Béisbol

Andreína Salas, debutando en las Grandes Ligas

06/03/2022

Fotografías cortesía de Andreína Salas

Andreína Salas comenzó a trabajar el 14 de febrero con los Mellizos de Minnesota. Es asistente en la Gerencia de Operaciones, inicialmente con tareas relacionadas con el DRAFT. Tiene que ver con el trabajo de los scouts, los reportes, los exámenes de los jugadores elegibles, preparar todo lo operativo del DRAFT o selección de prospectos que terminan el bachillerato y universitarios que, por razones del paro patronal, aún no tiene fecha exacta.

En la serie de trabajos que hemos publicado sobre los venezolanos que están en las Grandes Ligas y no son jugadores sumamos a Andreína Salas, como le dije cuando la contacté, porque estamos en el Mes Internacional de la Mujer. Aunque no es algo que se haya propuesto, ella es una inspiración para todas las jóvenes que sueñan con trabajar en el beisbol, que ya no es “un mundo exclusivo de hombres”, donde se logran posiciones porque se está calificado. Nadie está en las Grandes Ligas si no es necesario, así es en el terreno y también en las oficinas.

Andreína no está pendiente de si es la primera, para ella lo importante es el nuevo reto profesional, pero lo cierto es que es la primera venezolana con ese trabajo. No se lo propuso, lo es de hecho.

Comenzamos nuestra conversación telefónica viajando a sus recuerdos del béisbol, cuando se quedaba dormida después de los comentarios finales de los juegos del Magallanes. Fue una pasión que tuvo desde muy niña, en su casa la pelota era una diversión familiar. En un ritual de primos, cuando iban de visita los domingos a la casa de sus abuelos desordenaban los diarios para quedarse con los cuerpos de deportes. Mientras leía, soñaba con ver su nombre en las páginas deportivas de El Universal. Tenía clara su vocación de periodista, según siempre le ha contado una tía abuela, con tan solo año y medio de edad, el día del bautizo de uno de sus hermanos, tomó una pequeña libreta y un lápiz para dejar constancia en garabatos de lo que había sucedido en la reunión.

—Yo sabía que quería ser periodista de deportes desde que tenía como 9 años; y tenía que ser El Universal, un tío trabajaba ahí. Con el béisbol fue algo de familia, era el deporte que más se veía en mi casa cuando era chiquita. Tengo tíos, primos, dos hermanos que jugaron cuando eran chiquitos, todos jugaban softball. Tendría como 6 años y era la madrina del equipo de softball de mi papá y sus amigos. Mi abuelo y mi papá eran managers de equipos de béisbol infantil. En mi casa veíamos todos los deportes. Éramos poco de series de televisión o películas, porque siempre había un juego que ver. De béisbol, de básquet, fútbol, tenis, hockey, fútbol americano, siempre hay un juego en alguna parte del mundo, siempre hay una pelota en juego y el béisbol es lo mas largo que hay: toda la temporada de Grandes Ligas y luego la LVBP. Era lo que más veía y conocía. Fanática del Magallanes desde chiquita, recuerdo la celebración del campeonato de Magallanes en la 96-97 en Las Mercedes.

Andreína se emociona cuando recuerda días especiales en el béisbol. Describe la tribuna del estadio Universitario como si estuviera ahí. Recuerda como era antes de la remodelación, cuando una malla separaba a los fanáticos de los jugadores. Conserva una entrada de aquellos días, por una razón especial:

—Te puedo decir la fecha de ese juego, fue el 31 de octubre de 2003. VIP 1, sección B, fila uno, silla 44. Tengo la entrada porque quería que alguien de Magallanes me la firmara. Entonces me acerco, era el dugout viejo que había una mallita y los jugadores estaban sentados con sus sillas Manaplas afuera. Yo quería un autógrafo de Endy Chávez y había un pelotero ahí a quien le pedí que por favor se la diera para que me la firmara. Él se me quedó viendo, yo le volví a decir, él agarró la entrada, la firmó, me la devolvió y no me dijo nada. Yo le vi el número del uniforme, no tenía idea de quién era. Traté de entender la firma y en el 9no inning del juego salió a relevar ¡Era el lanzador Pat Mahomes! Lo que le pasó fue que no me entendió y yo no sabia quién era él. Acababa de cumplir 14 años de edad, y aún no sabía quiénes eran todos porque la temporada estaba comenzando. La tengo guardada. Cuando Pat Mahomes Jr. quedó campeón del Super Bowl, yo saqué mi entrada firmada por su papá. Sigo sin tener nada de Endy.

Estudió en el Colegio Los Campitos, donde aprendió a hablar inglés perfectamente, herramienta que ha sido muy importante en su carrera como periodista y como ejecutiva de béisbol. Cuando iba a empezar a estudiar Comunicación Social, fue a un juego Magallanes-Caracas más especial que de costumbre. Gracias a un amigo, su papá consiguió que los invitaran a la cabina de transmisión de RCR, el circuito radial de los Navegantes del Magallanes.

—Un amigo de mi papá era amigo de Giner García y de Carlos Feo, y les dijo a ver si podía subir a ver un inning. Yo me quedaba dormida escuchando el juego por radio en mi cuarto. Cuando entré a la cabina en un entre inning, ellos no estaban transmitiendo. Les dije que iba a empezar la universidad y que quería hacer periodismo deportivo. En eso comenzó el episodio. Cuando los escuché, se me puso la piel de gallina. Sentí “yo tengo que estar aquí”. Estaba segura de que no quería estar frente a un micrófono, veía la producción, cómo les pasaban las estadísticas, la coordinación. Yo quería estar atrás. Sabía que quería estar ahí, aunque solo fue un inning de un Caracas-Magallanes. Después entraba cuando cubría Magallanes y luego, cuando trabajé con el Caracas, me gustaba estar en la cabina. Es que cuando iba al estadio, me quedaba mirando hacia arriba, hacia los palcos, y pensaba que eso era como inalcanzable. La propia perspectiva del estadio te hace ver eso como muy alto. Ahora me parece impensable ver donde estoy.

Tal como se lo propuso de niña en casa de sus abuelos, hojeando El Universal, hizo ahí su pasantía y al terminar sus estudios en la Universidad Monteávila, se quedó como periodista de la sección de Deportes. Su primer día de trabajo fue el primero de junio de 2012, el día del No Hit No Run de Johan Santana. Aun no escribía de béisbol. Cuando hizo la pasantía, la jefa de la sección, Amalia Llorca, le preguntó cuál deporte le gustaba más. Cuando le dijo que era el béisbol, le asignó otras disciplinas, algo que agradece mucho por todo el aprendizaje de ese tiempo. Le tocaba cubrir los Juegos Olímpicos de Londres, se emociona recordando el día que Rubén Limardo ganó la Medalla de Oro.

Reconoce el apoyo y el respeto de colegas y compañeros, como Efraín Zavarce y José Manuel Fernández “El Mostro”, quien fue su compañero en El Universal y más tarde la llevó a la jefatura de prensa de los Leones. Una vez, cuando cubría Magallanes, tuvo un momento desagradable con un jugador que estaba sin camisa e hizo gestos inapropiados delante de todos. Algunos rieron. Ella con seriedad se los reclamó. Luego de eso uno de los coaches, Gregorio Machado, conversó con ella y a partir de ahí nunca más se repitió algo parecido. Se hizo respetar por todos, algo primordial para poder estar en el béisbol.

Estudió en un colegio de niñas. Ninguna de sus amigas de infancia eran o son fanáticas del béisbol, tampoco las de la universidad. Supieron por ella la noticia de que trabajaría con los Twins.

—Se los dije antes de venirme. Yo era una especie extraña.

En las Grandes Ligas hay solo 30 equipos. Cuando se abren las vacantes para trabajar en cualquiera de ellos, centenares de personas mandan sus currículos. Lo hacen profesionales bien calificados que viven en los Estados Unidos. Andreína había optado anteriormente y no tuvo respuesta. Vivir en Caracas era una limitante. Había dejado la gerencia deportiva de Leones en la temporada 2020-2021 y estaba trabajando en Wahoo Sports, cuando en la fecha límite se inscribió en un programa de inclusión, interesada en el tema, convencida de que de ahí podía tener buenas ideas para hacerlas en Venezuela.

El programa se hizo de manera virtual, era la única que estaba fuera de los Estados Unidos.

Ahí logró hacer la conexión con Daniel Adler, asistente de la Gerencia General de los Mellizos. Eran sesenta participantes, la mayoría estudiantes universitarias. Ella se presentó y a los segundos de contar su trayectoria, él se comunicó directamente con ella para saber más detalles de lo que podía hacer. Ella le explicó su responsabilidad en la gerencia de operaciones, que incluía desde negociar un contrato con un jugador, terminar el trabajo del departamento legal llenando todos los datos, hacer nóminas, atender las necesidades de los trainers para que no les faltara nada, los viáticos, los viajes y hasta las entradas que le tocan a cada jugador.

—Él no entendía cómo yo hacía todo eso. Le explicaba que en Venezuela no es como aquí, que hay muchas personas.

Aún está adaptándose, al equipo, al nuevo trabajo y a la ciudad. Aún hay nieve y mucho frío. Su mamá llegó este fin de semana para apoyarla mientras se instala, debe elegir dónde va a vivir.

No pensaba emigrar, pero está clara de la oportunidad que significa para ella. Los Mellizos quisieron mudarla a Minnesota. No se fue huyendo, como se han ido tantos venezolanos, se fue para trabajar en las Grandes Ligas, en eso que se conoce como “el mejor béisbol del mundo”, el deporte que ama desde siempre.

—Nunca me he proyectado en eso de ser gerente. No lo veo en un futuro cercano, apenas estoy empezando a conocer cómo se maneja la organización. Hay mucho que aprender todavía.

Es cierto, apenas está llegando. Es como esos prospectos que debutan y dan un hit. Después del primer hit, el juego se detiene unos instantes y el coach de primera hace una seña con las manos para pedir la pelota. En ese momento faltan muchos batazos por dar, y ponches también, pero ya su nombre quedó inscrito en la lista de los hiteadores.

Andreína, la hija de Alida y Leonardo Salas, está iniciando su recorrido en las Grandes Ligas.

Inevitable pensar en lo que dijo Kim Ng, gerente general de los Marlins, primera mujer con esa responsabilidad en la Gran Carpa: “No puedes serlo si no lo ves. Ahora lo pueden ver”.

¡Éxito, Andreína!


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