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El sabio Enrique Tejera Guevara: servir al país, no servirse del país

28/11/2020

Al cumplirse 40 años de su fallecimiento, ofrecemos el perfil de este héroe civilizatorio, que tanto aportó en favor de la salud del venezolano.

Enrique Tejera. Fotografía del IVIC

El sabio Tejera, médico, investigador y político, fue líder del despertar de la oscuridad sanitaria en que estuvo sumida nuestra nación hasta la dictadura de Juan Vicente Gómez. Enrique Tejera Guevara modeló un sistema sanitario ejemplar para el resto del mundo.

Nació en Valencia un 05 de septiembre de 1889 y falleció el 28 de noviembre de 1980, a los 91 años de edad. Era hijo del juez Emeterio Enrique Tejera y de Carmen Guevara Zuloaga, y bisnieto de dos héroes republicanos de la guerra de independencia: Vicente Tejera, quien murió en una batalla naval en 1819 cuando se trasladaba a participar en el Congreso de Angostura, y Vicente Guevara, fusilado por orden de Pablo Morillo en el mismo año de 1819. Enrique Tejera contrajo matrimonio en 1918 con Valentina París, con quien tuvo su único hijo, Enrique Tejera París. Enviudó en 1936 y casó en 1943 con Elsa Morazani, quien fuera un apoyo incondicional en todas sus investigaciones.

Estudió primaria en el Colegio Juan Manuel Cajigal y cursó secundaria en el Colegio de La Universidad, en la ciudad de Valencia, egresando en 1907 para iniciar la carrera de Medicina en la Universidad Central de Venezuela (UCV), donde desarrolla su pasión por el estudio de los microorganismos. En 1912, faltando poco para graduarse, siendo líder estudiantil y presidente de la Asociación Nacional de Estudiantes, firmó una carta contra el dictador Juan Vicente Gómez, quien cerró la UCV el 1° de octubre de ese año. Perseguido político, migra a Francia para continuar sus estudios médicos en la Universidad de La Sorbona. Destaca como estudiante y establece lazos con Emile Brumpt, un destacado parasitólogo que desarrolló el xenodiagnóstico, un procedimiento para la enfermedad de Chagas.

Con el inicio de la primera guerra mundial en 1914, se incorpora voluntariamente al Cuerpo Médico del Ejército de Francia y se desempeña tanto como médico, como conductor de ambulancia. Se gradúa obteniendo el título de Médico Colonial en 1917 y decide continuar sus estudios en el Instituto Pasteur de París, realizando cursos de Microbiología, tanto médica como agrícola, estableciendo nexos con destacados discípulos de Pasteur.

Al recibir un indulto de Juan Vicente Gómez, regresa a Venezuela en 1918. Algún amigo con influencias debió mediar, pero según cuenta su nieto Carlos Tejera, pudo haberse establecido algún nexo de simpatía cuando, siendo niño, fue a llevar un paraguas a Gómez, quien estaba parado y mal protegido de la lluvia bajo un pequeño alero de una casa vecina a la de los Tejera en los valles de Aragua, donde vivía una conocida dama a quien visitaba Cipriano Castro. El general Gómez agradeció el gesto del muchacho y rechazó el paraguas. En esa oportunidad Gómez sí le estaba guardando el lugar a Castro.

Médico e investigador

A su retorno, presenta examen de suficiencia en la UCV y es validado con el título de Doctor en Ciencias Médicas en 1919. Gana prestigio con su ejercicio y hasta el mismo general Gómez solicita sus servicios para una hija enferma, recibiéndolo en persona e incorporándose de su silla en señal de respeto.

Consigue el cargo de médico en la Caribbean Petroleum Co, en La Horqueta, Sierra de Perijá, acompañado de su inseparable microscopio. Descubre por primera vez en Venezuela, tanto en Mene Grande como en Trujillo, la presencia de enfermedad de Chagas, detectando tanto en pacientes como en otros mamíferos la presencia del Trypanosoma cruzi y describiendo al chipo (Rhodnius prolixus) como su vector en Venezuela.

Siendo la primera vez que se detectaba la enfermedad fuera de Brasil, el mismo Dr. Carlos Chagas le envía un cablegrama agradeciéndole los esfuerzos por haber caracterizado y corroborado la enfermedad. Estudia la leishmaniasis, describe dos casos de malaria congénita, realiza diagnósticos microscópicos de disentería amebiana, siguiendo las enseñanzas de su maestro Emile Brumpt al diferenciar las formas patógenas del protozoario. Tejera descubre un tripanosomatídeo diferente al Trypanosoma cruzi y decide ponerle el nombre de Trypanosoma rangeli, en honor al sabio Rafael Rangel, por quien sentía gran admiración.

En el mismo año de 1919 regresa a Caracas, a pesar de sus extraordinarios progresos, quizás por la molestia que posteriormente expresara por el trato despótico de la Caribbean Petroleum Co., hacia los trabajadores perijaneros. Ingresa en el Laboratorio de Bacteriología y Parasitología de la Oficina de Sanidad Nacional, y se le encomienda trasladarse al estado Táchira para investigar las causas de una epidemia de disentería. Con su microscopio y medios de cultivo obtenidos en Curazao, logra identificar por primera vez en Venezuela la Shigella flexneri, siendo esta bacteria la causante de dicha epidemia, a la vez que describe casos de disentería de origen mixto por Shigella flexneri y por Entamoeba hystolítica (ameba).

Posteriormente describe los piojos (Ornithodoros) como vectores de la fiebre recurrente, describe la tripanosomiasis del ganado y la Spirocheta morsus muris de las ratas. Como entomólogo, estudió los Phlebotomos como transmisores de la leishmaniasis.

Enrique Tejera llegó a estudiar a lo largo de su vida unas 17.000 muestras de ambientes naturales, principalmente de tierras, y llegó a aislar unas 32.000 cepas de microorganismos como bacterias y hongos. De las numerosas investigaciones que emprendió, sólo publicó 35 trabajos en revistas nacionales e internacionales hasta 1958. El Dr. Arnoldo Gabaldón comentó en una oportunidad que “él había identificado la leptospirosis icterohemorrágica y la tuberculosis, hasta entonces desconocidas en Venezuela; ignoro los motivos por los cuales no los publicó”.

Docente de las Cátedras de Histología y de Medicina Tropical, dicta más de ochenta conferencias en congresos y jornadas científicas nacionales y en el exterior. Ganador en dos oportunidades del premio “Dr. José María Vargas” que otorga la Academia Nacional de Medicina de Venezuela (1917 y 1918), la misma lo nombra en 1934 Individuo de Número, por sus méritos académicos y excelente trayectoria, pero por razones no conocidas nunca se incorpora.

Del fervor por los hongos al Cloranfenicol

El Dr. Tejera conoció y compartió con Alexander Fleming, el descubridor de la penicilina, la cual cambió la historia natural de muchas enfermedades infecciosas con alta mortalidad a partir de 1928, como las neumonías bacterianas. La penicilina la obtuvo Fleming a partir del hongo Penicillium notatum. El Dr. Tejera desarrolló un fundamental interés por los hongos y muy particularmente por los actinomicetos. Los actinomicetos para entonces se tenían como hongos, por crecer como filamentos y tener aspecto de hongos (micetos), pero son células procariotas como las bacterias (con material genético no muy bien nucleolado). Pero entre los actinomicetos, que hoy se tienen como especie intermedia ente bacterias y hongos, algunos mostraban la capacidad de producir sustancias que impedían el crecimiento de microorganismos como las bacterias. Tejera llegó a aislar unas 30 nuevas cepas de actinomicetos.

De las cepas que sospechaba con alguna capacidad de producción de sustancias antibióticas y que envió a EEUU para su estudio, estaba la cepa que identificara y denominara Streptomyces venezuelae (Tejera, 1947), que había aislado a partir de una muestra de tierra que recogiera en el mercado popular de Chacao. Ese mismo año, Paul Burkholer pudo aislar, a partir de ese actinomiceto, el antibiótico Cloranfenicol, que luego se fabricara en forma sintética a escala industrial.

El Cloranfenicol ha sido un extraordinario antibiótico de muy bajo costo, de mucha utilidad para numerosas afecciones bacterianas como el tifus, brucelosis y neumonías por broncoaspiración, entre otras. En desuso por efectos secundarios como aplasia e hipoplasia de la médula ósea, aunque muy poco frecuentes, pero a veces irreversible y fundamentalmente en su administración por vía oral, probablemente ha sido víctima de una mala fama inducida por las farmacéuticas.

La OMS favorece su uso en países en desarrollo que deben racionalizar los costos en salud, con las precauciones debidas. Resulta curioso que generaciones de médicos en edad intermedia en Venezuela desconozcan o desprecien la utilización de este antibiótico que se sigue empleando en países del mundo desarrollado, como Canadá y Estados Unidos.

Primer ministro de Sanidad y líder creador

Tras la muerte del general Gómez, durante la presidencia del general Eleazar López Contreras, es nombrado Ministro de Salubridad, Agricultura y Cría en 1936. En quince días transforma la entidad en Ministerio de Sanidad y Asistencia Social (MSAS), separando la atención y promoción de la salud y el bienestar de la población de la cría del ganado y de los cultivos. Decide crear tres grandes divisiones en el MSAS: la División de Higiene Materno Infantil, poniendo en el cargo al Dr. Pastor Oropeza, la División de Tisiología (tuberculosis) a cargo del Dr. José Ignacio Baldó y la División de Malariología a cargo del Dr. Arnoldo Gabaldón, especializado en Parasitología. Para esta última, el Dr. Tejera, quien tenía ascendencia sobre su amigo el Dr. Gabaldón, lo llama a EEUU para que regrese al país y se ocupe de esta “División Especial”, así como de la Escuela de Malariología que le anexa. Incorpora en el MSAS a otros ilustres médicos y notables sanitaristas que le dieron grandes aportes a la nación, como lo fueron entre otros, los doctores Martín Vegas, Leopoldo García Maldonado y Julio Diez, desechando cualquier sesgo ideológico o político, en estricto apego a la formación y cualidades profesionales de sus colaboradores. Ese ministerio, concebido e implementado por el sabio Tejera, fue considerado por la Liga de las Naciones como modelo a seguir por los países no desarrollados. Durante su gestión en el MSAS, además, crea Puestos de Socorro y reorganiza los leprocomios.

Tejera fue líder determinante en aquella incipiente democracia. A los cuatro meses de ejercer el ministerio, renuncia al mismo por su oposición a la “Ley de Defensa contra el paludismo” que aprobara el Congreso Nacional, por considerarla muy costosa, limitante e inútil. Le correspondió al Dr. Santos Dominici ocupar el cargo y consolidar el desarrollo del MSAS. Entre 1938 y 1939 ejerce como ministro de Educación y presenta al Congreso un Proyecto de Ley de Educación.

En 1945, durante el mandato de Isaías Medina Angarita, fue Presidente del estado Carabobo iniciando la creación tanto de numerosas escuelas, como de centros de salud y hospitales en varios distritos del estado, mientras ejerce como profesor de Histología en la UCV y funda la cátedra de Patología Tropical.

Ese mismo año le pide al Dr. Gabaldón que inicie la campaña de fumigación con DDT (Dicloro Difenil Tricloroetano), en el “moribundo y palúdico” pueblo de Morón, comenzando la trascendental campaña de la lucha antimalárica, el 2 de diciembre de 1945, la cual sería de gran éxito y que se convirtiera en referencia mundial. Es por esto que en esa fecha se conmemora el Día Panamericano de la Salud en nuestro continente.

El Dr. Enrique Tejera Guevara es uno de los médicos llamados para emitir el diagnóstico de Diógenes Escalante, quien sucedería en la presidencia al general Medina Angarita, y fue enfático al decir que no podía ser Presidente. Contó que, ese mismo, día Medina Angarita le pidió que se montara en su carro, y en larga travesía hasta Petare le pidió que considerara la opción de aceptar una futura candidatura presidencial por el PNV, pero se dio el golpe militar de 1945.

El Dr. Enrique Tejera Guevara asume numerosas responsabilidades y compromisos, siendo presidente del otrora prestigioso Ateneo de Caracas en 1934, presidente de La Cruz Roja Venezolana en 1935, director y presidente del Instituto Nacional de Higiene y es a sus instancias que se añade el epónimo de su admirado Rafael Rangel al INH. Ministro plenipotenciario del Reino de Bélgica entre 1936 y 1938, ministro plenipotenciario de las Repúblicas de Uruguay y Paraguay en 1943, presidente de la Federación Médica Venezolana (1947), presidente de la Confederación Médica Panamericana, presidente de la Sociedad de Ciencias Naturales, presidente del Centro Venezolano-Francés, fundador de la Sociedad Venezolana de Microbiología, de la cual fue su primer presidente (1953-1957), entre tantos otros compromisos.

De izquierda a derecha: Dr. José Izquierdo, Dr. Enrique Tejera Guevara y Dr. Francisco Plaza Izquierdo. Caracas, 19 de marzo de 1965. Fotografía de Medicina UCV

Singular y admirada figura

En su casa en Caracas, llamada Los Hongos y ubicada en la urbanización Valle Arriba, funcionaba también su particular laboratorio. Ahí compilaba una inmensa cantidad de especies de microorganismos, pero también de numerosas plantas nacionales y del resto del mundo que traía él mismo en sus numerosos viajes por los continentes. Y es que también era estudioso de la botánica y un naturalista que había compartido momentos con Henri Pittier. Hasta un serpentario tenía en “Los Hongos”.

Era un gran trabajador, disciplinado, responsable y honesto. No escatimó esfuerzos en formar nuevos líderes en las áreas científicas y sanitarias. Exigía “servir al país y no servirse del país”. Se levantaba a las 4:00 de la mañana para ocupar dos horas de estudio en temas médicos. Mientras estaba en Caracas, visitaba a su madre todas las tardes, aun en momentos de alto compromiso. Se sentía responsable del bienestar de su país. Fue muy crítico en lo político y exigente en los cargos que ocupó.

Erguido en su rápido caminar y con elegante postura. De hablar directo, sin circunloquios ni muchas formalidades. De humor sutil y frecuentemente áspero y mordaz, circuló en Caracas que en una oportunidad en que fue mordido por una de sus serpientes, ya fuera de peligro, su hermano Gustavo bromeó preguntando qué le había ocurrido a la culebra.

En su honor se denominó la Klosiella tejerai (Scorza, Torrealba y Daghert, 1947) y el Plasmodium tejerai (Gabaldón y Ulloa, 1977). Su nombre se incorpora a la “Ciudad Hospitalaria Enrique Tejera” en su natal Valencia, donde adicionalmente existe una urbanización y una avenida con su nombre, así como unidades educativas en varias partes del país.

Incansable y responsable trabajador en favor del bienestar y el progreso, el sabio Tejera fue un inspirador héroe civil. De él escribió su amigo, el destacado Dr. Antonio Sanabria: «La vida dilatada y fructífera del doctor Enrique Tejera Guevara merece una biografía completa, tan necesaria en nuestros valores cívicos siempre opacados».


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