Diario Literario

Diario literario 2022, noviembre (parte IV): Paris, Cleo de 5 a 7, Choses, Munch, Cadenas en Valencia

26/11/2022

Tarde en Karl Johan, pintura de Edvard Munch. Fotografía de Musée d’Orsay

París, viernes 18 de noviembre de 2022

Mi amiga Isabel Vifian, diseñadora y orfebre exquisita, me asegura que este “hotel particulier” del 5 rue Aubriot, fue edificado a principios del XVIII. Para la época, una de las zonas más reservadas de la ciudad gracias a su vecindad con el Louvre, centro del poder borbónico. De hecho, y una vez lo consigné en estos diarios, a un par de cuadras de aquí tenía su residencia, hoy convertida en atractivo hotel, el escurridizo Beaumarchais. Produce una extraña sensación, ni cómoda ni incómoda, dormir en una casa construida antes de la Toma de la Bastilla y los sucesos de 1789, cuando aún Luis XVI y María Antonieta conservaban la cabeza sobre los hombros. Si pudiera, les advertiría el peligro, no por inconfesadas inclinaciones monárquicas, sino por compasión, la muerte de cada hombre me disminuye. Pero estoy seguro de que no me habría hecho caso. Peor para ellos.

Cosas y Edvard Munch

Como siempre, varias exposiciones importantes en la ciudad. Robert Vifian me recomienda “Choses” en el Louvre, y Gustavo Guerrero la retrospectiva de Munch, en Musée D’Orsay. No son las únicas, pero me limitaré a estas dos. Con Munch, en verdad, sería suficiente para un mes o un año. No es fácil encontrarse con sus obras por la delicadeza de sus soportes y porque la gran mayoría se encuentran en Oslo. Dos poderosas razones.

Cuentos

En ese banco se sentó la protagonista de Cleo de 5 a 7

Viejo banco de leño
para los que son tristes
o están enfermos.

“Ese es el banco donde se sentó la protagonista de Cleo de 5 a 7, la película de Agnes Varda”. Y me volteo para ver el banco de madera que me señala mi amigo Robert Vifian, admirador, en su juventud,

Imagen de IMDB 

como todos nosotros, de las películas de la Nouvelle Vague, movimiento del cual la Varda es parte esencial. En una intuición premonitora, nunca he olvidado ese secuencia en particular, y el nombre de la película aparece de manera reiterada en mis diarios desde 2011, cuando conocí lo que llamo la inquietante experiencia-biopsia. Sin embargo, estábamos allí para rendirle homenaje a la realizadora, esposa de Jacques Demy, sino por una exposición de Anselm Kiefer en los espacios octogonales de la formidable capilla de La Salpetrière. Para los estudiantes de psiquiatría, La Salpetrière es un nombre con mucho de reverencial, con resonancias casi religiosas. Aunque la realizó mucho después, la pintura de Robert-Fleury es bien conocida. En el centro de la composición aparece el eminente enciclopedista y psiquiatra Francis Pinel, liberando de las cadenas a los locos recluidos en la Salpetrière. En el ingreso a la clínica, se levanta el estupendo monumento dedicado a Pinel. El primer gesto anti-psiquiátrico de la historia.  No obstante, no es lo único memorable en la historia de la Salpetrière. Un siglo después de Pinel, le tocaría a otro psiquiatra Jean Martn Charcot hacer historia en la célebre clínica. A él le debemos los primeros estudios serios sobre la histeria. Freud no fue el único estudiante internacional del médico francés, pero sí el más conocido. A pesar de todo lo que aprendió con Charcot, sus relaciones terminaron de la peor manera. Freud dijo que había escuchado a Charcot insinuar que había une “chose sexuel” (algo de sexual) en el origen de las histerias. Una afirmación que Charcot negaría con indignación y enojo. A pesar de todo, la devoción de Freud por Charcot nunca disminuiría. Una versión en grabado de la extraordinaria pintura de Henri Dochey se mantuvo en una pared de su estudio vienés hasta 1938, cuando dejó la ciudad por Londres. Y no otra cosa hizo en su consultorio londinense. Esta vez, que no siempre, le doy la razón a Freud. Seguro que oyó a Charcot referirse a la “chose sexuel” de manera informal y privada. En la Europa victoriana, una afirmación como esa resultaba intolerable. Charcot lo sabía y negó haberlo dicho. A Freud estaba no le importó correr con las consecuencias e hizo de la intuición del maestro francés la esencia de su teoría de las neurosis. En nuestro tiempo, el doctor Jacques Lacan sería otro de los psiquiatras que prestó sus servicios en la legendaria clínica.

París, sábado 19 de noviembre de 2022 

Un día grisáceo como casi siempre durante esta época en la Ciudad Luz. Los planes son acompañar a Constanza y Alessandro al Louvre para que vean las antigüedades mediterráneas que estudia ahora en la escuela. Por mi parte, tengo decenas de años que lo hago. Las galerías del gran museo dedicado a estas culturas nunca me han parecido las más atractivas, a pesar de la cantidad de piezas invalorable, el código de Hammurabi y ese tipo de cosas.

En ese banco se sentó la protagonista de Cleo de 5 a 7 (2)

La primera vez que supe del gran Francis Pinel fue en el segundo año de Medicina. Acudía a una invitación del que más tarde sería mi maestro José Solanes. En una de las paredes de su oficina estaba una modesta reproducción del cuadro Robert-Fleury, al lado del Chracot de Dochey. A los diecinueve tenía claro que mi entrega a la poesía y la literatura la compartiría con la profesión de psiquiatra. Una fórmula propuesta por mi padre, a quien le hubiese gustado tener suficiente dinero para financiar mis aspiraciones literarias. La idea no parecía contrariar al doctor José Solanes quien ya hacía planes para la sucesión en su cátedra y con el tiempo llegó a considerarme su heredero legítimo. Nada he lamentado tanto en mi vida como haber defraudado a este par de amados seres humanos. Pero, antes de tomar la decisión de abandonar los estudios de Medicina cuando comenzaba el quinto año, me dediqué a prepararme para la sucesión leyendo y estudiando los textos clásicos y modernos Freund and Company, Henrí Ey, Jaspers, Foucault. La Salpetrière comenzó a tener para mí una connotación religiosa. Caminar hacia la capilla de la clínica donde se mostraba lo de Kiefer venía a confirmar aquella sensación juvenil. No recuerdo si la protagonista de Cleo de 5 a 7 siguió nuestro recorrido. Recuerdo muchas otras cosas, como su reposo en el banco señalado por Robert. La historia que cuenta Varda no es complicada. La joven y  bella cantante Cleo, portadora de algunos inquietantes síntomas, ha ido a la clínica a hacerse unos exámenes ante la sospecha de una neoplasia maligna. En el laboratorio le dicen que el resultado de los exámenes se tarda cerca de dos horas, de 5 a 7 precisamente, aun cuando la cinta apenas llega a los 89’. Las posibilidades de malignidad no eran pocas, como lo sugería la lectura que se hace de las cartas del tarot, en la cual, de manera sucesiva le habían salido el Ahorcado y la Muerte.  Lo sabe y dedica lo que podrían ser las últimas dos horas de su vida como si fueran las últimas.   

El código de Hammurabi. Fotografía de Stephane De Sakutin | AFP

París, domingo 20 de noviembre de 2022 

Louvre

Ayer, buena parte del día acompañando a Alessandro en una agotadora visita a las laberínticas galerías de antigüedades del Louvre. Comenzamos con Babilonia y la transcripción de un conmovedor fragmento de escritura cuneiforme, antes de enfrentar el imponente y visionario Código de Hammurabi, una de las piezas que más impresionó al nieto. Así, a través de innumerables salas hasta llegar a las dedicadas a los griegos, no especialmente impresionantes cuando uno recuerda las del Museo Antropológico de Nápoles. Para compensar, grata cena en una de las brasserie de la Isle de la Cité.

París, lunes 21 de noviembre de 2022 

Choses

En un París gris hasta el alma, nueva visita al Louvre invitado por Robert Vifian para ver la muestra  Choses (Cosas), una monográfica donde se exhibe una de las obras de su colección. Se trata, al menos es lo que dicen los organizadores, de un inventario de la naturaleza muerta desde sus orígenes en la Grecia alejandrina, de lo cual da cuenta prolijamente Plinio el Viejo en su Historia Natural. La intención, no obstante, se desvía sin mayores advertencias, hacia una serie de pinturas y esculturas notables en las cuales se impone el tema de los alimentos, representados en las naturalezas muertas a través de los siglos. De allí que hayan solicitado la colaboración de Robert, quien les facilitó su Bazooka Gum, la dramática y desconcertante obra de Felix Gonzáles Torres. No explica el Louvre la ausencia de dos de las más grandes natures mortes de todos los tiempos, la de Caravaggio en la Brera de Milano y la de Zurbarán en Madrid. Pienso escribir una reseña más extensa para mi columna sobre arte en Prodavinci. Por ahora, es justo señalar que la Choses vale el viaje, no por la suma de sus partes, pero sí por la cantidad de piezas notables en exposición.

París, martes 22 de noviembre de 2022

La ciudad amaneció como una gran foto de Robert Doisneau con sus grises y sus blancos.

Regreso impresionado con la muestra de Edvard Munch en el D’Orsay. Sesenta de sus principales obras, con la lamentable ausencia de alguna de las versiones en tela de sus El grito y, sobre todo, del épico cuadro La danza de la vida, que tuve el privilegio de admirar en 1979 en una muestra excepcional del MoMA. Recuerdo que algunas de mis primeras clases como profesor de la Escuela de Arte Arturo Michelena de Valencia, hacia 1972, se las dediqué al pintor noruego, cuya iconografía se me reveló, no recuerdo si al azar, en una de las pocas publicaciones disponibles para mí en ese momento, la muy útil “Pinacoteca de los genios”. Desde entonces, lo he tenido como un compañero de ruta. A estos cincuenta años de compañía me gustaría dedicar unas notas más extensas en un medio más apropiado.

París, miércoles 23 de noviembre de 2022 

28, Rue Tournon

Siempre queda algo por visitar en París, no importa el tiempo que vivamos en ella. Lo mismo ocurre con Roma, Berlín, Londres, Viena o Milán. Esta vez, no pude cumplir con el rito de pasar un rato y tomar un vino en el Café Tournon, cerca del Luxemburgo, el jardín de todos los poetas y de los que siguen a los poetas. En el Tournon, después de unas cuantas copas de Cornas, se puede escuchar, en medio del bullicio, la voz de Joseph Roth hablando con alguno de sus amigos, la última vez fue con Soma Morgenstern, del proyecto para una nueva revista. El reino perdido es como se va a llamar y estará dirigida a publicar a poetas y escritores exiliados. “Dentro de poco van a ser una población enorme. No solo de judíos. También los españoles, no tengo ninguna esperanza en el futuro de la República. Después vendrán de Checoeslovaquia y Polonia, que caerán bajo el puño de Hitler sin que nadie en Occidente haga nada. Francia tiene el ejército más poderoso del mundo y no va a mover ni uno de sus tanques. A Rusia la van a dejar sola, vas a ver. Quiero que todos tengan donde publicar”. Tengo un amigo en España que se va a encargar de buscar colaboraciones de sus compatriotas. Sabe un poco de alemán porque es un buen lector de Heidegger, Antoine Machado se llama, y su hermano es un buen dibujante y va a colaborar también. A Thomas Mann no pienso pedirle que colabore, pero a Heinrich sí y a Hesse. El reino perdido la vamos a llamar. Vamos a publicarla en Viena, mientras se pueda. Tú estarás en el comité de redacción”. Y, como un iluminado o como el santo bebedor, Roth seguía hablando sobre un proyecto que nunca pudo llevar a cabo. Aquella mañana cuando le dijo a la dueña del Café que le guardara su mesa que él ya regresaba, nunca lo hizo.

Milán, jueves 24 de noviembre de 2022

Regreso a una Milán helada pero con una mañana espléndida, altos cielos transparentes y la bendita luminosidad alpina. Después de días de lluvia en París, este tiempo es la mejor bienvenida. Salgo a caminar y a respirar el más liviano de los aires, el aire de las cumbres, bálsamo para mis pobres pulmones. Provoca hacerlo todo en un tiempo así, todo lo que hubiese recomendado el gran Epicúreo. En un día como este, el drama de la Pasión no se justifica. No creo que espere hasta mediodía para rendirle homenaje al padre Baco por este espléndido regalo de bienvenida.

Cadenas en Valencia

Los amigos de la Galería Braulio Salazar de Valencia, Carlos Ochoa, Adhely Rivero y Lunes Rodríguez, están preparando un homenaje a Rafael Cadenas por haber sido distinguido con el Premio Cervantes y me han solicitado una breve intervención vía zoom. Valencia no es ajena a la trayectoria vital y literaria del poeta. Estudió en el Liceo Pedro Gual de la ciudad y participó en un importante concurso literario en 1967. No salió vencedor pero su poemario fue publicado. Se trata de Falsas maniobras, para muchos el título más logrado de su extensa producción. regresaría a la ciudad años después a los Encuentros literarios organizados por la Universidad. “Yo no sé porque a ti no te gusta vivir aquí. A mí me gusta Valencia”, me dijo en una oportunidad, mientras cenábamos en un restaurante llamado “Il pomodoro”. De Falsas maniobras es el texto que he escogido para leerlo en el homenaje de la Braulio Salazar:

Nombres 

Te llamas hoja húmeda, noche de apartamento solo, vicisitud, 
campana,  tersura, y lascivia, ingenuidad, lisura de piel, luna
llena, crisis.
oh mi cueva, mi anillo de saturno, mi loto de mil pétalos 
Éufrates y Tigris, erizo de mar, guirnalda, Jano, vasija, tórtola, S. 
y trébol 
ovípara 
uva, vellocino y petrificación 
podrías llamarte… 
pero tu nombre es 
lecho, lavamanos, dentífrico, café, primer cigarrillo, 
luego sol de taxis, acacia, también te llamas acacia y six pi em 
em– o half past six o seven
cerveza y Shakespeare 
y vuelves a llamarte hoja húmeda, noche de apartamento solo 
día tras día, 
sí, tienes tantos nombres 
y no te puedo llamar 
todo tan absurdo como esas mañana sin amor que el espejo de 
los baños recoge y protege 
todo tan desoladamente inabordable 
todo tan causa perdida.


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