Diario literario

Diario literario 2020, enero (parte II)

11/01/2020

Lucio Scilla. Mozart.

Milán, domingo 5 de enero de 2020

En RAI-TV, Lucio Silla, la ópera temprana de Mozart presentada hace dos días en la famosa  producción en la Scala, estrenada en 2015. Lucio es la tercera de una trilogía encargada por los milaneses al maestro austríaco en 1772 para el Teatro Regio Ducal, que fue precedida por la más difundida de las tres, Mitrídates re di Ponto y la oscura Ascanio in Alba. La escribió Mozart a los dieciséis años y, como las otras dos, es lo que se llamaba una “ópera seria” (drama musicale es como la llamó el autor en el original), para distinguirla del género “bufo”, en el cual el gran compositor escribió su mejor música lírica, como se recuerda cuando uno piensa en las maravillas de Cosi fan tutte, Bodas de Fígaro y Don Giovanni. También Rossini, como se lo confirmó Beethoven en una famosa entrevista, se destacó en el género bufo, y no me refiero solamente a su Barbero de Sevilla. Las óperas “serias” de Mozart, con todo su genio, distan de ser lo más difundido de su producción. Las imposiciones de los criterios de su tiempo contrastaban con la vocación libertaria de Mozart. Para la sensibilidad contemporánea resultan pesadas por su estatismo y acartonamiento. No obstante, el talento de Marshall Pynkosky, encargado del montaje, ha convertido en plasticidad toda tiesura, en tenso Barroco, la impostura neoclasicista y en suspenso lo que era previsible. El vestuario, la actuación de la protagonista, la exquisita Lenneke Ruiten, con sus movimientos de calculada grandilocuencia, lo hacen a uno olvidar la seriedad de la obra y el improbable argumento se transforma en urgente realismo. En la más difundida de las arias, y una de las más hermosas de todo Mozart, Vanne t’affretta… Tutto mi fa spavento, consigue la protagonista un dramatismo no distinto del moderno romanticismo de Lucia di Lammermoor (uno de los papeles más frecuentado por Ruiten). La orquesta de la Scala, dirigida en perfecta armonía con el diseño del montaje, es impecable. Difícil una manera más estimulante para comenzar este primer domingo de un 2020 que quisiéramos mejor que el 2019, pero no tanto como el 2021.

Milán, martes 7 de enero de 2020

Epifanía en Milán

La fecha en esta ciudad es una ocasión muy particular, no tanto por el despliegue de artificios, camellos, caballos o titiritantes actores, sino que, de acuerdo a una tradición incontestable, fue aquí donde se le dio sepultura a los Tres Magos, y aquí descansaron sus restos mortales hasta que las huestes de algún emperador germano se apoderaron de ellas y las transportó a Alemania. “Es muy poco lo que nos dejaron los tedeschi”, me dijo con resignada tristeza hace un par de años el párroco de San Eustorgio, centro de la devoción milanesa de los tres reyes transhumantes. Este año, mi día de Epifanía estuvo animado por la visita de Fernando Maillo, el amigo productor de exquisitos vinos en la apartada Sierra de Francia. Hace cuatro años, en una de las librerías más visitadas de Salamanca, su ciudad de origen, Fernando organizó la presentación de mi Poemas del cuerpo en la edición de Pre-textos.

Haiku

En uno de sus primeros ejercicios de composición, el nieto Alessandro escribió este texto siguiendo de cerca la forma original del haiku:

Light is beautiful
Light of the sun is for me
Light of stars is better.

Estoy de acuerdo en todo.

Milán, miércoles 8 de enero de 2020

Por dos días consecutivos retenidos en un banco de niebla que me hace sentir como uno de los marinos de Melville, atrapados en alta mar en condiciones semejantes. La nave no se mueve y da la impresión de que nada se mueve. Y aunque el transporte público, buses y Trams, y el privado no han dejado de funcionar, pareciera que no van más allá de la esquina, donde seguramente los espera el abismo. Nada de la romántica niebla veneciana de Brodsky que, en reiteradas ocasiones, también la hemos tenido en Milán. En estos bancos todo es macizo, los objetos en la calle no se ven, se tocan. No hay música que penetre este horizonte algodonado. Lo más cercano es Arvo Pärt, con sus reiteraciones místicas y su oscura religiosidad. Para consolarme, un amigo me envía fotos del cielo de Caracas desplegando su beata luz. Quien deja su tierra, como diría el maestro José Solanes, también deja su cielo.

Entrevistas y poesía

Con toda la amabilidad, un amigo me invita a responder un cuestionario sobre la poesía para un libro donde participa un grupo de distinguidos vates venezolanos. La primera pregunta, y la única que me atreveré a responder, si es que puedo hacerlo, es sobre qué es para mí la poesía. Siempre he sido torpe para las entrevistas. Si precariamente me logro expresar en otros modos, en este de las entrevistas, convertido en género por algunos favorecidos colegas, pongo en evidencia todas mis limitaciones. En el mejor de los casos, termino diciendo lo contrario de lo que pienso y arrepentido por haber dicho lo que dije. Ya la primera de las cuestiones me deja mudo: ¿qué es para mí la poesía? Con vergüenza comenzaré diciendo que nunca se me había ocurrido pensar en eso. Siento que es algo tan normal como respirar y nunca me he preguntado qué significa para mí respirar. A pesar de que lo sé bien, víctima como he sido de reiteradas crisis de apneas agudas con su sensación de muerte inminente. Ahora me pregunto eso y tampoco sé cómo responderlo. El arte de responder entrevistas es algo en lo que nunca me he propuesto descollar.

Poesía y orfandad

Sigo con esta incómoda sensación de vacuidad, de huérfano de mis poemas, después de haberlos enviado a la editorial. A diario me acude la pregunta, ¿ahora qué hago? En qué ocupo las dilatadas horas que dedicaba a corregir mis muy amados versos. Además de sentirme como un traidor que, en medio de la batalla, ha dejado atrás a sus compañeros de la manera más desleal. Por fortuna, el oficio de escribir estos diarios me mantiene con un centro, no importa lo precario, sin el cual me sentiría perdido. Una posibilidad es retomar mis Memorias de Italia, un proyecto comenzado hace casi diez años en el cual reúno mis recuerdos de los lugares y ciudades visitados desde que, en 1996, estuve  por primera vez en este país. Hasta ahora he escrito sobre Nápoles, Florencia, Roma y Milán. Me falta escribir sobre otros sitios que me han impresionado como Montalcino, Arezzo-Anghiari, Pavia, Barolo, Lago de Como o La Spezia. En todo caso, nada podrá llenar el vacío que me dejó mi abandonada colección de poesías. Como no sea una nueva colección de versos, algo que no depende de mi voluntad.

*

Cleopatra se despide del espíritu de Antonio

“Escúchame, bendito mármol que recibes
estas lágrimas; escucha el lamento
de la más infeliz de las esposas de Egipto.
Y ustedes, amadas reliquias del que fuera
mi señor y amante, no permitan que las molesten
y puedan descansar aquí para siempre.

Y tú, Antonio, deja que, en la muerte,
Alejandría te conceda un poco de paz,
a ti que, en vida, solo conociste de guerras
y mudanzas. Descansa en este lecho
que un día fue tu destino africano.
Si los espíritus sobreviven a los cuerpos,
escucha entonces las quejas de este fantasma,
lo único que queda de tu cautiva esposa.
Recuerda estas manos que, en libertad,
te enterraron y que ahora serán esclavizadas
para llevarme atada por las calles de Roma,
como es la voluntad de Octavio. Si no fuimos
en vida separados, ¿debe ahora hacerlo la muerte,
dejándote a ti en la sagrada Alejandría
y enviándome a mí, como esclava, a esa Roma
que una vez, como reina, conocí?”

El autor de estas líneas es Samuel Daniel, y aparecen en el cuarto acto de su The Tragedy of Cleopatra, publicada en 1609 y leída, antes de escribir su Antonio y Cleopatra, por su amigo William Shakespeare; y, al parecer, por nadie más después de eso, excepción hecha del profesor Geoffrey Bullough, quien la incluyera en el tercero de los ocho tomos de su inevitable, para los estudiosos de la obra del Bardo, Dramatic and Narrative Sources de Shakespeare, uno  de los más nobles y admirables monumentos a la gloria del Bardo. En este fragmento desgarrado, Cleopatra insiste en el carácter político de su relación con Marco Antonio, el esforzado héroe al cual los dioses abandonaron un día para hacerlo sucumbir en la más grande de las batallas después de Troya, la de Accio, donde se aseguró el futuro del dominko occidental en el Mediterráneo. Recuerda la princesa que, antes de ser esposa de Antonio, fue legalizada esposa no menos que de Julio César, con quien tuvo un hijo, el cual, por su condición de legítimo sucesor de su padre, encontró una muerte temprana a manos de los esbirros del usurpador Octavio Augusto; el mismo que, no contento con la usurpación, quería abundar en las humillaciones a la casa real de Egipto, paseando a Cleopatra ante la turba del foro romano. Del Nilo, en forma de resbaladiza áspid, llegaría su liberación. La preterida obra de Daniel es otra de las tantas víctimas de la “bardolatría” alimentada por los irresponsables criterios de la modernidad.

Milán, jueves 9 de enero de 2020

Después de tres días de licencia, ha regresado, no sin previo, y difícil, combate con las nieblas, el Sol Invicto, liberando los azules cielos y prodigando la cristalina luz que se extiende por los espacio de la ciudad desde los vecinos Alpes, cuyas blancas cumbres no son difíciles de divisar en el horizonte.

Lucio Silla

Ayer, privilegiado por las tres horas de rara belleza escuchando de nuevo la temprana ópera de Mozart accesible en los servicios de Youtube. Se trata de una grabación realizada en la ópera de Salzburgo que reitera el montaje, la dirección y el reparto del original de la Scala. Es una puesta en escena ejemplar, respetuosa, llena de novedades y acertadas adaptaciones. Una práctica afortunada de la poética de Ezra Pound: “Make it new”, con lo que quería decir, no hacer, nada nuevo sin hacer nueva la tradición recibida. Sus Cantos, de este modo, no tendrían nada de nuevo, simplemente hacía nueva la tradición recibida de Homero y Dante. Es lo que hace Marshall Pynkoski, hacer nueva una tradición que enriquece, incluyendo estéticas tan encontradas como el neoclasicismo del XVIII, el siglo de Mozart, y el Barroco que lo precedió. Pero, sobre todo, la oportunidad de ver y escuchar de nuevo a la estupenda, como actriz y soprano, Lenneke Ruiten.

Éxodos

Comentando la amarga suerte de los inmigrantes italianos que, después de la Segunda Guerra tuvieron que dejarlo todo atrás en los territorios que iban a formar parte de Yugoslavia, Claudio Magris, en un trabajo reciente para Il corriere della sera, dice cosas sobre el éxodo que abarca a todos los refugiados que en el mundo han sido (“los ejemplos son innumerables, los siglos están llenos de ellos y en el XX y el XXI se han multiplicado y se siguen multiplicando”) y que, bajo las formas más variadas y trágicas, incluye el de millones de venezolanos:

El éxodo es un drama recurrente en la historia; doloroso, difícil, a menudo incomprendido, y humillante. Y, sin embargo, puede ser un motor en el origen de las civilizaciones. Nacido de una pérdida, de la violencia y persecuciones, exclusiones y miserias, a menudo es la simiente de una nueva vida. La destrucción de Troya fue algo terrible, pero, sin ella, Eneas no hubiese fundado Roma, el más grande imperio de la historia. La historia religiosa de los hebreos nace con Abrahán y Moisés, los cuales, con su gente, dejan la tierra donde vivían. Y, mucho habían conocido la expulsión del Edén donde habían nacido.

No sabemos qué puede nacer del éxodo nacional. Todavía es temprano. Estamos en una etapa inicial donde, para la gran mayoría, las experiencias remiten al dolor y el llanto.


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