Perspectivas

Diario literario 2021, septiembre (parte V): Tosca por Ronconi-Mutti, María Luisa Escobar, Cavafis by John Cavafis, la Helena de Anne Carson

Paisaje de Alejandría, Egipto. Fotografía de Argenberg | Wikimedia

02/10/2021

Milán, domingo, 26 de septiembre de 2021

Tosca by Ronconi-Mutti

En televisión RAI el legendario montaje de Tosca para la Scala, concebido por Luca Ronconi con dirección musical de Ricardo Mutti. Ronconi, con Luchino Visconti, fue el director de ópera más influyente de Europa y, con Vilar, Strehler, Brooks, Stein, Chereau o Lindsay, uno de los más respetados directores de escena. En estas funciones, como director de teatro sucedió a Strehler en la conducción del Piccolo Teatro milanés. Su vocación vanguardista lo llevó a producir montajes con textos de físicos y otros científicos. De su Affaire Makropoulos todavía se habla en esta ciudad. Para esta Tosca de la temporada del 2000, Ronconi trasladó la acción a tiempos del más oscuro barroco. Sus decorados son puro Borromini, distorsionados, precubista, expresionistas alemanes, imposibles. La música de Puccini, con la brillante complicidad de Mutti, nunca ha sonado tan  lenta como un réquiem, y oscura como una tela de Caravaggio.

María Luisa Escobar

Altamira en Milán

En la húmeda noche milanesa unos acordes familiares pero distantes, como recordados de un sueño. De regreso de esta fugaz crisis de la conciencia, logro identificar la música de un compatriota. Poco después identifico que no solo es compatriota, sino paisana. Lo que interpreta la solista, la estupenda Claudia Rodríguez, es de María Luisa Escobar, quien desde hace unas semanas disfruta de la preferencia de algún programador de Radio Classique. Esta vez se trata de “Noche de luna en Altamira”.

Milán, lunes, 27 de septiembre de 2019

Cavafis en inglés

De reseñar el carácter mítico de la egipcíaca Alejandría se encargó, entre muchos otros, Lawrence Durrell con su leído Cuarteto de Alejandría. Su carácter cosmopolita le viene de antes, desde su fundación misma por el mítico Alejandro macedonio, el más cosmopolita de los emperadores que en el mundo han sido, y modelo de otros estadistas universales, como Julio César o Napoleón. Durante las primeras décadas del XX, la urbe se había convertido en un improbable tejido de elementos griegos y egipcios, en primer lugar, y luego británicos, italianos (allí nació Giuseppe Ungaretti), franceses o alemanes. De todas las potencias occidentales, la Inglaterra imperial ejerció una influencia dominante. El inglés se difundió entre sectores de una población cuyo parlar materno era el griego. Así, Durrell pudo compartir más de un humeante café con Cavafis, cuyo inglés le venía de la infancia. En la versión de sus Poesías completas, editadas por Pre-textos, he encontrado uno de sus poemas más conocidos, “Murallas”, 1896, traducido al inglés por John Cavafis, hermano del poeta. Más que de una traducción, se trata de una “imitación”. Que era algo más que una mera traducción, lo entendió rápidamente el poeta, quien hizo imprimir una preciosa plaquette de apenas seis páginas, con el original en griego, la “imitación” al inglés de su hermano y un epígrafe de Esquilo: “…cómo sufro injustamente…”

MY WALLS

 

No thoughtfulness, no sympathy, no shame

had they (who were they?) who around me came

building huge walls.

                                 And hopeless here sit I.

 

It harrows heart and brains this evil fate;

outside I have so many things that wait.

 

But walls were built and heedless I stand by!

 

And yet I never heard the noise, the cry

of builders at their work; when were they there?

Out of the world they shut me unaware.

 

Esta es la traducción del griego original al castellano de  J.M. Macías para Pre-textos:

 

Sin consideración, sin clemencia, sin pudor,

grandes y altas, en torno a mí levantaron murallas.

 

Y aquí me siento ahora, y desespero.

No pienso en nada más: mi mente es devorada por este destino;

 

pues eran muchas las cosas que tenía que hacer ahí afuera.

Ah, cuando alzaban las murallas, ¿cómo no tuve cuidado?

 

Más nunca escuché el estrépito, el fragor de los obreros.

Fuera del mundo, sin darme cuenta, me encerraron.

Milán, martes, 28 de septiembre de 2021

Fotografía de CRAIG BARRITT | GETTY IMAGES NORTH AMERICA | GETTY IMAGES VIA AFP

Anne Carson (1)

Que las “versiones homéricas” deberían ser consideradas un nuevo género, uno de los pocos productos admirables de la modernidad, no debería ser sujeto de discusión. Se siguen produciendo con variedad inagotable. La novedad es uno de los signos que distingue las producciones del género. Su prestigio es incuestionable. Los primeros en asumirlo fueron poetas de la solvencia de Eurípides, quien dedicó dos de sus mejores dramas a los asuntos cantados y contados por Homero: Ifigenia en Aulide y Troyanas. Dos recientes aportes son Memorial, la tensa colección de episodios en versos tomados de la Ilíada, escritos por Alice Oswald, siguiendo de cerca, o de lejos, el precedente de Christopher Logue. Y la imitación de la Helena, de Eurípides, que Anne Carson publicó en 2019 con el  sugestivo título de Norma Jean Baker of Troy.

Milán, miércoles, 29 de septiembre de 2021

Dos poemas encontrados en mi Diario literario 2019 en versiones nuevas, aunque no definitivas (nunca lo son):

ÁLPES

 

Más allá

del negro lago,

habla

la montaña,

con su aliento

helado

y su barba

blanca.

Yo siento

las palabras

cuando bajan

desde la cumbre

escarpada.

De noche

llegan a mi oído,

hablando

de una vida

destinada al

olvido.

Cuando habla

la montaña,

nos quedamos

en la casa

sin hacer ruido.

 

 

MILAGRO BLANCO

 

Era del año

la estación

más seca,

cuando,

sedienta,

la tierra revela

su piel

de cicatrices

y grietas.

Seis meses

sin lluvia

que agotan

la tierra muda.

Envuelto

en la luz

más pura,

un blanco apamate

flotando

en el bosque

y su espesura.

Un nuevo milagro

de una existencia

que, para mí,

sigue siendo

oscura.

A Dios

apenas los siento

del apamate

en su blancura.

Serán incluidos en Flota el tiempo, una colección de poesías que he compuesto, en estos tiempos de pandemia y destierro, entre Caracas y Milán.

Marilyn Monroe, Fotografía de Teichnor Bros., Boston

Milán, viernes, 30 de septiembre de 2021

Anne Carson (2)

Estas son las primeras líneas del prólogo a Norma Jane Baker de Troya, la versión de la Helena de Eurípides, de Anne Carson, que se estrenó en Nueva York en 2019. Arthur, al que se alude en el texto, es, naturalmente, Arthur Miller, el tercer esposo de Norma Jean Baker, conocida como Marilyn Monroe, único personaje de la pieza:

(La escena en Troya y Los Ángeles)

Entra Norma Jean Baker.

 

Prólogo

 

Este es el Nilo y yo soy una mentirosa.

Ambas cosas son verdad.

¿Esto los confunde?

La pieza es una tragedia. Observen

atentamente cómo elimino el sufrimiento.

Espero que hayan oído hablar de la Guerra de Troya,

causada por Norma Jean Baker,

prostituta de Troya.

Bienvenidos a la oficina de Relaciones Públicas.

Todo fue un engaño, una burla, una estafa,

una joya de estrategia.

La verdad es esta:

una nube llegó a Troya.

Una nube con la forma de Norma Jean Baker.

Los dioses, se puede decir, lo arreglaron todo.

Me llevaron en vuelo hasta L.A.

y me encerraron en una suite de Chateau Mormont.

Me dijeron que me aprendiera mi parte en Clash by Night,

una película de Fritz Lang, el famoso director.

Eso es todo sobre él.

Pero hablando de ejércitos ignorantes,

la estafa de la nube engañó a todo el mundo.

Me sentí mal conmigo misma.

¿Conocen la frase “veneno de taquilla”?

¿Cómo redimir el nombre de Norma Jean?

¿Cómo explicárselo a Arthur?

Mi buen esposo Arthur,

quien dirigió  un ejército para rescatarme.

Después de todo soy su posesión más apreciada -los griegos

valoran más el oro que las mujeres,

y un poco más apenas que los bueyes,

ovejas o cabras-

aunque también,

y más importante,

Arthur es un hombre que cree en la guerra.

Los hombres hombro a hombro,

curtidos en el fuego de la batalla.

El mismo,

en un encrestado casco,

sus ejércitos revoloteando a su alrededor

como abejas oliendo miel.

Arthur le agradece a Dios todos los días

por la precisión al comando,

que pone orden en la anarquía de su corazón.

¿Una nube? pregunta. ¿Fuimos hasta Troya

por una nube?

¿Todos esos años vivimos con la muerte

hasta las rodillas por una nube?

No estoy segura de que me crea.

No estoy segura de creerme a mí misma.

 

(Versión A. Oliveros)

Aunque ha sido profusamente traducida al castellano, desconozco si su Helena está en nuestro idioma. En Italia, ha sido recientemente publicada con el título (escogido por Miss Carson) de Era una nube. Una versión de la “Elena” de Eurípides, por Crocetti Editore al cuidado de Patrizio Caccagnoli. Trabajos tan estimulantes como este confirman a las Versiones Homéricas como uno de los géneros más atractivos de la literatura del siglo XX.

Luz de otoño

Cuando cambia la luz, cambia todo. Incluso el tiempo. La brillante, a veces encendida, luminosidad del verano ha sido desplazada por la más sedosa y azulada del otoño temprano. También la temperatura es otra que presagia los fríos de invierno. El verdor de los árboles va cediendo lentamente a los amarillos y ocres y rojos.

El tiempo también es más lento en otoño y equilibrado, sin la dramática lentitud del invierno ni la velocidad encendida de los meses estivales. Estamos de espaldas a nueve meses del 2021 que pasaron como siempre, con la brevedad de un sueño. Adelante están los tres meses que nos quedan, apenas un puñado de arena que se está escapando despiadadamente entre los dedos.


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