Fotografía de Alejandro Izquierdo
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La reciente aparición en España del libro Siete sellos: Crónicas de la Venezuela revolucionaria (Kalathos, 2017), “antología urgente” compilada por Gisela Kozak, motivó la publicación, en el diario El País, de una conmovedora nota de Antonio Muñoz Molina. Las palabras del escritor español, templadas en la comprensión de la realidad venezolana, desnudan a muchos grupos e individuos que en Europa persisten en su ceguera empecinada con respecto a Venezuela, cómodos en una ficción que se cultiva en los bistrots parisinos o en las aulas de la academia, de espaldas al hambre y a la muerte que asola a un país de cuya “revolución” se sienten partícipes. Dentro de sus propias fronteras jamás hubiesen aceptado las violaciones que en Venezuela miran oblicuamente hasta perderlas de vista o encontrarles alguna justificación cándida y ocurrente. Para ese chavismo de bistrot y de sala de conferencias, la diáspora venezolana en Francia ha sido por muchos años aquello que Muñoz Molina llama un “testigo incómodo”.
Cuando aún la oposición venezolana era calificada (y reducida) por buena parte de los medios franceses como “la derecha” e inclusive “la ultra derecha”; cuando aún los ecos del golpe de 2002 sonaban más fuerte que las expropiaciones y la destrucción del aparato productivo del país, ya en marcha y galopante; cuando aún la comunidad internacional recibía con honores a los altos personeros del régimen sobre quienes hoy pesan sanciones económicas y bloqueo de fondos internacionales; cuando aún no éramos una diáspora de tres millones de voces dispersas por el mundo, ya en Francia un grupo de venezolanos se había constituido en Asociación, a fin de abrir un espacio para la reflexión y el ejercicio de la cultura democrática, frente a aquello que cada día se iba pareciendo más a un régimen totalitario. Diálogo por Venezuela, capítulo de la diáspora que en 2017 celebró 15 años de activismo, ha bregado con paciencia y tenacidad la presencia del tema Venezuela tanto en los medios de comunicación como en las altas instancias políticas de Francia. Los presos políticos, los periodistas perseguidos, las víctimas de las manifestaciones de calle, los venezolanos que mueren de hambre o por la falta de medicamentos, tienen voz en Francia a través de su diáspora organizada y activa.
La mayor parte de las iniciativas por las que responde la Asociación han nacido en su propio seno, pero también ha sido el vector de personas que sin ser parte de la organización han establecido vínculos para llevar a cabo acciones en muy diversos ámbitos. Recientemente, un grupo conformado por dos miembros activos de Diálogo por Venezuela, dos periodistas y una politóloga venezolanas, fueron recibidos en la Asamblea Nacional de Francia, donde se expuso la situación de Venezuela. Instancias como el Parlamento Europeo, la Cancillería francesa o la Alcaldía de París, han sido también interlocutores de Diálogo por Venezuela, y ante ellos se ha expuesto el desconocimiento de la legítima Asamblea Nacional, el encarcelamiento y la inhabilitación a los principales líderes de la oposición, la violación a los derechos humanos de los venezolanos, comenzando por el derecho a la alimentación y a la salud, entre muchas, lamentablemente muchas otras precisiones sobre la realidad del país.
Diálogo por Venezuela ha generado, además de acciones ciudadanas de orden Político (la mayúscula no es un error), una agenda sostenida de conferencias, conciertos, eventos deportivos y sociales, presentaciones de libros y cineforos tanto en la Maison de l’Amérique Lattine (donde tiene presencia una vez al mes) como en otros espacios, produciendo cohesión de la comunidad venezolana, pero también debate, intercambio, fortalecimiento de las ideas. Quince años de actividad de la organización han brindado a la comunidad venezolana en Francia la posibilidad de compartir, en diversos formatos de encuentro, con figuras como Manuel Caballero, Américo Martín, Ramón Guillermo Aveledo, Roberto Briceño León, Tomás Páez, Vladimiro Mujica y el politólogo chileno Fernando Mires, que tanta reflexión ha dedicado al problema venezolano.
Pero quizás la más importante de todas las acciones que ha realizado este capítulo de la diáspora fue la organización de la histórica jornada del 16 de julio de 2017, cuya complejísima logística estuvo liderada por Raquel Chonchol (presidenta de la asociación) y a cargo del resto del equipo: Emilda Velazco, Lena Soffer, Alexandra Poleo, Alejandra Elbittar, Natacha Márquez, Carlos Poveda, Karla Nieves y Juan Rafael Pulido “Chipilo”. Este último, miembro cofundador, asegura que “la diversidad profesional, así como la diversidad ideológica y de creencias han sido, contrariamente a lo que pronosticaban nuestros adversarios, un factor de unión. Creo que la fuerza motora del grupo ha sido y es la aceptación de un debate sincero que integre como normal la diferencia de apreciaciones. Como todo colectivo no autoritario, hemos desarrollado un nexo humano guiado por la tolerancia y el respeto. Ese nexo humano a veces a mí me parece infinitamente más fuerte e importante que las coincidencias de orden político”.
¿Cuáles son las acciones o iniciativas ciudadanas más contundentes que ha ejecutado Diálogo por Venezuela en Francia?
Juan Rafael Pulido: Cada vez que ha habido elecciones, el centro de la defensa del voto ha sido Diálogo por Venezuela. Escoger y formar los testigos de mesa, las difíciles negociaciones con las autoridades oficiales venezolanas, la exigencia del respeto a nuestros derechos y a la ley electoral, vigilar el conteo de los votos, defender el acto de escrutinio, proclamar los resultados y todo lo que implica una elección donde se requiere presencia activa. Diálogo por Venezuela también respondió por la organización de un primer encuentro de asociaciones de activistas venezolanos en Europa. Este encuentro tuvo lugar en París en mayo de 2005 y contó con la presencia de Manuel Caballero. Otro hito importante fue la presentación del libro Voz de la diáspora venezolana, una investigación exhaustiva coordinada por el sociólogo Tomás Páez y que contó con una amplia participación del equipo. En el evento de presentación, que tuvo lugar en la Maison de l’Amérique Latine estuvo presente Ramón Guillermo Aveledo.
¿Cuáles han sido las principales dificultades que ha enfrentado la asociación?
La primera, que en cierta medida hemos sabido desmontar, es de orden ideológico y político. La Asociación ha sido preservada (con dificultad, y debo decir que en algunos momentos con mucha dificultad) de la polarización que hace estragos en Venezuela. A pesar de la distancia, la polarización existe en la “Venezuela extra territorial”. Evitar sus efectos negativos ha sido un reto del grupo y no siempre ha sido fácil pero siempre se ha logrado. La segunda dificultad ha sido integrar las demandas de participación de la gente con la Asociación. En otras palabras, la incapacidad para ampliar nuestro funcionamiento, probablemente debida al efecto combinado de dos elementos: fallas en la organización y falta de tiempo y de recursos del núcleo central de Diálogo por Venezuela. Creo que esa es la gran diferencia entre una Asociación y un partido político: este último actúa con el criterio del proselitismo, de integrar al mayor número de personas, crear batallones de militantes porque la lógica del partido político es acceder al poder, que no es el caso de una asociación, donde la palabra clave es “voluntariado”. Y esta palabra implica la fragmentación del tiempo laboral, del tiempo familiar, el tiempo del consumo cultural, y el tiempo de la actividad ciudadana. La administración de todo ese tiempo en el interior de una asociación, explica muchas veces las fallas que se cometen.
Algunas personas se han acercado a Dialogo por Venezuela para desarrollar proyectos o hacer propuestas que no han sido acogidas. ¿Cuáles son las razones por las que DPV puede no afiliarse a ciertas iniciativas?
La diáspora venezolana ha crecido considerablemente en Francia como en el mundo entero. Esto implica que las propuestas de acción ciudadana se han multiplicado. Han surgido nuevas asociaciones y han proliferado páginas Facebook donde se constituyen grupos muy diferentes. Es normal que así sea y es positiva y feliz la aparición de la diversidad, que es lo que defendemos en Diálogo, como elemento esencial de la vida democrática. Una sola asociación, por ejemplo la nuestra, no puede arropar y envolver la complejidad de todas las expresiones y preocupaciones ciudadanas. Por eso es importante que aparezcan nuevas organizaciones y nuevas iniciativas. Diálogo ha rechazado y va a seguir rechazando y nunca se identificará con la inclinación de algunas personas que promueven en el territorio francés un tipo de acción que no respeta las leyes francesas. Toda iniciativa ciudadana promovida por Diálogo parte del respeto de la normativa vigente. En Francia no se puede manifestar sin un permiso debidamente otorgado por las autoridades competentes. Igualmente, degradar un bien público o privado o atentar contra la integridad física de las personas, lo cual es más grave aún, es algo que en este país es severamente castigado. En ese sentido, hemos mantenido siempre una posición firme y hemos calificado de irresponsable incumplir la ley. Adicionalmente, detrás de un pretendido radicalismo opositor se esconden individuos que promueven ese tipo de acciones con la única intención de afectar la imagen seria que hemos podido y sabido construir durante estos 15 años ante el Estado francés y ante las instituciones de este país.
A tu juicio, ¿cuál es la incidencia del trabajo de la diáspora en la gravísima e intrincada realidad del país?
El sector organizado de la diáspora, con sus diferentes iniciativas ciudadanas en el exterior, creo que ha contribuido a llamar la atención de los países democráticos y ha aportado su granito de arena para que se hayan dado los diferentes pronunciamientos a favor del retorno de la democracia en el país. Creo que la diáspora también se ha movilizado para enviar un mensaje de fraternidad, de solidaridad y gratitud hacia los venezolanos que dentro de las fronteras del país luchan por la restitución de la democracia. Creo que la diáspora ha dado un mensaje de apoyo y de acompañamiento a esas luchas, haciendo un eco inteligente para denunciar fuera de Venezuela el deslizamiento del régimen hacia diferentes formas de totalitarismo. Creo que lo más importante no es lo que está ocurriendo ahora, sino lo que vendrá en una próxima etapa. Cuando ocurra un cambio de gobierno la diáspora creo que va a jugar un rol preponderante en la reconstrucción del país.
Cristina Raffalli
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