Eric Zemmour. Fotografía de JEAN-FRANCOIS MONIER | AFP
El escritor y moderador de programas de televisión, Éric Zemmour, anunció su candidatura a la Presidencia de Francia el pasado 30 noviembre. Y lo hizo, algo insólito en elecciones presidenciales en el mundo, a través de un video de YouTube con la música de la 7ma Sinfonía de Beethoven al fondo e imágenes representativas de la grandeza histórica de Francia, desde Juana de Arco hasta la historia reciente, intercaladas con videos de violencia callejera, muchas de ellas con personas de tez oscura. Esa noche, el video fue visto por casi tres millones de personas, aunque ahora su candidatura se sitúe en tercer lugar en el orden de las preferencias de los electores. Claramente identificado como candidato de la extrema derecha, ya fue multado por incitación a la discriminación racial y ha defendido la tesis del gran reemplazo (Le Gran Remplacement), una teoría conspirativa que sostiene que la población de origen cristiano en Europa será reemplazada a mediano plazo por inmigrantes no-europeos.
La primera asociación que nos viene es la de Donald Trump, un outsider como Zemmour y moderador también de programas de Reality Show en los Estados Unidos. Pero también Emmanuel Macron era un outsider y derrotó a los tradicionales partidos políticos franceses, tanto de derecha como de izquierda. Hay, no obstante, una enorme diferencia en relación con Trump: Zemmour es un gran ensayista, de buena pluma y con un estilo realmente efectivo, conocedor de la historia de Francia como pocos y autor de libros de mucho éxito, como Le suicide français (2014), donde explica, a su juicio, la decadencia francesa, culpando entre otros a la teoría del género, los homosexuales, la Unión Europea y la inmigración africana. Sus padres, vale la pena recordarlos, eran judíos argelinos. El mejor de sus libros quizás sea Destin français (2018), muy bien escrito, que narra la historia de Francia desde el bautismo de Clovis, rey de los Francos, a finales del siglo V, una fecha que marcó la conversión del país a la religión cristiana. Pasa por Rolando, Carlomagno, el Papa Urbano II, el Rey San Luis, la masacre de San Bartolomé en 1572, cuando Francia estuvo a punto de convertirse en un país protestante; Richelieu, Voltaire y Robespierre, Pétain, Jean-Paul Sartre y De Gaulle. Casi todos los personajes y situaciones importantes en la historia del país son analizados a fondo y termina, por supuesto, faltaría más, con el capítulo L´Islam en terre de France (El Islam en tierra de Francia). Algunos análisis son muy buenos, como el de la relación entre Madame de Staël y Napoleón Bonaparte y el rol de los intelectuales durante la Revolución Francesa.
Quiero citar brevemente las líneas con las cuales comienza el capítulo dedicado a Robespierre, para reconocer su estilo: “No es un hombre, sino un concepto. No es un personaje, sino un símbolo. No un destino, sino una maldición. No una historia, sino un tribunal. No un nombre, sino un slogan. Que dice más de aquel que lo nombra que aquel de quien se habla. Que revela sobre todo la época que lo recuerda, más que la época recordada. Uno dice Robespierre, pero no se dice nunca quién fue Robespierre”. Su tesis es muy clara, Francia es una nación cristiana, con vocación de grandeza y el peligro más importante que enfrenta son los musulmanes franceses, que no se han integrado realmente a la sociedad, ni comparten sus valores republicanos, laicos en principio. Nos hemos olvidado, argumenta Zemmour, de lo que significó la Batalla de Poitier en el año 732 cuando Charles Martel, fundador de la dinastía carolingia y abuelo de Carlomagno, derrotó a las tropas árabes al norte de los Pirineos en su intento de conquistar Europa, como ya lo habían hecho con la Península Ibérica. Ellos, los musulmanes, dice el escritor, nunca lo olvidaron.
Su último libro: La France n´a pas dit son dernier mot (Francia no ha dicho su última palabra) apareció un par de meses antes de lanzar su candidatura y es una especie de autobiografía política donde relata sus discusiones con algunas personalidades francesas sobre los temas que le interesan. Pero su verbo no será suficiente, al menos por ahora, para garantizar su triunfo. Emmanuel Macron sigue siendo el favorito, Valérie Pécresse del Partido Republicano va en segundo lugar y Zemmour anda en tercer lugar, empatado con la derechista Marine Le Pen. Aún así, los votos sumados de la extrema derecha superan ya a Macron, pero habría que ver qué pasa en la segunda vuelta. Una victoria suya sería cuesta arriba, pero no deja de ser cierto que ha determinado con su discurso cuáles serán los temas (los issues, se diría en inglés) a debatir entre los candidatos: la identidad francesa, la inseguridad en las ciudades, el tema de la inmigración y los habitantes de menores recursos en el interior de Francia, golpeados por las políticas económicas de Macron.
Ricardo Bello Toledo
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