Diario Literario

Diario literario 2023, junio (paerte III): San Pablo escritor, Colum McCann, “Una noche” de Calaciura

San Pablo escribiendo sus epístolas. 1620. Valentin de Boulongne

24/06/2023

Milán, lunes 19 de junio de 2023

San Pablo escritor

Aunque no escribió todas las cartas que se le atribuyen, Pablo de Tarso fue el primer escritor de la cristiandad. Sin su intervención, sin su empreño en poner por escrito la palabra de Jesús, el cristianismo se habría perdido, como tantas sectas en aquellos tiempos de ansiedad. San Pablo es nuestro colega, y uno que merece respeto por la calidad de su escritura. Le tocó la tarea más ingrata, como era la de llevar a la escritura unas enseñanzas que nunca escuchó directamente. Le correspondió darle coherencia a una tradición, oral siempre, dispersa y nunca unánime.  Los discípulos narraban historias que habían vivido hacía años y seguramente variaban cada vez que las comunicaban. Los Evangelios fueron redactados en su forma actual mucho después de la muerte de todos los evangelistas. Pablinismo, para ser justos, es como se debería conocer al cristianismo. Pablo funda con sus escritos una tradición ilustre, la llamada patrística, que cuenta con tan ilustres animadores como Orígenes, Isidoro o Agustín, para recordar sólo a tres de los padres de la Iglesia. Siguiendo las sugerencias del Papa Francisco, la iglesia italiana participó, por primera vez en el concurrido Salón Internacional del Libro de Turín. El responsable de la empresa no podía ser menos adecuado. Se trata de un cardenal de origen portugués, Jose Tolentino Mendoça, amigo de Saramago, y escritor él mismo. Su último libro está dedicado precisamente a san Pablo: Metamorfosi necessaria. Rileggere san Paolo. Algunas de sus opiniones:

Pablo es el primer escritor del cristianismo, el primero en escribir sobre el adviento de Jesús y su impacto en la existencia de los cristianos, en el destino de los hombres. Leyendo el epistolario paulino, vemos que Pabla asumía la escritura como un oficio, que crece con el tiempo como escritor: sus cartas están escritas en un período de cerca de quince años, y podemos observar cómo entre la primera carta a a los talonicenses y la última, a los romanos, Pablo encontró un modo de escritura, una manera contar, de jugar con las palabras: uno que escribe, como decía Giovanni Papini, no sólo con la tinta, sino con las vísceras. Sin duda que Paolo es una inspiración también para los escritores contemporáneos, porque muestra cómo la escritura se convierte en un lugar de destino, una forma de profundización de la realidad, una forma para pensar en sí mismo y el mundo actual. Por lo demás, tuvo la audacia de traducir a nuevas categorías culturales, el mensaje de Jesús. Realizó una operación muy arriesgada: no sólo pasar no de una lengua a otra, sino también de un mundo, de una visión de la vida a otra. Una cosa es el mundo bíblico hebraico, otra el mundo griego con el que dialoga Pablo.

«Hélices». 1942. Mary Swanzy

Milán, martes 20 de junio de 2023

Colum McCann

Colum McCann (1965) es probable que sea el novelista irlandés más conocido de su generación. Radicado en Nueva York tempranamente, sus ficciones tratan de uno de los más irlandeses de los asuntos: la bipolaridad de los llamados irish-americans, para referirse a la situación de los millones de ciudadanos de Irlanda que han migrado a los Estados Unidos, muchos adoptando una nueva ciudadanía, pero todos marcados por el pasado insular. Joseph Kennedy es un caso conocido y sus hijos son protagonistas de esta bipolaridad. Que McCann escribe poesía lo descubrí en el libro Lines of Vision. Irish Writers on Art, del ya cual traduje en estos cuadernos un texto conmovedor de Seamus Heaney. De Colum McCann es este breve poema, inspirado en la pintura de Mary Swanzy (1882-1978), “Hélices”, en la colección de la National Gallery de Dublín.

HÉLICES

Era una guerra más. Era un lugar más.
Los hombres habían abandonado el país.
Las mujeres se amontonaban en las fábricas.
Tenían toda la maquinaria humana a su disposición.
Los equipos pata matar. Las tuercas y tornillos
que mantienen unida la barbarie.
Las mujeres trabajaban. Tenían el hierro,
las cadenas, el aceite, los pistones,
los rotores. Tenían las llaves,
los martillos, las ruedas.
Pero tarde esa noche, cuando la maquinaria
de guerra se detuvo, y las hélices eran enviadas
a sus hombres, las mujeres permanecieron
en las fábricas, creando algo que un día
pudiera volar, un secreto anhelo por el color.

La pintura de la irlandesa Mary Swanzy que le sirvió a McCann para un poema  hace pensar en las mujeres de ambos bandos en la guerra de Rusia contra Ucrania. Un lienzo 1942, ejecutado en lo más álgido de la Segunda Guerra. Su estilo es el de un futurismo tardío pero, sin duda, el más adecuado para esos, y estos, tiempos de cruel savagery

Milán, miércoles 21 de junio de 2023 

Hoy es solsticio de verano, que señala oficialmente el fin de la primavera del 2023. En Venezuela, sólo lo recuerdan algunas comunidades costaneras donde se celebran danzas rituales asociadas a estos. La iglesia católica rápidamente cristianizó estas manifestaciones transformándolas en culto a San Juan, programado para el 24, tres días después del solsticio. Un personaje desconocido para aquellas poblaciones, las más de las veces de origen africano. Una metáfora post-colonial, que los obligaba a rendir culto a un hombre de piel blanca. Los tambores de san Juan suenan a África no a Palestina. En las ciudades, nadie parece prestar demasiada atención a estas efemérides. Los italianos, literalmente, se la pasan el año entero pensando en lo que van a hacer durante el receso vacacional. A nadie le importa que se trate del día más largo del año y de la noche más corta. En cambio, en el campo a nadie se le pasa que ha llegado el momento de recoger el dorado fruto del trigo, regalo de la bondadosa Deméter. Con estas líneas comienza en mejor poema que se ha escrito sobre la rigurosa estación: Shall I compare thee to a summer’s day? / Thou are more lovely and more temperate? (¿Te comparo con un día de verano? / Tú eres más discreta y moderada).

Goisuè Calaciura. Fotografía de ActuaLitté | Flickr

Milán, jueves 22 de junio de 2023

Soy como los osos polares, no funciono bien en verano. No se me ocurre nada, todo se me hace difícil. Hasta leer y escuchar música. Es lo que siempre me ha alejado de los grandes festivales durante estos meses. Las veces que he asistido a la Arena di Verona, ha sido como para ir a un picnic, con una cava llena de botellas de agua mineral helada. Y es la razón que me ha mantenido distante de Glyndebourne, la temporada de ópera en los exquisitos alrededores no muy lejos de Londres. En una ocasión, con Matilde Daviú y su hija, organizamos un pícnic en Central Park para disfrutar de una Tosca al aire libre con Placido Domingo y Renata Scoto. Antes de terminar el segundo acto, todos los quesos se habían derretido, el vino hervía, las frutas estaban caliente, al agua se agotó, las niñas se morían de sed. Derrotados por las altas temperaturas, regresamos al apartamento. Nunca supimos qué pasó al final con los pobres Tosca y Cavaradosi. Hace poco, de regreso de la biblioteca, comienzo a sentir los estragos del verano, la gente vestida con descuido, sudorosa, maloliente no pocos, y el sol que, en pleno Milán, me recuerda a Puerto Cabello. Huyo a toda carrera, buscando refugio en el aire acondicionado  del apartamento. Antes, aproveché para devolver la estupenda novela de Malcom Tóibín sobre Thomas Mann y me traje un par de buenos libros: La duda, de Matsumoto Seichò (1909-1992), en la versión al italiana de Adelphi. Sobre Seichò escribí un comentario en estos diarios a propósito de la lectura de su Tokyo express, una de las docenas de novelas policíacos que escribió. El otro es Una notte, la más reciente novela Goisuè Calaciura, el mejor escritor italiano de su generación. También en estos cuadernos escribí un comentario sobre su estupenda ficción Io sono Gesù (Yo soy Jesús), una de las mejores novelas que he leído en los últimos años.

Milán, viernes 23 de junio de 2023

La noche de Calaciura

En una lista de sus mejores novelas de lo que va del XXI, Sandro Veronesi, el novelista dos veces vencedor del premio Stregha, equivalente, del Booker Man, el Deutscher Buchpreis o el Goncourt, propuso una serie de títulos de las que, en su opinión, son las mejores novelas en lo que va de siglo XXI. Casi siempre inobjetables, como La carretera, de Corman McCarthy; El año del pensamiento mágico, de Joan Didion; Vidas que no son la mía, de Emmanuel Carrère; No me dejes, de Kashuo Iziguro; Expiación, de McEwan, y otras tantas que no he leído. Toda selección es mezquina, y son varios los libros que otros lectores, entre los que me cuento, podrían incluir, como Aniquilación, de Houllebeck o La Torre, de Uwe Tellkamp. Lo que despierta desconfianza en el criterio de Veronesi no es esto, precisamente. Lo que es imperdonable es la exclusión de la mejor novela publicada en italiano durante estos años. Me refiero a Io sono Gesù, de Giosué Calaciura, la lírica épica de los treinta primeros años de la vida de Cristo. Un texto visionario, una narración inspirada, como lo son Las olas, de Woolf; La cripta de los capuchinos, de Joseph Roth, o La sangre de san Genaro, de Sándor Márai. Por lo menos tan interesante parece ser el nuevo libro de Calaciura, Una notte, publicado en 2022, como siempre por la siciliana editorial Sellerio. La novela comienza  en Belén durante la primera noche de Navidad. Que no es discreta, anónima y solitaria como la de la tradición. En el cuento de Calaciura, se trata de un acontecimiento esperado por todos:

Todas las criaturas, incluso las piedras, parecían a la espera del acontecimiento. Y los ladrillos, por la excitación, abrían grietas en las paredes para escapar. Advertían lo incontrolable y necesario de aquella novedad. La vieja injusticia había oxidado el aire dificultando cada respiro. Se transmitía como un contagio aéreo. Muchos nacían enfermos, otros morían jóvenes por la violencia y el trabajo. Pero todos, desde hacía tiempo, habían estado advertidos de aquel Nacimiento legendario que los curaría, terminando con el tiempo de los humildes y los preteridos, con la promesa poco obvia de que para ellos era el reino de los cielos. Los más desafortunados entrarían antes, dejando sobre la tierra la carga de su dolor.

Incertidumbre

No es la primera vez que paso tanto tiempo fuera del país natal. La diferencia es que estaba seguro, antes, de la fecha aproximada de mi regreso. Ahora nada es así.  Atravesar el umbral es exponerse a la incertidumbre. Que todos los problemas comienzan al salir de nuestras habitaciones es algo que advertía un buen sabio. Me vine por tres meses y ya son tres los años fuera de casa. Hago planes para viajar a Venezuela en enero. ¿Por cuánto tiempo? Nadie lo sabe. Menos que todos, yo.


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