Fotografía de Juan Barreto | AFP
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No era tarea sencilla ser el campocorto del Caracas, mucho menos después de Omar Vizquel.
Había que tener condiciones privilegiadas para ocupar ese puesto, pero Alex González tenía con qué.
Sus manos prodigiosas y poderoso brazo, además de un juego agresivo e inteligente, le hicieron acreedor de la admiración de la afición acostumbrada a las jugadas extraordinarias de su antecesor. Alex fue sobresaliente desde los primeros roletazos y líneas que atrapó, para dejar fuera de circulación a los contrarios.
Siempre bien colocado, con la plasticidad que hace ver cualquier jugada imposible, posible, Alex González podía ser otro histórico de la estelar manada. Un campocorto heredero de Alfonso Carrasquel, sin lugar a dudas. Podía anticiparse que llevaría por muchos años el uniforme de los Leones.
Estuvo en momentos de esos que se quedan tatuados en la memoria de los fanáticos, como cuando bateó aquel Grand Slam que le volteó la pizarra al Magallanes en El Universitario, el 27 de noviembre de la zafra 2001-2002, cuando parecía que saldríamos cabizbajos.
En aquella temporada, en un juego que muchos recordamos por radio, el 30 de noviembre, logró un triple play sin asistencia en el estadio de Acarigua Araure, frente a Pastora de Los Llanos, con batazo de Ron Calloway con Ramón Hernández en la inicial y Eminson Soto en segunda.
Pero tal vez el mejor recuerdo es más reciente, de la postemporada 2005-2006. Actuó solo una vez en el “Todos contra todos”, sin haber participado en la ronda regular, y en cinco juegos en la final ante Tigres de Aragua se fue de 18-5. Los Leones ganaron el campeonato y fueron a la Serie del Caribe realizada en Maracay y Valencia.
Alex, el muchacho de la aragüeña Sorocaima, se lució con su participación ofensiva y como siempre, brilló a la defensa.
Fue el verdugo de los Tigres de la República Dominicana, en los dos juegos los castigó. En el primero que disputaron, despachó jonrón para empatar el duelo que finalmente ganó el Caracas; en el séptimo, para coronarse invictos, empujó la del empate y anotó la carrera de la victoria con aquel extraño batazo de Henry Blanco que se metió en la luz y Erik Aybar cabeceó para convertir un “Texas” o “podrío” en un doble para ser los campeones invictos.
Con el brazo derecho levantado en señal de victoria, corrió desbocado hasta llegar al plato, aunque aquella pelota, después de dar en la cabeza del campocorto dominicano, no la fue a buscar nadie, todo estaba consumado. Los Leones se convertían en campeones, bajo el mando de Carlos Subero.
En la transmisión de Venevisión, Fernando Arreaza narró emocionado el inolvidable final. Una de las mejores narraciones de la enorme voz de la consecuente legión caraquista.
Alex dijo adiós el jueves pasado y se despidió como los grandes, dando imparable, además ganaron los Leones.
Fueron 16 temporadas en la LVBP, 16 con los Leones del Caracas, 16 el número de su camisa, 16 años en las Grandes Ligas.
Recuerdo entrevistarlo en Viera en 1999, donde entrenaban en primavera los Marlins. Había debutado en la temporada anterior. Yo andaba recorriendo los campos con Rubén Mijares, quien arrancó la entrevista con una pregunta que el joven pelotero no esperaba: “¿Tú sabes lo que significa ser un short stop venezolano y llevar el número ‘11’ en la espalda?”.
Con los ojos muy abiertos y esa mirada de siempre de Alex, como si estuviera sorprendido (y esta vez era obvio que lo estaba), respondió tímidamente: “Lo sé, era el número de Luis Aparicio”. No dijo mucho más.
Vino mi turno y quise saber cuál era su siguiente sueño, cumplido el de llegar a las Grandes Ligas: “No es solo llegar, es quedarse, también quisiera ganar una Serie Mundial”. Alex no hablaba mucho.
En 2003, y ante los Yankees, se cumplió su deseo: fue pieza clave del segundo campeonato de los Marlins. En el cuarto desafío, dio un jonrón en el inning 12 ante Jeff Weaver para dejar a los bombarderos tendidos en el terreno del Pro Player ante 65.934 fanáticos. De perder ese juego, Nueva York pondría la serie 3-1, a punto de jaque mate, pero no ganaron más.
Son pocos los peloteros venezolanos que tienen todos esos campeonatos: Serie Mundial, LVBP y Serie del Caribe.
Dijo adiós uno de los mejores torpederos de nuestra historia. Aunque nunca ganó un Guante de Oro, fue un extraordinario sucesor de Omar Vizquel en la pradera corta del Caracas y un digno portador del número “11”.
A aquella pregunta del querido Rubén Mijares, hoy podemos responder que no le pesó el “11” que lució en su espalda, al contrario, lo llevó con compromiso y disciplina y lo hizo lucir como un merecido heredero del mejor de todos.
Alex González fue un campocorto venezolano con la calidad que deben tener los productos de Denominación de Origen Controlada.
Mari Montes
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