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El próximo sábado 16 de noviembre se presentará en Valencia, España, en la librería Ramón Llull, Espejos (Ensayos para la reflexión sobre la psique)*, el libro de nuestro colaborador, el psiquiatra junguiano, Freddy Javier Guevara. A continuación, publicamos el prólogo del mismo, escrito por Oscar Marcano.
Yo, que desdeñosamente me reía de Grecia entera; yo Lais, que tenía en mi antecámara un enjambre de jóvenes enamorados, consagro mi espejo a la diosa de Pafos, pues verme tal como estoy no lo quiero, y verme tal cual era antes no puedo.
Platón, Antología Palatina, VI, 1.
El espejo, el más antiguo instrumento de la óptica, es tan o más añejo que el hombre. Como sistema óptico parece modesto. Lo compone una superficie pulimentada, plana o curva, en la que se reflectan, con mayor o menor intensidad, rayos luminosos. Como instrumento de lectura es más complejo.
Enamorado de su propio selfie reflejado en el estanque, Narciso acaba arrojándose a las aguas. El espejo natural le enrostró la fatuidad de su deseo y al final no pudo soportarlo.
La hetaira Lais de Corinto, bella, deseada y cara como ninguna, entrega contrariada su espejo a Afrodita. Había envejecido y detestaba lo que aquel le devolvía.
La Alicia de Lewis Carroll atraviesa el adminículo para arribar a un mundo onírico y bizarro, donde lo interfecto respira, las piezas del ajedrez cobran vida y nada es lo que parece.
En el Hipólito de Eurípides, Fedra exclama al coro: «A los malvados, el tiempo los descubre cuando se presenta la ocasión, poniéndoles delante un espejo como a una jovencita. ¡Que nunca sea vista yo entre ellos!».
De Esquilo a Borges, la humanidad ha invocado sutilmente el dispositivo ocular como la imagen que ausculta o suscita una simetría. De hecho, Séneca aseguraba que los espejos fueron inventados no para que el hombre se afeitara, sino para que se conociera a sí mismo. Fuera de Occidente, en el Japón, el Yata no kagami es el espejo sagrado, el que representa la sabiduría y la honestidad, formando parte de los antiguos tesoros imperiales.
Con este nombre ha titulado Freddy Javier Guevara el presente volumen. Un compendio de reflexiones que, desde su formación de psiquiatra y su aquilatada experiencia como terapeuta junguiano, se aproxima a los quiebres más significativos de la psique del hombre contemporáneo.
Discípulo dilecto desde la adolescencia de Rafael López Pedraza, padre de la Psicología Arquetipal, nuestro autor solía impactarnos en conversaciones personales y grupales con esa combinación de sabiduría y humildad que le caracteriza. A la larga, lo animamos a compartir su rica visión argumentativa con un público más amplio; en principio, el de Prodavinci, y luego, al reunirlos en estas páginas, el de nuevos lectores, curiosos y especializados.
Y es que Javier, además de ser el médico que se sienta en la intimidad con el paciente y conduce el encuentro terapéutico, es también, en solitaria reflexión, el mediador que establece conexiones con poderosas imágenes míticas, contextualiza, decanta alquímicamente y proporciona lecturas que tocan y afinan la conciencia.
De este modo estructuró un conjunto de temas esenciales que abarcan desde lo femenino como elemento preservador de la individuación, pasando por las emociones, la hybris, el héroe y el tirano, la muerte y sus ritos, el resentimiento –tan caro a nuestra historia y a nuestra tragedia–, hasta la pandemia. Sin dejar por fuera aspectos como el miedo, el confinamiento, la velocidad, los cambios, la imagen, el totalitarismo, la incertidumbre, entre muchos otros. Cada uno de ellos, cernido por esa mirada suya, tan acuciosa como compasiva, entrenada en el descenso al inframundo y en la negociación taxativa con los oscuros dioses del Olimpo.
Como venezolano, Freddy Javier Guevara no sólo lleva el apunte extraliteral del alma colectiva en una exploración de los acontecimientos, sino que su praxis se ha convertido en herramienta útil a la hora de entender las claves del trayecto más traumático de la vida de nuestro país. Entre palabras y graves silencios nos ha enseñado a cuidar, a preservar a toda costa, la vida interior como forma de alimento y resistencia, tal como lo comprendiera el gran Vaclav Havel.
Ese es otro de los aportes de este libro. El registro, en una narrativa paralela, de lo que han sido dos décadas y más de hamartía y némesis, por cuyo tamiz, en lugar de desesperanza y junto al dolor, tenemos la oportunidad de amanecer en otro grado de conciencia.
*Editorial Kalathos, 2024.
Oscar Marcano
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