Diario literario

Diario literario 2022, enero (parte I): Shakespeare en Roma, epifanía, los rituales de Byung-Chul, notas sobre una traducción, Olga Tokarczuk

Los tres reyes magos. Mosaico bizantino de la Basílica de San Apolinar el Nuevo. 526 d.C. Rávena. Fotografía de Nina Aldin Thune | Wikimedia

08/01/2022

Milán, lunes, 3 de enero de 2022

Primera entrada del nuevo año en medio de nuevas emergencias ante la renuencia del coronavirus y sus mutaciones a desaparecer. Otra vez se piensa en la necesidad de una nueva cuarentena después del limitado éxito de las vacunas. No por limitado menos decisivo en el descenso de las ratas de mortalidad. Las nuevas formas de la virosis tal vez sean más contagiosas, pero, por fortuna, y gracias a las vacunaciones, son menos letales. Por ahora, lo recomendable es limitar los contactos sociales, algo que no significa para mí mayor sacrificio porque, aparte de mi hija y nieto, carezco de otras relaciones sociales en esta ciudad.

Shakespeare en Roma

He comenzado con la traducción de Antonio y Cleopatra para un nuevo proyecto que le he puesto el título de Shakespeare en Roma. No que el poeta haya visitado la Urbe, sino que a temas romanos dedicó dos de sus mejores obras: Julio César, cuya versión al castellano realicé durante el encierro, y el Antonio. No fueron los únicos dramas romanos, sin embargo, porque Tito Andrónico y Coriolano refieren situaciones cuyo centro es Roma. Mi proyecto contempla la traducción anotada de las dos tragedias, así como una selección de textos estimulados por ambos dramas. El inspirado poema de Cavafis sobre Antonio, por ejemplo. O la imitación que hizo T.S. Eliot de la descripción de Cleopatra por Enobarbo incluida en su Tierra Baldía. O fragmentos de las versiones de John Dryden, «All for Love», o Bernard Shaw. Recuerdo un estupendo poema del barroco español dedicado a Casio. Un libro coral con los dos grandes dramas del Bardo en el centro.

Milán, miércoles, 5 de enero de 2022: vigilia de reyes

Después de una larga noche con interrupciones repetidas, me pone de mal humor lo primero que escucho en France Musique, unos coros de Carl Orff que parecen cantados por la coral de juventudes hitlerianas de la ciudad de Nuremberg, tal es el entusiasmo digno de mejor causa que despliega la partitura. Por fortuna, acude en mi auxilio el buen Stravinsky con los momentos menos agitados de su Primavera. Me termina de componer una hermosa versión para piano de la obertura de Tannhäusser, melodía que asocio siempre a las Navidades en Nueva York a finales de los setenta y comienzos de los ochenta. En uno de esos diciembres adquirí la versión, difícilmente superable, de la ópera dirigida por George Solti. Entonces era joven y todo el mundo me cabía en una mano, pero desde entonces solo pedía para mi vejez que no me dejaran ni el amor ni el canto. Algo que los dioses se han cuidado de cumplir con una generosidad que no olvido de agradecer a diario, incluso en uno como este que comenzó de manera tan incómoda.

Los rituales de Byung-Chul Han

En uno de sus libros traducidos al castellano, regalo de Navidad de Herman Sifontes desde Madrid, Byung-Chul Han se refiere a la distorsionada experiencia del tiempo que tenemos desde que los rituales comenzaron a desaparecer.

Los rituales se pueden definir como técnicas simbólicas de instalación en un hogar. Transforman el estar en el mundo en un estar en casa. Hacen del mundo un lugar fiable. Son en el tiempo lo que una vivienda en el espacio. Hacen “habitable” el tiempo. Es más, hace que se pueda celebrar el tiempo igual que se festeja la instalación en una casa. Ordenan el tiempo, lo condicionan… Al tiempo le falta una armazón firme. No es una casa, sino un flujo inconsistente. Se desintegra en la mera sucesión de un presente puntual. Se precipita sin interrupción. Nada le ofrece asidero. El tiempo que se precipita sin interrupción no es “habitable”. Los rituales dan estabilidad a la vida.

Mi hija Constanza cultiva desde su adolescencia los rituales, una de las experiencias, de las pocas, que le dan coherencia a mi inestable existencia. Uno de estos rituales se refiere a la fecha que celebramos hoy y mañana vinculados a la aparición de los Reyes Magos. Y no sé si los movimientos más profundos de su psique fueron los que determinaron su mudanza a esta ciudad. En efecto, después de Belén, ninguna ciudad más relacionada con los monarcas peregrinos que esta Milán donde vinieron a morir. Por desgracia, de sus restos es muy poco lo que queda. “Esto es lo único que nos dejaron”, me dijo hace algunos años el titular de la iglesia donde se encuentra la única reliquia. Como se sabe, en una de sus incursiones a principios del medioevo, los germanos, comandados por Federico Barbaroja, se robaron los restos de los cuerpos de los tres reyes y se los llevaron a Colonia, donde se exhiben en su catedral. Los llamados a que los restos sean restituidos a la capital lombarda han sido desoídos a lo largo de un extenso milenio. Para Constanza, el despojo no merma el entusiasmo con el que celebra la Epifanía, algo que Alessandro, mi nieto, agradece. Esta noche organizaremos una cena en su apartamento y mañana iremos a acompañar al nieto a la misa de Epifanía en nuestra parroquia de Santa Rita. Las Navidades de Constanza están llenas de rituales, gracias a ellos, como nos recuerda el filósofo coreano, el tiempo, al menos durante el mes de diciembre tiene una durée, una duración, más firme y habitable que el resto de los once meses del año.

Milán, jueves, 6 de enero de 2022

Epifanía

Anoche, grata cena de Vísperas de Epifanía en casa de Constanza. Durante una década leí a mi familia en esta ocasión el estremecido poema de T.S. Eliot sobre los Reyes Magos. No he vuelto a hacerlo desde que nació Alessandro hace nueve años. Tal vez me resulte ahora demasiado triste para un niño que lo que quiere es celebrar la llegada de los viajeros con sus regalos. Hoy, después del desayuno y de la bella música que Lully dedicara a Moliere, misa de Epifanía en la iglesia de Santa Rita. El sacerdote, como siempre, leyó el episodio tal como lo narra Mateo en su Evangelio: In quel tempo. Nato il Signore Gesù a Betlemme di Giudea, al tempo del re Erode, ecco, alcuni Maggi vennero d’Oriente a Gerusalemme e dicevano: “Dov’è colui che è nato, il re dei Giudei?” Desconozco de quién es la traducción que me parece de una transparente musicalidad. En su comentario, el sacerdote nos recordó que todos tenemos una estrella, solo hay que seguirla. Hacia el final de la ceremonia, cuando el oficiante se refería a los regalos que le fueron donados a Jesús, pasé por una experiencia profunda de anagnórisis al pensar en todos los regalos con los que he sido privilegiado a lo largo de la existencia. Que la mayoría no los he merecido es lo que  me resultó más estremecedor.

Milán, viernes, 7 de enero de 2022

El cuarto rey

Ayer, como parte de las festividades relacionadas con la Epifanía, en acto amenizado con música navideña de Venezuela, fui distinguido como el cuarto de los Reyes Magos por mi nieto Alessandro. La corona de cartón confeccionada y dibujada con sus propias manos tiene muy poco que envidiarle a la de los reyes británicos. La distinción me parece un justo reconocimiento al culto que he mantenido por los tres monarcas desde mi infancia. Una devoción que se ha expresado, entre otras cosas, en “Los Reyes Magos en Milán”, un texto que les dediqué y que aparece en la última de mis colecciones publicada por Pre-textos a finales del 2021.

El banquete de Cleopatra. 1680. Gérard de Lariesse

Shakespeare en roma (notas sobre una traducción)

Al traducir el primer parlamento de Antonio & Cleopatra, siento de inmediato la diferencia entre su estilo y el de Julio César. La primera pertenece a lo que me gustaría llamar el período barroco de Shakespeare, con Otelo, Coriolano y el mismo Hamlet, entre otras. Se corresponden con la penúltima etapa de la evolución expresiva del Bardo. En tanto que el Julio César es la mejor muestra del clasicismo del autor, una sintaxis que encontramos asimismo en comedias como Noche de Reyes, Como quieran, Trabajos de amor perdido y dramas históricos tipo Enrique IV y Enrique V. En la escritura de Antonio & Cleopatra se encuentran todos los atributos de la mejor literatura y arte del período: elocuencia, oblicuidad,  hiperformalismo, desbordamiento. Todos los excesos que Voltaire encontró insoportables en la obra shakesperiana. En las líneas de Filo, con las cuales se abre Antonio y Cleopatra, no es difícil distinguir esta manera que sería también la de los mejores poetas líricos del período como John Donne. El subordinado de Antonio se extiende en metáforas y otros accidentes formales simplemente para decir que Antonio, su comandante, ya no es el mismo; que su bravura ha sido domada por su entrega amorosa a Cleopatra. Eso es todo. Sin embargo, Shakespeare aprovecha la situación para desplegar todas sus habilidades expresivas. Antonio es Marte y el brillo de sus ojos es como una superficie de plata y su ímpetu hacía que en su pecho la armadura reventara en el esfuerzo. La reina Cleopatra ha sido rebajada al nivel de una pobre gitana ninfómana quien, como una Circe africana, ha convertido al legendario guerrero en un siervo que enfría su lujuria.

FILO

No, pero esta pasión otoñal de nuestro
general sobrepasa la medida. Esos ojos
soberbios, que brillaban como la armadura
de Marte sobre las filas y guerreras bandas,
ahora se doblegan y dirigen a una frente
morena el interés y devoción de sus miradas.
Y su corazón de capitán, que en las refriegas
de los grandes combates, hacía reventar
las hebillas de su pecho, ha perdido su temple
y se han convertido en el fuelle y abanico
que enfrían la lujuria de una gitana.

Cuando traduje Julio César durante la cuarentena de 2020, publiqué unas notas a la traducción donde destacaba la precisión de su escritura, la calidad de sus pentámetros y la claridad conceptual, condiciones que se reiteran en los poetas clásicos. En este parlamento de la segunda escena del Primer Acto son apreciables estas cualidades.

BRUTO

No lo tomes de esa manera, Casio.
Si te parezco extraño es porque guardo
para mí los problemas que me embargan.
Últimamente he estado tomado por
una serie de emociones contradictorias.
Pensamientos que sólo son de mi interés
y que tienen que haber influido en mi
compartimiento. Así que no deben
preocuparse mis queridos amigos
(entre los cuales, Casio, te cuentas tú),
ni malinterpretar este desdén que lleva
al pobre Bruto, en conflicto consigo mismo,
y a olvidar las muestras de afecto hacia
sus amistades.

Aquí todo es claro, incluso en la expresión de un momento especialmente difícil de una mentalidad tan compleja como la de Bruto, escindido entre su defensa de la república y sus deudas de afecto hacia Julio César. Shakespeare es un poeta “for all seasons”. Lo que Voltaire, no sin razón, encontraba criticable, para distinguidos lectores del siglo XX como Wilson Knight o Jean Kott, es precisamente lo mejor del estilo shakesperiano.

Olga Tokarczuk. Fotografía de Martin Kraft

Olga Tokarczuk

Como regalo de Reyes, desde Sevilla, Ricardo Bello me hace llegar The Books of Jacob, la versión al inglés del libro publicado por Tokarczuc en polaco en 2014. El título completo de la novela da una idea de la complejidad de la empresa que le tomó a la autora más de 965 páginas terminar: Los libros de Jacob o el viaje fantástico a través de siete fronteras, cinco idiomas y tres grandes religiones sin contar las sectas menores. Narrada por los muertos, completada por la autora, tomando de una cantidad de libros con la ayuda de la imaginación, la cual es el don natural más importante que recibe una persona, etc. Sorprende la polaca Premio Nobel con este Leviatán a los que estábamos acostumbrados a leerla en volúmenes menos ambiciosos, quiero decir largos. No sé si lo de Ricardo se trate de un regalo o una tarea. En todo caso, ya he comenzado con su lectura por la página 965, que se corresponde a la primera de las novelas tradicionales.

 


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