Perspectivas

Czesław Miłosz: Cómo esclavizar la conciencia

Fotografía de Artur Pawlowski | Wikimedia

25/08/2020

“El doblepensar significa la facultad de sostener dos opiniones contradictorias simultáneamente”.

George Orwell

En el año 1951, el poeta polaco Czesław Miłosz (1911-2004), quien se desempeñaba como diplomático en París, se vio enfrentado a una difícil disyuntiva: seguir representando a su país, la Polonia comunista, o desertar hacia Occidente. Años atrás, este poeta había vivido, en su tierra natal, los años terribles de la ocupación nazi.

Venía de presenciar el horror en Varsovia, «la ciudad más castigada de Europa». Participó en la resistencia y prestó apoyo a los perseguidos por el régimen de ocupación, de manera que presenció la aniquilación del gueto de esa capital. Luego, Polonia fue ocupada por los soviéticos. Milosz fue un testigo de excepción de la conversión de los intelectuales de Europa del Este, en títeres del nuevo y muy opresivo régimen soviético.

Miłosz es un grande de la literatura. En 1980, obtuvo el Premio Nobel por su amplia obra poética y ensayística. Precisamente, entre los ensayos, destaca su libro La mente cautiva (1953), donde trata de dar cuenta de esta compleja y dramática complicidad de los intelectuales con el totalitarismo. En dicha obra, analiza la vida en los países de Europa del Este durante los años del estalinismo. Miłosz vio cómo sus propias opiniones filosóficas fueron reemplazadas por las del régimen soviético hasta que ya no pudo tolerar la situación y tomó partido por la libertad.

En este libro, el propósito de Miłosz es explicar cómo funciona la conciencia intelectual bajo un régimen comunista. Al comienzo, el individuo se entrega prácticamente al Estado para sobrevivir. El escritor debe convertirse en propagandista de la ideología del Partido. De no ser así, no encontrará trabajo. El escritor que rechaza la doctrina es acusado de reaccionario y enemigo del pueblo. Durante este proceso, tiene que ocultar sus verdaderas creencias. De esta forma, el intelectual, cuya misión es ser fiel a la moral y a sí mismo, comienza a vivir una mentira, hasta que termina creyéndosela, con todo y remordimientos.

Pastillas de conformismo

En el primer capítulo, Miłosz explora la novela de ciencia ficción Insaciabilidad (1930) de Stanislaw Ignacy Witkiewicz. Tiene por argumento cómo la población europea, sobre todo la polaca, incluidos los escritores y artistas, comienza a consumir las píldoras Murti-Bing que los traficantes venden en la calle. Estas píldoras cambian el estado de ánimo a la despreocupación y el conformismo, y por tanto son verdaderos comprimidos de “don’t worry, be happy”.

“Quien tomaba una pastilla Murti-Bing se transformaba por completo, adquiría serenidad y felicidad. Los problemas con los que se habría enfrentado hasta entonces de repente le parecían superficiales y sin importancia. Y miraba con una sonrisa de indulgencia a la gente que se preocupaba por ellos”.

Transformados por Murti-Bing, hombres y mujeres no ponen objeciones a la toma de su civilización por una potencia extranjera asiática.

“Explico el final en pocas palabras: estalló la guerra y se llegó al enfrentamiento entre el ejército occidental y el oriental. Pero en el momento decisivo, antes de la gran batalla, el capitán del ejército occidental, en quien confiaban profundamente, se dirigió al cuartel de su principal enemigo y se rindió, y a cambio le cortaron la cabeza con grandes honores. El ejército oriental ocupó el país y empezó la nueva vida con la instauración del murti-binguismo”.

Miłosz utiliza la novela como metáfora de la realidad comunista surgida en gran parte de Europa del Este. ¿Para qué tomaron pastillas de Murti-Bing? ¿Por qué los intelectuales se someterían a los invasores y sus regímenes totalitarios? Miłosz nos explica que los intelectuales no aceptan la nueva ideología solo por razones de coacción y violencia. La cosa es más complicada, pues también está presente el miedo a la libertad, así como la posibilidad de llenar un vacío existencial. Ante una existencia carente de sentido de la vida, el Materialismo Dialéctico aparece como una nueva fe que permite pertenecer a algo más grande que uno mismo.

 “El miedo a pensar por cuenta propia es su característica. No porque tema llegar a conclusiones peligrosas. Es un miedo ante la vaciedad, ante lo que Marx denominó como la miseria de la filosofía. Al escribir estas palabras no estoy de ninguna manera libre de un miedo semejante. El hombre (aceptemos esta suposición) puede ser tan sólo uno de los instrumentos en la orquesta que dirige la diosa de la Historia”.

Desde el punto de vista de estos “intelectuales orgánicos”, se ve muy lastimosa la condición del intelectual occidental, quien disfruta de gran libertad de pensamiento y expresión, pero al costo del extrañamiento, pues cualquier cosa que crea o piense no será considerado en absoluto por el régimen liberal. Por el contrario, será completamente ignorado. Para esta forma de pensar, es más reconfortante entregarse a la idolatría historicista.

Los significados inversos

En La mente cautiva, Miłosz va más allá de apuntar la idea de que la tiranía aplasta el pensamiento. Más bien descubre que los regímenes antiliberales pueden provocar que sus ciudadanos se involucren en complicadas acrobacias mentales. En Los orígenes del totalitarismo (1951), Arendt había escrito que los sujetos ideales del totalitarismo son personas para quienes la distinción entre realidad y ficción, así como la distinción entre verdadero y falso, ya no existe. Miłosz descubrió que no era completamente cierto lo que afirmaba Arendt. Los sujetos producidos por el totalitarismo no eran espíritus ingenuos, sino hábiles farsantes, capaces degradarse conscientemente, aunque se mintieran a sí mismos.

Miłosz bautiza a este nuevo talento con el término «Ketman», una palabra que toma prestada de la historia de la religión del Oriente Medio. El Ketman describe el disimulo de los herejes en el islam persa, que se complacen en fingir ser lo que no son para evitar el castigo. Al igual que los herejes persas, los intelectuales polacos encontraron satisfacción en mantener una apariencia de lealtad soviética mientras ocultaban secretamente una oposición al régimen. Esta conciencia dividida, aunque controlada, no es muy diferente a lo que Orwell denominaba “doblepensar”.

La más importante resignificación del Ketman es en la moralidad.

“La ética de la Nueva Fe se basa en la regla de que todo lo que sirve a los intereses de la Revolución es bueno, y todo lo que los perjudica, malo. Como el comportamiento adecuado de los ciudadanos en sus relaciones mutuas ayuda a la construcción socialista y a la Revolución, se hace especial hincapié en la moral de los ciudadanos. Es éste el punto central de la Nueva Fe: «la educación del nuevo hombre»”.

Como puede observarse, el concepto de “nuevo hombre” oculta la negación misma de los principios éticos, así como el propósito del régimen de convertir a los ciudadanos en obedientes vasallos.

Los extraviados  

Miłosz nos pone frente a un paradójico fenómeno cultural, donde la conciencia no libera, sino que esclaviza.

“Cualquiera que lea las declaraciones públicas de Alfa, Beta, Gamma o Delta dirá: he aquí los fieles. Pero la verdad es mucho más complicada. Son víctimas de una situación histórica, más o menos conscientes de ello. La conciencia no los ayuda a liberarse de esos lazos. Todo lo contrario, es ella precisamente la que los crea. A lo sumo, les puede asegurar los goces del Ketman. Nunca hasta ahora se ha producido una esclavitud a través de la conciencia como en el siglo XX. Aún a mi generación se nos enseñó en la escuela que la razón sirve para conseguir la libertad”.

Miłosz presenta bocetos de personajes de cuatro escritores polacos que capitularon ante el sistema soviético. Aunque se trataba de escritores con los que Milosz estaba familiarizado, disfraza sus verdaderas identidades con seudónimos.

“Alfa” era un admirador de Joseph Conrad. Antes de la Segunda Guerra Mundial, escribió para el público católico, luego se comportó como un sincero humanista contra el fascismo. Cuando los soviéticos tomaron el control de Polonia, Alfa asumió que el futuro pertenecía a los comunistas, así que se unió a ellos de manera oportunista.

“Beta” era un joven talentoso y astuto. Por sus relaciones con la resistencia, fue apresado por los nazis. Sobrevivió al campo de concentración de Auschwitz gracias a su colaboración con los invasores y luego usó la misma estrategia con los soviéticos. Finalmente, se suicidó por no soportar la contradicción interna.

“Gamma” fue un escritor de poco talento, además de carecer de principios sólidos. Se alió con los soviéticos durante la guerra. El realismo socialista reforzó su menguado talento. Luego ascendió rápidamente en las filas del Partido. Al final, disfrutó el privilegio de ser nombrado embajador. Se conformó con una existencia de burócrata cultural.

“Delta” destacó como escritor popular de relatos con un humor absurdo. Como siempre buscó un mecenas, aceptó el patrocinio del régimen. No esperaba que los soviéticos lo utilizaran para producir propaganda, para luego desecharlo como basura.

La conciencia de todos ellos sufrió de un espejismo donde se combinaba el instinto de conservación con la aceptación renuente de la tentación totalitaria. Al final, quedaron desorientados existencialmente, atrapados en las cadenas del doblepensar.

La vigencia de la crítica

La mente cautiva es una obra de gran valor para comprender el mundo contemporáneo. En primer lugar, ¿cuáles fueron las píldoras de Murti-Bing que produjeron el conformismo en nuestra sociedad que permitió la invasión de los nuevos bárbaros? Podemos conjeturar que, en cuanto a la realidad venezolana, fue decisiva la anestesia moral que tuvo lugar por la riqueza petrolera.

En segundo lugar, ¿cuáles han sido los conceptos de Ketman que han distorsionado la conciencia nacional? Aquí la lista es larga. “Independencia”, “guerra económica”, etc. En todo caso, el más importante es “socialismo”, el cual no designa la preocupación de un gobierno democrático por los problemas sociales, sino la sustitución de un gobierno democrático por uno dictatorial en nombre del intervencionismo estatal en todos los aspectos de la vida del hombre.

Finalmente, ¿cuál es el perfil de los intelectuales colaboracionistas? A diferencia de los que describe Milosz, no están motivados tanto por la supervivencia como por el oportunismo, aunque también ha tenido lugar la seducción del proyecto redentor. A estas alturas, valdría la pena saber cómo lidian con sus conciencias culpables.

Miłosz nos hace encender las alarmas respecto a las tentaciones que pueden sufrir nuestros intelectuales, así como las distorsiones de la conciencia que pueden asaltar cuando está debilitado el sistema inmunológico ético de una nación. Al final, el silencio termina carcomiendo las almas cómplices. Por el contrario, solo redime la expresión valiente. Pues como el mismo Miłosz dice en su poema Dedicatoria: “¿Qué clase de poesía es aquella que no salva naciones o pueblos?”


ARTÍCULOS MÁS RECIENTES DEL AUTOR

Suscríbete al boletín

No te pierdas la información más importante de PRODAVINCI en tu buzón de correo