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El orfebre, escultor, artista digital, docente, celebra 53 años de trayectoria y prepara una nueva familia de obras con base en sus emociones
“Mamá, papá, ¡miren los aviones en el cielo, es por mi cumpleaños!”, exclamaba el niño sin saber que el motivo por el que volaban aquellas aeronaves no eran sus cuatro años de vida, sino el fin de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Su algarabía continuó por un buen rato, pero no fue hasta muchos años después que se enteró de que aquel 23 de enero, sus padres no solo le habían festejado un año más de vida sino el resurgir de la democracia en el país.
El cuarto hijo, de los seis (cinco varones y una chica) que procrearon Arnaldo Nicolás Rodríguez De La Sierra y Melo y Olga Isabel Llerandi de Rodríguez De La Sierra, crecería entonces con un talante democrático que mantiene —y defiende— hasta hoy, a sus 67 años.
Nieto del poeta y jurista español Luis Rodríguez De La Sierra y Figueroa, Alexis De La Sierra creció en una familia de clase media consolidada, sin pretensiones pero con valores éticos firmes.
En La Florida, transcurrió su infancia. Los años en el kindergarten Tío Conejo, de la calle Los Mangos de la referida urbanización caraqueña, están grabados al aguafuerte en su memoria: “Disfrutaba mucho jugar con plastilina, además de hacer rondas cantando y bailando con los otros niños”.
Le gustaba construir objetos: desde la estrella del arbolito de Navidad de su casa (hecha con trozos de plásticos recolectados e iluminada con bombillos de linternas alimentados por baterías) o construir barcos de latón y madera con micromotores eléctricos, hasta la creación de una patineta de madera con ruedas de metal e iluminación propia en la punta para iluminar el trayecto a recorrer. A cada uno de sus juguetes le incorporaba luz y esa atracción por la luminosidad permanecerá en el tiempo, de forma integral, en su conjunto de obras.
A comienzos de los 60 la familia se mudó a Lechería, estado Anzoátegui, lugar del que no solo conserva gratas memorias sino que todavía es, de vez en cuando, momento de solaz e inspiración.
“Adoraba pasear durante horas por las salinas de El Morro y las playas del Mar Muerto y el Mar Bravo, con mi bello guacamayo Freddy, quién me escoltaba volando a todas partes”, evoca.
El cariño y la sensibilidad hacia los animales perdura en el tiempo. Sus mascotas son sus hijos: perros y peces han tenido cuidados, afecto y atención. Cuando le ha tocado afrontar la muerte de algunos de ellos, el duelo y el recuerdo de los momentos compartidos perduran.
Ateos pero no idiotas
Alexis buscó a Dios desde pequeño. Se bautizó a los 36 años por convicción y voluntad propia. “Mis padres fueron ateos, pero no idiotas. Aunque no asistieron al bautizo, me felicitaron por haber sido consecuente y haber hecho algo que desde niño quería hacer. Siento a Dios como la mayor fuerza de inspiración en mi vida y como el artífice creador de mi obra artística. Respeto todas las creencias y formas de pensamiento. Soy mariano de corazón y el arcángel San Gabriel me acompaña en todo momento, es mi ángel de la guarda, le rezo de rodillas en el suelo y con cirio encendido todos los días. Lo hago frente a una hermosa escultura creada hace más de 150 años, por artistas de la escuela de los Talleres del Arte Cristiano de Olot, fundada en 1880 en España, que existe y funciona en la actualidad. A José Gregorio Hernández le pido por la salud de mi gente querida y por la mía”.
Orfebrería, el primer amor
El ingenio a la hora de crear lo atribuye a dos factores que agradece: “Primero, a Dios; todos tenemos una misión que cumplir en esta vida y a mí me tocó la de ser artista plástico y luego a mis padres, la parte genética. Ellos se conocieron en la escuela de Bellas Artes, de la Facultad de Marsella en Francia, cuando eran refugiados políticos españoles (…) Mi papá estudiaba pintura, mi mamá dibujo. Mi primer hermano nació en Francia, los demás en Venezuela”.
A los 14 años, cuando todavía residía en Bello Monte, se acercó hasta su casa una señora y compró algunas piezas de las que elaboraban sus hermanos, finas lámparas y otros objetos. Con el ímpetu que da la adolescencia, le dijo a la dama:
Voy a mostrarle algo, yo también soy artista. Y le enseñó tres dijes de plata: una tortuga, un elefante y un búho. Sorprendida por el trabajo, le vaticinó: “Muchachito, algún día tú vas a ser famoso”. No imaginaría la bailarina y coreógrafa Yolanda Moreno, su primera coleccionista, la trascendencia de la frase que pronunció en aquel momento.
Para ella aquel encuentro con Alexis De La Sierra también fue tan significativo que aún guarda con recelo el búho que compró: “Lo considero una obra de arte porque lo que ha hecho es maravilloso. Él es un gran artista, un gran creador, un artista distinto a todos. Siempre está renovándose, en una búsqueda continua, creando a base del color, del vidrio, del esmalte. Me quedo asombrada de lo que hace y por todo el triunfo que ha tenido en el exterior, es un profesional de gran valía, un venezolano de esos que no tenemos mucho y que debemos cuidar”.
En Venezuela no se le había dado a la orfebrería la merecida relevancia hasta que Alexis le imprimió sublimidad. El historiador larense Guillermo Morón, asintió en Palabra inexperta, para el catálogo de la exposición Tierra, Arte y Cultura en Venezuela (2005):
“Los indígenas venezolanos no tuvieron orfebres. La plata no es una riqueza de aruacos, los más antiguos pobladores desde oriente hasta occidente, de norte a sur, ni los caribes, conquistadores salidos de la Amazonia que cubrieron el territorio, menos los Andes, donde los timoto-cuicas no conocieron la plata (…) En el siglo XX y en lo que va del XXI aquella extraordinaria tradición artística ha resucitado en Alexis De La Sierra, el orfebre por excelencia. Su trayectoria ha traspasado los límites de su ciudad natal, la Caracas de sus antepasados del viejo tiempo, para llegar a las grandes salas del arte universal. Caracas y Venezuela vuelven a ser un centro donde la plata se transforma en arte (…)”.
Ávido de compartir su sapiencia y entusiasmo por esta disciplina, Alexis funda en 1985 la Escuela de Orfebres, cuyo XX Aniversario fue reseñado en CNN World Report.
En 1986 otro logro afianzaría su carrera: el Premio Nacional de las Artes del Fuego. En 1995, el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, llamado en ese momento Sofía Ímber (MACCSI), celebró los 25 años que Alexis cumplía dedicado a la orfebrería y su difusión en Venezuela. Ese mismo año la Galería de Arte Nacional (GAN), lo invitó a exhibir su obra como uno de los 10 Maestros Contemporáneos de las Artes del fuego más destacados de Venezuela, en el evento titulado “10 presencias de las Artes del fuego”.
En aquella ocasión el espacio designado en el MACSI fue la Sala 16, ocupada por sus creaciones. “La ambientación fue dramática, tanto por la iluminación como por el cromatismo empleado en las paredes y el techo de la sala (rojo veneziano), así como el largo pasillo central alfombrado a manera de caminería en la misma tonalidad, lo cual le confería al espacio un sobrio e impactante aspecto de cámara o bóveda ceremonial. El trabajo de adecuación del espacio y montaje de mis obras nos tomó cinco días y cinco noches continuas, sin descanso alguno, al igual que sucedió con el montaje expositivo de 100 Obras, 100 Horas (1987) en el Museo de Arte Contemporáneo Francisco Narváez, en la isla de Margarita. Parece que este es el número mágico de días que el destino le confiere al montaje de mis exposiciones en museos e instituciones, ya que en mi Exposición Individual del Museo de Arte Contemporáneo de Panamá Discos y Cápsulas Lumínicas de Alexis De La Sierra, aconteció exactamente lo mismo”, rememora el artista.
L’uomo universale
Sin cortapisa e impelido por su creatividad, De La Sierra fue abarcando otras áreas: la actuación, la orfebrería escultórica, la escultura, el dibujo, la pintura digital, la docencia. Como los buenos polímatas del Renacimiento ha desarrollado cada una en profundidad, con obsesión y rigor.
Ion Henri Pervilhac Fournier, francés nacido en New York, pero tan venezolano como la arepa, está junto a Alexis desde 1977 cuando dejó su trayectoria como ejecutivo en trasnacionales para dedicarse al ámbito artístico. Convertido en su mánager, curador, compañero de vida, detectó su gran potencial a primera vista: “¡Sabe tanto de los parámetros del arte! Es como si su mano estuviera guiada”, asevera. Como l’uomo universale. Según Ion, Alexis es maduro, calmado, equilibrado y analítico cuando trabaja. Su arte, no figurativo, es “una obra sumamente recta, vertical, organizada”.
Subraya que la mayor parte de su obra es muy escenográfica, pues requiere de un espacio atractivo para poder apreciarla mejor. Está convencido de que la fuerza creativa de Alexis no se concentra en su larga cabellera, como Sansón, sino en su mapa genético. Recalca que el artista nunca ha querido irse del país, pese a haber obtenido la visa que le permitía radicarse en Estados Unidos. Venezuela, para ambos, es tierra fértil.
La pantalla como lienzo
Desde 1978 la escultura de De La Sierra se distingue por la investigación sistemática de la luz incorporada al volumen, sin excluir la utilización de materiales convencionales como el bronce. Su prolífica obra, fundamentada en armonía y equilibrios, es versátil en cuanto a materiales, volúmenes y técnicas.
El artista se expresa en formatos pequeños, medianos, grandes y monumentales. La obra comprende más de 500 esculturas de gran formato realizadas y emplazadas en diversas partes del mundo: Estados Unidos, Canadá, Japón, Australia, América Latina, Europa.
Geek confeso, transformó la computadora en lienzo en la década de los 90 cuando en Venezuela el arte digital era todavía incipiente. Además, durante dos décadas ha impartido el Taller de Diseño Electrónico a quienes desean combinar arte y nuevas tecnologías.
Incursionó en la utilización de complejos programas para generar obras digitales compuestas por diversas capas (layers) que permiten efectos de transparencias, combinaciones cromáticas e iluminación difícil de lograr en el arte convencional.
Perder la creatividad no lo arredra, si tiene en mente un proyecto, lo lleva a cabo. Crea a cualquier hora del día, basta que le surjan las ganas, aunque se confiesa noctámbulo: reconoce haber producido sus trabajos más importantes entre las once de la noche y las seis de la mañana. No le gusta presenciar sus exposiciones. Una vez que culmina una obra, la suelta. Cuenta que en la del MACCSI estuvo presente porque Sofía lo encerró en una oficina, precavida como era, para cerciorarse de que él estuviera.
Amor a la perfección
La impronta del estilo es lo más complejo de lograr, esta es subjetiva, puede surgir del inconsciente e incluso trascender al propio artista. ¿Cuál es la suya?
El amor a la perfección plasmado en cada átomo que la compone. La entrega absoluta y desmedida de mis energías y tiempos, dedicando todo mi ser a lo que decido emprender en cualquier disciplina o labor propuesta, sin escatimar los recursos necesarios disponibles para ello. Por el contrario, voy más allá y no paró hasta lograr el resultado anhelado en el empeño, donde la luz siempre triunfa sobre la oscuridad.
¿Por qué escogió como metodología en las tres disciplinas, sobre todo en escultura y pintura, la exploración de trabajos en series o familias de obras.
A mis 67 años rememoro que siempre fui espontáneo y decidido, pero estructurado y disciplinado y creo que no solo conservo ese espíritu desde la niñez, sino que lo disfruto y lo cultivo permanentemente (…) Para bien o para mal, soy voluntarioso y dentro de lo posible siempre he hecho lo que he querido hacer y no he dejado de intentar hacer aquello que me tienta, aunque sea difícil o inconveniente. No he ignorado el abismo que separa lo posible de lo imposible, pero sí he tenido en todo momento la curiosidad de aprender cómo bordearlo y aunque sea tortuoso, cuando menos hacer el esfuerzo para lograrlo.
El uso de la luz, el volumen y el color definen su obra, ¿procura que sean armónicos o privilegia alguno de estos elementos según la disciplina trabajada?
Soy un esteta por naturaleza. En el arte tal como lo concibo yo, la estética es un activo fundamental y yo lo valoro altamente. Le rindo culto a la belleza en las tres disciplinas que profeso a través del posicionamiento armónico de los elementos “x” e “y” en el plano bidimensional (pintura) y tomando en cuenta además a “z” en el plano tridimensional (escultura / orfebrería).
En mi trabajo la armonía juega un papel esencial y generalmente la procuro por medio de la combinación de elementos simétricos y asimétricos, emplazados de manera precisa unas veces y caprichosamente desordenada en otras ocasiones.
Así es como relaciono la luz, el volumen y el color en mi obra, interactuando con ellos de forma proporcional, según las exigencias planteadas por el tema y el resultado estético que quiero lograr, donde un sin número de simbolismos son los actores que interpretan los roles protagónicos en el escenario donde se ambienta la obra.
Disfruta más el proceso de creación de la obra que el momento en el que se exhibe, ¿qué tanto le importa la aprobación del público?
Soy un enamorado no del arte, si del proceso creativo. No visito talleres de artistas, no voy a museos ni galerías (lo hice en grande de pequeño, de la mano de mi padre y creo que con eso tuve suficiente). Contradictoriamente, recomiendo que todos lo hagan. Lo que disfruto es trabajar en una obra o proyecto artístico, sin importar su formato o disciplina. Crear es para mí lo esencial, lo estimulante y lo vital. El momento en el que se exhibe una obra, ya no es mi momento, es el momento de los demás. Si lo disfrutan pues me alegro de que así sea, habré contribuido a que alguien sea feliz aunque sea breve el goce o perdurable el recuerdo. Si no les gusta, con no volver a ver la obra expuesta se soluciona el problema y santas pascuas. En ese caso, pido disculpas anticipadas si en algo les he ofendido.
Sobre las tablas y detrás de ellas
Alexis estudió en Inglaterra y en la Pontificia Universidad Católica de Santiago de Chile. Se formó como actor en la Escuela Nacional de Teatro. Entre 1972 y 1974 recorrió escenarios nacionales e internacionales. Conocer los escenarios desde ese ángulo, le permitió tener el dominio necesario para concebir el aspecto escenográfico no solo de sus exhibiciones, sino de obras diseñadas para eventos específicos, como la propuesta de escultura lumínica suspendida Cryon, presentada en el Simposio Escultura 85 organizado por Fundarte en el lobby del teatro Teresa Carreño. En el Museo de Arte Contemporáneo de Panamá, ese mismo año, presentó la retrospectiva “Discos y Cápsulas Lumínicas de Alexis De La Sierra” (retrospectiva), en la que otrora fuera la sede de la antigua Logia Masónica de Panamá. El emplazamiento de sus esculturas lumínicas suspendidas, cobró realce y dramatismo, al ser contrastadas con el piso negro de las amplias salas expositivas y los altos techos y paredes blancas de estas. Mención aparte merece su instalación Soplo de vida, una alegoría a la paz, a la ecología, contra el terrorismo, la corrupción y la hambruna que en 2001 le valió la Medalla de Oro “Lorenzo Il Magnifico” de la Bienal Internacional del Arte Contemporáneo de Florencia (Italia).
Terabytes de emociones
Un proyecto en ciernes lo mantiene ocupado desde hace meses. “Además de misterioso es complejo y ambicioso”. Esta nueva familia de obras se titula Emociones filtradas retroproyectadas y ya ha creado 10 fondos (backgrounds), con sus respectivas texturas y variaciones cromáticas, que se convertirán en igual número de pinturas.
“(…) El concepto de algo tan abstracto y difícil de plasmar como lo son las emociones, me llevará a emplear no gigabytes (billones de bytes), sino terabytes (trillones de bytes), antes de aplanar las capas que conformarán cada una de las nuevas pinturas. Inicialmente solo trabajaré las emociones a nivel pictórico. Dependiendo de cómo avance y se desarrolle este trabajo, trascenderé el espacio bidimensional y migraré a la zona 3D con esculturas y por qué no, con joyas también. Dependerá si después de lo plasmado en 2D (bidimensionalmente), todavía quiero seguir ahondando en el tema, experimentando con volúmenes e imprimiéndole formas colores y textura a las emociones”.
Para Theodor Adorno el arte ha dejado de ser aquello que todos saben lo que es, para Alexis De La Sierra, la creación artística es, ha sido y seguirá siendo hasta el final de los días, el mejor combustible que existe para levantarse de la cama y empezar a soñar durante todo el día.
“Ha sido mi manera de percibir la vida durante los últimos 53 años. Es mi manera de hacer trueque con el Universo cada amanecer. Si mi mensaje de luz y armonía trasciende las paredes de mi estudio e ilumina con su espectro visible un plano menos limitado y más universal, mejor aún y ojalá siempre así sea”. Que el arcángel San Gabriel diga amén.
Alessandra Hernández V.
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