Literatura

Diario literario 2023, mayo (parte IV): otros poemas de Ocean Vuong; Pentecostés; Jaffé-Jung

03/06/2023

Ocean Vuong. Fotografía de slowking4 | Wikipedia

Milán, sábado 27 de mayo de 2023

Ocean Vuong

No sé si de Ocean Vuong, el poeta norteamericano nacido en Vietnam en 1988 y, en los últimos años, consentido por la crítica y las grandes fundaciones norteamericanas, mortificadas por el complejo de culpa, existen libros en castellano. Recuerdo haber leído algunas ajustadas traducciones en “El cuervo”, la interesante página on line de la revista Poesía, realizadas por Beverly Pérez-Rego. En el comentario que las acompaña, Beverly escribió: “La poesía de Ocean Vuong irrumpe en una creciente ola de innovación de la lírica estadounidense, alimentada por las voces de las minorías. Desde la otredad del migrante queer hasta la asimilación al sueño americano. Como el primero de su familia en aprender el inglés, Vuong trabaja en la luz y no en las sombras… Su precocidad no excluye una extraordinaria madurez”. Animado por la reciente lectura de dos poemarios de Vuong, incluyo en este cuaderno dos versiones mías al castellano:

Telémaco

Como todo buen hijo, saco a mi padre
del agua y lo arrastro por los cabellos

a través de la blanca arena, sus nudillos trazan
un surco que las olas se apresuran a borrar. Porque

la ciudad del otro lado de la orilla no está
donde la dejé. Porque la bombardeada

catedral es ahora una catedral de árboles.
Me arrodillo a su lado para saber hasta dónde

me puedo hundir. ¿Sabes quién soy, Pa?
La respuesta no llega. La respuesta

es el orificio de bala en su espalda, rebozando
agua de mar. Está tan quieto

que podría ser el padre de cualquiera,
hallado de la misma manera que una verde botella puede

aparecer a los pies de un niño, cuyo
contenido es un año que nunca ha tocado.

Toco sus orejas. Inútil. Lo volteo
para mirarlo. La catedral
en sus ojos negro-mar. La cara
no es mía, pero la que usaré
para darle el beso de buenas noches
a mis amantes, de la misma manera
que sello los labios de mi padre
con los míos, y comienzo
con el fiel trabajo de morir ahogado..

 

(de Cielo nocturno con orificio de salida, 2016)

 

El toro

Estaba solo en el patio, tan oscuro
que la noche era violeta a su alrededor.
No lo pude evitar. Abrí la puerta y salí.
El viento en la copa de los árboles. Me miró con sus ojos
azul kerosén. ¿Qué quieres? pregunté, olvidando
que no podía hablar. Respiraba para
mantenerse con vida. Yo era un muchacho,
es decir, era el asesino de mi infancia,
y, como con todos los asesinos, mi dios
era la quietud. Mi dios seguía allí. Como algo
por lo que reza un hombre sin boca. La lámpara azul verdosa
giraba en su enchufe. No quería.
No quería que fuera tan hermoso, pero necesitaba
que la belleza fuese algo más que el dolor
que se puede soportar, lo busqué, no al toro,
sino al abismo. No una respuesta,
sino una entrada con forma de animal. Como yo.

(de El tiempo es una madre, 2022)

 

Milán, domingo 28 de mayo de 2023

Hoy la iglesia cristiana conmemora el Pentecostés, una palabra de origen griego (penta, etc.) que señala los cincuenta días que han transcurrido desde el Domingo de Pascua (Resurrección). Pero más importante que el necesario recordatorio (50 días ya, ¡no puede ser!) es la aparición del Espíritu Santo, en forma de lenguas de fuego, sobre las cabezas de los discípulos reunidos alrededor de la madre de Cristo. Una ocasión memorable. La última aparición en vida de la Virgen María (para ese entonces todavía no era Virgen), y la última que tenemos conocimiento de los discípulos reunidos. Poco después se daría a su destino, que era el de predicar la enseñanza del maestro en tiempos difíciles y en lugares inhóspitos. No mucho después, para mencionar sólo a dos, Bartolomé morirá, desollado por los infieles; mientras que Santiago será decapitado y, de acuerdo a la crónica verídica, reducido a un barril, y arrojado a las olas que lo llevarán, después de una agitada navegación, hasta las costas gallegas, donde será encontrado con el cuerpo cubierto de conchas de vieiras, las conocidas coquilles Saint-Jacques de los franceses.

 

Carl Jung. Fotografía de Papierabzug, auf Karton montiert

Milán, Lunes 29 De Mayo De 2023

Jaffe-Jung

A Aniela Jaffé le debo una de las lecturas más estimulantes de mi juventud: Sueños, recuerdos y pensamientos, de Jung, en la vieja edición de Seix-Barral. Una experiencia que, con el tiempo, se vería disminuida a los tres primeros capítulos, los únicos de puño y letra del psiquiatra. El resto son transcripciones, anotaciones, intervenciones de la Jaffé que han sido alguna vez cuestionadas por los especialistas. Ahora, con justificada desconfianza, leo algunas páginas, en la edición italiana recién publicada (In dialogo con Carl Gustav Jung. Bollati-Boringhieri) de sus conversaciones con Jung. Esta es la traducción al castellano de algunos fragmentos:

20 de octubre de 1959

«Las personas no saben lo que arriesgan al no aceptar lo que la vida les depara, lo que les pone como problema y tarea. Cuando emplean toda la voluntad para ahorrarse el dolor y el sufrimiento que le deben a la naturaleza, están negando su tributo a la vida y es por esto precisamente que son apartado del camino por la vida misma. Si no se acepta el propio destino, en su lugar aparece un nuevo sufrimiento: se desarrolla una neurosis y yo mantengo que la vida que debemos vivir es menos grave que la neurosis. Si efectivamente debo sufrir que sea por mi realidad, al menos. ¡Una neurosis es mucho más dañina! En general es un pretexto, una inconsciente esperanza de engañar la vida, de eludir alago. No se puede hacer nada sino vivir lo que se es. Y en nosotros se encuentran presente elementos opuesto y contradictorios. Después de muchas reflexiones he llegado a esta conclusión: es mejor vivir lo que se es y aceptar las dificultades que nos aguardan, porque huir es mucho peor. Hoy puedo decir: me mantenido fiel a mí mismo, he hecho lo que pude de acuerdo a la ciencia y la conciencia. Si he sido justo o no, esto no lo sé. Sufrir ha sido, de un modo u otro, inevitable. Pero quiero sufrir por cosas que de verdad me pertenecen… En la vida no es suficiente con ser sensatos y razonables. Es probable que nos ahorremos algo, pero nos estamos apartando de nuestra propia vida. Los destinos que he podido ver, en los cuales no se era vivido la propia vida, son simplemente espantosos. Cualquiera que viva su vocación y la realice lo mejor que sepa y pueda no tiene razones para tener remordimientos. En cierto sentido tenía razón Voltaire cuando decía, que si tenía que arrepentirse de algo sería Sur tout de ce que l’on n’a fait pas (“sobre todo de lo que no hice”). Es de enorme importancia asumir, en cuanto seres humanos, las propias culpas. En la tarda edad no echamos tanto de menos las cosas maravillosas que quizá no vimos o experimentamos, pero nos arrepentimos de haber dejado que la vida nos pasara de lado».

6 de diciembre de 1957

«El deseo de entender los misterios del alma nunca me ha abandonado; reflexionar sobre esto era como una obsesión. No obstante, en el fondo no era una simple obsesión, sino mi voluntad personal, mi propio temperamento. Era lo que siempre he querido… No tanto el deseo de conocimiento, sino lo que por causa suya he descubierto y descubro, aunque este conocimiento me haya aislado».

 

6 de febrero de 1959

«Mis verdaderos encuentros con las personas son tan recónditos que es casi imposible hablar de eso. Se me ha revelado la importancia de algunas personas que los demás no entendían que podían significar para mí y porqué tenían tanta importancia. Existen piedras en las cuales se esconde el oro, pero nadie lo sabe porque tienen el aspecto de las piedras más comunes y dicen que de allí no se puede sacar nada. Pero con un método apropiado podemos extraer oro. Los encuentros con otras personas fueron para mí importantes sobre todo cuando revelaban el trasfondo psíquico. Puedo decir, por lo tanto, que en la medida en que encuentro en alguno este acceso a lo que está en el fondo, puedo entablar una relación con él, de otro modo no me interesa… Puedo mantener relaciones intensas con gente del todo improbable, relaciones internas. Conozco personas que le interesan muchísimo porque están poseídas por estos procesos ocultos o porque a través de ellos se pueden vislumbrar. Por eso para mí nada en una persona puede ser tan insignificante, feo o incluso repugnante como para desanimarme».

 

Milán, martes 30 de mayo de 2023

La primavera lo único que tiene de predecible es que es demasiado corta, no llega casi nuca a los dos meses, antes de ser desplazada con violencia por el verano con sus calores y horrores, como la humedad y los insectos, el sol infinito, las noches cortas y calientes. No encuentro en el verano un solo atractivo, los duraznos blancos tal vez, y la posibilidad de un buen vino rosado provenzal. Me humilla el calor, me disminuye, y así desde que era niño, cuando me desplazaba a todas partes con mi ventilador General Electric, regalo de mi padre. Después, sería el aire acondicionado el encargado de conjurar esta amenaza. Por fortuna, este apartamento lo tiene, y aunque su uso es limitado, su existencia me tranquiliza. Como insistía mi madre, “Una no va a Europa a pasar calor”.

 

Colm Tóibín. Fotografía de Justin Tallis | AFP

El mago de Tóibín

De paso por la biblioteca aprovecho para tomar en préstamo, El mago, la última novela del irlandés Colm Tóibín, alguna vez candidato al Nobel de Literatura y siempre un escritor gratificante por su cultura, sus reveladoras opiniones y, sobre todo, por su estupenda prosa. Lo conozco por sus trabajos para el New York Review, aunque no por sus ficciones. El mago es mi primera incursión en su narrativa. Se trata de una novela sobre Thomas Mann, no de una biografía, que es cosa distinta. Como tantos otros, Tóibín incursiona el género híbrido de la “ficciobriografía” y, de acuerdo a la opinión de colegas tan prestigiosos como John Banville y Richard Ford, lo hace con envidiable acierto. En su introducción, el autor, al referirse a la conocida estancia de Mann en Venecia, revela parte de su metodología:

“Como Mann usó la vida para crear su historia (La muerte en Venecia), así lo he hecho con lugares de Venecia que conozco para mi versión de la estadía de Mann. Lo pongo en la iglesia Dei Frari a contemplar la ‘Assunta’ de Tiziano; después lo llevo a la Scuola di San Giorgio degli Schiavoni, donde están los cuadros de Carpaccio. Hago pasar a Mann por lugares por los que he pasado yo. He unido mi escritura al recuerdo tangible”.

El libro comienza en 1891, cuando Mann tenía quince. Las descripciones de Tóibín del ambiente familiar son las de alguien que estuvo allí. Esto es lo que hace de El mago una novela y no una biografía. Desde muy temprano, el novelista sugiere la naturaleza homosexual de su personaje. Una tendencia que se haría manifiesta con los años y que todo su entorno disimuló hasta el final. No consideraron prudente revelar que el escritor alemán que encarnaba el papel de nuevo Goethe, el representante más acabado del espíritu germano, además de estar casado con una judía, fuera homosexual.

 

Milán, miércoles 31 de mayo de 2023

El mago de Tóibín

Tienen razón Richard Ford y John Banville, tampoco es muy difícil, cuando recomiendan la novela de Tóibín, El mago, que comencé a leer ayer. El primer capítulo es una invitación insoslayable para seguir leyendo el resto de sus 500 páginas largas. Que la narración comience en 1891 no es porque Thomas Mann tuviera quince, sino porque es el año de la muerte del padre, el viejo patricio, rico comerciante y senador de la muy protestante ciudad de Lubeck, uno de los grandes centros políticos y económicos de la Liga Hanseática. Incapaces de asumir sus funciones y responsabilidades, los sucesores, Heinrich y Thomas, son testigos del colapso de una tradición centenaria. En lo sucesivo, la familia Mann estará sujeta a la inestabilidad de la vida burguesa, propiciada por los limitados recursos de la herencia. La historia de esta decadencia es el tema de Los Budenbrooks, la formidable crónica novelada escrita por Thomas a los veintiséis años. La sensación que me produjo ayer la lectura es la de que pareciera que Tóibín hubiese estado allí. Sus descripciones de la vida familiar, además, parecen escritas por no otro que el mismo Thomas Mann. No son pocos los estudios que se han dedicado a la personalidad del autor de La montaña mágica, uno de los espíritus más formidables del siglo XX; sin embargo, tengo la impresión, como bien puede y suele suceder, de que, con el tiempo, Thomas Mann no será el de las biografías que se han escrito, sino el de la estupenda ficción de Calm Tóibín. A la iniciación en el homoerotismo del protagonista de su novela, descrita con elegancia y decoro (Tóibín es homosxual), dedica el autor la primera parte del segundo capítulo. Nada especialmente novedoso, porque la fijación erótica del adolescente Thomas Mann con su condiscípulo Armins Martens, es suficientemente conocida.

 

Flota el tiempo en francés

Gracias a Gustavo Guerrero pude ponerme en contacto con Philippe Dessommes, traductor de Ramos Sucre y, de manera “oficial”, de Uslar Pietri al francés; amén de ser autor de libros de ficción y ensayos. Philippe aceptó la invitación de traducir mi Flota el tiempo, y aquí incluyo una muestra de su impecable labor:

Temps et être

L’homme
ne peut rien
contre
le temps.
Ne demande pas
comment il passe,
car il le fait
sans pourquoi
comme le vent.
Et il a été
le premier
à passer
depuis que le monde
est monde.
Nous sommes
cette ombre
que ne saisit pas
le vif-argent
dans le miroir.

L’éternité
a été la consolation
de Silesius :
« Je suis éternel
lorsque
du temps
je m’eloigne».
Maintenant,
avec l’aurore,
je le pense,
il n’est pas prudent
de perdre Dieu
comme je le perds.
Entre l’être
et le temps
seul nous reste
le silence.

 

Tiempo y ser

No puede
el hombre
contra
el tiempo.
No preguntes
cómo pasa,
pues lo hace
sin por qué,
como el viento.
Y fue el primero
en pasar
desde que el mundo
fue hecho.
Somos
esa sombra
que no fija
el azogue
en el espejo.

 

La eternidad
fue el consuelo
de Silesio:
“Soy eterno
cuando
del tiempo
me alejo”.
Ahora,
con la aurora,
lo pienso,
no es prudente
perder a Dios
como lo pierdo.
Entre el ser
y el tiempo,
sólo nos queda
el silencio.

(22.VIII.20)


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