Perspectivas

Volver a Pasquali

21/06/2020

Retrato de Antonio Pasquali por Roberto Mata | RMTF

Si Antonio Pasquali viviera hubiese cumplido 91 años este 20 de junio. Nacido en Rovato, una pequeña localidad (actualmente con algo más de 17.000 habitantes) en la provincia de Brescia, región de Lombardía, Italia, Pasquali en verdad fue un venezolano por decisión y convicción. Su nombre se asocia indisolublemente a Venezuela en la escuela latinoamericana de estudios sobre comunicación masiva, de la cual fue fundador intelectual con su obra pionera Comunicación y Cultura de Masas, de 1963.

Pasquali falleció el 5 de octubre del año pasado. Tuve el privilegio de acompañarle en diversos homenajes que se le rindieron a propósito de los 50 años de su libro. Aquellos homenajes fueron también un tributo a su trayectoria. Pasquali no sólo fue un pensador clave de la comunicación en América Latina, sino que también reflexionó sobre la noción de futuro y la globalización en la sociedad actual, estuvo al frente de iniciativas político-académicas por la democratización de los medios de comunicación en Venezuela, y tuvo una pasión por la cocina.

Autor prolífico, al final de este artículo colocamos un listado de sus obras que ha elaborado la licenciada Yelitza Rodríguez, directora de la biblioteca Gustavo Leal, de la Escuela de Comunicación Social de la UCV.

Hace exactamente 6 años, en junio de 2014, viajé con Antonio al XII Congreso de la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación (ALAIC), que se celebró en Lima coorganizado por la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Allí fui testigo de un sentido y multitudinario homenaje que se le rindió. Unos 800 estudiantes, profesores e investigadores, de una docena de países, ovacionaron, de pie y prolongadamente a Pasquali.

Se le reconocía a Pasquali su obra, sin duda muy relevante, pero al mismo tiempo se celebraba su papel determinante en impulsar, no sólo la investigación de la comunicación, sino el propio surgimiento de entidades, como ALAIC, que reúnen y promueven el pensamiento latinoamericano en el terreno de la comunicación.

Aquel año fue intenso. Pasquali también fue homenajeado por la Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación (AMIC), por la Universidad Católica Andrés Bello y la Asociación Venezolana de Investigadores de la Comunicación (INVECOM), en Caracas, y en diciembre de 2014 hubo otro momento de beneplácito cuando lo acompañamos en el festejo de los 40 años del Instituto de Investigaciones de la Comunicación (ININCO) de la UCV, el cual fundó.

Guiándome por la intervención en Lima del colega mexicano Raúl Fuentes, del ITESO de Guadalajara, Pasquali es sin duda un autor que irrumpe en el pensamiento sobre los fenómenos de comunicación y se destaca por varias razones. Debe apuntarse en primer lugar, como ya señalamos, la edición de su libro ya clásico Comunicación y cultura de masas.

Recordaba Fuentes, que hace medio siglo la reflexión académica sobre la comunicación tenía una vertiente marcadamente conductista, el influjo de lo que luego tomó vigor en los 70 con la escuela crítica (influida por los pensadores de Frankfurt) todavía no se hacía sentir. Pasquali entonces irrumpe en la escena con un libro que es aproximación crítica y filosófica, que se pasea y desmenuza el carácter mas mediático de la comunicación contemporánea, con clara influencia del pensamiento europeo, pero aterrizando con mucha claridad su objeto de estudio en la realidad latinoamericana y en particular venezolana. Fue, sin duda, un pionero.

Visto en retrospectiva, y así me quedó en claro al presenciar en Lima el aplauso unánime de investigadores de diversos países y de muy diferentes vertientes de acción en la investigación universitaria, Pasquali contribuyó decididamente a fundar una escuela latinoamericana de los estudios de comunicación.

Eso en sí mismo le habría bastado, a lo que debe añadirse que su línea intelectual le llevó hace tres décadas a producir un libro que también ha devenido en clásico por el carácter pedagógico, con su inalterable perspectiva crítica, que condensó en Comprender la comunicación: un texto de indispensable consulta en los primeros semestres de la carrera de comunicación y material ineludible cuando se hace un repaso de la teoría de la comunicación masiva.

Pasquali, sin embargo, como bien lo han recordado el mexicano Raúl Trejo y la venezolana Elizabeth Safar, en un libro que coordinamos junto a Marcelino Bisbal con el sello editorial de la UCAB, no se quedó en el campo exclusivo de la producción académica, en el terreno intelectual. Ha sido una figura emblemática, y eso también se ha mencionado, en promover políticas específicas para la democratización de la comunicación. Esa vertiente en la vida de Pasquali merece por sí sola otro reconocimiento.

Venezuela hace un aporte significativo al debate internacional sobre cómo la comunicación puede ayudar a construir democracia, pues en 1977 se da a conocer el Proyecto RATELVE, que fue el “Diseño para una nueva política de Radiodifusión del Estado venezolano”, el cual tuvo a Antonio Pasquali como responsable emblemático.

Del Proyecto RATELVE, entre muchos otros aportes, a nuestro juicio deben destacarse dos aspectos, que ya mencionara Jesús María Aguirre en 1978: la concepción de la radiodifusión como un servicio público y el rol de Estado “no en sentido monopolista, sino de concertación de medios y metas entre el sector público y el sector privado”.

Pasquali íntimo

Cuando recibí la noticia del fallecimiento de Antonio Pasquali, en octubre de 2019, a sus 90 años de edad, escribí las líneas que siguen.

No puedo decir otra cosa que tuve el enorme privilegio de conocerle en persona, compartí la mesa, coincidimos en algunos viajes para asistir a congresos y seminarios, y lo más importante, pude hacer gestiones para rendirle tributo cuando aún estaba con vida. Vivió a plenitud.

Al igual que para todos los estudiantes y estudiosos de la comunicación de masas en Venezuela y América Latina, leer a Pasquali fue para mí un mandato obligatorio en algún momento. Al leerlo, por su densidad, te haces una imagen de una suerte de sabio. De un intelectual con letras mayúsculas. Aquello obviamente intimida cuando interactúas con el hombre, con el ser humano detrás de todos los libros y reflexiones originales que publicó.

Le llamaba Antonio porque él mismo me lo pidió, en un acto de camaradería, cuando en el período 2011-2012 sostuvimos diversas reuniones con Marcelino Bisbal y Óscar Lucien. Soñábamos, en aquel momento, con un cambio en Venezuela y al igual que decenas de académicos y expertos en diversas áreas accedimos a prestar nuestros servicios a la causa democrática.

En aquel momento fue cuando Pasquali pasó a ser Antonio. No puedo decir que fuimos amigos, en el sentido de lo que se entiende la amistad en Venezuela, pero tuvo diversas muestras de afecto y deferencias conmigo, que nos permitieron acercarnos. Yo, debo decirlo, desde la admiración que le profesaba incluso antes de conocerle en persona.

La primera vez que vi a Pasquali cara a cara fue por 1998. Estaba yo en mi primer año como profesor en la Universidad Católica Andrés Bello y debo confesar que naufragaba en mis intentos de mantener viva la atención de estudiantes en una asignatura teórica de un año académico completo. Por allá por abril, si mal no recuerdo, tuve la idea de invitar a expertos. Los invitados especiales eran el as bajo la manga para reanimar a los alumnos.

Pasquali llegó en su moto Vespa hasta Antímano. El director de la Escuela de Comunicación en aquel momento, Max Römer, tuvo la gentileza de conseguir un auditorio. ¡Cómo vamos a recibir a Antonio Pasquali en un aula de clase!, exclamó.

Antonio me salvó el día, en la conversación previa a la clase me recomendó un par de restaurantes de precios solidarios en Caracas, incluido el chino que frecuentaba él por la calle de los hoteles en Bello Monte. Además, hablamos del único nombre que en ese momento nos unía: Alejandro Alfonso.

No pensaba dedicarme yo a la investigación y fue tan fatal aquel año en la universidad, mi primer año como profesor, que en julio recibí la carta respectiva anunciándome que se prescindía de mis servicios.

Pasaron los años, me hice parte de la revista Comunicación del Centro Gumilla, me esforcé en seguir estudiando en postgrado, y luego de varios años tuve el cargo de investigador en mi alma mater. Había vuelto a la UCAB.

La segunda vez que tuve un contacto directo con Pasquali fue a través de una llamada telefónica. Estaba iracundo. Era 2007.

Con el apoyo del entonces presidente de la Asociación Latinoamericana de Investigadores de la Comunicación (ALAIC), el boliviano Erick Torrico, impulsamos la creación de una nueva asociación venezolana de investigadores, que tuvo a la zuliana María Isabel Neüman como presidenta. Nacía INVECOM. Antonio estaba realmente molesto porque no habíamos optado por revivir la AVIC, una asociación que él junto con otros académicos de entonces había fundado en los años 70, con vida efímera.

En 2009, junto con Marcelino Bisbal, buscamos el apoyo del entonces rector de la UCAB, Luis Ugalde, y se le concedió la Orden Andrés Bello a Pasquali. Yo, pese a que promoví personalmente aquello, opté por quedar en segundo plano ya que Antonio todavía no me perdonaba lo de INVECOM.

En 2011, pero en verdad en 2012 con la cercanía de las elecciones presidenciales en las que Henrique Capriles se enfrentó a Hugo Chávez, me empecé a encontrar de forma recurrente con Pasquali. La posibilidad de que se llevará adelante un programa nacional de radio y televisión de servicio público, si ocurría el cambio político, era uno de nuestros desvelos de entonces. Para Pasquali aquella era la oportunidad de concretar lo que había sido, desde siempre, un viejo sueño.

Entre 2013 y 2015 nos estuvimos viendo con mucha frecuencia. Le visité en su apartamento de Altamira, en varias ocasiones. Conversamos en la cocina, me invitó a comidas que él preparó para agasajar a otros colegas, pude llevarle a Barquisimeto –mi ciudad-, viajamos juntos a un congreso en Lima (antes habíamos ido a Quito), le rendimos homenajes en la UCAB a propósito de los 50 años de Comunicación y cultura de masas, su obra capital.

Y, finalmente, quedamos en paz en aquel 2015 cuando accedió, gustoso, a ser miembro emérito de INVECOM, que entonces yo presidía.

Amante de la buena mesa, amigo de sus amigos, dueño de su intimidad y de su vida personal, cascarrabias, empecinado con algunos temas, lector voraz en muchos ámbitos del conocimiento.

Guardo dos estampas de un Antonio humano.

En 2013, cuando visitó Barquisimeto, se le ocurrió la idea que además de unas charlas y un congreso académico en el cual lo habíamos incluido, nos hiciéramos una visita a Chocolates El Rey, cuya fabrica está en la ciudad. Recuerdo a Antonio como un niño en un día de Navidad, recorriendo la planta, probando los chocolates, dándonos conocimiento sobre el chocolate.

En 2014, en tanto, viajamos al congreso de ALAIC, en Lima, luego de la sonora ovación a la que me referí en párrafos anteriores. Cuando a Pasquali le tocó responder, no pudo, se echó a llorar. Yo estaba junto a él en el podio. “Cañizález, puse la plasta”, me dijo. No quería mostrarse en público como emotivo. Tras superado el trance, me dijo que aquel había sido uno de sus días más felices porque sus pares le homenajeaban. Le reconocían.

Hay muchas otras anécdotas, desde restaurantes en los que Pasquali le daba instrucciones al chef para mezclar los ingredientes de dos platos que aparecían separados en la carta; hasta el pago de una conferencia que solicitó que fuese en especies, y pidió cacao ecuatoriano.

Ese fue el Pasquali que tuve la dicha de conocer.

Selección de los principales libros que publicó Pasquali

1963. Fundamentos Gnoseológicos para una ciencia moral. Universidad Central de Venezuela.

1963. Comunicación y cultura de masas. La masificación de la cultura por medios audiovisuales en las regiones subdesarrolladas. Estudio sociológico y comunicacional. Ediciones de la Biblioteca Central UCV.

1967. El aparato singular: Análisis de un día de TV en Caracas. Universidad Central de Venezuela.

1970. La moral de Epicuro. Monte Ávila Editores.

1972. Comunicación y cultura de masas. 2da ed. Monte Ávila Editores.

1973. Sociología e Comunicacão. Editorial Voces.

1977. Proyecto RATELVE. Diseño para una nueva política de radiodifusión del Estado venezolano. Librería Suma.

1979. Comprender la comunicación. Monte Ávila Editores.

1990. Comprender la comunicación. 4ta ed. Monte Ávila Editores.

1990. Comunicación y Cultura de masas. 6ta ed. Monte Ávila Editores.

1990. La comunicación cercenada: El caso Venezuela. Monte Ávila Editores.

1991. El orden reina. Escrito sobre comunicaciones. Monte Ávila Editores.

1994. Las telecomunicaciones. Memorias de un país en subasta. (Junto a Elizabeth Safar). Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano.

1998. Bienvenido Global Village. Monte Ávila Editores.

2002. Del futuro: hechos, reflexiones, estrategias. Monte Ávila Editores

2005. 18 ensayos sobre comunicaciones. Editorial Debate.

2007. Comprender la comunicación. Edición revisada y actualizada. Editorial Gedisa.

2011. La comunicación mundo. Releer un mundo transfigurado por las comunicaciones. Editorial Comunicación Social.

2017. La devastación Chavista. Transporte y Comunicaciones. AB Ediciones, Editorial de la UCAB.


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