Diario Literario

Diario literario 2022, marzo (parte IV): J.R. Wilcok & Ana María, los 10 del decenio

26/03/2022

Comienzo de la primavera en Milán. Fotografía de SIlence Effects | Flickr

Milán, lunes, 21 de marzo de 2022

Llegada oficial de la primavera, que este año mostró sus alas tempranamente, unas tres semanas antes de tiempo, digamos. En todo caso, su aparición en la región milanesa ha estado desprovista del dramatismo acostumbrado. Algunas floraciones se presentaron antes de tiempo, en pleno invierno, igual que los pajaritos, que llegaron fuera de tiempo, confundidos e inseguros; muchos terminaron por volverse a donde habían salido esperando mayores seguridades. A estas alturas ya todos están aquí. Pero todavía buscando alguien que los dirija. Es de notar este año la llegada de un nuevo ruiseñor, con voz menos grave que el del año pasado, pero pulmones dignos del gran Fritz Wunderlich. También es más nocturno y, desde las 3:30 a.m., por lo menos, comienza con sus ejercicios vocales que, dos horas después, han desarrollado todas sus facultades. Por desgracia, a falta de quien los dirija, los pajaritos integrantes del coro, que apoyan la voz cantante del ruiseñor, están lejos de ponerse de acuerdo. Nada lamentable, en verdad, apenas están comenzando. Eso sí, la disciplina ante todo y, hacia las 6:30, el silencio es unánime.

J. R. Wilcok

J.R. Wilcok y Ana María

La primera vez que leí el nombre de J.R. Wilcok fue en un libro de Kafka. Ahora no recuerdo cuál. No era El proceso y bien ha podido ser América. En todo caso, había sido publicado en Buenos Aires por Emecé. No sería la única vez que leería  sus traducciones, que incluían, además del alemán, títulos en inglés y francés. Como su nombre lo indica, era argentino y el apellido era el de su padre, uno de los miles de ciudadanos británicos que se habían trasladado al país sureño para trabajar en los trenes y la ganadería. Juan Rodolfo estudió ingeniería y trabajó un tiempo con los ferrocarriles antes de dedicarse a la literatura y gozar de la amistad y respeto de los escritores del grupo SUR, las Ocampo, Borges y Bioy, la Bullrich, Bianco. Con ellos, conoció a Italia durante un viaje que marcó su existencia. Siete años después se mudaría al país peninsular para siempre. Bueno para hacer amigos, en su nueva patria lo fue de Moravia, Morante y Passolini, quien le encargaría el rol de Caifás en su Evangelio según San Mateo. Debe haber sido Eugenio (Montejo) quien, en la Valencia (Venezuela) de los años sesenta, me dijera que Wilcok, además de estupendo traductor, era poeta y vivía en Italia. Desde entonces, lo admiré sin leerlo. Alguien que tradujera tan bien no podía ser mal poeta. Mucho después, comenzaría a leer su poesía escrita en italiano. Aquí siempre ha sido reconocida y publicada por Einaudi o Calasso para su Adelphi. En castellano, su difusión fue propiciada por las versiones de la venezolana Ana María del Re; como Wilcox, buena poeta y traductora. Ahora, desde Caracas, un buen amigo me hace llegar una copia online de las claras traducciones de Ana María.

 

Llorar lo que pasa y ya no vuelve,

costumbres, cantos, suntuosas civilizaciones

y hace de la historia una religión,

rezarle al calendario, como Hegel.

Pero dios puede trastornar los relojes,

reencarnar a Marlowe, a Villon, a Propercio,

y si no a ellos, a esa luz difusa

que atraparon y supieron mostrar,

porque el pasado se identifica con el futuro,

y esta rueda loca de la historia

es una nueva estratagema del demonio

para cegarnos ante esa luz difusa

que algunos atraparon y quisieron mostrar.

y que otros atraparían y mostrarán.

Resurgirán los toros alados, las esfinges,

y si no Safo, la sombra negra en el bosque

de alguien que adora la luna y se deja matar;

regresarán los leones a los desiertos

y por amor a un tirano bondadoso

un joven se lanzará otra vez al Nilo

o quién sabe dónde, siempre bajo esa luz

que no tiene historia y que a veces me ilumina.

 

 

EL EXILIADO

 

Un rayo de sol en el agua,

una palabra solamente,

aquí donde una abeja de piedra

finge beber en la fuente.

 

Encuentra esta palabra sola

y vuelve a ser por un instante

en este exilio que te atormenta

el poeta que ya no eres.

 

 

CONSEJO

 

Repudiemos la facilidad

como se aparta a una serpiente;

la facilidad que disgrega,

la fascinante casi-verdad.

 

No dejemos que nos seduzca

el pensamiento demasiado ordenado;

en excesivos discursos

no derroquemos nuestro legado.

 

Tratemos sólo de deshilar

del tejido de cada hora

lo que nos sustenta, lo que nos impulsa,

la universalidad del ser.

Andrea Emo

Milán, martes, 22 de marzo de 2022 

Amos-Kiefer

A comienzos de diciembre de 2015, publiqué un artículo sobre el poco conocido Andrea Emo, a propósito de la publicación íntegra de sus Quaderni di metafísica. Emo, decía, y sigo diciendo, es uno de los pensadores más fascinantes e inquietantes de todo el siglo XX. Que sea un desconocido no debe extrañarnos. En primer lugar, no es francés. Y, en segundo, nunca aceptó que en vida se publicaran sus libros. Demasiado elitista o, en exceso, modesto. Para la edición de sus primeros libros hizo falta la devoción y dedicación de Massimo Cacciari, uno de los lectores más distinguidos de la enorme masa de escritos inéditos. Nihilista posnietzcheano, su escritura es siempre reveladora, intuitiva y, no pocas veces, epifánica. Para mi mini ensayo, me había servido de la edición Bompiani de los Quaderni, 1746 páginas de apuntes filosóficos, en algo parecidos a los Diarios filosóficos de Hannah Arendt. Siete años después de aquella aproximación, a partir de mayo, en el marco de la Bienal de Venecia, el influyente Anselm Kiefer, buen lector de poesía y filosofía, exhibe una enorme tela realizada en homenaje a Andrea Emo, con el cual el maestro alemán reitera tener muchas afinidades electivas. El título de la tela, hermético como la escritura del italiano y el arte del artista teutón, es «Estos escritos, cuando sean incinerados, finalmente ofrecerán un poco de luz».

Milán, miércoles, 23 de marzo de 2022

Los 10 del decenio

La lettura es el estupendo suplemento literario de Il corriere della sera, lo más cerca de Times Supplement Literary del Mediterráneo que cabe imaginar. No es improbable encontrarse cada fin de semana con colaboraciones de pensadores como Nuccio Ordine, Carlo Rovelli y Luciano Canfora, o escritores como Claudio Magris, Antonio Scutari, Javier Marías, Emanuelle Carrère, Michel Houellebeq, Jonathan Franzen et al. En una de sus frecuentes y no pocas veces irritantes listas, han publicado una nueva que incluye los diez mejores novelistas de la última década según el voto de sus numerosos colaboradores: 1) Emmanuelle Carrère; 2) Michel Houellebecq; 3) Claudio Magris; 4) Jonathan Franze; 5) Javier Marías; 6) Ken Haruf; 7) Amos Oz; 8) Milan Kundera; 9) Donna Tartt; 10) Sandro Veronesi. La presente lista parece no avergonzarse de no incluir un solo escritor de esa parte del planeta que llaman Asia y el Lejano Oriente. Ni Murakami ni Hashimoto ni Ma Jian, para mencionar a los tres primeros que se me presentan en la memoria. White is beautiful.


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