Diario Literario

Diario literario 2023, mayo (partes II y III): las grandes ciudades, el “Carnaval” de Michelangeli, mi casa-Penélope, diarios de Brigitte, Cézanne en Valencia

27/05/2023

Sarría, Caracas. Fotografía de Alex Lanz | Flickr

Milán, martes 16 de mayo de 2023

Las grandes ciudades

En las grandes ciudades todo es excitante, hasta la contaminación del aire que se respira. Vengo de familias propiamente extraurbanas, de Nirgua y Puerto Cabello, cuando la primera era poco más que una aldea, y la segunda una importante pero no extendida localidad porteña; que fuera visitada, entre otros, por Joseph Conrad. Cuando nací, en Valencia, Venezuela, a mediados del siglo pasado, era llamada ciudad de manera casi piadosa. Los grandes trenes que la servían no propiciaron un crecimiento importante. Desde muy niño me sentí fascinado por una Caracas en plena incorporación a una definitiva modernidad. Los últimos años de la quinta década del siglo XX fueron alucinantes. Disfrutaba las breves estancias en el apartamento de la abuela en Sarría, y bajaba caminando hasta la avenida Andrés Bello donde funcionaba, VAN, una de las dos tiendas por departamento recién abiertas en la ciudad. La otra era SEARS, pero estaba muy lejos para llegar caminando. Me sentía fascinado por la cantidad de gente en la calle, los magníficos carros último modelo, los grandes cines. Todo me gustaba, hasta la soledad, porque no conocía nadie. Y me acompañaba con una magnífica colección de Selecciones de una de mis tías, que incluía la publicadas durante la guerra de Corea, llenas de relatos de aventuras militares donde los inquietantes comunistas siempre eran vencidos. Disfrutaba cada minuto. Siempre quise vivir en una gran ciudad. Sin embargo, como se sabe, no siempre la fortuna nos permite superar las contradicciones entre la realidad y el deseo. A lo más que llegué fue a distribuir la semana entre Caracas y Valencia, que era como no estar ni en Caracas ni en Valencia. Ahora, de la manera más inesperada, el fato me ha traído a residir en esta ciudad desde hace casi tres años y no sé, aunque lo presiento, por cuantos años más. Milán es una gran ciudad y lo es desde hace mucho tiempo. Con todas las ambigüedades de una gran ciudad. Y algunas ventajas envidiables. Como las bibliotecas.

La de Milán, como la de París, y demás capitales europeas, pone a mi alcance, a través de la sede que me corresponde, todos los títulos que van apareciendo en las librerías. La espera puede ser de días pero una semana máximo. Y el préstamo, renovable, es por un mes. Lo mismo con las grabaciones de música clásica. En este momento tengo en mi mesa de trabajo: Vi averto che vivo per l’ultima volta, el interesante libro sobre Ajmatova del profesor Paolo Nori, y dos poemarios del joven bardo vietnamita Ocean Vuong en ediciones bilingüe: Cielo nocturno con herida de salida y El tiempo es una madre. Nada, en verdad, como las grandes ciudades.

Arturo Benedetti Michelangeli. Fotografía de Mondadori Publishers | Wikimedia

Milán, miércoles 17 de mayo de 2023 

El carnaval de Michelangeli

En esta mañana fría y gris de primavera, recibo un inesperado resplandor, una cascada de bendita luz, con Arturo Benedetti Michelangeli interpretando el Carnaval schumanniano. No creo haber escuchado antes esta ejecución porque no la habría olvidado. El Carnaval es una pieza que guardo cuidadosamente en mi corazón. El maestro italiano la interpreta como un joyero de Amberes. Cada nota para Michelangeli, cada nota, es considerada por separado. Puesta en la palma de la mano, luego puesta al trasluz para corroborar su brillo, y saber cómo armoniza con las demás piedras en esta corona llena de dramática belleza que es la pieza del malogrado Schumann. Nunca había tenido esta experiencia. O casi nunca, también Arrau con las ultimas sonatas de Beethoven hace algo así. Pero lo que en el chileno es la excusa para una reflexión, aquí es una ocasión para demostrar el amor del intérprete por este dolido Carnaval (todo carnaval al fin y al cabo es una mueca que puede ser trágica como el Orfeo brasileño). Cada nota del Carnaval de Michelangeli, podría ser escuchada y admirada aparte, como las piedras de la corona de nuestro joyero amigo de Amberes, y no es poca la gratificación. Pero una corona es mucho más que la suma de sus partes. Y eso lo sabe el italiano, que hace de cada piedra una consecuencia y una justificación de la anterior. Se llena uno de orgullo al pertenecer a una raza que, además de guerras sangrientas y dictaduras crueles, es capaz de producir hombres como Benedetti, joyero oficial del Carnaval de mi amado Schumaann. Al final, la interpretación de la partitura nos deja la sensación, cuando la recordamos, de estar observando una fuente de luz que ilumina el cielo como un mirlo con su amoroso canto. Esta sigue siendo una mañana fría y gris de primavera convertida en experiencia dorada y azul por el genio de Michelangeli.

Milán, sábado 20 de mayo de 2023 

Casa-Penélope

La circunstancia ingrata de vivir fuera del país natal por un tiempo indeterminado, provoca una cantidad de experiencias nuevas, pocas veces gratas. Es lo que me ha producido la rápida revisión de un video enviado por la vecina del apartamento donde vivo en Caracas. Después de casi tres años, todo se ve igual, como demasiado igual, diría yo. Los pisos de madera pulidos, los muebles, la cama, las obras de arte (Abreu, Zabaleta, Heiter, Lam, Golding, Abend, Borges, La Madriz); los libros, no muchos, y la bella y vieja Leica M3 que perteneció a mi padre. No obstante, lo que ha debido ser satisfactorio, se me hizo intolerable y deje de verlo. Faltaba lo esencial para que una casa sea una casa. No otra cosa que sus habitantes. Ahí está ella, en Caracas, y yo aquí, en Milán. No sé por qué pensé en Itaca y su Penélope. Y así sentí mi casa, como una Penélope convencida del regreso de su Ulises. Más convencida que yo, incluso. No me consuela pensar que al griego le tomó diez años el regreso. Si es mi caso, y confío que no lo sea, tendría que esperar todavía siete años para regresar con mis blancos huesos a la casa-Penélope.

Brigitte Reimann. Fotografía de Transit Books

Milán, domingo 21 de mayo de 2023

Los diarios de Brigitte

De manera desordenada (como deben leerse los diarios, incluso el tan preparado de André Gide), sigo leyendo el diario de la querida Brigitte Reimann. Con una prosa que no tiene nada de la cristalina perfección de Ingeborg Bachmann ni la racionalidad de Christa Wolf, pero que perfeccionó hasta convertirla en un admirable instrumento expresivo, la Reimann nos cuenta situaciones desgarradores, como la temprana aparición del cáncer que acabará con su vida a los 39 años. Más afortunadas, en un sentido, como sus plurales experiencias amorosas

o sus encuentros con colegas de la RDA. No obstante, lo más dramático son sus relaciones con el gobierno comunista de su país. Convencida de las posibilidades de un nuevo socialismo humanista que superara la tóxica deshumanización stalinista, padece de manera profunda, y reconozco allí una de las causas de la implacable evolución de su CA, el boicot de las autoridades al proyecto humanista. Como la mayoría de los intelectuales más lúcidos de su país, incluyendo a Christa Wolf, creía seriamente en que era cuestión de tiempo la inevitable transformación. Con todas sus limitaciones y excesos, todavía les parecía que la tercera vía era la más adecuada; ni el comunismo estalinista y post-estalinista, ni el capitalismo salvaje de Occidente. La ceguera política es un mal universal-

Milán, martes 23 de mayo de 2023

Descuidada la publicación semanal de estos diarios por la más banal de las razones: preparativo para optar a la licencia italiana para manejar. Hasta ahora bien.

«La Madeleine». 1869. Cézanne.

El espíritu protestante de Cézanne (1)

“Con Monsieur Cézanne hablábamos muy poco. A veces se detenía aquí a tomarse un pastis antes o después de visitar a su madre, quien vivía a pocas cuadras de aquí. Nunca lo vimos con su esposa. además, no iba a misa”. Estas afirmaciones son del primer propietario de La Brasserie, y forman parte de una entrevista que le hiciera un periodista de La Revue Blanche para el homenaje que la respetada publicación le rindió al artista a un año de su muerte. La indiferencia religiosa del Cezzane tardío, en su sentido más convencional, contrasta con la del joven artista, a quien le debemos dos de las pinturas religiosas más conmovedoras del impresionismo. Me refiero, claro, a los dos frescos para la casa paterna en Jas de Buffan. Ambas, terminadas hacia 1869, refieren dos de los episodios más enigmáticos de la enigmática vida de Cristo: “Magdalena” y “Cristo en el Limbo”. Realizadas en el estilo barroquista de su pintura de estos años. El fresco sobre Magdalena es una “imitación”, de la pintura del mismo tema de Domenico Feti, que Cézanne conoció en el Louvre.  La joven pecadora es despojada aquí de toda sensualidad, ni semidesnuda ni desnuda. Fuertemente arropada en una pesada blusa blanca y una maciza falda azul. No es improbable que haya sido modelada en base a la anatomía masculina. La imagen quiere ser puro “dolor”, que es su nombre alternativo, y recuerda más a Guercino que a Tiziano. Magdalena tiene una larga tradición en Provenza, donde se conservan algunos e sus restos. Para su “Cristo en el Limbo”, por otra parte, Cézanne imitaría, a Sebastiano del Piombo, autor de una tela  sobte el tema co también en el Louvre.  Con el mismo estilo, pero con una paleta menos tenebrosa, representa a Cristo en su descenso a los infiernos, donde se encontraría con una serie de protagonistas bíblicos, entre ellos unos envejecidos Adán y Eva. Esta inclinación de Cézanne por los temas de la leyenda cristiana me llevan a pensar que, en esos años de su juventud era asiduo a los oficios dominicales. Seguramente en la catedral de San Salvador, cuya primera piedra fuera colocada por María Magdalena, llegada de Palestina en compañía San Maximino.

«Madame Cézanne en bleu». 1890. Paul Cézanne.

Milán, miércoles 24 de mayo de 2023 

El espíritu protestante de Cézanne (2)

“Dicen que Monsieur Cézanne se tomaba su patisse aquí, antes de ir a visitar a su madre. Algo que hizo todos los días hasta la muerte de ella”. Ahora, más de cien años después de la entrevista de La Revue Blanche con el propietario de la La Brasserie, escuchamos al nuevo propietario hablando de Cézanne con afecto y respeto. Hemos venido a Aix-en-Provence a celebrar el cumpleaños de Constanza. No se refirió, ni le pregunté, a la asistencia del pintor a los oficios dominicales en la iglesia de San Salvador. De regreso al hotel, seguimos la ruta que tomaba el artista para visitar a su madre, en uno de los sectores más antiguos de la ciudad. La pérdida de la fe religiosa de Cézanne coincide con su experiencia parisina. Paris, en los días de Napoleón III, era la ciudad menos religiosa del mundo, como lo había sido, medio siglo antes, en los tiempos de su tío, Napoleón I. Sin el consuelo religioso, la vida de Cezanne sería la más solitaria, después del trágico fracaso de sus relaciones amorosas. E decenas de oportunidades retrató a su esposa, Hortense, y en ninguno una pincelada de afecto, mucho menos de amor o pasión. Ella está allí como una de sus manzanas, fijas, pesadas, dependientes, secretas, brillantes si se quiere, pero pocas veces apetitosa y siempre desalmadas. Una versión puritana de un cuerpo como el de Hortense, cuya sensualidad se destaca en la obra de otros artistas que también la tuvieron de modelo. Al día siguiente realizamos la visita ritual al estudio del maestro, el último de sus sitios de trabajo a pocos kilómetros del centro de Aix.

Hannah Arendt. Fotografía de Bleucher Literary Trust | bswise | Flickr

Hanna Arendt y los espacios de discusión

En su irregular libro sobre Ajmatova, el profesor Paolo Nori refiere que después de haber sido invitado por la Universidad Bocconi, una de las más prestigiosas universidades privadas de Italia, para dictar un curso sobre Dostoievsky, recibió, de manera abrupta, una carta de la oficina del rector donde se le comunicaba la cancelación del compromiso. La razón: “Dostoievsky es ruso y eso puede propiciar inconvenientes”. La actitud de las autoridades de la Bocconi, una institución seria y respetable, es de un inquietante fascismo. Recuerdo que Hanna Arendt insistía en que, sin espacios para la discusión pública, la democracia no es posible y, en su lugar, se produce el totalitarismo. Que fue lo que ocurrió en Venezuela, cuyas autoridades, sin proclamarse abiertamente fascistas, propiciaron el colapso de teatros, museos, galerías, teatros, periódicos, emisoras de radio, estaciones de televisión y, al final, las universidades. Cualquier apertura democrática por parte del gobierno del país suramericano, tiene que comenzar con la reapertura de los espacios discusión. Esta debe ser una actitud sine qua non. ¿Cómo pensar en elecciones cuando no hay espacios para discutir sobre las bondades o vicios de los candidatos? Los medios “clandestinos” de discusión (redes sociales), aparte de perversos (sujetos a todo tipo de manipulaciones) son una negación de la democracia. De allí el interés de los líderes del neo-totalitarismo como Donald Trump, Elon Musk o Vladimir Putin por estos medios.

Autorretrato. 1882. Paul Cézanne.

Milán, jueves 25 de mayo de 2023 

Paul Cézanne en valencia

Paul Cézanne está conmigo en Valencia, Venezuela,

y lo llevo a la iglesia donde hice la primera comunión.

A mí también se me quemaron las manos esa mañana,

una derretida profecía de los dones y desvelos de eros.

Después de la caminata por las calles de mi infancia, 

ebrias de guanábanas inmorales y guacamayas espasmódicas,

tomo el bus de la línea Cultura, para llevar a Cézanne hasta la Catedral.

Una visita obligada a la exquisita patrona, la Virgen del Socorro,

la procuradora de todos los bienes y mi guardiana contra el mal.

En realidad, es una mater dolorosa, la única virgen de verdad.

Yo una vez pinté una dolorosa, pero no era una virgen,

una Magdalena, maciza y provenzal. 

A ella, le debemos la construcción de la catedral

de Aix. Murió allí, y fue enterrada cerca del mar.

Antes de volver a la calle, le recito unos versos

escritos en un tórrido mediodía bipolar:

 

Este rostro, conmovido y amoroso,

lo vi por primera vez hace muchos años.

Su claridad en la catedral de Valencia,

aseguraba nuestra vida en otro mundo.

Llena de lágrimas, valle de lágrimas,

¿cómo entender este dolor y tristeza

en la madre de Jesús, hijo del Padre?

El asombro nunca me ha abandonado.

En una tarde calurosa de mayo,

sueño que apartas la oscura capa

y me acompañas hacia la sombra

rumorosa de los cedros en la plaza.

Nadie, ha creído tanto en tus historias

ni ha sido tan feliz en tu gloria.

 

Ahora, vamos a tomar algo y a brindar, esta hora es la más amena

para un pastis, la hora preferida de la Magdalena buena.

La otra, la dejé en su casa, sentada frente a un espejo desteñido.

No sería un pastis, sino varios los anisados compartidos

con el maestro de manzanas, silencios y calaveras,

en La Seine, el único restaurant francés de Valencia.

Al anochecer, llevo a Cézanne al burdel en las afueras,

de la ciudad, el Tabarín de mi primera visita a una casa ajena,

cuya dueña me dejó entrar sin tocar la puerta.

 No es muy distinto a los burdeles de mi época en París,

después de un par de vistas, nunca más volví.

De la iglesia de infancia al lupanar de mi adolescencia.

Es de noche,Cézanne tiene sueño; lo envuelvo en mi pañuelo,

y lo meto en la cajita donde lo mantengo en secreto.

 

Milán, viernes 26 de mayo de 2023 

Spring and all

Finalmente, un día íntegro de primavera. Todos sus atributos en una jornada particular. Algo más bien raro en un año signado por alarmantes índices pluviométricos. La dulce luz, las gratas temperaturas, el aroma de tantas flores y el canto sostenido de los pájaros cantando el amor y sus urgencias. En días así, tan raros en la vida de los hombres, uno no perdona la arrogancia de los primeros padres quienes negociaron el Paraíso por la ilusión de crear una Inteligencia Artificial. Ahora, después de dejar en el camino la posibilidad de ser felices, estamos en vías de perder incluso la posibilidad de ser.

Ocean Voung. Fotografía de Slowking4 | Wikimedia

Ocean Vuong

En otras entradas de estos diarios he referido, y publicado, algunos textos de Ocean Vuong (Hanoi 1988, en los Estados Unidos desde 1900). “Teoría de la nieve”, es uno de los poemas de su último libro, El tiempo es una madre, cuya traducción he intentado:

 

TEORÍA DE LA NIEVE

 

Este es el mejor de los días

No he matado nada desde 2006

Afuera la oscuridad empapada como un recién

nacido. He manoseado el libro e inmediatamente

pensé en la masturbación. De qué otra manera

podemos volver a nosotros mismos

si no es doblando la punta de la página donde hay algo bueno

Otro país ardiendo en la TV

Lo que tendremos será siempre algo que perdimos

En la nieve la seca silueta de mi madre,

prométeme que no volverás a desaparecer, dije

Yacía allí, pensado por un tiempo en lo mismo

Una por una las casas apagaron la luz

Me acosté a su lado, para que fuera real

Juntos hicimos un ángel

Parecía algo destruido en la tormenta

Desde entonces no he matado nada.


ARTÍCULOS MÁS RECIENTES DEL AUTOR

Suscríbete al boletín

No te pierdas la información más importante de PRODAVINCI en tu buzón de correo