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Elecciones en Francia: Alianza de izquierda contiene a la extrema derecha
Fotografía de YOAN VALAT | EFE
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Con una participación del 67.1%, la alianza de izquierda Nuevo Frente Popular alcanzó la victoria en la Asamblea Nacional de Francia, al asegurar 182 asientos.
En segundo lugar, el partido del presidente Emmanuel Macron alcanzó entre 168 escaños, dejando en tercer lugar a la Agrupación Nacional de Marine Le Pen y Jordan Bardella, con 143 diputados en la Asamblea Nacional.
La Agrupación Nacional había ganado la primera vuelta con el 34% de los votos, pero en lugar de conquistar la segunda vuelta, como estimaban las encuestas, las alianzas en algunos distritos entre el partido Ensemble del presidente Macron y el Nuevo Frente Popular, lograron detener el avance de la ultraderecha en Francia.
El candidato a primer ministro por la extrema derecha, Jordan Bardella, celebró que su partido lograra una “ganancia histórica” y culpó a Macron por “empujar a Francia hacia la incertidumbre y la inestabilidad”.
Tras los decepcionantes resultados para la Agrupación Nacional en la segunda vuelta de las elecciones, Marine Le Pen se dirigió a la prensa, afirmando que Francia estaría «totalmente estancada», con tres grupos de tamaño similar en la Asamblea Nacional, sin una mayoría. También se mostró optimista, sugiriendo que su partido Agrupación Nacional lograría una mayoría «quizá dentro de un año».
El primer ministro francés, Gabriel Attal, anunció que renunciaría tras las proyecciones que indican que el Nuevo Frente Popular, la coalición de izquierdas, había tomado la delantera en las elecciones legislativas.
El resultado proyectado hasta la noche del 7 de julio, arrojaba que ningún partido alcanzaría la mayoría de 289 asientos en la Asamblea Nacional para celebrar la ansiada mayoría parlamentaria del poder legislativo de 577 curules.
Una Asamblea Nacional sin mayoría: ¿Qué escenarios son posibles?
El resultado, aunque inesperado, refleja las tendencias observadas en la primera vuelta: un parlamento fragmentado en tres bloques, con programas muy diferentes y escaso historial de colaboración. Un poder legislativo de estas características deberá incurrir en negociaciones para poder alcanzar una mayoría, considerando que la constitución francesa, establece que no se celebrarán nuevas elecciones durante al menos un año.
Según la constitución francesa, el presidente tiene autoridad para elegir al primer ministro. Sin embargo, como el parlamento puede destituir al designado, el presidente suele elegir a un primer ministro que cuente con el apoyo de la Asamblea Nacional. En consecuencia, el presidente de la república tiende a nombrar al líder del bloque más numeroso de la Asamblea Nacional.
Las tensiones dentro de la coalición de izquierda afloraron rápidamente tras la publicación de los sondeos a pie de urna el domingo por la noche. Los líderes de los partidos de izquierda celebraron la victoria de manera individual y voces de distintos partidos sostienen cursos de acción divergentes.
Raphaël Glucksmann, destacada figura de centro-izquierda del Partido Socialista, hizo hincapié en la necesidad de que los opositores se unan y negocien, siguiendo el ejemplo de otros países europeos. El ex Presidente François Hollande, ahora diputado, se hizo eco de este sentimiento, pero reconoció la inmensa dificultad de formar alianzas con otros grupos.
Jean-Luc Mélenchon, prominente figura de la extrema izquierda francesa, exigió el domingo a Macron que nombrara a un primer ministro del Nuevo Frente Popular y apoyara la aplicación de su programa. El problema es que si el presidente Macron apoya esta propuesta, se podría desencadenar una moción de censura, no solo de la centro-derecha y la extrema derecha, sino potencialmente también de algunos miembros de su partido.
Mélenchon, figura histórica y antiguo trotskista, defiende las propuestas de la extrema izquierda, que en el pasado han planteado varias reformas económicas y sociales como aumentar el salario mínimo a 1.400 euros netos al mes, reintroducir el impuesto sobre el patrimonio y limitar los precios de la energía. Además, ha abogado por 35 horas semanales de trabajo, así como restablecer la pensión a los 60 años con 40 años de cotización, dejando muchas dudas sobre cómo Francia, cuya campaña electoral giró en gran medida en relación al poder adquisitivo, podría financiar programas sociales tan amplios.
El intento de Mélenchon de imponer un programa radical requeriría de un mayor apoyo. Si bien es cierto que la coalición de izquierdas ha quedado primera en las elecciones legislativas, fue una alianza amplia desde el centro hasta la izquierda, priorizando el alto a la extrema derecha. Su partido sólo cuenta con unos pocos escaños más que el Partido Socialista, que ha duplicado su número de escaños con respecto a 2022, tras obtener 59 escaños, cerrando los 74 diputados del partido de Mélenchon.
Dado que el Nuevo Frente Popular, formado por La Francia Insumisa, el Partido Socialista, los Verdes y los Comunistas, cuentan con unos 182 diputados, aún están lejos de los 289 escaños necesarios para obtener la mayoría absoluta. Otros dentro de la coalición de izquierda reconocen que sin mayoría, el bloque de izquierda tendrá que negociar.
Figuras políticas como Édouard Philippe, han llamado a una coalición contra el partido de ultraderecha, Agrupación Nacional, la cual abarcaría desde la izquierda moderada hasta el centro-derecha, con un programa legislativo básico para contrarrestar la influencia de la organización de Le Pen.
El resultado de la formación de una coalición depende de la voluntad de compromiso de la Francia Insumisa (partido de extrema izquierda, con gran representatividad dentro del Nuevo Frente Popular) y de cómo reaccionaría la izquierda moderada si su sector más radical decide no cooperar.
Por su lado, muchos de los aliados centristas de Macron han declarado que no formarán alianza con la Francia Insumisa, y las primeras estimaciones indican una pequeña posibilidad de que una alianza entre las fuerzas de Macron, el Partido Socialista, los Verdes y algunos otros podría lograr una estrecha mayoría legislativa.
Sin embargo, la concreción de una fuerza mayoritaria sería difícil debido a las diferentes posturas de los partidos en materias como impuestos, pensiones e inversión ecológica. Una coalición de este tipo también podría ser susceptible de mociones de censura apoyadas tanto en la extrema izquierda como en la extrema derecha.
Sea cual fuere el resultado, parece que Francia se encamina hacia un largo periodo de incertidumbre e inestabilidad política, la cual puede dar lugar a una parálisis legislativa que, en el peor de los casos, tendría avances mínimos para dar manejar al país.
La oficina de Macron aseguró que mantendrá la «elección soberana del pueblo francés», pero añadió que esperará para tomar decisiones sobre un nuevo gobierno. La Asamblea Nacional se reunirá en sesión plenaria por primera vez el próximo 18 de julio.
Diego Marcano Arciniegas
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