Diario Literario

Diario literario 2022, septiembre (parte IV): las tres plagas del Caribe, plagas y poetas, Alida Valli

Detalle del mapa de "Las Indias Occidentales y América Central". 1876. O.W. Gray & Son

24/09/2022

Milán, sábado 17 de septiembre de 2022

Las tres plagas del caribe

La tercera plaga, después de los piratas y la esclavitud, que afectó el desarrollo de los países de la cuenca del Caribe, ha sido la llamada injerencia norteamericana. Con una precocidad digna de mejores causas, las Trece Colonias, ahora independientes, y precariamente unificadas, asumieron que el dominio del Caribe formaba parte del mismo destino manifiesto que legitimaba la expansión hacia el oeste diezmando las poblaciones originales. En 1915 se lanzaron, animados por los capitales de Wall Street, a despojar a Haití de lo poco que le habían dejado los rapaces franceses desde Bonaparte. En los barcos, con proa a los puertos de Estados Unidos, se fueron los últimos recursos que podían haber financiado una discreta reactivación económica. España, por su parte, ya había conocido los rigores del nuevo imperialismo. Después de España serían pocas las naciones del Caribe cuya evolución no fuera alterada por el intervencionismo de Washington. En su Biografía del caribe, Arciniegas refiere los nombres de Pierce y Roosevelt como los más activos promotores de falacia del destino manifiesto. La política hacia Puerto Rico es una muestra de este designio. Como lo serán las intervenciones en casi todos los países del área con consecuencias casi siempre trágica. La Guatemala de Arbenz. Panamá, desde la Zona del Canal hasta la sangrienta invasión de 1989. Al asunto del Canal de Panamá, Arciniegas dedica alguno de los mejores capítulos de su Biografía. La República Dominicana de Bosch. La primera invasión a Cuba y su ocupación (1898-1902), y la segunda en Bahía de Cochinos. La manipulación del gobierno venezolano, primero a favor de Pérez Jiménez y luego en su contra. La Colombia de Rojas Pinilla y la del Plan Colombia. La desmedida intervención en Grenada en 1983, la última vez que las tropas norteamericanas vencieron en una guerra, para llamarla de alguna manera. Y, más allá de Caribe, hasta lo más profundo del Continente, con las dictaduras del Cono Sur. Y antes, en Brasil, el complot contra Jano Quadros.

Una de las circunstancias más inquietantes de este desfile de plagas tal vez sea la indiferencia que los poetas de la región han prestado al asunto. La piratería apenas si fue cantada, y sobre la esclavitud son contados los casos. A pesar del extendido mestizaje, se puede hablar de una poesía blanca, al referirnos a la lírica escrita por los vates de los distintos países de la región. Lo mismo con la tercera y más feroces de las plagas. La política de los poetas ha sido la apolítica, con conocidas excepciones (Martí, Blanco Fombona, Guillén, Asturias, Pales Matos). Así, por lo menos hasta 1959, cuando el entusiasmo por la revolución cubana animó a los poetas de una nueva generación a manifestar en sus versos su repudio por la política imperialista de Washington. Un entusiasmo bien efímero, por lo demás. A los pocos años, la admirada administración revolucionaria se despojó de máscaras al ocuparse del “asunto Padilla” con un sectarismo no menor que el demostrado por Stalin en sus peores momentos. Los tiempos del post-modernismo han animado a los jóvenes poetas del siglo XXI en el Caribe a revisar las viejas teorías de Marx para respaldar sus posturas post-coloniales. El caso más conspicuo tal vez sea el de Raquel Salas Rivera, poeta de Puerto Rico con residencia en los Estados Unidos.

Rubén Darío

Milán, lunes 19 de septiembre de 2022 

Las tres plagas y los poetas

Le correspondería a Rubén Darío, desde su Nicaragua natal, componer el más radical alegato de algún poeta del Caribe en contra del intervencionismo norteamericano. “Roosevelt”, escrito hacia 1901, es como llamó al poema, un alarde de virtuosismo, en el cual denunciaba las ambiciones expansionistas del presidente Theodore Roosevelt, otro convencido, como recuerda Germán Arciniegas, del mentido destino manifestó de los Estados Unidos:

 

¡Es con voz de la Biblia, o verso de Walt Whitman,

que habría que llegar hasta ti, Cazador!

Primitivo y moderno, sencillo y complicado,

con un algo de Washington, y cuatro de Nemrod.

Eres los Estados Unidos,

eres el futuro invasor

de la América ingenua, que tiene sangre indígena,

que aún reza a Jesucristo y aún habla en español”.

 

No es necesario insistir en la gravitación de José Martí en el gran vate nicaragüense. Una influencia que no se manifestaba en todas sus decisiones. Mientras el cubano luchaba y moría luchando contra la dominación española, Darío aceptaba la designación de ministro por parte de Zelaya, el dictador de su país. No sería esta la única, ni la más dolorosa de las contradicciones del autor de Prosas profanas. Cinco años después, decepcionaría a sus seguidores en todo el continente con la publicación de otro poema en el cual desmentía sus críticas al imperialismo estadounidense. Se trata del imperdonable, casi insolente “Salutación al águila”. Una de las reacciones más violentas, y justas, sería la del venezolano Rufino Blanco Fombona en una carta a Darío: “Cómo no lo han lapidado a usted, querido Rubén? Le juro que lo merece. ¿Cómo? ¿Usted, nuestra gloria, la más alta voz de la raza hispana de América, clamando por la conquista?” La muerte le ahorró a Martí la amarga experiencia de leer el elogio del que alguna vez se consideró su discípulo.

Cesare Zavattini. Fotografía de Paolo Monti | Wikimedia

Milán, martes 20 de septiembre de 2022

Ya son dos los escritores italianos de diarios que conozco que compartieron esta actividad con la escritura de diarios. El primero fue Ennio Flaiano (Fuga a Francia, Luces de variedades, Vacaciones en Roma, La romana, La strada, Cabiria, Dolce vitta, Julieta, La noche) con sus Diarios nocturnos (Adelphi). Ahora es el no menos formidable Cesare Zavattini, uno de los responsables de la génesis y triunfo planetario del neo-realismo italiano colaborando como guionista con De Sicca en Ladrón de bicicletas, Milagro en Milán y Umberto D, o con Visconti en Bellissima, además de otros ochenta guiones para los mejores realizadores de su tiempo en Italia. Fue conocido y admirado por generaciones más recientes por El jardín de los Fizzi Contini para el mismo De Sicca. Y ahora se revela como autor de dilatados diarios, cuyo primer volumen ha sido publicado por La Terza (Milán 2022). De ese volumen de los diarios 1941-1958, son estas dos entradas:

14 de mayo de 1941

He decidido comenzar hoy con este diario. Una prueba más de que soy como los demás. No hay un solo instante del día que me demuestre lo contrario. Es probable que el contacto permanente conmigo mismo me distancie de esta idea. La angustia que me produce esta consideración tal vez sea debido a lo siguiente: que me doy cuenta de que los otros comparten las mismas ideas y se comportan como yo. De esta manera, algunas de mis acciones las veo con claridad porque los demás las repiten y no me siento contento conmigo mismo al darme cuenta de que mis acciones no son las mejores.

9 de agosto de 1943

He llegado a entender que la guerra, como todo lo demás, ocurre por la conducta de los seres humanos. La mayoría no se porta bien (una mentira, una vileza, las mil hipocresías cotidianas, conducen a la guerra; es decir, la guerra siempre está con nosotros). En consecuencia, es necesario mejorar la formación del hombre. La revolución me parece la más fácil y la peor. Ninguna revolución sanguinaria es necesaria, pero pueden ser inevitables por lo fácil que son y lo irreflexivas. Para la mí, la guerra no es un misterio. Después se le mitifica, pero en su esencia no son más que la suma de nuestros errores cotidianos. Lo digo para referirme todo lo que no respeta la vida y la dignidad humana.

Milán, miércoles 21 de septiembre de 2022

Ha llegado oficialmente el otoño con este equinoccio que, de la manera más ordenada, emula, en su duración, al día con la noche. En lo sucesivo, serán más largas las noches que los días. En estas regiones del septentrión, se siente con dramatismo cómo las sombras se van infiltrando en el reino de la luz, cual una indetenible invasión, hasta reducirlo a un mezquino paréntesis de pocas horas. Cuando escribí Flota el tiempo, mi última colección de versos, era habitante del trópico de Caracas, el más amable de los trópicos, y aunque son perceptibles los cambios ocasionados por el equinoccio, el sol invicto, resulta triunfante de su batalla con las sombras. Allá, la angustia del tiempo tal vez sea menos urgente. Aquí, en cambio, las condiciones metereológicas nos recuerdan, de la vida, cuán corta es, cuán efímera, cuán vana.

Fotograma de Senso (1954) de Luchino Visconti

Milán, viernes 23 de septiembre de 2022 

Alida Valli (1921-1984)

Con imperdonable retardo, el Cine-Club Abrosiano, la sede milanesa del Luxor Cine-Club de Caracas, está homenajeando a la italiana de origen austro-húngaro Alida Valli, seguramente una de las dos mejores actrices italianas del siglo XX. Y, en sus mejores años, celebrada como la mujer más bella de Europa. Sus capacidades fueron reconocidas tempranamente por su compatriota Max Neufeld y, después de la Segunda Guerra, por Visconti, Antonioni, Reed, Hitchcok, Franciolini y, más tarde, por Passolini y Bertolucci. Su mejor rol fue el de la Condesa en el Senso viscontiano. Pero fue El tercer hombre, la impecable cinta de Reed-Welles, la que la daría a conocer fuera de Europa. Nadie podrá olvidar nunca, en la secuencia final del film, la mirada que le dirige la Valli al simpletón de Joseph Cotten, quien, legitimando sus acciones en una ambigua moralidad, traicionaría a Harry Palmer (Welles) su mejor amigo. El homenaje del C-C A consiste, sin embargo, en cuatro producciones italianas: El último encuentro 1952 con Il mondo le condanna (1953), ambas de Gianni Francciolini; Senso (1954) de Visconti, para terminar con la impresionante El grito, de Antonioni (1957).


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