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El eterno ciclo de la Vinotinto

Fotografía de Elijah Nouvelage | AFP

06/06/2019

¿Qué es un dibujo táctico? ¿Qué es jugar bien? ¿Qué es una filosofía irrenunciable? Decía José Mourinho en una de sus tantas entrevistas: “Algunos entrenadores prefieren vender su filosofía de juego, pero para mí esa filosofía debe aparecer después de ganar. Primero tú ganas y luego tú vendes una filosofía de juego y entonces hacer ver a todo el mundo que tu filosofía es la mejor, si tú vendes una filosofía sin ganar ¿donde está la clave? Mi equipo juega muy bien, eso no es verdad, porque si tu equipo juega muy bien, gana”.

Pero Marcelo Bielsa replica: “Yo soy muy feliz haciendo lo que estoy haciendo. Es un juego. La gran ilusión que tenemos es producir resultados a través de un comportamiento que estéticamente valga la pena. Para mí es nada más que eso. Nada más y todo eso, ¿no? Nada más en el sentido de que no hay por qué vivir esto de otra manera que no sea satisfactoria, placentera”.

Cada vez que veo un partido de fútbol, me adelanto a lo que dirán los técnicos en las ruedas de prensa después del pitazo final. Luego de trabajar muchos años en esta disciplina, uno sabe más o menos por donde irán las declaraciones, pero como divertimento, me gusta ponerle el acento mouriñista o bielsista para ver cómo suenan. A lo que voy: cualquier resultado puede tener una interpretación. El fútbol lo permite, porque como dicen muchos técnicos, algunos de manera irónica, “de fútbol sabemos todos”.

Sin embargo, es oportuno a la hora de hablar de esta caprichosa disciplina, contrarrestar opiniones que están en las antípodas. Contrario a lo que se cree, Mourinho, que no es un técnico que me emocione, siempre evolucionó. Primero su esquema se movía del 4-3-3, con extremos abiertos, cuando el rival era apetecible, al 4-4-2 (diamante) cuando debía resguardarse (por complejidad o resultado). Tras el paso del Porto al Inter, modificó y apostó por el 4-2-3-1, con Milito y Eto’o en estado pleno. De manera que hasta los técnicos más conservadores van encontrando en sus jugadores las razones para modificar sus esquemas.

¿Acomodar el dibujo de acuerdo a los protagonistas o los protagonistas deben acomodarse al dibujo? He allí la cuestión. No es lo mismo tener a Deco como eje, en el caso de Mourinho, que a Cristiano Ronaldo. ¿Cierto? Pues detengámonos a pesar en el Liverpool y cómo mantuvo su misma línea de juego tras caer en el Bernabéu, en Anfield. El 4-0 sin jugadores clave más que un milagro fue la ratificación de una idea. Lo que nos lleva a un nuevo punto: ¿cuánto pesa en un equipo el discurso del entrenador?

El extrovertido Jürgen Klopp es la estrella del momento, pero antes de vencer al Barcelona se le dio el mote de “perdedor”. El alemán tiró del humor antes de la final de la Champions League contra el Tottenham para sacarse los apodos: “Probablemente soy el que tiene el récord del mundo de semifinales ganadas en estas siete temporadas. Su tuviera que escribir un libro sobre eso, nadie lo leería”.

Esta larga introducción sirve para darle un marco referencial a los problemas que enfrenta la selección de Venezuela. Hay decisiones ilógicas de parte del cuerpo técnico, como los amistosos con jugadores que no van a estar en la Copa América; el llamado de Adalberto Peñaranda (con una consecuencia que no podemos medir hoy) y la ausencia de individualidades que podrían darle un plus: Yeferson Soteldo y Rómulo Otero, por ejemplo. Pero, nombres aparte, la mayor preocupación es el pobre rendimiento de la Vinotinto bajo un proceso que comenzó ya hace tres años, en 2016.

Un detalle puntual nos coloca en la delgada línea que separa al error de la rectificación: Roberto Rosales pasó de no ser tomado en cuenta por Dudamel a imprecindible para jugar hasta fuera de su posición natural. Todas esas contradicciones inciden en un equipo que sigue en plena metamorfosis o al menos eso queremos creer.

Los amistoso contra Ecuador y México (al que le faltaron 6 titulares como mínimo) abren las especulaciones. ¿El discurso del técnico no cala en el grupo? ¿Los ejecutores no son los indicados? ¿Los rivales son superiores? ¿Todas las anteriores? Tal vez lo más interesante es que Venezuela tiende a ser competitivo una vez que comienzan los torneos cortos, buen ejemplo fue la selección de Noel Sanvicente en la Copa América 2015. En los procesos largos, como las eliminatorias, la Vinotinto tiende a caludicar.

Las razones para explicar por qué Venezuela tiene problemas para mostrar una continuidad en su juego son largas y requieren de muchos artículos más. Incluso se podría hacer una tesis. Pero independientemente de lo que suceda en la Copa América 2019, la gran pregunta es si en todos los procesos, desde el llamado boom Vinotinto que dirigió Richard Paéz, se ha tenido a los mejores en todos los puestos. Hablo desde la dirección técnica hasta la propia Federación. La lupa debe ponerse sobre los hechos y no sobre las aspiraciones.

La mayoría de técnicos, después de la salida de José Omar Pastoriza, responde a razones populistas: Richard Páez y Noel Sanvicente (reclamados por la prensa y fanáticos) o de disponibilidad y costos: César Farías y Rafael Dudamel. A su vez, estos estrategas han utilizado jugadores que se han tenido que revelar ante los incentivos que ofrecen los directivos o por desavenencia con los propios técnicos (Farías-Sanvicente-Dudamel). A veces, simplemente la incomunicación ha sido el motivo de las rupturas. Son detalles que siguen pendientes en una disciplina cada vez más competitiva.

Venezuela se enfrenta a rivales con jugadores en ligas tops; con procesos bien pagados y rivales que reciben premios acordes a la profesión. En conclusión, mientras los contrarios evolucionan, Venezuela transita un círculo que le impide salir de su subdesarrollo. Coincide esta realidad con el estancamiento del país. Mientras no se rompa esa dinámica, los buenos resultados serán hazañas y la regularidad del juego un simple deseo.


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