Destacadas
Te puede interesar
Los más leídos
Publicamos el Pregón de la 9na. Feria del Libro del Oeste de Caracas, a cargo del escritor Ricardo Ramírez Requena, realizada el pasado noviembre de 2024 en los espacios de la Universidad Católica Andrés Bello.
Señor Rector de la Universidad Católica Andrés Bello, Arturo Peraza, S. J.
Señor Encargado de Negocios de la Embajada de Polonia en Venezuela, señor Daniel Gromann.
Señor, y querido maestro, Marcelino Bisbal, director de ABediciones.
Autoridades eclesiales, universitarias, decanos y directores de escuela e institutos de investigación de la Universidad Católica Andrés Bello.
Representantes y personal diplomático de las distintas delegaciones diplomáticas en el país, presentes en este acto.
Admirados estudiantes.
Amigos presentes.
Han escogido (como dijo Auden en Oxford, al comenzar a dictar su cátedra de inglés hace más de ochenta años), a «un bárbaro que no sabe latín», para anunciar el pregón de la 9na. Feria del Libro del Oeste de Caracas. Para comenzar a hablar de esta, quisiera honrar la memoria del padre José Virtuoso, quien fue rector de esta universidad. Sus capacidades intelectuales, amor por el país y bondad siempre fueron manifiestas. Cuando tuve el privilegio de trabajar en la UCAB, junto con el apoyo y entusiasmo permanente de Marcelino Bisbal, conté con la cercanía y amabilidad del padre Virtuoso en los proyectos que emprendimos.
Recuerdo siempre cuando, a punto de salir de vacaciones, Marcelino y yo comenzamos a tener dudas con respecto a la Feria. ¿Tendrá sentido? ¿No se saldrá de nuestras manos? ¿Lograremos el impacto que buscamos? Y caminando por la universidad, por el pasillo cercano a las aulas, nos cruzamos con el Padre. Como si leyera nuestra mente, nos dijo que debíamos hacer la Feria, que era importante, que no soltáramos el impulso, que contáramos con su apoyo. Creo que, sin esas palabras, quizá hubiéramos dudado en comenzar este gran proyecto. Y trabajar en proyectos así es un privilegio, porque tienes la responsabilidad de hacer labor, de dar oportunidades, de gestionar una propuesta múltiple y rica de cultura.
Pude trabajar en las dos primeras ediciones de la Feria. La segunda, luego de las arduas protestas de 2017 y comenzando la hiperinflación. No fue fácil. Creo que en Venezuela hemos aprendido a trabajar con obstáculos siempre en el horizonte y quizá por eso mismo acometemos las labores con estoicismo. Pero pienso que es más que eso. En Venezuela hay una tradición de gerencia cultural notable desde hace muchas décadas. Esta tradición ha estado siempre llena de vocación de servicio, desde el Estado y la empresa privada. Siempre hemos sabido que hay mucho por hacer. Ese mucho por hacer se renueva en los fracasos que hemos tenido como nación, pero cada vez hemos vuelto a emprender el camino hacia la cima. No es nuevo: ha sido constante desde los albores de la república, antes y después de la Guerra Federal, antes y después del gomecismo, antes y después de la democracia representativa. Lo vivimos ahora, en que vemos nuevamente tanto por hacer de nuevo y nuevamente. Pero hemos aprendido que junto con la tradición de la demolición, de la que hablaba Cabrujas, existe la tradición del recomenzar. Hemos sido tercos. Hay obra que mostrar a lo largo de los años que tenemos como país, aunque mucho no dure, o se desmorone o le cambiemos el nombre. Volvemos a comenzar.
Es importante decir que hemos tenido maestros. Una de ellas será homenajeada en esta Feria: Virginia Betancourt, quien nos enseñó la importancia de poner libros en las manos de las personas a través del sistema de bibliotecas públicas, pionero en su época. También un hijo dilecto de Catia, Jacobo Borges, quien nos mostró los frutos de ser fieles a la imaginación y la vocación, más allá de tus orígenes; y también gracias a Baltazar Porras, hombre de Dios que siempre nos ha mostrado, a través de sus palabras sin gritos ni órdenes, y a través de su trabajo constante, la labor y responsabilidad de la Iglesia en nuestra conformación como sociedad. Por último, no puedo dejar de mencionar a la profesora Ocarina Castillo y su labor como investigadora, profesora, académica siempre al servicio de la Universidad Central de Venezuela y el país. Civiles, religiosos, mujeres y hombres han acometido la labor de comenzar y recomenzar siempre.
Me fui en su momento de la UCAB a emprender otro proyecto: la Fundación La Poeteca. Una fundación dedicada a la promoción de la lectura y escritura de poesía. ¿Se ha visto tamaña locura? Hoy contamos con veinte libros publicados, auspiciamos dos concursos, dos diplomados en formación poética, y brindamos un espacio con una sala de lectura con diez mil títulos, entre otras cosas. Pero es importante mencionar otros proyectos importantes en Caracas y el país: Trasnocho Cultural, la Fundación para la Cultura Urbana, el Centro de Artes Los Galpones, La Hacienda La Trinidad, el Museo del Libro Venezolano, la Fundación Polar, entre otros que han ido surgiendo en el tiempo en la ciudad, llena de iniciativas, planes, proyectos. En el interior del país, podemos mencionar el renacimiento de la Casa Ramos Sucre y la Casa Andrés Eloy Blanco en Cumaná; El seminario y el espacio Bordes, en San Cristóbal; la siempre viva y activa actividad cultural en Mérida; la Feria Internacional del Libro de la Universidad de Carabobo; ferias independientes en Maracay y Caracas; la rica gestión alrededor de la cultura en Maracaibo.
He conocido, en los últimos veinte años, un país que se desmorona, pero también que se rehace y que brinda una mano siempre. Hoy somos además un país en muchas partes: decenas de países albergan millones de venezolanos y nos hemos convertido en una nación llena de satélites que emiten luz junto con el territorio nacional, a través de editoriales venezolanas en Chile, Argentina, Uruguay, Colombia, Perú; librerías en Madrid y Barcelona; programas de estudios en universidades reconocidas como Salamanca y Cornell; escritores, músicos y artistas invitados a las principales plazas del mundo. En algún momento, una vez más, renaceremos siempre un país antiguo y nuevo.
Este año, Polonia es el país homenajeado e invitado en la Feria. Me llena de alegría esto. Hablamos de una nación que desapareció en un tiempo, engullida entre dos naciones, mientras Chopin componía sus nocturnos en Francia. Que no dejó de luchar por su independencia. Y que cuando la obtuvo, fue arrasada por el nazismo y vivió luego más de cuarenta años de un férreo comunismo. Hoy Polonia es una democracia próspera, miembro de la Unión Europea, orgullosa de sí misma. Pero en el camino, debemos recordar lo que sufrió. Miles y miles de polacos se fueron al exilio en el siglo XIX y XX. Podemos encontrar sus rastros en lugares tan disímiles como Chicago y Sao Paulo, París y Caracas. Contribuyeron a la conformación de varios gentilicios y también desde influencias contundentes que podemos encontrar en el arte y la literatura. Son varios los autores polacos ganadores de múltiples premios, entre ellos, claro está, el Nobel de Literatura. Conrad, Stanislaw Lem, Bruno Schulz, Różewiecz, Miłosz, Herbert, Szymborska, Kołakowski, Bauman, Stasiuk, Olga Tokarczuk, Adam Zagajewski, por mencionar algunos nombres. Hablamos de autores que permanecieron en Polonia en tiempos duros, como Herbert o Szymborska, y que conocieron el exilio, como Miłosz y Zagajewski.
Nos han dado imaginarios con los que podemos reconocernos: El corazón de la tinieblas, de Conrad; el soñar el futuro y sus problemáticas, en Lem; pensar y escribir el lugar de lo sagrado en Miłosz y Kolakowski; el humor como forma de la inteligencia y la sensibilidad, en Szymborska; el lugar de lo cívico y el honor del hombre común, en Herbert; la conciencia de un tiempo diferente con sus problemáticas, en Bauman; la conciencia ecológica y otros asuntos en Tokarczuk; la defensa del fervor, en Zagajewski.
La literatura polaca ha sido leída en Venezuela, en especial nombres como los de Miłosz (muy frecuentado por nuestro premio Cervantes, Rafael Cadenas) y Szymborska, ampliamente popular entre mayores y jóvenes. En ella siempre encontraremos recursos para nuestra vida interior, y ánimos, y lucidez.
El afán apocalíptico del siglo nos ha hecho creer que ya todo ha terminado, que ya no queda nada por descubrirse, crearse. Qué soberbios nos hemos vuelto. Creo que debemos dejar de prestar atención a Borges en cuanto a que todo ya había sido dicho y hacerle más caso en que «podemos aspirar a todas las tradiciones». Ha terminado, en todo caso, un siglo, que no el mundo. Sabemos que queda muchísimo por descubrirse (pregúntenle a la ciencia). ¿Por qué el cansancio de las humanidades, de los lectores, de los artistas? ¿Por qué el onanismo, lo repetitivo de las propuestas creativas? Por otro lado, ¿desde cuándo creemos que la tradición solo concierne a los últimos treinta, cien años? ¿Cuándo nos volvimos tan intelectualmente miopes? Volver los ojos, los oídos, a tradiciones de tres mil años, mil años, quinientos años, era lo común de los antiguos. ¿Hacia dónde miró Dante?¿Hacia dónde Hölderlin o Rilke?
En un tiempo irónico, defender el fervor es un llamado que debe atenderse. Y este tiempo nos demanda ser templadamente fervorosos.
Quisiera citar a Zagajewski:
La belleza no es para los estetas, la belleza es para todo aquel que busca un camino serio; es una llamada, una promesa, tal vez no de felicidad ‒como quería Stendhal‒ pero sí de un gran peregrinaje eterno.
Quisiera citar a Szymborska, en «Pietá»:
En el pueblo natal del héroe, contemplar el monumento, elogiar sus dimensiones, espantar a dos gallinas en la entrada del museo vacío, preguntar dónde vive la madre, llamar, empujar la puerta chirriante. Cabeza erguida, pelo liso, mirada serena. Decirle que llegas de Polonia. Transmitir saludos. Preguntar en voz alta con clara pronunciación. Sí, le quiso mucho. Sí, de niño ya era así. Sí, estuvo allí esperando, pegada al muro de la cárcel. Sí, oyó los disparos. Lamentar no haber cargado con el magnetófono y la cámara de fotografiar. Sí, sabe para qué sirven. Leyó su última carta en la radio. Cantó sus canciones de cuna preferidas en la t.v. Incluso salió en una película, llorando por culpa de los focos. Sí, la conmueve que le recuerden. Sí, está un poco cansada. Sí, se repondrá. Levantarse. Dar las gracias. Despedirse. Salir, cruzándose con nuevos visitantes en el zaguán.
He encontrado en este poema como un retrato del siglo XX, en cualquier parte. También del siglo XXI.
En este poema, está también ese camino serio del que habla Zagajewski. La literatura no está desligada de la vida. Es su manifestación más alta, junto con la música. Nos ha acompañado desde siempre. Va mucho más allá del «campo cultural», la cultura como área o como sector, o como aquello en lo que debemos invertir.
La cultura es algo vivo.
En Venezuela alguna vez entendimos que la cultura no es una música de fondo, sino su bien más preciado. Estamos a tiempo de volverlo a entender.
Siempre he pensado que Ferias como esta buscan hacernos florecer, darnos un poco de luz, de lucidez.
La literatura está para decir aquello que no sabemos decir. En ella hablan todos nuestros silencios. Nos recuerda que podemos superar «la mente cautiva» por el poder, de la que nos habló Miłosz alguna vez, y que siempre es un espacio para la libertad.
En la literatura polaca encontré palabras honorables que han hablado siempre desde la libertad, con todo en contra. Quedan las palabras, aquello contra lo que se levantaban ha queda atrás.
Quisiera invitarlos a mirar hacia adelante, con las lecciones del pasado y del presente. A que nos atrevamos a soñar e imaginar para los otros; a que pensemos en el porvenir: ¿quiénes lo habitarán?, ¿qué país, qué mundo les legaremos? ¿Qué será de «la aventura venezolana», de la que habló Mariano Picón Salas? Y escuchar el mensaje de don Cógito, en el célebre poema del gran poeta polaco Herbert:
Tornada de don Cógito (extracto)
Ve donde fueron aquellos hasta el linde oscuro
tras el vellocino de oro de la nada tu último premio
ve erguido entre los que están de rodillas
entre los que vuelven la espalda y los derribados en el polvo
te salvaste no para vivir
tienes poco tiempo has de dar testimonio
sé valiente cuando la razón desfallezca sé valiente
en el cómputo final esto es lo único que cuenta
(…)
ve pues solo así serás aceptado en el círculo de las frías calaveras
en el círculo de tus antecesores: de Gilgamesh Héctor Roldán
de los defensores del reino sin linde y la ciudad de las cenizas
Sé fiel Ve
Ricardo Ramírez Requena
ARTÍCULOS MÁS RECIENTES DEL AUTOR
Suscríbete al boletín
No te pierdas la información más importante de PRODAVINCI en tu buzón de correo