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Diario literario 2023, septiembre (parte IV): Voltaire & Pascal, Ajmadulina, equinoccio de otoño, divorcio post-moderno, Thao Nguyen
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Milán, domingo 17 de septiembre de 2023
Voltaire & Pascal
Pocos espíritus más antípodas que el de estos dos pensadores. Tanto como lo fueron el Barroco y la Ilustración. Pascal es producto del fracaso de las utopías renacimentales que ensombreció la conciencia europea durante un siglo largo. Toda la crisis había comenzado con el cuestionamiento a la autoridad papal por parte de un brillante y astuto monje alemán que, para sorpresa de los afectados, se extendería, como un incendio forestal, por el dilatado norte de Europa. Lutero es el hombre más influyente de los tiempos modernos, con Newton y algunos otros. Gracias a sus ideas, Europa quedaría, para siempre, dividida de manera irreconciliable. Su cruzada ideológica dio al traste con un continente unido, durante mil años, por la religión. A la fractura de esta unidad siguió una larga etapa, un mega-período, como diría Panofsky, de costosas guerras religiosas, melancolías colectivas, inestabilidad emocional, arte sombrío y poesía oscura. Para producir estos cambios, Lutero contó con la inconsciente ayuda del príncipe encargado de sostener la frágil unidad religiosa europea. En efecto, cuando Carlos V, en el aciago mes de mayo de 1527, manda su poderoso ejército contra el papa, produjo una confusión e inseguridad solo comparable a la vivida durante el apocalíptico año mil. Y en el Apocalipsis pensaron no pocos europeos cuando se enteraron de que el más católico de los monarcas, el emperador Carlos V, había sitiado al papa Clemente VII, reduciéndolo a la condición de prófugo. Fin de mundo. Una ocurrencia que estimulaba el desastroso saqueo al cual fue sometida la ciudad de Pedro. Más tarde, Carlos se disculpará con Clemente, pero el mal estaba hecho. La utopía renacimental había llegado a su fin. La confianza en las capacidades del ser humano se había perdido. Lo que siguió fueron tiempos de miseria y melancolía. Pascal iba a ser una de las grandes expresiones de esta crisis espiritual. Lo mismo que los grandes espíritus de la época, Borromini, Velázquez, Ribera, Zurbarán, Hobbes, Góngora, Donne, Milton, Racine, Bernini, Quevedo, Cervantes, Calderón, Burton y muchos otros. Todos representantes de esa crítica del Renacimiento que llamamos Barroco. El hombre del Barroco es un ser desesperado, marginal, confundido, melancólico, pre-suicida o suicida (Rosso Fiorentino, Borromini). Habitantes de un mundo al revés en pleno Siglo de Hierro. Sobre esta aparente ausencia de Dios reflexionará un Pascal más cerca de los protestantes de lo que hubiesen querido las autoridades de Roma. Voltaire es la más clara expresión del cuestionamiento a este prolongado malestar. Con él se inaugura el Siglo de las Luces, enfrentado a las oscuridades del siglo anterior, el Siglo de Hierro, como lo conocía Cervantes. Al comentario de algunos Pensamientos de Pascal, la más difundida de sus obras, dedicó Voltaire interesantes comentarios. Un par de líneas:
En términos generales creo que el ánimo con el cual M. Pascal escribió sus Pensamientos era el de mostrar al ser humano de una manera lamentable. Insiste en presentarnos a todos como malvados e infelices. Escribe contra la naturaleza humana más o menos como escribía contra los jesuitas. Imputa a la esencia de nuestra naturaleza lo que no es propio sino de algunos hombres. Con elocuencia injuria nuestro género. Yo me atrevo a tomar partido por la humanidad en contra de la opinión de este sublime misántropo. Puedo asegurar que no somos no tan malvados ni tan miserables como él dice”.
Por desgracia, Pascal no estaba vivo para contestarle. Quien sí estaba vivo, porque era su estricto contemporáneo, era John Locke, quien no creo que haya tenido la oportunidad de leer al francés. Por lo demás, Voltaire no dejó de reconocer el genio de su compatriota. En su opinión, las Cartas provinciales era uno de los mejores libros de la prosa francesa.
Milán, lunes 18 de septiembre de 2023
Días indecisos
Hegel.Cusk
De la Biblioteca Central me llegan dos libros que había solicitado. La celebrada biografía que Jürgen Kaube le dedicó a Hegel, El mundo de Hegel. Y Outline (A contraluz en la versión castellana), el primero de la reconocida trilogía que Rachel Cusk publicó entre 2014 y 2018. Tengo la impresión de que voy a disfrutarlo más que su reciente La segunda casa. Desde las primeras páginas, impresiona la ágil claridad de su prosa, a la que le siento algo de tobogán, una vez que comienzas no te puedes detener ni devolverte. Por el contrario, la biografía de Kaube, como con todo lo de Hegel, se trata de una empinada escalera que exige avanzar de peldaño en peldaño. Su estilo es el de “todo tiene que ver con todo” que, en el caso del pensador alemán, se justifica plenamente. Su Fenomenología del espíritu es la gran escalera en caracol en el cual la conciencia avanza, en su afán de conocimiento, desde la elemental sensación hasta las más elaboradas concepciones del arte, la religión y el estado. En todo caso, lecturas que se complementan para comenzar este otoño de 2023, que me encuentra, como en los últimos tres años, “en tránsito” indefinido. Mi exilio, más bien destierro, es de una provisionalidad con inquietante vocación de permanencia.
Milán, martes 19 de septiembre de 2023
En su indecisión, el clima nos ha prodigado hoy un cielo de altísimos azules y una luz con aspiraciones alpinas. Me hizo recordar los cielos otoñales de Nuevo York en este momento de especial excitación en esa ciudad después del comienzo de la temporada de ópera y de las muestras en los grandes museos. La ciudad ideal para estar en estos días. Bien, un cielo como esos es el que hemos disfrutado hoy. Lo celebro con una botella de mi buen amigo Ives Confuron-Cotetidot. responsable, con su viejo padre Jackie, de algunos de los mejores vinos de la querida Borgoña, a la cual llevo más de treinta años visitando una o dos veces al año. Recuerdo que el estupendo diarista Julio Ramón Ribeyro no dejaba escapar ocasión para consignar su admiración por los caldos de Burdeos. Lo mismo siento yo por los de Borgoña. Dejé hace muchos años atrás mi afición por los vinos bordeleses.
Bela Ajmadulina
La primera vez que leí poemas de Ajmadulina fue hacia 1972, cuando, dirigiendo la revista Poesía, me interesaba en la joven lírica rusa, que leía en las traducciones al inglés publicadas en la formidable Russian Litterature Triquarterly. Ajmadulina era conocida por ser la esposa de Eugevni Evstuchenko, célebre en todo el mundo. Con mi ingreso a la cátedra de literatura de la UCV, ya no me ocuparía, como antes, de los rusos, dedicado como estaba al estudio exhaustivo y algunas veces traducción de las treinta y ocho piezas de Shakespeare, asunto central del programa. Ahora, he regresado a Ajmadulina, después de la lectura de Elena Svarcs, aunque pertenecen a generaciones distintas. Bela (Isabella) nació en 1937 y murió en 2010. Elena también murió en ese infausto 2010, pero había nacido en 1948. De Ajmadulina es este poema que he traducido de la versión inglesa de la esmerada Elaine Feinstein.
NOCHE
Con el amanecer, la oscuridad, en tres puntos,
se hace más profunda, y todavía mi mano,
a través del denso aire, no tiene la fuerza
para alcanzar la blancura del papel.
Por alguna razón, no puedo con
mi sentido de la limitación. Debo evitar
que mi mano vuelva a escribir esas frases
lamentables que una vez fueran motivo de alegría.
La oscuridad tiene muchos significados.
No es difícil confundir la euforia de la medianoche,
con una cabeza excitada por la cafeína
para estimular la inteligencia.
Aunque es cierto que no he dañado por completo
mi cerebro con dementes insomnios,
he llegado a entender que la excitación
no tiene sentido ni agudiza el talento.
Traducir cansa, hubiese dicho Pavese. Dejo el poema de Ajmadulina para terminarlo mañana. Después de las siete de la noche, entro en una etapa de rendimiento decreciente.
Milán, miércoles 20 de septiembre de 2023
Un día pesado el de hoy, el último del verano oficial 2023, antes del equinoccio de otoño de mañana. En Munich, en un día claro, según noticias de Constanza, ya se dio inicio al Oktoberfest. Lo celebro leyendo a Hegel, tal vez no la manera más divertida de hacerlo, y dificulto que este suabo haya participado en uno de estos festivales. Demasiado ocupado traduciendo Antígona del alemán al griego (sic). Lo que leo de Hegel, con las limitaciones de haber dejado mis libros en Venezuela, son sus comentarios sobre la Ilustración, en especial los consignados en su Fenomenología del espíritu, oscuros y luminosos.
Ajmadulina (2)
Leo las primeras líneas de una traducción de “Noche” al castellano. Ese es el insalvable inconveniente de re-traducir, que no estoy seguro qué fue lo que en realidad dijo la autora. Con el debido respeto, confío más en la versión de una especialista con toda la experiencia, como Elaine Feinsein, que en la de cualquier traductor al español. ¿Porqué lo hago? Porque me impresionó este texto escrito en 1965; porque admiro a la autora desde hace muchos años; porque no quiero que se me olvide. Y porque quiero que los eventuales, y pocos, lectores de mi diario compartan el placer de la gran poesía. Estas son la siguientes siete estrofas del poema:
Sería un pecado ignorar esa miseria. Pero
la tentación es dulce. Qué gesto tan pequeño
e inocente: destruir la noche anónima
y llamar las cosas por sus verdaderos nombres.
Aun cuando trato de mantener quietas mis manos,
todos los objetos juegan conmigo, y muestran
su verdadera belleza. Con cada movimiento
estoy invitada a rendir homenaje
a todos, convencida de mi amor,
cuya pequeña voz crece y suplica
para que su alma sea celebrada en el poema,
para lo cual es necesaria mi voz.
Y quiero agradecerle a la luz de la vela,
y darla a conocer por todas partes,
quisiera escribir infinitos versos que fueran
cual caricias. Sin embargo, permanezco muda.
Bajo esta insensible tortura, qué dolor
no poder confesar, incluso con una palabra,
el esplendor de todo lo que mi amor observa
en la oscuridad con ojos severos.
¿Porqué tendría que avergonzarme? ¿No soy
libre, en una casa vacía, en el flujo de la nieve,
de escribir, aunque sea precariamente?
Mencionar la casa, la nieve y la ventana azul.
Una hoja de papel es indefensa: ruego a Dios
para que me conceda modestia. Me siento
frente a esta clara e ingenua llama
que ilumina mi rostro mientras flota hacia el sueño.
La imagen es atemporal. La del poeta frente a la página en blanco, en mitad de la noche, buscando la palabra que viole la blancura de la página. Ajmadulina escribe sobre el acto de escribir. Se ve y se canta a sí misma, frustrada al principio y luego entregada al llamado del sueño, fuente original de la imagen poética. Para muchos, entre los cuales me cuento, Ajmadulina es el quinto poeta de la gran tradición de la lírica rusa de siglo XX. Los otros: Ajmatova, Pasternack, Mandelstam y Svetaeva.
Milán, jueves 21 de septiembre de 2023
Equinoccio
Oficialmente quedó atrás, y para siempre, como todo en esta vida maula, el verano de 2023. A pesar del calor, estuvo lleno de gratas experiencia procuradas por Constanza y Alessandro, y los amigos a los cuales me acerqué o se acercaron. Cantidad de buenas lecturas y films, especialmente los que leí o pude ver durante las dos semanas de mi Verano Japonés. No escribí más de lo que tenía que escribir y me siento contento de haber podido cumplir con mis diarios como un zapatero se siente con sus zapatos Conocí lugares como Palma de Mallorca, y regresé a otros muy amados como Provenza, donde descubrí algunos bellos vinos de la apelación. De ser un creyente serio, ya le hubiese encargado un Te Deum a los curas de Santa Rita, parroquia a la cual pertenezco.
Cusk y el divorcio post-moderno
Una de las pocas instituciones que no ha podido desacralizar el cinismo de la post-modernidad es el divorcio. Los mejores autores de la narrativa neo-confesional lo han escogido como uno de sus asuntos. Emmanuel Carrère, Annie Ernaux, Martin Amis, Ilaria Tutti son apenas algunos. Y también Rachel Cusk, al menos en las dos de sus novelas que conozco. En la más reciente, La segunda casa, la protagonista es una divorciada que, aun sin extenderse en su divorcio, lo tiene siempre presente. Cusk se dio a conocer efectivamente por el libro que escribió, de la manera más impúdica (ser impúdico es ser post-moderno), sobre su divorcio. En Outiline, la novela de 2004 que estoy por terminar, uno de los personajes en los cuales se detiene más la narradora, es un héroe de la institución con tres divorcios. Durante el siglo XX, los únicos que se divorciaban eran los actores y actrices de Hollywood. Nos enterábamos de sus separaciones, juicios, costos, pensiones, demandas por “incompatibilidad de caracteres”, y de todo lo demás. En nuestro tiempo vil, son los escritores los que suministran el material a las revistas especializadas. La esposa de Carrère lo demandó por chismoso. El esposo de la Cusk le pidió una mensualidad, que no sabemos si se la dio. Y así.
Pero la Cusk no es una buena escritora porque nos hable de su divorcio y de los ajenos, al fin y al cabo, con poca convicción, ha declarado que el asunto para ella es lo de menos. Lo cual en parte, al menos, es verdad. Porque siempre propone algo de novedad formal en sus libros. Aunque “siempre” no es más que una exageración pedagógica. Apenas me he leído un par de sus novelas, como he dicho. En La segunda casa, la narradora, siempre la misma Cusk más o menos disimulada, le cuenta al poeta Robbinson Jeffers, todo lo que acontece, aun cuando Jeffers estaba muerto desde hacía años. Una suerte de novela epistolar con una sola y dilatada misiva. Un recurso con poco de brillante y menos de necesario. Más interesante la forma de Ouline. En efecto, en este caso la novela la integran diez narraciones, en apariencia independiente, protagonizada por personajes aislados pero que no son ajenos la acción central. Que es la vida de la protagonista. A pesar de todos los virtuosismos, la regla de oro de la novela sigue inalterable desde sus orígenes. Un gran novelista es aquel que logra lo casi imposible: crear un personaje que quede en la memoria de los hombres. Algunos, sin tener que mencionar al de Cervantes: Tom Jones, Molly Flanders, Werther, Julian Sorel, Raskolnikov, Natasha, Cesar Biroteau, Madame Bovary, Nana, Onegin, Anna Karenina, Gatopardo, Bel Ami, Leopold Bloom, Mrs. Dalloway, Trotta, Zorba, Doña Bárbara, Quentin Compson, y varios otros. En Outline lo mejor es el personajes que encuentra la protagonista en su vuelo de Londres a Atenas. El héroe casi, protagonista de tres alambicados y arruinadores divorcios.
Milán, viernes 22 de septiembre 2023
Primer día en serio de otoño, con sus gratas temperaturas casi frías, sus lluvias y su dulce melancolía. Sólo nos quedan tres meses del 2023, atrás dejamos los otro nueve que nos fueron donados graciosamente por los inmortales.
Thao Nguyen Phan
Vietnam es una palabra con especiales resonancias para mi generación (’68). Nos hicimos hombres y mujeres protestando contra una guerra en un país del cual nunca habíamos oído hablar. Vietnam fue nuestra guerra, como Indochina o Corea había sido para otros. Descubrimos la maldad del poder con la hipocresía de los norteamericanos en aquel conflicto. De ahora en adelante nada de lo que hicieran podía sorprendernos (Guatemala, Panamá, Camboya, Irak, Afganistán, Libia, Grenada). Perdimos la inocencia ante la imagen de unos monjes budistas ardiendo en plena calle, o la de un oficial pro-norteamericano disparando en la sien a un soldado del Vietcong o la de aquella niña desnuda huyendo del Napalm que cargaba en sus propias frágiles espaldas. La asimetría nos hizo perder la confianza en cualquier utopía. Cuarenta mil muertos norteamericanos valían lo mismo que el millón de vietnamitas asesinados en la defensa del país. Aquello que decían los existencialistas era verdad. La vida es absurda. Después de salir con las tablas en la cabeza, las autoridades de Washington descubrieron que aquel remoto país de la remota Indochina no era ninguna amenaza para la seguridad nacional. Desde entonces, por lo menos en mi caso, me ha interesado la literatura y el arte de Vietnam de manera especial. Me afecta de manera especial. Algo que he confirmado con la muestra que el activo Hangar Biccoca de esta ciudad ha dedicado a la talentosa Thao Nguyen Phan, quien de una manera formalmente menos radical que su compatriota y contemporáneo Danh Vo (1975), prolonga la insistencia de expresar las singularidades, grandezas y miserias de su legendario país.
La soberbia de Alfonso X de España según J.A. Navarrete
Tan soberbio en su saber como queriendo enmendarle la plana a Dios en la fábrica de las obras de la naturaleza, se dejó esta proposición: que si se hubiera hallado presente a la Divina Majestad en la creación de las cosas, le hubiera sugerido mejores ideas en el modelo de ellas y mejores instrumentos en el magisterio, y que si él las hubiera hecho algunas hubiera hecho mejores. Con vergüenza de la pluma se debe escribir esto por ser cosa de Rey de España, en cuyo cetro jamás ha caído cosa contra la Fe Católica, y que es un reino que es cetro y ejemplo de la fe, pero fue castigado con rayos y centellas que quemaron el palacio, se arrepintió y pidió perdón de su blasfemia. (Arca de Letras y Teatro Universal Tomo 1)
Alejandro Oliveros
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