Economía
El tiempo que tardará el bolívar en recuperar los tres ceros eliminados y otros datos interesantes sobre la reconversión
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Eliminar los ceros de la moneda es la prerrogativa de un gobierno que ha desvanecido el valor del bolívar. Sin embargo, los venezolanos saben de la inconveniencia de vivir de ilusiones monetarias: la economía no soporta la ficción. Es por esto que los buenos magos nunca repiten sus trucos.
Nicolás Maduro anunció la segunda reconversión monetaria en una década. En esta oportunidad, la economía, como hemos explicado anteriormente en Prodavinci, se encuentra en hiperinflación y bajo un shock de efectivo. El bolívar dejará de llamarse “fuerte” y pasará a ser “soberano”, ahora con tres ceros menos. El 4 de junio se sustituirá por completo el cono monetario con las nuevas denominaciones de monedas y billetes. Vamos a decirlo rápido: la medida anunciada no tiene ningún efecto sobre las causas del problema hiperinflacionario que vive el país ni sobre la capacidad de compra de monedas y billetes. Por otra parte, una reconversión mal ejecutada puede agravar problemas como la escasez de efectivo y aumentar los costos de transacción en Venezuela.
La velocidad de los ceros
La inflación merma el poder adquisitivo real de los billetes y monedas en circulación. En la medida que suben los precios se requieren más billetes, y de mayor denominación, para comprar la misma cantidad de bienes. En una economía hiperinflacionaria como la venezolana, el cono monetario debe actualizarse con frecuencia para que las piezas mantengan su capacidad de compra.
Venezuela registra una inflación acumulada de 8.499,54% desde la introducción del último cono monetario en enero de 2017. Un billete de 20.000 puesto en circulación hace poco más de un año debió tener un valor en marzo de 2018 de BsF 1.719.908 para preservar su capacidad de compra. Si tomamos el promedio de inflación mensual de enero y febrero registrado por la Asamblea Nacional en 2018 (82,10%), y asumimos que se repetirá hasta el lanzamiento de los bolívares soberanos en junio, el cálculo se vuelve más alarmante: ese mismo billete de BsF 20.000 debería tener una denominación de Bs. 10.454.272.
Si le aplicamos una “reconversión” a ambos cálculos nos quedarían 1.720 y 10.454 bolívares soberanos respectivamente. Estas dos cifras son superiores al billete de Bs.S 500, la denominación más alta del nuevo cono. En otras palabras, al momento de su entrada en circulación, los bolívares soberanos no estarán en capacidad de replicar el poder adquisitivo real de los billetes que los precedieron.
Otra forma de ver el efecto inflacionario sobre una moneda es el tiempo en el que la inflación hace necesario 3 ceros adicionales para que una moneda mantenga su poder adquisitivo. Al cono monetario introducido en 2008, le tomó alrededor de 9 años y 8 meses añadir 3 ceros adicionales al billete de BsF. 100, que debía ser equivalente de BsF. 100.000. ¿Cuánto tiempo le tomaría al bolívar soberano recuperar esos 3 ceros?
Según la calculadora Prodavinci, estimamos que a una tasa de inflación mensual de 82,5% (el promedio registrado para lo que va de 2018), tomaría alrededor de 11,47 meses para que el bolívar soberano requiera de nuevo 3 ceros para mantener su poder adquisitivo. Si la inflación mensual es mayor a la estimada aquí, el tiempo se recorta.
La cantidad de los billetes
La reconversión monetaria hará poco por disimular la inflación. La simplificación de quitarle 3 ceros para hacer cálculos tanto cognitivos como computacionales no durará mucho.
Venezuela, además de estar bajo hiperinflación, se enfrenta a una crónica falta de efectivo para realizar transacciones corrientes. La dificultad de acceder a billetes y monedas es resultado de la caída de la proporción de efectivo sobre la liquidez monetaria, o la totalidad de bolívares circulando en la economía. Para finales de diciembre de 2015, antes de desatarse la crisis del efectivo, esa proporción había llegado al 11,5%. Para marzo de 2018 la relación entre efectivo y liquidez se acerca a su mínimo histórico, registrando apenas 3,19%.
Actualmente hay en circulación 15.555 millones de piezas de billetes en la economía venezolana. La mayoría se encuentra en denominaciones de bajo valor y obsoletas, como el billete de BsF. 100 que está en proceso de eliminación desde diciembre de 2016. Una reconversión monetaria podría ser una oportunidad de rebalancear las proporciones de piezas en manos del público.
Asumiendo proporciones similares de los billetes emitidos en enero de 2008, estimamos que harían falta alrededor de 1.847 millones de piezas de bolívares soberanos para que la proporción de efectivo sobre liquidez vuelva a ser 10% en junio de 2018. Este número de piezas requeridas es menor a las 2.336,1 millones de piezas emitidas durante 2017. Sin embargo, para que estén listas en junio de este año, el Banco Central debe triplicar el ritmo de emisión mensual que lleva durante los dos primeros meses de 2018, un desafío económico y operacional. Una reconversión planificada y bien ejecutada pudiera aliviar el problema de la escasez de efectivo, al menos temporalmente, pero si no se detiene el proceso inflacionario, los problemas no harán otra cosa sino agravarse.
Nota técnica: Este cálculo asume que la liquidez seguirá creciendo a una tasa de 9% semanal, el promedio registrado en lo que va de 2018.
Es prudente acotar que para que la crisis del efectivo tenga una solución duradera, la emisión de nuevos billetes debe seguir el ritmo de crecimiento de la liquidez; de lo contrario, las dificultades de acceso al efectivo volverán a ser recurrentes.
No sería la primera vez que se hiciera un anuncio de materia económica en Venezuela y no se cumpliera. Basta recordar la eliminación del billete de 100 bolívares que, luego de un año, sigue reinando en nuestro cono monetario. Hay que esperar los próximos meses para saber cómo avanza el gobierno con esta decisión. Con unas elecciones convocadas para el 20 de mayo, este anuncio puede ser más bien una señal a los venezolanos del grado de seguridad con que el gobierno asume que se mantendrá en el poder luego de la elección. Lo preocupante es que la hiperinflación ya alcanza 5 meses en Venezuela, y la expansión de la liquidez y la caída de la demanda de dinero -causas de este fenómeno-, mantienen su ritmo devastador sin dar señales de hacer mella en las altas esferas gubernamentales.
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Prodavinci analizó 57 planes de racionamiento de agua corriente. El abastecimiento promedio fue de 48 horas de agua por tubería a la semana. Vea “Vivir sin agua”, un especial de Prodavinci.
Ángel Alayón, Giorgio Cunto
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