Perspectivas

Cristiano Ronaldo: historia de un fraude // #Rusia2018

Fotografía de Nelson Almeida / AFP

15/06/2018

Supongamos que usted se levanta con esta noticia: debe aceptar dos años de cárcel y pagar 21.8 millones de dólares al fisco por evadir impuestos. ¿Qué haría además de acostarse en la regadera en posición fetal?

Pues Cristiano no. El mismo día que fue informado de la sanción en los tribunales, goleó a la campeona del mundo de 2010; a las dos veces ganadora de la Eurocopa: a la selección de Piqué, Iniesta, Ramos, Isco y toda la constelación española.

‘A Bola’, el diario deportivo de Portugal, tituló “Ronaldo Tres, España Tres” y As “Ronaldo vale por tres”, pero el mejor, el que define lo que sucedió en la cancha, lo escribió Marca: “España es de ‘Hierro’, pero Cristiano es de acero”.

De todas las descripciones que se han hecho del portugués, recuerdo una de Diego Armando Maradona: “Es de esos jugadores que prácticamente por si solos pueden meter a un equipo en la final”.

Lo recuerdo porque al día de hoy se repite que Maradona ganó solo el Mundial de 1986. Cosa que Jorge Valdano, compañero de selección, desmitificaba con una broma: “Pero alguien tenía que pasarle la pelota”.

La cosa es que Ronaldo mete tres goles con 33 años. El primero gracias a una rápida bicicleta que Nacho, cinco años menor, se traga. Cuando quiere retirar la pierna, ya el mal está hecho. Detengámonos en esta jugada.

Para acelerar y desacelerar, que es lo que sucede en la acción, se necesita un estado físico envidiable, porque de lo contrario se hará evidente el engaño. No es este el caso. El pique de Cristiano es tan rápido que en España dos árbitros de largo recorrido –Jorge Andujar y Eduardo Iturralde– en conversación con los medios de comunicación sancionaron de manera diferente la acción.

Luego a De Gea le traiciona el subconsciente. Digo yo, no es lo mismo que veas a Gonçalo Manuel Ganchinho Guedes preparar el gatillo, con todo y lo largo de su nombre, que a un hombre que redujo su estilo a tres letras: CR7.

Finalmente, hasta con una barrera muy adelantada, consiguió ese gol que siempre busca en la liga española y que pocas veces se le da. El golpeo es hermoso: por fuera de la barrera. La pelota hace la parábola y se anida en el rincón más maldito para los porteros.

Marcelo, para mí el jugador más regular del Real Madrid y uno de los más decisivos cuando se necesita ir al abordaje, decía sobre su compañero: “Solo tienes que pasarle el balón y él hace el resto”.

Efectivamente, esa fue la táctica de Portugal contra España. Hasta tres contraataques lideró Cristiano, pero sus compañeros se miraban entre ellos sin saber qué hacer.

En la película “Victory” (John Houston, 1981), conocida por estos lares como “Escape a la victoria”, Michael Caine saca un pizarrón y empieza a graficar un detallado plan de defensa y ataque para enfrentar a los soldados nazis. Pelé toma la tiza y lo reduce a que todos jueguen para él.

Esa versión primigenia de “dénsela a Michael Jordan” funciona cuando tienes frente a ti a rivales que hacen del fútbol una pelea cuerpo a cuerpo. Como Diego Costa contra Pepe. Y esa fue la mayor equivocación de España.

El primer gol de Costa es una traición de valores. Representa todo aquello que los definía como “Furia”: Un pelotazo es bajado de las nubes, previo nocaut a un defensa portugués, que ni el árbitro ni el VAR vieron, y luego el delantero se las arregla solo porque no tiene compañeros cerca.

El segundo es mucho más misterioso. Una de esas jugadas de selección menor que tanto le gustaba a César Farías en Venezuela: centro al área, cabezazo y gol.

El que más se pareció a España fue el tercero y llegó del costado por donde menos se generaba fútbol. O, mejor dicho, por donde no se generó: el derecho. El remate de Nacho es precioso, un grito de desahogo de quien sabe que ha cometido un error.

En ese ida y vuelta, en este intercambio de golpes de boxeadores semipesados, Cristiano se crece. Me haces uno, yo te hago otro. Golpe con golpe yo pago, como cantaba Pastor López.

Cristiano pues, hace tres goles y no faltarán en las conversaciones de esquina las comparaciones con Messi, incluso quien siga manteniendo que es un producto del marketing, que al final es otra forma de decir que es un fraude.

Pues ese fraude hoy inscribió su nombre al lado de Pelé, Uwe Seeler y Miroslave Klose al anotar en cuatro Mundiales diferentes (2006, 2010, 2014 y 2018).  No imagino cómo hubiera sido su carrera si en vez de preocuparse solo por el look y las marcas, se hubiera dedicado a jugar.


ARTÍCULOS MÁS RECIENTES DEL AUTOR

Suscríbete al boletín

No te pierdas la información más importante de PRODAVINCI en tu buzón de correo