Perspectivas

Antigüedad educativa

La tecnología virtual ha permitido la comunicación entre las personas, pero no puede educar a un conglomerado. Imagen de Wokandapix en Pixabay

27/10/2020

El año 2020 ha sido realmente abrumador. Si algún término intenta definirlo (y no alcanza) sería cambio. Todos los momentos de crisis e inflexión suponen ataque a algo existente y la eventual sustitución de esa circunstancia. En este caso, aunque el hecho tiene antecedentes, no resulta un argumento de peso.

Lo central es comprobar el sentido cabal, el valor de aquello a ser suplantado en comparación con lo nuevo. En otras palabras, ¿puede lo último superar, sobreponerse, satisfacer a lo anterior? ¿Qué ventajas tiene cada uno? ¿Qué se gana y que se sacrifica con la sustitución?

¿Qué intereses externos al asunto hay rodeando la suplantación, qué circunstancias lo impulsan más allá de su versatilidad? ¿Qué define a cada uno y cuáles son las resultantes de su aplicación?

Todas estas interrogantes se hacen en relación con los diversos aspectos de la actividad humana que la pandemia mundial y su consecuente cuarentena ha tenido. Una de las áreas más importantes es el proceso educativo formal de toda la población.

Por otra parte, hay otro sector de la actividad humana: la tecnología –específicamente, la tecnología digital informática– muy relevante en esta época. De paso, esta última tuvo su origen justamente como recurso derivado del proceso educativo.

No vale abundar aquí en las circunstancias de lo que vamos a comentar. Basta con citarlas: la ya atronadora y conocida influencia de la pandemia y la cuarentena en la distancia social, el confinamiento doméstico y la consecuente interrupción de la relación humana presencial en todos los grupos humanos de este 2020.

Por otra parte, desde el siglo pasado la tecnología comunicacional ha tenido un desarrollo y  un importante crecimiento en todos los ámbitos de la actividad humana, entre ellos también en el proceso educativo, siempre como un recurso instrumental de eficiencia y alcance cuantitativo. Desde las Teaching Machines de los sesenta ya se daba una discusión (hoy clausurada) de si aquellas podrían sustituir al maestro.

En la segunda mitad del siglo XX surge la modalidad de la educación a distancia, una continuación de la clásica educación por correspondencia, alternativa mixta con el contacto presencial periódico, a poblaciones adultas distantes. Luego las computadoras y el Internet invaden y apoyan ampliamente el proceso educativo, sirviendo como estupendo instrumento para la democratización y difusión de la enseñanza.

En este 2020 nos sorprende la pandemia y en medio del confinamiento total la tecnología digital pasa de ser un eficiente recurso complementario a ser el recurso virtual único de la comunicación mundial en casi todos los campos de las actividades sociales. El trabajo, los servicios de distribución, asistencia, información, recreación, arte, cultura, religiosidad y también la educación formal en múltiples niveles.

Cuando la comunicación presencial está interrumpida por necesidad sanitaria de forma prolongada e incierta en el tiempo, el recurso virtual es de una utilidad enorme. Entonces las industrias y sus participantes, las generaciones que crecieron en ella y todos los intereses relacionados se empoderan grandemente. No es para menos, dada una cobertura mundial casi exclusiva por tiempo indeterminado a la creación de una atmosfera de opinión que afirma que la tecnología informática dirigirá en forma absoluta toda la actividad humana, en la “nueva normalidad” y entre ella también el proceso educativo.

Hemos leído declaraciones en los medios de que «la antigua educación presencial ya desaparecida es sustituida por la modalidad de educación virtual digitalizada».

¿Pero nos hemos detenido a analizar el tema?

La educación, en especial la formal, es un proceso que tiene lugar en medio de una relación con características particulares, decisivamente influyentes, en medio de una interconexión personal que es auspiciada fundamentalmente por la presencia física, el contacto visual, la mirada, el lenguaje del cuerpo, los movimientos y la interconexión con la voz, el tono y el gesto; los intercambios en los argumentos expresados en las actitudes, los fragmentos de tiempo entre unos y otros participantes, quienes se afectan de manera interdependientemente, produciendo la persuasión, el rechazo, el desacuerdo, la integración de ideas y/o contenidos, la coincidencia, las conclusiones, la empatía , la antipatía, el entusiasmo, la creatividad, la inspiración y la posible o no identificación con el otro o con su contenido. Todo ello amén de las más diversas influencias de la experiencia directa, en la educación presencial.

«Educación» viene de «educacio«, esto es, auspiciar en el otro el desarrollo. Por lo general, la definición se acentuó en lo cognitivo–intelectual; no obstante, cuando la historia reconoció cómo este proceso era vital en la formación humana se amplió no solo al crecimiento intelectual sino a los horizontes de la madurez emocional, la consciencia ética y la formación de hábitos críticos. Todo lo cual plantea la seria consideración de sus métodos (didáctica) e incluye no solo las cosas sino sus fuerzas, la formación del hombre, sus actitudes y el diseño de sus afectos, valores y voluntades. 

La tecnología digital de educación virtual, el poderoso y casi único recurso del siglo XXI en medio de la cuarentena, ejerce una gran influencia en el proceso educativo y a menudo se ha vuelto un ídolo circunstancial. De un brazo mecánico se intenta arriesgadamente constituirla en el sustituto de la relación humana. 

Por más que el artificio permite las maravillas del estímulo-respuesta, conexión pura a distancia en la trasmisión de contenidos e imágenes a voluntad desde casa o cualquier locación, sigue estando carente de las características de la relación presencial humana que auspicie el aprendizaje. Se requiere, en fin, la antigua educación presencial ejercida magistralmente por Sócrates y los peripatéticos y luego apoyada con recursos materiales en el transcurso de los tiempos masificados.

Justamente, en estos tiempos de imposibilidad total de reunión física, la tecnología virtual (un ensayo y error constante con muchas dificultades y carencias pedagógicas) ha permitido la comunicación entre las personas, pero no puede educar a un conglomerado.


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