar las de otros.


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