Diario Literario

Diario 2023, junio (parte IV): el Macbeth de Verdi, el soldado de Stravinsky, Danton, Calaciura y la novela lírica, Brendel y Chopin, Ilaria Tuti

01/07/2023

Shirley Verret (Lady Macbeth) y Leo Nucci (Macbeth) en Macbeth.

Milán, sábado 24 de junio de 2023. Día de San Juan

El Macbeth de Verdi

Creo haber leído en el clásico estudio de Osborne sobre Verdi que Macbeth, la décima de sus operas estaba llena de irregularidades, producto de las incongruencias del libretista, Franceso Maria Piave. Con Piave, Verdi había hecho Ernani y Due Foscari; y haría Traviata, Rigoletto y Forza. El juicio de Osborne se acogía a una vieja tradición que consideraba al Macbeth, como una obra menor. Como todas las obras menores, su destino sería el olvido. No obstante, como se sabe, ningún criterio estético es duradero. La gloria puede ser tan pasajera como una tormenta de verano. Y los olvidos también. La primera en cuestionar la opinión recibida fue María Callas, quien no la encontró tan «menor». Y, con la colaboración del gran Victor De Sabatta quien, no sólo por esto tiene una estatua en el foyer de La Scala, la recuperó en 1952, haciendo una inolvidable Lady Macbeth, de la cual se conserva la grabación en vivo. Después de Calla-Sabatta, Macbeth se convirtió en asiduo de las grandes casas de ópera. En esos años cincuenta, cuando comencé a escuchar ópera los domingos gracias a mi melómano padre, Macbeth, si es que existían grabaciones en discos, no era fácil de conseguir en aquella Valencia pueblerina que contaba, sin embargo con “La electrónica”, una excelente venta de discos. Comencé a escucharla tardíamente, en casa de unos amigos venezolanos en Paris a finales de 1979. Antes de regresar a Nueva York los amigos me regalarían la legendaria versión (en casseettes) de Claudio Abbado, con Sherley Verret (la mejor Lady Macbeth de todos los tiempos, Piero Capucilli (grande como Macbeth) y Plácido Domingo como Banquo. Desde entonces, y a pesar de las opiniones de mi admirado Osborne, Macbeth es una de mis dos ópera preferidas de Verdi. Y no sería hasta 1997 cuando la escucharía en escena. Formaba parte de la programación de la Arena de Verona para ese año. Un montaje inolvidable, con su vestuario en resplandeciente plástico rojo, encabezado por la formidable Maria Guleghina quien, en las grandes escenas, parecía una hada ensangrentada, para nada fuera de lugar en una ópera hematológica como Macbeth. Hoy, día de San Juan, he podido disfrutar de nuevo esta “tragedia” (el término es del mismo Shakespeare) en un formidable montaje de Liliana Cavani para el Teatro Real de Parma. Esta vez, Lady Macbeth es una convincente Sylvie Valayre, la mezzo francesa, acompañada por el gran Leo Nuci; conocedor como pocos del papel, después de grabarlo en 1986 bajo la dirección de Ricardo Chailly con la participación de no otra que Shirley Verret. La Cavani se apodera del escenario como un panadero de la mesa para amasar. En la escena de la carta, diseña una tensa coreografía para ser ejecutada por una cumplida y plástica Valayre, protagonizando un cruel pas de deux con un enano que no aparece en el texto y que, después de esta puesta en escena, uno llega a considerarlo imprescindible. Grande directora de cine, convierte en consumados actores a estos veteranos cantantes, quienes se convierten en la más adecuada versión. Macbeth no es un Orson Welles de treinta años, sino un Nuci de sesenta, quien transforma a la criatura de Shakespeare en personaje de dimensiones trágicas, algo que pocas veces ha sido. Porque, como recordaba Fernando Savater, qué puede tener de trágica la muerte de un desalmado. No son pocas las veces en las cuales el general escocés, con todas sus fechorías, ha despertado en el público admiración por su encarnación de un mal desprovisto de banalidad. En la versión de Cavani, y, como digo, por primera vez, he sentido compasión por este serial-killer.

San Juan

Este día de San Juan ha sido especialmente musical. Una querida amiga me escribe desde la isla Margarita, a donde fue para unirse a las festividades que en la región le dedican al santo. Recuerdo de mi infancia una canción compuesta para la ocasión por los descendientes de esclavos africanos radicados en la costa venezolana, que comenzaba diciendo, San Juan to’lo tiene, San Juan to’ lo da”. No se detiene la letra en el origen de la generosidad del que fuera primo de Cristo.

Igor Stravinsky. 1920. Fotografía de George Grantham Bain Collection | Wikimedia

El soldado de Stravinsky

Para terminar el día, por televisión el estupendo montaje de La historia del soldado desde el Teatro Olímpico de Piacenza (Palladio). Se trata de la pieza más exquisita del compositor ruso. Un mini-drama musical con letra de C.F. Ramuz escrito en 1917 durante la estancia del músico en Suiza. De Ramuz he escrito mucho en este diario, tal vez demasiado. Es autor de una de las grandes novelas del siglo XX, Cumbres de espanto, no menos grande que las del noruego Knut Hamsun, también poeta de las nieves. La historia del soldado es otra versión del topo de Fausto, que Ramuz leyó en una colección de cuentos del folklore ruso. La precariedad económica de aquellos años de la primera post-guerra, obligó a Stravinsky a un reducido conjunto de siete músicos, un violín, un clarinete, un cello, un violín, una trompeta y percusión. Además de dos actores y un recitador. Suficiente para arreglar algunos de los mejores momentos de su brillante carrera, una de las tres partituras suyas que incluyo en mi antología. Hace un poco más de un año recuerdo haber publicado un comentario sobre El soldado… en estos diarios.

Milán, lunes 26 de junio de 2023

Todo un largo fin de semana con Alessandro. Improvisamos juegos de basketball, limitadas las salidas fuera de casa por el inclemente calor. Hoy, al regresarlo a manos de su madre, nos pide que imaginemos un Milán donde sólo existieran los pocos miembros de su familia en la ciudad. “Nadie más, sólo nosotros”. Le cuento que una vez un muchacho bajó de la torre Eiffel y encontró que, a pesar de que era de día, todo el mundo en París estaba durmiendo. “No, aquí sería diferente. Nadie está dormido porque no habrá nadie.” Los supermercados permanecerán abiertos y uno tendrá acceso a las comidas y bebidas sin tener que pagar,  porque, “No habrá ninguno para cobrar”. Le digo que si eso incluye los vinos, sería mi Milán preferido. A Midssumer’s Day Dream.

La duda

La novela de Matsumoto Seichò, La duda, en su versión italiana, es lo mejor que he leído del japonés hasta ahora. Una novela policíaca con algo de metafísica, uno de los ingredientes de todos los grandes libros del género. Como los de Dürrenmatt o, incluso, Simenon. La protagonista es una malvada congénita, tan atractiva como desalmada, cuya capacidad para procurar el mal no exime a los que no son sus enemigos. No sólo ejerce el mal, sino que lo irradia. Las personas a su lado, abogados, periodistas, amantes, esposos, conocieron esta metafísica de la maldad. El desenlace inesperado está incluido, así como la confusión de sentimientos que sentimos al final.

Retrato anónimo de Georges Danton. 1790

Danton

Creo haber escrito alguna vez que La muerte de Danton es la única tragedia que no escribió Shakespeare. Si lo hice, lo sigo creyendo. El líder de la Revolución Francesa, en la pieza de teatro de Georg Büchner, es uno de los más estremecedores héroes trágicos del teatro posterior a Goethe. Estas líneas a propósito de la estupenda versión televisiva de la RAI. Desconozco los detalles del montaje, pero el director destacó la esencia shakesperiana de la pieza de Büchner, que consiste en escribir una gran poesía en movimiento.  Recuerdo que Milos Forman realizó una ajustada versión cinematográfica de los mismos sucesos pero, basada en El asunto Danton (1929), una dilatada “crónica escénica” de su compatriota Stanislawa Przybbyszwska, quien conoció el texto de Büchner, con Depardieu en el rol de Danton y Patrice Chereau como Desmoulin.

Giosuè Calaciura. Fotografía de ActuaLitté | Flickr

Milán, martes 27 de junio de 2023

El nacimiento de Calaciura

La notte, que es como se llama en verdad la novela de Giosuè Calaciura, es una colección de diez relatos con un tema único: el nacimiento de Jesús, la primera “noche” de Navidad. Sus protagonistas son algunos de los personajes que el autor imagina como visitantes o testigo al pequeño establo en Belén. Entre ellos un pescador de Galilea, uno de los mejores de la narrativa moderna, tan conmovedor como el de Hemingway y con un fin parecido. El estilo de Calaciura no es muy distinto al del norteamericano. Ambos son consumados realistas. Hemingway más cerca de Balzac, y Calaciura de Stendhal. Lo que difiere es la realidad que narran en sus ficciones. La del autor de Adiós a las armas, es una realidad existencial expresada con objetividad y arte. La del siciliano es el acontecer mágico de la fantasía. Como un exponente del realismo mágico lo podría precisar un profesor de literatura. La “noche” del nacimiento del Salvador es un sostenido portento. No sólo por lo que la gente vio en esos momentos, sino por lo que sintió. Para todos era el inicio de una utopía mal entendida. Creyeron que el reino de los cielos se produciría en la tierra y de manera inmediata. El pescador tenía sus razones para creerlo. Después de mucho tiempo, un mar sin pesca, habitado apenas por los restos de tantos pescadores muertos, de pronto se convirtió en el más generoso y llenó la barca del muchacho, como más tarde llenaría su carreta que ofrecería al recién nacido como regalo. Las cosas saldrían de otra manera, sin embargo. Las descripciones del narrador son memorables. Como lo es la descripción de la corte de Herodes en “El soldado”. O la crónica de espinosa y, al final, divertida simetría entres los Tres reyes Magos y los tres ladrones, que parecen escapados de la picaresca española.

Recuerdo que en su influyente estudio de 1963, el profesor Ralph Freedman, para sostener sus tesis sobre la novela lírica se refería a una serie de obras de Virginia Woolf, Herman Hesse y André Gide. De Woolf, por supuesto, había distinguido Las olas, la más lírica de las novelas en inglés del siglo XX. Uno de los atributos de estas ficciones, de acuerdo con Freedman, es la naturaleza alegórica de la narración. A lo que habría que agregar la precisión, por parte del poeta-narrador, de los elementos mágicos de la realidad cotidiana, que no deberíamos confundir con lo fantástico, como lo encontramos en Kafka o Borges o García Márquez o Rushdie. El corazón de las tinieblas, de Conrad, tiene mucho de poético y poco de fantástico, por ejemplo. Freedman distingue su “novela lírica” de la novela realista tradicional. Como las de Moravia o Celine. Venezuela ha sido privilegiada con una serie considerable de novela “líricas”, que van desde Canaima y Cumboto hasta producción de narradores contemporáneos, Ednodio Quintero y Gustavo Valle son apenas dos de ellos. Calaciura, en Europa, es uno de los más distinguidos exponentes de este sub-género literario en el XXI. Sus dos últimas producciones, Yo soy Jesús y La noche, no deberían entenderse sino como grandes alegorías, es decir, como novelas líricas.

Alfred Brendel. Fotografía de Sonja Ebner-Kohn | Wikimedia

La fantasía de Brendel

En Rai Classica una interpretación de Alfred Brendel Y lo recuerdo en Carnegie Hall para unas sonatas de Beethoven. Muy impresionante su figura de filósofo kantiano, que no tocaba las piezas del compositor, sino que las pensaba. Lo mismo siento ahora cuando lo escucho en la Polonaise Fantasie Op.61 de Chopin. Creo que es primera vez que escucho a un virtuoso interpretado al polaco de este modo. Convierte la hermosa pieza en una situación límite, de esas que, según Jaspers dan origen a la filosofía. La grabación es de 2010 y se trata de un concierto de despedida del gran solista. Tengo como una de mis grabaciones más queridas la integral en vinil de las sonatas de Beethoven en la versión del admirado Alfred Brendel. Brendel sintió afinidad con algunos intérpretes contemporáneos como Fischer o mayores que él como Schnabel, o Bussoni al que reconocía por su estilo más reflexivo que desbordado. Algo que igualmente podemos decir de él.

Milán, miércoles 28 de junio de 2023 

Después de escuchar con mi pobre oído de artillero una decena de versiones del Op.61 de Chopin, sigo prefiriendo lectura de Alfred Brendel realizada al final de su carrera. Nos devuelve a la consideración de Chopin no como el pobre tuberculoso exiliado en París, sino como  intelectual y poeta. Brendel, por su parte, no sólo ha publicado libros de ensayos. Suyo es One Finger Too Many, una colección de poemas publicada en 1998. Espejo cóncavo y duende negro es el título del volumen de sus poesías completas en español. Tal para cual, Brendel&Chopin.

Ilaria Tuti

Por recomendación de Robert Vifian, gran admirador de Giosué Calaciura, he comenzado a leer los libros de Ilaria Tuti, una de las más excitantes cultivadoras del género policial en Italia. Fiori sopra l’inferno es, oficialmente, mi primera novela del verano de 2023.  Tuti es de Udine, capital de la región Friuli-Venetto, limítrofe con Austria y campo de sangrientas batallas durante la Primera Guerra. El paisaje de esta novela es el de los alrededores de Travini una imaginaria población situada en esa región durante uno de sus polares inviernos   La investigadora de sus novelas es la comisaria Teresa Battaglia, sesentona, irónica e incrédula. No la más simpática de los detectives del policial contemporáneo. El caso que le toca investigar en esta ocasión tampoco es el más atractivo. El muerto es un ingeniero de mediana edad, casado con un hijo, cuyo cadáver ha sido encontrado en medio de la nieve de una colina no muy alejada del centro urbano. No tenía las ropas puestas ni tenía ojos en sus cuencas. Con las prendas de vestir el asesino hizo una especie de espantapájaros. De los ojos no se tiene noticia. El drama es doble. Las actividades homicidas de un psicópata, y los primeros signos de un posible Alzheimer de la protagonista.

Milán, viernes 30 de junio de 2023 

Una bendita perturbación, con nubosidades y posibles lloviznas, ha llegado a esta ciudad a aliviar los rigores estivales. Termino de leer La noche, de Giosuè Calaciura. Como con su ficción anterior, Yo soy Jesús, una de mis mejores nóvelas de la última década, Calaciura me confunde. Me cuesta creer que las cosas (el nacimiento del Jesús o su vida hasta los treinta) no hayan sido como él las cuenta. Cómo puede ser inventado lo que parece irrefutable. La suya es la única crónica verídica de la vida de Jesús. Todo lo demás es ficción, incluyendo las versiones de un escritor tan serio como San Pablo o las del más polémico Renan.

Después de la poesía de Calaciura, la brillante narrativa de Ilaria Tutti. Se trata de una brillante continuadora de la tradición iniciada por Hammett y Chandler, con sus detectives neuróticos y críticos de los desajustes de la sociedad occidental. No son comunistas, pero detestan el capitalismo.


ARTÍCULOS MÁS RECIENTES DEL AUTOR

Suscríbete al boletín

No te pierdas la información más importante de PRODAVINCI en tu buzón de correo