Diario literario

Diario literario 2021, diciembre (parte II): Beaumarchais, Baselitz, Boticelli, la bourse de commerce

Bourse du commerce - Fondation Pinault. Fotografía de Nicolas Mirguet | Flickr

11/12/2021

París, jueves, 2 de diciembre de 2021

Este apartamento, en 5 rue Aubriot, no queda muy lejos de la casa que ocupó Beaumarchais durante varios años. No sé si fue en esa dirección donde escribió El barbero de Sevilla o Las bodas de Figaro, pero no me extrañaría; al fin y al cabo, el palacio real, centro de las intrigas cortesanas de su época, no está muy distante, y Beaumarchais ha podido lograr la inmortalidad como uno de los más brillantes intrigantes de la historia de Francia. Fue un consentido de la notoriedad. Inventó un sistema de relojería, dio clases de música a las hijas de Luis XV y se casó dos veces con viudas adineradas, que le dejaron una considerable fortuna como para procurarse una tercera esposa. Vendió armas -y ganó una fortuna- a los rebeldes norteamericanos, cuyo espíritu revolucionario compartía, como después compartiría, por un tiempo al menos, el de los jacobinos franceses. Su paso por la revolución, no obstante, fue accidentado, y de la guillotina lo salvaría la oportuna intervención de una examante agradecida. A él se debe la primera edición de las obras completas de su admirado Voltaire; y, durante el tiempo que le dejaban sus variados oficios, sirvió como espía a Luis XV y Luis XVI. Estuvo en España, donde protagonizó una aventura que sería más conocida por Clavijo, la amena y olvidada obra de teatro que le dedicó Goethe, donde el francés, y su hermana, aparecen como protagonistas. Pero, al final, sería la literatura la que lo haría inmortal. De su trilogía sobre el conde Almaviva, dos comedias serían utilizadas para que Mozart, con libreto de Lorenzo Da Ponte, escribiera su Bodas de Fígaro y Rossini su Barbero de Sevilla. Se siente uno bien de pasar unos días en el mismo barrio que habitara este protegido de la Fortuna.

Mujer desnuda en silla de cocina. 1979. Gerg Baselitz

París, viernes, 3 de diciembre de 2021

Baselitz en el Pompidou

Recibo la visita de Nathalie Tollot-Beaut,  con quien aprovecho el fin de semana para asistir a algunas exposiciones. La primera es la Retrospectiva que el Museo Pompidou dedica a Georg Baselitz. Con París, el maestro alemán ha mantenido una relación especial (creo que todos los alemanes la han tenido y la tienen). En 2011, el Museo de Arte Moderno de la Ciudad de París le organizó una memorable muestra de sus tallas, algunas de las cuales reencontramos en la exposición actual. Se trata de una muestra imponente de los trabajos de Baselitz (un seudónimo tomado del nombre de su ciudad natal), que incluye obras de la época en su nativa República Democrática Alemana; signadas, desde tan temprano, por un rechazo, tanto político como estético, del abstraccionismo que se apropiaba de todos los espacios expositivos de Occidente. En aquellos años de paranoias y guerras frías, el Gobierno norteamericano presionó de manera sostenida al mercado del arte para que fomentara la difusión del abstraccionismo en todas sus variantes, desde el action painting al cinetismo. De este modo, fueron los ideólogos del Departamento de Estado y la CIA los que determinaron el curso de buena parte del arte occidental después de la Segunda Guerra Mundial. La idea era irrefutable, es muy difícil hacer un arte político con la pintura abstracta, algo que siempre, desde los tiempos de Apeles, se le ha encargado al arte figurativo. Los alemanes, y algunos otros, declinaron la invitación y se dedicaron a la práctica de un figurativismo de origen expresionista. Baselitz, como todo artista o escritor o poeta alemán que se respete, se siente llamado a la creación de una épica personal. Y lo consigue a partir de sus propias experiencias a ambos lados de la Alemania de posguerra. Grande y conmovedora, como la del Beckmann que mostraría el Pompidou hace una década, es esta  exposición del que fuera el último gran expresionista del siglo XX.

Venus. 1490. Sandro Boticcelli

Botticelli en el Jacquemart-André

Después del recorrido por la dramática escritura icónica de Georg Baselitz, es un oasis emocional la visita al Jacquemart-André, el museo particular de la familia André, que alberga una de las más exquisitas colecciones de objetos y obras de arte de París. Esta vez han dispuesto algunas de sus salas para una muestra antológica dedicada a Sandro Botticelli, con obras facilitadas por las más serias instituciones museísticas. Si bien no está “El nacimiento de Venus” ni “La primavera”, el Jacquemart-André ha conseguido el préstamo de tres de los estudios realizados por el maestro florentino sobre la imagen de Venus. Son tres desnudos preparatorios de Simonetta Vespuci, la novia “platónica” de Guliano de Medici. Obras poco familiares, salvo para los visitantes museos alemanes donde son expuesto de forma permanente. Otro de los sectores reveladores de la muestra es el dedicado a las ilustraciones para la Divina Comedia que relizaría Boticelli y que no han sido expuestos, de manera integral, desde que, de manera excepcional y en una muestra memorable, exhibiera la Escudería Papal del Quirinal hará un par de décadas.

Rapto de las sabinas. Reproducción en cera. Giambologna. Fotografía de Nicolas Mirguet | Flickr

París, sábado, 4 de diciembre de 2021

La apertura de la bourse de commerce

París es la ciudad de los mil museos, del mismo modo que Madrid es la ciudad de los treinta mil restaurantes. No ha terminado de crecer la grama en los jardines del museo de la Fundación Louis Vuiton, en Bois de Bolougne, cuando se anunció la inauguración del nuevo museo de la Fundación Pinault en una restaurada Bolsa de Comercio. Se trata de un edificio de planta circular, a pocas cuadras de Ile de la Cité, que albergó durante años la bolsa donde se cotizaba el mercado de granos. Después de años fuera de funcionamiento, los directivos de la Fundación Pinault, la misma que gestiona el Palazzo Grassi y la Punta della Dogana en Venecia, consiguieron permiso de la ciudad para adelantar una restauración que la convirtiera en un nuevo museo de arte contemporáneo. La restauración es un logro arquitectónico, casi un acto de magia que convirtió la vieja Bolsa en un espacio contemporáneo donde apenas se siente la transformación que dirigió Tadao Ando. Para esta exposición inaugural, “Overture”, los organizadores escogieron la llamativa escultura del suizo-norteamericano Urs Fischer que vimos por primera vez en la Bienal de Venecia 2011. Se trata de una reproducción escala 1:1, en cera, del “Rapto de las Sabinas” de Gianbologna, en Florencia. A diferencia de la noble resistencia del mármol florentino, la cera de Fischer en la Bourse, como en Venecia, está condenada a su desaparición física. En efecto, todas las mañanas, antes del ingreso del público se enciende una mecha que provoca el derretimiento paulatino de la obra, el cual llegará a su fin el día de la clausura. Con la gran escultura de seis metros, se dispone una serie de sillas banales, de oficina, sometidas a un semejante proceso, lo mismo que la escultura tamaño natural del artista Rudolf Stengel. Pero, con todo lo llamativo, no es lo más interesante de esta muestra de apertura. Aunque de una asimetría inesperada (pocos artistas chinos y del Lejano Oriente, muchos artistas germanos, pocos latinoamericanos, muchos artistas de “color”, pocos video artistas), la presencia de varios exponentes de la contemporaneidad se despliega a lo largo de los tres niveles del edificio. Hacia el final, uno de los espacios más excitantes: dos salas dedicadas a una mini retrospectiva de David Hammons, con treinta de sus obras más emblemáticas. El museo de la Bourse de Commerce-Fondation Pinault se suma al itinerario de lo que no puede dejar de visitarse en la ciudad de los mil museos.

París, domingo, 5 de dicieembre de 2021

Las Airanossian en Putaux

Difícilmente una mejor manera de comenzar un domingo de invierno en París. Gracias al sostenido interés de Nathalie Tollot-Beaut por la música (es una de las animadoras del Festival Beethoven de Beaune), pudimos disfrutar del hermoso concierto en la “Ville” de Puteaux dedicado al gran compositor francés del XVII, Jean-Marie Leclaire, nativo de Lyon pero residente durante mucho tiempo de Puteaux. La interpretación de algunas de las Sonatas de Leclaire estuvo a cargo de un trío formado por el virtuoso clavencinista Chrstophe Rousset y las hermanas Siranossian. Es, desde todo punto de vista, una ocasión extraordinaria. Primero, un homenaje a Leclaire, músico a la orden del pintoresco duque de Gramont y autor de algunas de las mejores partituras para violín del período. Y, luego, es el debut de Astrig Siranossian interpretando en público música del Barroco. Sobre Astrig he escrito dos veces en estos cuadernos, consignando la aparición de dos de sus grabaciones. La primera, con estupendas interpretaciones de los conciertos para cello de Khatchaturian y Penderecki; y, más recientemente, su homenaje a Nadia Boulanger, con piezas de Piazzola, Quincy Jones, Philip Glass, Michel Legran y la misma Boulanger. A principios de este año, Astrig se presentó integrando un trío con Daniel Barenboin y Martha Argerich, lo que la confirmó como una de las más destacadas cellistas de estos principios del XXI. En cada oportunidad que he escrito sobre esto he referido el lirismo y la elegancia de su sonido. Cualidades que se reiteraron al acompañar a su hermana, Chouchane Siranossian, especialista en música barroca y a quien le debemos el extraordinario álbum, Bach Before Bach, donde interpreta composiciones de contemporáneos de Bach, cuya difusión ha sido una de las empresas que más debemos agradecer a Chouchane. Con un equilibrado, ecuánime y respetuoso Christophe Rousset, la música de Leclaire en verdad era la más adecuada para esta mañana iluminada por esta música propiciada por la bucólica Puteaux, donde fueron escritas estas sonatas.

Los David Hammons de Robert

Peter Weisman es un norteamericano radicado en París desde hace cuarenta años, quince de los cuales consagrados a la redacción de su soberbio diccionario de anglicismos, que me lleva de regalo a la reunión en casa de Robert Vifian. El diccionario de Peter, Dictionnaire etymologique et critique des anglicismes, es una suma crítica de todas las voces que el francés ha incorporado al uso. Nuestra larga amistad se funda en la confesión que le hiciera, hace años, de que mi género de lectura preferido, sobre la poesía, las novelas, los ensayos o el teatro eran los diccionarios. Fiel a mi palabra, he comenzado la lectura de su libro, la cual me llevará, si no tanto como quince años, sí un tiempo prudencial. A Robert le comento mi visita a la Bourse de Commerce y regresa un par de minutos después con un sobre donde, doblada cuidadosamente, tiene un ejemplar de la misma bandera que se encuentra al comienzo de la retrospectiva dedicada a Hammons.

Fotografía de @teatroallascala

Milán, miércoles, 8 de diciembre de 2021 

Macbeth distópico en la scala

Con una puesta en escena controversial y el protagonismo de la diva más codiciada, Anna Netrebko, apoyada en el profesionalismo de Luca Salsi como Macbeth y la dirección orquestal de Ricardo Chailly, el Teatro alla Scala de Milán, la casa de ópera más importante del planeta, dio inicio, siempre el 7 de septiembre, día de san Ambroggio, la temporada 2021-2022. Macbeth, una ópera juvenil del autor no gozó del favor del público, ni de la crítica, a lo largo del siglo XX, a pesar de los esfuerzos de Maria Callas y Tulio Serafin, de quien es la versión para la Scala a mediados de los cincuenta. Su fortuna comenzaría a mejorar y, lentamente, a partir de 1976, cuando también para la Scala fuera dirigida por Claudio Abbado en una versión legendaria protagonizada por los que se habrían de convertir en referencias: Shirley Verret y Piero Cappuccilli, como Lady Macbeth y Macbeth, en un montaje de Giorgio Strehler. La Verret, una mezzo de origen afroamericano, con su impresionante registro y oscuridad de su timbre, reunía todas las condiciones exigidas por Verdi: Quisiera una Lady Macbeth, fea y malvada… Quisiera que no cantara… que tuviera una voz áspera y sofocada, oscura… que tuviese algo de diabólica. Las escenas principales de la ópera son dos, el dúo entre los esposos y la del sonambulismo, si estos fragmentos se pierden, la ópera se derrumba. No deben ser solamente cantados, sino actuados y declamados con una voz oscura y velada, si no es así se pierde el efecto. Y la orquesta con sordina. La versión de Livermore, que parece un homenaje a los arquitectos futuristas con Sant’Elia, subraya las connotaciones políticas de la ópera y del drama. Que Escocia es país oprimido por el peso de la dictadura lo subraya Shakespeare, pero en la versión de Livermore, Escocia es cualquier dictadura moderna, origen de impensables distopías, como es el caso de Venezuela. En el país suramericano, la “catástrofe permanente”, propiciada por el mal gobierno, difícilmente puede ser peor. Solo el fin de los tiempos podría emularla.

Milán, jueves, 9 de diciembre de 2021

La ciudad amaneció envuelta en un clima polar, con una niebla congelada que permanece flotando como en una gran pecera grisácea. Hasta el tiempo, siempre violento en su paso, parece menos precipitado en esta atmósfera silenciosa. Pero, claro, no es así. Han pasado tres horas desde que me levanté hace no más de cinco minutos.

Dos poetas de Valencia

Después de Caracas, tal vez haya sido Valencia la ciudad con una actividad poética más sostenida. Desde los tiempos de Vicente Gerbasi y Otto de Sola, vinculados de diversos modos con esta capital de provincia, hasta los años sesenta y setenta, con la creación de la efímera revista (un solo número) Azar Rey, fundada por J.M. Villarroel París, Eugenio Montejo y Teófilo Tortolero; hasta la longeva revista Poesía, animada por nuevas generaciones de poetas bajo la dirección de Víctor Manuel Pinto. Dos de los cuales, Néstor Mendoza y Daniel Oliveros, han publicado sendas colecciones a finales de este 2021, que en común tienen la reiteración en un tono alegórico, distanciado del demotismo al uso que disimula la banalidad y la simpleza El de Mendoza (Simulacro. Ed. Obra Abierta) es una “antología personal” de textos publicados de 2007 al 2020. La suya es una lírica de un variado y esmerado formalismo, que incluye el verso libre, la rima, el poema en prosa y el diálogo. Siempre con un tono discretamente confesional refiere las experiencias recientes del poeta, el exilio, la soledad, las limitaciones de la vida bajo otro cielo, la incertidumbre, pero, al mismo tiempo, una obstinada confianza en su situación en el mundo. Poemas bien escritos, nunca muy extensos, de una emocionalidad contenida, sin perder de vista la esencia de la comunicación poética, muy dentro de la poética de la “escuela de Valencia”. La de Daniel Oliveros (Warlike. LP5 Editora), estudioso y traductor de poesía norteamericana contemporánea, es  su primera colección. Un conjunto de poemas, siempre alegóricos, donde se destaca la voluntad formal, el desvelo por encontrar la expresión justa de unas experiencias a menudo dramáticas, pero siempre puestas con elegancia en el papel. Uno de esos libros a los cuales se les sienten los años de desvelos y trabajo. Lo que sigue es una muestra mínima de este par de jóvenes vates de Valencia.

NESTOR MENDOZA

 

SEXTINA (Fragmentos)

 

Nuestro país es esta tabla

rústica para sostener el pecho.

No debemos abandonar el monte

de la niñez, diseminar el centro,

borrarlo o anularlo con los dedos,

fundar un territorio con las uñas.

 

He mordido suficiente las uñas

en un acto de fe sobre mi tabla.

Quizá para saber que tengo dedos

semejantes a mi padre y su pecho.

No pretendo distanciarme del centro,

de nuestra pequeña región, del monte.

 

Me cansé de pisar el mismo monte,

amarlo, odiarlo, sobarlo: mis uñas

van más allá del predecible centro.

No sé, a lo mejor buscan otra tabla

que festeje, con nuevo tacto el pecho.

Por eso ofrezco la arena en mis dedos.

 

 

 

DANIEL OLIVEROS

GÉNESIS (Fragmentos)

 

I

 

Vacía está la mano,

la angustia de los labios

muertos adheridos al filtro

del cigarro,

 

el último traído hacia nosotros

                  como un fantasma.

 

La aparición baila al son

del cálculo que maquina

los movimientos de los

dedos para cerrar la boca.

 

Pasan los días en el horizonte.

    Las nubes bien puestas:

   el pasto sin una sola hendidura

   mi tierra abierta a los pastos

   ni pastizales aplastados hacia el oeste.

 

Son los árboles un recuerdo

todos lo mismo y distinto.

 

Los que nunca echan flores.

Los que nunca mueren.


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