Perspectivas

Carlos Tovar Bracho, la sobriedad de la emoción

12/01/2020

Carlos Tovar Bracho pertenece a la clase de narradores que hizo escuela deleitando a la afición deportiva, especialmente del béisbol. De los talentos de la locución que marcaron época frente a los micrófonos y se convirtieron en figuras queridísimas.

Era un caballero que sobresalía por su serenidad. Estuvo en los grandes staffs del beisbol al poco tiempo de iniciar su trayectoria, posición que se ganó por ser un estudioso a quien daba gusto escuchar, por la descripción justa que hacía con su dicción impecable y amplio vocabulario, y por la sabiduría en sus comentarios.

Desde que comenzaba la transmisión con su rutinario: “¡Saludos fanáticos!” don Carlos se esmeraba en llevarse con él a la audiencia que estaba en casa, con el radio o el televisor encendido, a su cabina, desde donde se podía divisar todo el terreno, gradas y tribunas.

Se inició como locutor en “La Voz de Carabobo” y como narrador de béisbol con el desaparecido Valencia Industriales, admirador de Pancho Pepe Croquer, quiso hacer carrera en la locución deportiva con estilo propio. Contaba otro gran hombre de radio, Oswaldo Yepez, que antes de convertirse en narrador profesional, Tovar Bracho ensayaba improvisando descripciones de juegos imaginarios con equipos de Grandes Ligas.

Era valenciano, nació el 5 de febrero de 1933 y en cincuenta años de carrera transitó por los circuitos radiofónicos de los Tiburones de La Guaira, Leones del Caracas, Águilas del Zulia, Caribes de Oriente y en sus últimos innings, Navegantes del Magallanes.

Además destacó narrando grandes peleas, con su estilo sobrio y analítico.

En Radio Caracas Televisión, cuando se iniciaron las transmisiones de Grandes Ligas en 1969, fue uno de los pioneros, resaltaba su elegancia como narrador. Comenzando los años setenta estuvo acompañado de la periodista y locutora Isa Dobles, la primera mujer que comentó juegos de béisbol en la televisión. Ella siempre recordaba su caballerosidad y agradecía que hubiera sido tan generoso en enseñarla, señalándole sus errores en privado y reconociendo a viva voz sus aciertos y virtudes. Fue poco el tiempo que estuvieron juntos, pero Isa siempre habló de él como uno de los cómplices de aquel atrevimiento que disfrutó mucho mientras duró.

Pude comprobar eso que decía Isa. Lo conocí en persona desde que llegué a trabajar en el beisbol en 1994. Tenía la amabilidad de detenerse a conversar un rato, preguntar por la familia, hacer un comentario generoso, era un hombre afable y afectuoso, sencillo.

También formó parte de los equipos de narradores de Venezolana de Televisión y estuvo en Venevisión hasta el final de su vida. En tantos años de recorrido, hizo llave con leyendas de su dimensión y también con las generaciones que los siguieron, incluido su hijo Carlos Tovar Ostos, quien siguió sus pasos tanto en el béisbol como en el boxeo, hasta que falleció a mediados de 2019.

Era magistral la capacidad de don Carlos de emocionar con sobriedad, su dominio de las palabras. Combinaba su destreza para hacer una perfecta descripción de la atmósfera de cada momento, con el conocimiento riguroso de las reglas, los rosters y las características de cada pelotero, apoyado en estadísticas, situaciones recientes y entrevistas o conversaciones que había tenido con ellos antes de comenzar el juego. Era de los que tenía por costumbre llegar temprano. Subía a la cabina, dejaba sus cosas y salía al pasillo del palco, donde se sentaba un buen rato a ver cómo iban acomodando el escenario donde todo estaba por ocurrir.

Para los narradores, comentaristas, reporteros y cronistas, así como para los managers, técnicos y peloteros, el juego suele empezar mucho antes de que el árbitro principal decrete el comienzo de las acciones. Tener esa disciplina enriquece.

Su trayectoria en el béisbol y el boxeo, siempre se caracterizó por el respeto que sentía por lo que hacía, y por todos aquellos a quienes llegaba con su trabajo.

En esos videos de jonrones históricos que de vez en cuando alguien comparte, se recuerda cómo contaba que la pelota había dejado el parque: “¡La bola se va, se va yyyy se fue de cuadrangular!

Carlos Tovar Bracho es, en tiempo presente, uno de nuestros referentes. Varias generaciones crecimos siguiendo con admiración su trabajo en televisión, radio y prensa escrita.

El 6 de marzo de 2001 se dejó de escuchar su voz perfecta. Dejó escrita una rica leyenda en inigualables narraciones de momentos estelares de la pelota y el ring.

Fue elevado al Salón de la Fama del Beisbol Venezolano de su Valencia natal y permanece como un recuerdo de tiempos más amables en la memoria de todos quienes tuvimos la fortuna de escucharlo.

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Consultas: museodelbeisbol.com
Cátedra de Radio “Oswaldo Yépez”.


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