Fotografía de LUIS ROBAYO | AFP
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Tras cuatro años sin publicar estadísticas, el Banco Central de Venezuela le puso cifras oficiales a la depresión que sufre la economía. La caída de la producción abarca todos los sectores y al contrastar el tercer trimestre de 2013 (el año previo al comienzo de la recesión) con el tercer trimestre de 2018 (último dato divulgado) el PIB sufre un retroceso de 52%, una magnitud que introduce al país en el ranking de las mayores debacles económicas de las últimas décadas.
De acuerdo con un trabajo de Miguel Ángel Santos, investigador del Centro para el Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard, Venezuela figura en la lista de los diez países que han sufrido la mayor caída del PIB en períodos de cinco años en el lapso 1960-2018, acompañado por Liberia, Georgia, Tayikistán, Azerbaiyán, Libia, Ruanda, Ucrania, Kirguistán y Armenia.
La radiografía oficial evidencia que entre el tercer trimestre de 2013 y el tercer trimestre de 2018 la producción se hunde en áreas medulares para el crecimiento y la creación de nuevos puestos de trabajo: el sector petrolero cae 47,4%, la industria 76,2%, construcción 95% y comercio 79,4%.
Entre las causas que explican el deterioro destaca que a partir de 2004 el gobierno venezolano estatizó cientos de empresas y debilitó la capacidad de producir mediante controles de precios y una batería de regulaciones. Al mismo tiempo, no ahorró durante el período en que el barril se cotizó a niveles récord, no invirtió para aumentar la capacidad del sector petrolero, se endeudó masivamente en divisas y gastó buena parte de los recursos en proyectos que están paralizados o a medio hacer.
En 2014 el mercado internacional consideró que la deuda en dólares había adquirido magnitudes colosales y dio inicio a la recesión cerrando el grifo del financiamiento. Posteriormente, el declive de los precios del petróleo y el descenso en la cantidad de barriles que el país extrae diariamente disminuyeron violentamente el ingreso de dólares, ante lo cual el gobierno recortó drásticamente las importaciones, dejando a las empresas con pocos insumos y materia prima para producir.
La balanza de pagos precisa que entre 2013-2018 el ingreso proveniente de las exportaciones petroleras, que aportan 96% de las divisas que ingresan a Venezuela, cayó 85% y las importaciones se redujeron 74%.
De acuerdo con la investigación de Miguel Ángel Santos el declive de las importaciones tiene connotaciones históricas porque introduce a Venezuela en la lista de los países que han sufrido el mayor descenso en sus compras al exterior en períodos de cinco años en el lapso 1960-2018, junto a Nigeria, Mongolia, Palestina, Libia, Argentina, Sudán, Sierra Leona y Bulgaria.
La inflación
La caída del PIB durante veinte trimestres consecutivos se combina con el mayor incremento de precios en Venezuela desde 1950, muy superior al récord anterior de 103% registrado en 1996 cuando el expresidente Rafael Caldera aplicó un programa de ajuste con el apoyo del Fondo Monetario Internacional.
En 2015 la inflación cerró en 180,9%, al año siguiente escaló hasta 274,4%, en 2017 alcanzó 862,6% y en 2018 se situó en 130.060%.
Técnicamente Venezuela ingresó al túnel de la hiperinflación en diciembre de 2017, según los datos del BCV. Para diagnosticar esta enfermedad la mayoría de los economistas emplea la definición que en 1956 estableció Phillip Cagan: un país sufre hiperinflación cuando la inflación alcanza 50% en un mes y culmina cuando en un período de doce meses no ha habido otro mes de 50%.
Economistas coinciden en que la hiperinflación hizo erupción una vez que la caída de la producción hundió la recaudación de impuestos, generando un enorme déficit en las cuentas públicas que alcanzó 19% del PIB. Ante este enorme desajuste, el gobierno y el Banco Central optaron por crear nuevos bolívares a un ritmo frenético, originando un profundo desbalance entre la oferta y la demanda: más dinero detrás de pocos productos, una combinación que disparó los precios.
El 17 de agosto de 2018 el presidente de la República, Nicolás Maduro, admitió que “nosotros tuvimos que ir a la emisión de dinero para poder respaldar las misiones socialistas, la construcción de viviendas, para poder respaldar el sistema de bonos de los carnets de la patria, para poder respaldar los aumentos bimensuales de salarios, de cesta tickets”.
Las cifras del Banco Central indican que en 2018 el precio de los alimentos y bebidas no alcohólicas, la variable que más impacta a las familias de menos recursos, aumentó en promedio 143.786%, vestido y calzado 86.506%, salud 167.925% y transporte 134.238%.
Las perspectivas
Luis Zambrano Sequín, director del Centro de Investigaciones Económicas de la Universidad Católica Andrés Bello, explica que “con certeza la economía seguirá cayendo en 2019, aunque tal vez a una tasa menor porque ya ha habido una contracción gigantesca y es difícil que algo que se ha contraído tanto continúe haciéndolo al mismo ritmo. Pero el descenso de la producción petrolera, el declive del crédito, la caída de las importaciones, el impacto de las sanciones de Estados Unidos y la inestabilidad política indican que la recesión no se va a detener”.
La información entregada por el gobierno a la OPEP indica que en abril de este año la producción petrolera se ubicó en 1,03 millones de barriles diarios, lo que se traduce en un descenso de 31% respecto a abril de 2018 y todo apunta a que podría seguir reduciéndose durante el segundo semestre de 2019.
Efraín Velásquez, presidente del Consejo de Economía Nacional indica que “sin ninguna duda la economía seguirá cayendo este año porque a los problemas existentes se añade que la producción sufre por las fallas de energía eléctrica, de gas y de agua, esto ya es evidente en el occidente del país que prácticamente está paralizado. A esto se agrega el declive de la producción petrolera”.
El informe Consensus Forecast de LatinFocus indica que JP Morgan proyecta que la economía venezolana retrocederá este año 10%, Barclays Capital 21% y Goldman Sachs 25%.
De acuerdo con el Banco Central en marzo de este año la inflación registró un salto de 34,8% y en abril de 33,8%. ¿Es posible que el país salga de la zona de hiperinflación?
Luis Zambrano Sequín explica que la inflación se ha desacelerado porque el Banco Central ha disminuido la creación de dinero en virtud de que el gobierno ha recortado el gasto en términos reales y la caída de la actividad económica ha golpeado con fuerza a las empresas del sector público.
Además, el gobierno aumentó hasta niveles récord la porción de los depósitos que los bancos no pueden prestar y deben inmovilizar a manera de reserva, desencadenando un recorte del crédito para la compra de divisas que ha contenido la escalada del dólar.
“Es una política fiscal y monetaria contractiva, la pregunta es hasta dónde podrá mantenerse en virtud de que agrava la recesión”, dice Luis Zambrano Sequín.
Efraín Velásquez considera que “al día de hoy no hay señales de que el gobierno piense disminuir la contracción del crédito, por lo tanto, es posible que continúen las tasas de inflación por debajo de 50% al mes, pero a un costo muy alto porque el recorte del financiamiento aumenta la caída de la producción en las empresas y complica a la banca”.
Víctor Salmerón
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