Diario Literario
Diario literario 2023, abril (parte III): furia motilona, Corelli en los Alpes, El pianista de Truffaut, Ismael Urdaneta y Hesnor Rivera
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Entrèves, viernes 7 de abril de 2023
Un día de invierno en primavera que nos recibió con una breve, pero hermosa nevada. A pesar de encontrarnos al pie de los Alpes, nuestro almuerzo fue con cordero toscano acompañado por uno de los vinos de la región, producido con la Cornalin, una uva nativa utilizada, entre otras, por la casa Grosjean. Que es el apellido de uno de los pintores más destacados del primer Renacimiento flamenco. No lo conocía, y me enteré por un estupendo ensayo publicado en la elegante Burlington Magazine; una presentación que contrastaba con el ruidoso autobús que me llevaba un viernes de Caracas a Valencia, después de cumplir con mis compromisos en la UCV.
Entrèves , sabado 8 de abril de 2023
Soy un adicto a este paisaje, como lo fui, a su debido tiempo, al de las playas de la isla de Margarita. Especialmente en jornadas como la de hoy, que se ha iniciado con una mañana gloriosa, con el cielo más alto y la luz más cristalina que han visto estas pupilas. Se despide, tardíamente, el invierno en pompa magna, con la nevada de ayer y este cielo de hoy.
Anoche comencé a leer (Siblings Hermanos), la novela de Brigitte Reimann, que me regaló el querido Ricardo, y cuya lectura comparto con otras más tropicales. Como los poemas de Ismael Urdaneta y Mene, de Díaz Sánchez. De la Reimann me ha impresionado su dicción, directa, inmediata, ágil y cercana. Casi lo opuesto a la de otra gran escritora de la República Democrática Alemana. Me refiero a Christa Wolf, amiga de la Reimann, dueña de una prosa impecable y un estilo elusivo y no pocas veces oscuro, virtudes exaltadas por el dudoso criterio estético de la modernidad. La novela del admirado Díaz Sánchez, por desgracia, no tiene la belleza de Cumboto; no obstante, su valor documental es inestimable. Estuvo allí, en Cabimas, en 1921 y conoció la petrocultura venezolana desde sus primeros tiempos. Del inefable y admirado Ismael Urdaneta, leo y releo sus poemas que forman parte de los mejor que la petrocultura nacional ha producido en poesía.
FURIA MOTILONA
–Aquella es la tierra de los motilones. Son terribles…Vi más de cien personas bandeadas por las flechas de macana. La macana es una madera de los indios, negra y dura como el hierro. Todos los días un muerto, algunas veces dos o tres. Las cuadrillas salían armadas con rifles, pero de nada nos servía. De nada nos servían la malicia ni la vigilancia en aquellos montes espantosos. Los indios son ágiles como los gatos.
-Dicen que son catires- ¿es verdad eso?
-No; son indios, pero mucho más feos que esos que se ven por aquí. Hieden a tigre y son tan cerreros que si caen presos se destrozan con los dientes y se mueren de rabia. No los veíamos, no los oímos y de pronto nos llovía del monte una nube de flechas.
Ramón Díaz Sánchez, Mene
Corelli en los Alpes
Mientras Cristo, en el más allá, habla con sus muertos, su padre entre otros, como Ulises y Eneas hablaron con los suyos; aquí, el cielo es el más alto y azul, por encima de las cumbres nevadas de los Alpes italianos. Es la mañana el momento más amistoso de estas cumbres, un humor que se va oscureciendo hasta llegar al umbral de la noche, cuando suelen mostrar un carácter que puede ser aterrador. Una gloria de día este sábado que, en mi infancia, llamaban Sábado de Gloria. Provoca desde temprano, aun antes del café, uno de esos vinos blancos de alturas, como el Petit Arvine, con viñedos en terrenos que superan los mil metros, y que son dulces y minerales como el beso de la mujer amada. “Heroica” es que como llaman la vinicultura a estas cotas. Amor y heroísmo han ido siempre de la mano. Con esta luz, tan transparente como la de Technochticlan, de acuerdo con el insigne conquistador de América, provoca escuchar los Concerti Grossi Op.6 de Corelli; que es lo que hago en estos momentos, en la versión The English Concert que, en buena hora, me traje de Milán.
The first Green of spring is gold, Robert Frost
Milán, lunes 10 de abril de 2023
La saga, no especialmente brillante, de la poesía del petróleo en Venezuela tiene en el profesor Ramón Ordaz, a un estudioso ejemplar. A sus lecturas, agrega su fina sensibilidad de poeta. La introducción a Piedra de aceite, su antología de poesía del oro negro, si algo tiene de objetable es su brevedad. Todo lo que apunta es imprescindible para conocer bien el soslayado asunto. Sobre el tema, intercambiamos opiniones hace mucho tiempo en una Bienal de Literatura en la venezolana Mérida. Fue el primero que se mostró interesado en la poesía de Villarroel París, en aquellos tiempos cuando se conocía menos que ahora y era casi tan preterida como en el presente. Piedra de aceite fue publicado en 2012 por la gobernación del Estado Anzoátegui, y está esperando tiempos mejores para una segunda edición, que, esperamos, contará con un prólogo ampliado del poeta y profesor, aparte de fotógrafo y editor de revistas, Ramón Ordaz.
Milán, miércoles 12 de abril de 2023
Disparen sobre el pianista
“No pierdas las esperanzas”, decían los viejos de antes y, como siempre, como mi abuela Concha, tenían razón. Lo pienso porque es lo que me ha ocurrido con Tirez sur le pianiste , (Disparen sobre el pianista),la película de Truffaut de 1960 que, a pesar de sus diligencias, mi maestro de cine, Daniel Labarca no pudo incluir en su programa de formación. Fue menos difícil conseguir otras cintas como Cuatrocientos golpes, producida un años antes. Y después de eso, en los sesenta años que han pasado, la película nunca se presentó en las salas que frecuento. Así, hasta anoche cuando, por puro azar, lo encontré en uno de los canales de televisión. Tirez sur le pianiste es un breviario de la poética de la nouvelle vague, como llamaron al cine producido en Francia por un grupo de jóvenes directores nucleados alrededor de la influyente Cahiers du cinema. Es una cinta pequeña y grande, una pequeña tragedia no menos dolorosa que las grandes, protagonizada por un músico (Charles Aznavour), al cual la muerte le robó la empatía. Toca piano en un bar parisino de los años sesenta con la misma sensibilidad que la mesera reparte tragos. Pero, aun cuando la historia no es deleznable, Tirez es pura fotografía. Truffaut fue el escritor y Raoul Coutard, la pluma Montblanc, el instrumento gracias al cual el autor se expresó. Las secuencias en la nieve, donde muere la heroína, son memorables, y recuerdan las de Pietro Germi en El camino de la esperanza de 1950. Tenía razón mi abuela Concha, cuando me aconsejaba no perder las esperanzas; y Daniel, cuando insistía en que no podía dejar de ver Tirez sur le pianiste.
Milán, viernes 14 de abril de 2023
ISMAEL URDANETA
EL LAGO PETROLIZADO
No he sentido en mi vida
dolor más lírico
de irremediable ausencia de colorido local
a mi regreso a Maracaibo,
que el ver en el Lago de mi infancia
las barcas, las ingenuas y blancas
barcas de cabotaje
que convertían el Lago en un estanque,
el verlas con el pecho y las alas
tiznados de petróleo.
El estertor bituminoso
que en Cabimas salpica la blusa
de los obreros, vomitó al Lago
su negro Wall Street.
La alberca de zafiro se hizo tina de aceite.
Y allí están ahora en la bahía ancladas
las lindas barcas de otros tiempos,
envilecidas con el “carate” exótico.
Su inocencia marchita
clama a los cielos zulianos;
pero esos cielos, atónitos,
nada pueden hacer por ellas,
lanceados a su vez por las torres
de acero de los “taladros”
e irremediablemente opacos
en la veteada pupila con que los mira
petroleramente
la enorme tina de aceite.
“El lago petrolizado” es un poema de una modernidad insólita. Su dicción casi prosaica recuerda a William Carlos Williams y es única en Venezuela porque la modernidad de Ramos Sucre es otra. Se trata de un texto que, salvo un par, de expresiones poco felices por amaneradas, podría haber sido escrito en nuestros días. Fue nuestro primer poeta moderno y sigue siendo el más preterido, “poeta de los versos/que son y serán siempre/algo distinto!” Sobre este formidable personaje me hizo llegar este comentario uno de los asistentes al seminario sobre “Venezuela Poesía y Petróleo” que ofrecí, gracias a la iniciativa Econoinvest- IESA, este jueves: “En abril de 1914 Ismael Urdaneta se alistó en la Legión Extranjera francesa para combatir en la Primera Guerra Mundial y fue destinado al Primer Regimiento que se acantonaba en Bel-Abbés, y luego a la península de Galípoli, en Turquia. También combatió en Alejandría, Serbia y Ucrania, y con el Cuerpo Expedicionario de Oriente en el frente ruso. En esos cinco años es herido en dos oportunidades. En 1915 una bala le destrozó el oído izquierdo en los Dardanelos; y, en 1916, en la batalla de Verdún, le amputaron el pie izquierdo por gangrena. Por sus acciones militares recibió las siguientes condecoraciones: la Medalla Interaliada, distintivo de Herida y el Cordón de Honor al Mérito de la Legión Extranjera. Al final de la guerra se encontraba en Argelia. El 17 de agosto regresó a Venezuela; donde, el 29 de septiembre de 1928, se suicidó en su residencia.
A este compatriota, guerrero y poeta, que escogió para sí la muerte de Ayax, el más esforzado de los héroes, otro vate notable, Hesnor Rivera dedicó un texto digno de memoria del cual reproduzco unas líneas:
EL LAGO DE LAS DIEZ MIL TORRES
EN LOS 70 AÑOS DE LA MUERTE TRAGICA
DEL POETA ISMAEL URDANETA, Y EN LOS 70
AÑOS DE MI EXISTENCIA
Ya desaparecieron los jardines
sembrados por los pescadores
sobre la cubierta
de las piraguas en ruina.
Viejo soldado
de guerras lejanas!
Poeta de los versos
que son y serán siempre
algo distinto!
El lago está donde lo dejaste
hace ya setenta años
pero mucho más lacerado.
Ya se ha subido
a la azotea de los grandes vacíos
-allí donde hasta el trópico
se dobla bajo el peso de los calores
y las tempestades
capaces de descomponer
hasta las brisas de la muerte.
Sube y desde lo alto
de los abismos finales
el Lago de las diez mil torres
contempla el panorama
de sus glorias contradictorias:
La de la feroz utilidad
que lo obliga a darse muerte
por la propia mano
y la de la gran belleza
enteramente inútil
pero maravillosa
donde las noches llegaban
a beber para proseguir el viaje
por todas las latitudes del mundo.
Joven legionario
envejecido por las agonías
que llenaban de penas
y de pequeños relámpagos el aire!
Ismael Urdaneta
habías visto muchas veces
al Lago desde las ventanas
de la Calle Oriente. Desde
los barandales de la Plaza
del Buen Maestro. Allí bastaba
que la luna plateara
la transparencia todavía viva
de las aguas para que volvieran
por contraste tu memoria
las imágenes del terror
cuando te hundías
en los pantanos helados
de Ucrania. En las trincheras
consteladas de obuses
en el Peloponeso
durante la Gran Guerra…
Alejandro Oliveros
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